martes, 8 de marzo de 2011

Día de la mujer trabajadora. Evolución de roles


Hoy precisamente, 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, me ha tocado en suerte dar una conferencia en Benalmádena, dentro del programa del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga, cuyo título es: El proceso evolutivo de la interrelación social. Relación objetiva vs. objetal y ajuste de roles en la pareja.

Como homenaje a esa mujer trabajadora, me permito colgar una parte de dicha conferencia, referente al proceso que ha seguido el ajuste de roles en la pareja en los últimos tiempos, con objeto de compartir con mis amigos y amigas estas apreciaciones y reflexiones personales. Forma parte del tercio final de la conferencia y pretende ser un análisis del tránsito, desde una relación de dependencia total y sumisión al macho, a una nueva era de igualdad, en un proceso abierto de debate, aunque quede mucho por recorrer aún hasta llegar a ella de forma real y manifiesta.
Me permito colocar una foto de 1969, de mi abuela, como homenaje a las mujeres sufridoras del siglo pasado. Obsérvese la cocina, los pocos recursos, el cántaro y, por supuesto, la ausencia de vitrocerámica... Entiéndase que en este lugar debían cocinar para alimenatar a la prole (en su caso siete hijos), tras volver del trabajo del campo.


Ajuste de roles en la pareja

Antiguamente existía una gran complementariedad funcional entre los cónyuges, aunque no podemos negar que se fundamentaba en una relación asimétrica, donde el hombre ostentaba el poder oficialmente y la mujer estaba sometida a sus directrices. Se mantiene un contrato de roles o de funciones. Las normas sociales, aunque injustas, establecían las conductas de cada uno y las dependencias. Lo cierto es que la mujer reinaba en la casa y el hombre en la calle; es decir, el gobierno de la familia, aunque pareciera lo contrario, lo llevaba la mujer, mientras que el hombre aportaba, por lo general, los recursos económicos para sustentarla, sin obviar las aportaciones de la mujer con sus trabajos fuera del hogar. Habitualmente, la mujer fue superior al hombre en capacidad para sustentar la casa y educar a los hijos. Su función nutriente, protectora y educadora se elevaba hasta el propio marido. Si bien, el hombre mantenía que en su casa mandaba él, se solía apostillar “cuando no está mi mujer”. Por tanto la mujer daba solidez funcional a la casa, mientras el marido mantenía cierto prestigio social en la familia.

El hecho es que se producía una interdependencia que forjaba lazos de gran solidez entre los cónyuges. Esto no quiere decir que fueran ideales, más bien al contrario. El hombre era una nulidad en las labores de la casa; no lavaba, fregaba, cocinaba, compraba, cosía, planchaba, etc. ya que esa función era propia de la mujer. Era su oficio trabajar en la calle, aportar el dinero, defender el buen nombre de su familia y dar la cara como máximo responsable del núcleo familiar, aportando la seguridad necesaria para el crecimiento de sus hijos. Esta concepción arcaica de la dinámica familiar se va diluyendo conforme el sistema democrático se impone y la lucha feminista se va acercando a sus objetivos reivindicativos de igualdad de género.

Hasta esos momentos las rupturas matrimoniales y el divorcio eran, prácticamente, inexistentes o muy bajos. ¿Qué iba a hacer una mujer separada? Estaba marginada, mal vista y socialmente denostada, con una economía en precario y sin recursos, a la par que los “buitres” la buscaran como objeto fácil de sus deseos sexuales, al no estar “protegida” como propiedad de otro macho. El hombre separado, por lo general, era una nulidad en las tareas referentes a sus propios cuidados; no dominaba las labores del hogar y, si lo hacía, estaba mal visto. No era concebible un hombre cocinando, lavando, fregando o planchando… eran “mariconadas” propias de afeminados. Por tanto, en la relación, aunque no hubiese amor, había una dependencia que aferraba el vínculo. Yo te doy, tú me das, y si no nos queremos qué más da… “nos aguantaremos”. Si tú cumples con tu cometido, aunque ni siquiera hablemos, todo irá bien. Pero si no cumples, aunque en la casa no sea sostenible la convivencia, mantendremos la relación de cara al exterior dentro de la norma, con santa resignación; o lo que es lo mismo, también “nos aguantaremos”.

