Si buscan por ahí, por ese mundo maravillosos en el que nos mete Internet, seguro que encuentran diversas conceptualizaciones de la “externalidad defensiva”, pero para resumir y concretar el concepto de la forma más simple posible, lo reduciré a: “Echar la culpa a otro de lo que salió mal”. Sería, por tanto, una estrategia defensiva frente al fracaso. Por cierto, que esto choca frontalmente con la actuación asertiva a que me referí en otra entrada.
Cada sujeto que usa esta estrategia puede tener una motivación específica, pero podemos entender que sería más aplicable por aquellos que entienden que el “Locus de control es externo”; es decir, que piensan que los hechos que se dan en su propia vida dependen más de agentes externos, circunstancias y actuaciones de otros, que de las propias. Mientras que el “Locus de control interno” iría más enfocado a la contingencia entre actos propios y hechos o resultados. Pero si lo vemos como una justificación personal ante el fracaso, podemos enmarcarlo en una actitud social y cultural que busca poner la pelota en el tejado del otro para escabullirse de la responsabilidad, indistintamente de tecnicismos y conceptos psicológico-cognitivos.
En nuestra sociedad es una estrategia muy habitual. Todos los que hemos trabajado en grupos y observado la dinámica que los rige, concluiremos que hay un alto porcentaje de sujetos que la ejercen como defensa. Pero por qué y para qué se puede dar esta actitud y conducta. Cuando un sujeto es inseguro, temeroso, no integrado e inmaduro, tenderá a usar el afrontamiento de escape-evitación, y esta conducta podría tener connotaciones de este tipo de afrontamiento.
Siempre sostuve que quien usa esta técnica de evasión no es una persona madura, no aprenderá fácilmente de sus errores al no reconocerlos y difícilmente contará con el respeto de los demás. Me he encontrada con mucha gente que solía justificar el mal funcionamiento de un servicio en la incompetencia de los demás, sobre todo de los jefes, pero nunca aceptaba la alícuota parte que le correspondía en esa responsabilidad. Es cierto que en una sociedad donde se ejerce el refuerzo negativo, donde el castigo se superpone al premio y la vejación por el error es usada como refuerzo del acierto, se ha de huir de estas situaciones humillantes de incompetencia, que nos dejan en evidencia y son objeto de burla y escarnio por parte de los demás.
Estamos en un país, bajo mi punto de vista, inmaduro, que tiene un déficit educacional hacia los principios de responsabilidad e implicación. Esta inmadurez es la que nos lleva, en muchos casos, a asignar culpas a otros por todo lo que nos pasa y a vendernos a nosotros como verdaderos genios, a los que no se les hace caso, para resolver cuantos problemas se nos plantean. Somos entrenadores de fútbol, gobernantes, políticos, gestores y moralistas… todo un elenco de valores irreconocidos. Si las cosas no funcionan es porque no nos han hecho caso. La culpa siempre está en la acera de enfrente. A mí que no me toquen.
Yo creo que cuando alguien echa la culpa fuera se menosprecia, pues da a entender que es incompetente para resolver el asunto y el otro es el que debería saber como hacerlo. Por tanto, un sujeto maduro, consciente de su poder e implicación social, capaz de valorar en su justo término su aporte a la solución de la crisis o conflicto, es el garante de que las sinergias se establezcan para enfocar el esfuerzo hacia el objetivo común.
Sinceramente, esa gente que tira pelotas fuera, que acusa a los demás de los errores y los fallos, que siempre pretende salir impoluto de cada situación “enmerdada”, son unos inmaduros nefastos, pues complican el análisis de la problemática y bloquean las soluciones, en tanto se evaden de su parte de responsabilidad. Lo lamentable es que van sembrando el descontento, la protesta y la desilusión, potenciando la evasión y la crítica defensiva sin importarles demasiado meter el hombro para salvar la crisis o la circunstancia que fuere. A río revuelto ganancia de pescadores.
Por tanto, soy un detractor de la estrategia de externalidad defensiva, a la que considero pueril e inmadura, bloqueante del proceso evolutivo ante cualquier situación de crisis. Los quejicas injustificados, la crítica irracional, la falta de autocrítica, me produce rechazo, pero a la vez me hace pensar que queda mucho camino por recorrer para ser un país o sociedad madura y responsable, con capacidad de evolucionar hacia un mundo más justo, racional y maduro. Eso, en estos momentos, se echa mucho de menos y nos sitúa en la incógnita de qué nos deparará el mañana.
Cada sujeto que usa esta estrategia puede tener una motivación específica, pero podemos entender que sería más aplicable por aquellos que entienden que el “Locus de control es externo”; es decir, que piensan que los hechos que se dan en su propia vida dependen más de agentes externos, circunstancias y actuaciones de otros, que de las propias. Mientras que el “Locus de control interno” iría más enfocado a la contingencia entre actos propios y hechos o resultados. Pero si lo vemos como una justificación personal ante el fracaso, podemos enmarcarlo en una actitud social y cultural que busca poner la pelota en el tejado del otro para escabullirse de la responsabilidad, indistintamente de tecnicismos y conceptos psicológico-cognitivos.