El sexo, entre la pareja, obedecía más a una necesidad fisiológica, más centrada en el hombre, o de reproducción, que a la búsqueda fantasiosa del pecaminoso placer, dándose un alto nivel de casos de anorgasmia en las mujeres. El hombre solía visitar prostíbulos donde buscaba las más sibilinas formas de placer sexual a través de las profesionales, o bien mantenía una querida en muchos casos. Anecdóticamente se comenta que preguntado un sujeto sobre las causas que le llevaban a visitar esos antros teniendo una mujer, contestó: “Mi señora es una señora como Dios manda y no voy a pedirle que me haga esas guarradas, para eso están las putas”. Muchas mujeres, conociendo estos hechos los justificaban o consentían en base a la “hombría” de su marido.

Difíciles tiempos aquellos en que, en muchos casos, solo el rol definido y encapsulado, de cada uno de los miembros de la pareja, era el garante de su mantenimiento en una relación de interdependencia. El mundo de la mujer y el del hombre eran distintos. Las cosas de uno y otra no se mezclaban, había “cosas de mujeres” y “cosas de hombres”. El campo de desarrollo personal no era común, por tanto no existía un flujo del crecimiento entre ambos. Dicho de otro modo, por lo general, no se daba una relación nutriente en lo referente al desarrollo personal. La comunicación era básicamente sobre aspectos funcionales, familiares y sociales. Tu a lo tuyo, yo a lo mía y los dos juntos tiramos para adelante. La cultura judeo-cristiana siempre fijó los roles bien diferenciados. También es cierto que la gran explosión del referido desarrollo personal se ha dado recientemente, por lo que el proceso evolutivo en este sentido era muy pobre y los sujetos solían tener un corto recorrido en esta materia a lo largo de su vida. Por tanto, las premisas conductuales que se dieron en el contrato matrimonial eran sostenibles en el tiempo, lo que evitaba los conflictos propios de los cambios personales. Argumentaciones como “tú ya no eres el mismo” y “tú has cambiado” eran armas arrojadizas en las discusiones matrimoniales, como si ello implicara el no cumplimiento de un contrato vitalicio; o lo que es lo mismo, estaba aceptado que, llegados a la adultez, la evolución, cambio de conductas, convicciones o la propia concepción de la relación familiar y social no debía evolucionar hacia otras esferas o planteamientos.

¿Qué ha cambiado? En un proceso lento, cuajado de dificultades y trabas, se ha ido desarrollando otra cultura relacional entre la pareja. La mujer ha reivindicado un mayor protagonismo y lo ha conseguido reincorporándose al mundo laboral de forma brillante. Pero en el hogar siguen muchas asignaturas pendientes, bien por el “escaqueo” del hombre, bien porque ella no quiera ceder la dirección y organización ante la incapacidad del compañero o bien por el arraigo de la responsabilidad del rol familiar clásico u otras causas singulares. En estas circunstancia solemos encontrarnos: Mujer que trabaja y lleva la casa de forma más o menos indirecta y hombre que trabaja y “ayuda” a la esposa bajo su dirección, pero desorientado ante esa pérdida o redefinición del rol de marido.

Bajo mi punto de vista ha ocurrido algo de especial importancia, como es el igualarse en las funciones y responsabilidades inherentes a la estructura familiar; pero sobre todo el entrar ambos en el campo de la autosuficiencia, dónde la dependencia ya no tiene tanto peso específico en el vínculo de la relación. En una pareja actual ambos asumen roles muy aproximados, ambos trabajan, cocinan, limpian, compran, ponen la lavadora, etc. En suma, aquella situación de disociación funcional, con roles diferentes y definidos, no tiene sentido. Por tanto, el lazo de la relación ha dejado de fundamentarse en la dependencia y complementariedad funcional y ha pasado a consolidarse por la voluntad de mantenerlo. El “nos aguantaremos” no cabe en este marco. Cuando las cosas no funcionan, cuando el amor ha desaparecido, cuando el desarrollo personal choca con la intolerancia del otro, cuando la evolución es divergente y ambos se convierten en lastre o freno para la evolución personal del otro, y cuando la comunicación, como instrumento de entendimiento y aproximación, se ha roto o no es operativa, hay una puerta abierta menos traumática que en épocas pasadas, pues los dos son más autosuficientes y capaces de afrontar una nueva situación de independencia. Del “nos aguantamos” pasamos al “que te aguante tu madre”.

Pero, claro, no todo es tan fácil. Existen otros elementos que se han ido fraguando a lo largo de la relación que no son afectivos directos, pero sí compartidos. Los hijos, los bienes, las familias, los amigos, condicionan la relación y conforman una argamasa que debe ser considerada ante cualquier ruptura; los hijos, de forma prioritaria, son un punto de proyección afectiva común, donde confluyen las emociones de ambos con especial trascendencia. Esto explica que en conflictos de excepcional virulencia, donde el objetivo prioritario de los cónyuges es el hacer daño al otro, se usen los hijos como arma arrojadiza, estableciendo estrategias enfocadas a realizar ese daño sin pensar en la afectación que pudiera producir en los propios hijos; es una dolorosa miopía. Los bienes comunes son otro elemento de especial relevancia; su reparto causa grandes conflictos, pues es lógico que cada uno pretenda mantener la máxima capacidad económica y preservar los objetos para su uso personal. La lógica y la racionalidad choca con el egoísmo y solo en el caso de personalidades maduras, se suele conseguir un acuerdo justo en el reparto de los bienes materiales. Por tanto, la valoración de la influencia que cada uno de estos factores tenga en la argamasa que une a la pareja, y su posible dilución, determinará la viabilidad del proceso de separación.

Finalmente, podemos convenir en que la autosuficiencia, adornada del desarrollo personal cercano a la madurez, es garante de que la relación que se establece es más objetiva que objetal, que la vinculación se mantiene en base a querencias y sentimientos más libres y que el entendimiento se realiza desde una perspectiva más igualitaria, menos chantajista e impositiva. A la par reivindicamos un mayor respeto a nuestros planteamientos, nuestros deseos y proyecto personal de desarrollo y exigimos que ese respeto se plasme en la libertad propia para llevarlo a término. La evolución individual es incuestionable y, lógicamente, puede ser divergente. La comunicación y el diálogo forman parte de esa herramienta para fraguar un entendimiento, una aproximación a la vía de desarrollo común y compartido en el proceso evolutivo de ambos, siempre que se dé una actitud de mente abierta. En este caso, la comprensión de la diferencia no tiene que llevar a la divergencia, sino a la complementariedad; es decir, somos diferentes, lo que nos permite tener una visión más amplia de la vida; lo importante es saber conjugar esas visiones para, mediante el proceso de diálogo y comunicación, poder enriquecer nuestras ideas y llevarnos a un crecimiento personal. La cuestión es si sabemos o no establecer ese diálogo, esa comunicación efectiva, si nos hemos desprendido de la rémora de los roles del pasado y si hemos introyectado nuevas formas de entendimiento rompiendo los esquemas clásicos de dependencia o situaciones asimétricas en la relación de género. De no ser así, de representar un lastre cualquiera de los cónyuges, se pasa al “que te aguante tu madre”.

32 comentarios:

Txema dijo...

Espero que la conferencia sea todo un éxito.

Saludos

mariajesusparadela dijo...

Pues llegará un día en que se diga "que te aguante tu padre".
Entonces no tendremos que celebrar el día de la mujer...


(Sutilezas)

emejota dijo...

Para variar, caramba, que bien te expresas. Lo que describes es tan real, tan equilibrado y tan cierto. Nada que añadir, bueno sí....un término que mi suegra "inventó": "aguantoformo". Pretendía que yo hiciera lo mismo, y lo hice durante un tiempo, hasta que mi hijo menor alcanzó la mayoría de edad. De otro modo ahora estaría muerta en vida, o muerta y "esparcida". Un fuerte abrazo.

RGAlmazán dijo...

El mejor día para la mujer será cuando no haya que celebrar ningún día de la mujer.
Estupenda conferencia, ¡suerte!

Salud y República

IV Encuentro de Poesía en la Red dijo...

Buen discurso!!
esta muy bien planteado.
Aunque hay que reconocer que todavía queda mucho lastre en las relaciones de cierta edad.
Los jóvenes son mas libres.
Aparte de la posesión y los celos de algunos hombres a no dejar ir a la mujer ni a comprar sola (que conste que no es mi caso, los franceses son muy liberales). Tengo amigas que sufren la carga de maridos celosos, todavía domina la privacidad del macho dominante en algunas relaciones.
Un abrazo Antonio

Cayetano dijo...

Cambian los tiempos y muchos, aunque nos dieron una educación sexista, asumimos el nuevo papel de la mujer en esta sociedad. Y no lo digo de boquilla: en mi casa quien va a la compra y guisa es un servidor. Y mis hijos, ya mayores, están sanos gracias a una buena o casi buena alimentación.
Un saludo.

Annick dijo...

Me gustaría que no se celebrase el ¨Día de la mujer trabajadora ¨.
Eso significaría que hemos alcanzado la igualdad de verdad .

Besos desde Málaga.

Circe La Hechicera dijo...

Mi querido Antonio, estupenda exposición, todo es una constante evolución, todo es un eterno cambio, son espacios que se van abriendo porque la dinámica de los tiempos así lo va determinando. Suerte y besos caribeños!!!

Myriam dijo...

Aún queda un largo camino por recorrer para una igualdad de roles genuina para ambosk hombre y mujer. Lo cual incluye que el hombre pueda ocuparse también de tareas del hogar sin ser tildado de homosexual. O que pueda criar a los hijos, sin dejarlos en un coche, por ejmplo, para ir a un burdel. Que le hombre no haga esa división madonna-prostituta, que responde a eso " yo con mi mujer no hago esas chorrardas, o lo que sea"-

LO cual también incluye que la mujer pueda disfrutar de una vida sexual plena y realizarse profesionalmente.

Felictaciones por la conferencia, se necestan muchas voces que clamen por la igualdad y complementaridad. Aún queda un largo camino.

Un abrazo

Antonio dijo...

Gracias, Txema. Hoy, ya terminada, parece que gustó, no me guío por lo que dije sino por lo que participaron los presentes.

Saludos

Antonio dijo...

Interesante sutileza la tuya, María Jesús. Es cierto, pero sigo pensando que siempre habrá una gran diferencia entre padre y madre. Creo que llevar 9 meses un feto y darle vida no es comparable a la paternidad en ningún caso, al menos por lo que dice mi propia experiencia y vivencias. Tal vez por eso sean más nutrientes las madres que los padres. Eso no quiere decir que el concepto de aguantar no sea igualitario, o debería serlo…

Antonio dijo...

Emejota, interesante término ese de “aguantoformo”. Aguantar, lo que se dice aguantar, siempre fue inherente al matrimonio, hasta que la mujer se liberó y planteó que nos aguantara nuestras madres ante que cualquier mujer. Posiblemente, las madres de determinadas épocas, fueron grandes cultivadoras del machismo, al menso en el caso de mi madre sí…

Un abrazo afectuoso

Antonio dijo...

Rafa, sabes que estoy de acuerdo totalmente con lo que dices. El día de tal o cual, si no pretende ser un elemento comercial en su esencia, solo tiene sentido cuando se plantea como reivindicación ante una situación injusta, como es este caso…

Un saludo

Antonio dijo...

Marian, cuan cierto es eso del lastre educacional. Los esquemas siguen en el interior y solo cabe su reforma, pero no su eliminación, incluso, a nuestra edad…
La celotipia, aparte de un trastorno de conducta descrito en la psiquiatría, es una conducta aberrante que incluso hay quien la justifica en el amor, cuando confunden amor con querer, o lo que es lo mismo, libre alianza con posesión…

Un abrazo

Antonio dijo...

Es cierto, Cayetano. Yo también lo he vivido, pero cada caso es distinto y tiene diferente evolución. Yo sigo pensando que la mejor distribución de roles en la pareja es aquella que los dos aceptan sin imposiciones y de mutuo acuerdo sabiendo encontrar que cosas son las más adecuadas para cada uno y manteniendo conductas sanas…

Un saludo

Antonio dijo...

Totalmente de acuerdo Annick, pero la realidad es que queda aún mucho trecho por caminar para llegar a una igualdad verdadera…

Besos desde Málaga también.

Antonio dijo...

Mi querida amiga Circe, por eso no entiendo como argumento ante una separación que se emplea la frase “Tú has cambiado, tú ya no eres el mismo, o la misma”. Me parece que negar la evolución de cada sujeto es atroz y frustrante, Lo importante es saber hacer el camino en compañía pero sin imponer, sino en mutua ayuda y compartiendo las vivencias y argumentos, las ideas y evoluciones para apoyar un crecimiento común.

También besos vuelan de Andalucía al Caribe…

Antonio dijo...

Myriam, ¿quien mejor que tú para saber donde estamos en este asunto? Por tu profesión y preparación sabes la complejidad del tema y la necesidad de singularizar cada relación dentro de un marco general mínimo.

Creo que la relación objetiva, entre seres humanos ligados por un objetivo común de desarrollo persona, debe neutralizar la objetal que crea dependencia y sumisión.

Lo cierto es que nadie es un objeto de placer sexual sin más, sino la conjunción de dos deseos buscando ese placer para compartir la dicha de disfrutarlo…

Un abrazo afectuoso

ARO dijo...

Magnífica entrada. La igualdad no se ha alcanzado aún, pero cuánto se ha evolucionado desde los tiempos que reflejan esa foto de tu abuela hasta ahora.

Antonio dijo...

Cierto, Aro, se han dado muchos y grandes pasos en el último siglo. La igualdad debe ser un objetivo de primera maginitud para el bien de la humanidad y la sinergia social.

Ana Márquez dijo...

Y qué socorrido ese "que te aguante tu madre" cuando la situación ya no la apuntala ni un cable de acero :-) Cuando no puede ser no puede ser, y además es imposible.

Interesante entrada, como siempre, amigo, a ver si un día nos pones un video con una de tus conferencias ¿o atentarías contra algún derecho de autor? :-S Espero q no y q podamos verte en el atril tó apañao y encorbatao y disertando, me encantaría. Un beso grande.

Antonio dijo...

La verdad, Ana, es que estas conferencias, que se enmarcan dentro del curso llamado Aula de Mayores de la Universidad de Málaga, no suelen tener esa parafernalia de corbatas y atriles, más bien es amigable, coloquial, distendida y con cierto grado de informalidad, dado que los asistentes son gente avezada en los avatares de la vida, hechos en esa universidad universal de la razón pura que otorgan las vivencias de la vida
No se suele grabar, pero es cierto que, muchas veces, quien más aprende soy yo.
Un beso

IV Encuentro de Poesía en la Red dijo...

Antonio,posiblemente queden plazas libres para el autocar para ir al flamenco.
Estoy en ello.
Tengo confirmada vuestra presencia.
Cualquier novedad me avisas en el blog del encuentro.
Un abrazo

Antonio dijo...

Marian, perfecto. Será un placer poder ir en el mismo autocar que los demás. Espero confirmación.
Un abrazo

Cris Gª. Barreto dijo...

Estimado Antonio:

Sé que tu conferencia habrá resultado un rotundo éxito.
Ves la vida desde el prisma más justo y correcto.

Yo sigo pensando que las mujeres no por habernos incorporado al mundo laboral y ganar, ocasionalmente, más dinero que su pareja. Hayamos triunfado. Porque lamentablemente el escaqueo de los hombres está en un porcentaje muy alto. Y cuando digo escaqueo, ya no me refiero únicamente a las tareas del hogar sino a la responsabilidad de los hijos.
Está demostrado que la depresión en la mujer va en aumento así como las bajas laborales.
Más que un triunfo, para muchas, ha sido sufrir una profunda metralla en el cuerpo.
Y lo peor, es que el hombre está más relajado y a día de hoy, la mayoría de ellos no podrían anular la necesidad de los ingresos de sus esposas. Aún menos que se pogan enfermas. Eso les causa pavor, mues temen verse ante tareas que siguen sin asumir.
Está claro que hablo de egoísmo e incluso cierta tiranía.
Obviamente, no generalizo. Pero este analísis es reflexivo obedece al patrón estándar de todos los maridos de las mujeres que conozco.

En mi caso, fue tanta la tiranía, que tuve que abortar, tras enfermar, y pedir el divorcio.

Gracias amigo por tus textos tan plenos de verdad como de calidad.

Besos y abrazos,
Cris.

Antonio dijo...

Hola Cris, no puedo menos que darte las gracias por lo que dices. Es cierto que la mujer, en muchísimos casos, ha adquirido más compromisos y el varón sigue escaqueándose de las labores que debería aceptar, en esta nueva etapa, para compensar las responsabilidades asumidas por la mujer, pero, pienso, que cada caso es diferente y por desgracia cada uno tiene también un resultado distinto, en función de como se gestiona el cambio y la disposición para hacerlo. El reajuste de roles puede acabar como el rosario de la aurora o derivar en una nueva dinámica que permita una mejor convivencia. Lo que no puede ser es que la mujer acabe asumiendo el viejo rol y el nuevo a la vez.

A veces hay hombres intransigentes y tiranos que no son merecedores de las mujeres que forman su pareja. La ruptura, bien gestionada, es la liberación de una situación, aunque, como todo parto a una nueva vida, lleve acompañado gran sufrimiento. Reencontrar el camino, sola o en compañía, es el nuevo reto que se supera desde la madurez psicológica, desde el crecimiento personal en libertad e independencia. Al menos eso pienso yo...

Besos mil y mis mejores deseos

IV Encuentro de Poesía en la Red dijo...

Antonio, teneis dos plaza en el autocar para subir al Sacromonte al flamenco.
No se en que hotel están, pero el viernes día 25 han de estar a las 22,15 en la puerta del hotel Saray, el espectáculo comienza a las 23 horas, 70 minutos de flamenco 15 euros con sangría de consumación más 3 euros de autocar por persona total 18 euros que pagaremos en la taquilla de la Cueva de Maria la Canastera
Besos

Antonio dijo...

Gracias, Marian. Allí estaremos y así lo haremos.
Besos

Ana dijo...

La conferencia es un retrato exacto de aquella época, y lo que ha pasado es que las mujeres se fueron despertando y se empezaron a valorarse más, se dieron cuenta de que de sexo débil nada.

Por cierto, tu abuela es un calco de la mía, la cocina igualita.

Un abrazo.

Camino a Gaia dijo...

Excelente como siempre Antonio.
Me has traído a la memoria la importancia que ha tenido para la pareja y en especial para la mujer, la generalización de los métodos anticonceptivos.
La capacidad para elegir el número de hijos y la planificación familiar en base a los recursos disponibles, han permitido a los padres poder dar a sus hijos una calidad de vida desconocida en épocas anteriores.
Un abrazo

Antonio dijo...

Ana el texto completo de la conferencia está en: http://antoniopc.blogspot.com/2010/05/aula-de-mayores.html ahí hay otros razonamientos con más enjundia que se van desgranando.
Mi abuela, al igual que la tuya, por lo que dices, forma parte de esa generación de currantes, sometidas, atrapadas en lutos eternos de negro desde jóvenes y encerradas en casa, salvo para salir a trabajar o a misa… Cuánta inteligencia se perdió.
Un abrazo

Antonio dijo...

Ciertamente, Camino. La mujer buscó liberarse luchando y controlando y reivindicando su protagonismo. La igualdad tarda en llegar, pero el camino se va andando. Falta trascender a otros países, sobre todo atrapados por principios religiosos anacrónicos, que la siguen sometiendo.
Un abrazo

El derecho a opinar

  Por: Antonio Porras Cabrera Publicado en: https://xornaldegalicia.es/opinion/el-derecho-a-opinar-por-antonio-porras-cabrera https:...