En nuestra sociedad es una estrategia muy habitual. Todos los que hemos trabajado en grupos y observado la dinámica que los rige, concluiremos que hay un alto porcentaje de sujetos que la ejercen como defensa. Pero por qué y para qué se puede dar esta actitud y conducta. Cuando un sujeto es inseguro, temeroso, no integrado e inmaduro, tenderá a usar el afrontamiento de escape-evitación, y esta conducta podría tener connotaciones de este tipo de afrontamiento.
Siempre sostuve que quien usa esta técnica de evasión no es una persona madura, no aprenderá fácilmente de sus errores al no reconocerlos y difícilmente contará con el respeto de los demás. Me he encontrada con mucha gente que solía justificar el mal funcionamiento de un servicio en la incompetencia de los demás, sobre todo de los jefes, pero nunca aceptaba la alícuota parte que le correspondía en esa responsabilidad. Es cierto que en una sociedad donde se ejerce el refuerzo negativo, donde el castigo se superpone al premio y la vejación por el error es usada como refuerzo del acierto, se ha de huir de estas situaciones humillantes de incompetencia, que nos dejan en evidencia y son objeto de burla y escarnio por parte de los demás.
Estamos en un país, bajo mi punto de vista, inmaduro, que tiene un déficit educacional hacia los principios de responsabilidad e implicación. Esta inmadurez es la que nos lleva, en muchos casos, a asignar culpas a otros por todo lo que nos pasa y a vendernos a nosotros como verdaderos genios, a los que no se les hace caso, para resolver cuantos problemas se nos plantean. Somos entrenadores de fútbol, gobernantes, políticos, gestores y moralistas… todo un elenco de valores irreconocidos. Si las cosas no funcionan es porque no nos han hecho caso. La culpa siempre está en la acera de enfrente. A mí que no me toquen.
Yo creo que cuando alguien echa la culpa fuera se menosprecia, pues da a entender que es incompetente para resolver el asunto y el otro es el que debería saber como hacerlo. Por tanto, un sujeto maduro, consciente de su poder e implicación social, capaz de valorar en su justo término su aporte a la solución de la crisis o conflicto, es el garante de que las sinergias se establezcan para enfocar el esfuerzo hacia el objetivo común.
Sinceramente, esa gente que tira pelotas fuera, que acusa a los demás de los errores y los fallos, que siempre pretende salir impoluto de cada situación “enmerdada”, son unos inmaduros nefastos, pues complican el análisis de la problemática y bloquean las soluciones, en tanto se evaden de su parte de responsabilidad. Lo lamentable es que van sembrando el descontento, la protesta y la desilusión, potenciando la evasión y la crítica defensiva sin importarles demasiado meter el hombro para salvar la crisis o la circunstancia que fuere. A río revuelto ganancia de pescadores.
Por tanto, soy un detractor de la estrategia de externalidad defensiva, a la que considero pueril e inmadura, bloqueante del proceso evolutivo ante cualquier situación de crisis. Los quejicas injustificados, la crítica irracional, la falta de autocrítica, me produce rechazo, pero a la vez me hace pensar que queda mucho camino por recorrer para ser un país o sociedad madura y responsable, con capacidad de evolucionar hacia un mundo más justo, racional y maduro. Eso, en estos momentos, se echa mucho de menos y nos sitúa en la incógnita de qué nos deparará el mañana.
45 comentarios:
España y yo somos asín....
un besazo es un placer reflexionar contigo
Se ve, claramente, que la autocrítica no es de este mundo. Al menos de ciertos colectivos, políticos, médicos, jueces, etc.
Hay quien no se equivoca nunca, que son los demás. ¡Pobrecillo!
No tener nunca la culpa y tener siempre la verdad es propio de gente megalómana y autoritaria.
Salud y República
La madurez está en aceptar los propios errores y verlos como oportunidades de aprender y mejorar.
Si echamos la culpa a los demás o al mundo, no nos ayudamos mucho a nosotros mismos.
Buen finde.
Es cierto, Mariángeles, hay comportamientos endémicos en las culturas que la caracterizan. Puede que sea eso que tú dices... España y yo (como español) somos así.
Un beso
Amigo Rafa, la necesidad sistemática de reafirmarse forma parte del proceso de maduración y de aceptación social. No errar es una forma de reafirmarse y conseguir prestigio social, pero no aprender de los errores y escabullirlos con el engaño, tiene el efecto contrario. Para ser humano hay que equivocarse y saber aprender de los errores.
Un saludo
Hola Lola, totalmente de acuerdo. Incluso, diría más, el ensayo-error es una forma de aprendizaje efectiva en determinadas circunstancias.
Buen fin de semana
Cierto, María. Ya no confesamos ni ante el cura. Eso de aceptar culpas crea problemas. Si tienes a quien echarle la culpa no hay problema.
Un saludo
Totalmente de acuerdo con tu exposición, las personas han de enfrentar sus fallos para poder solucionarlos y crecer, si no, se bloquean y encima culpabilizan a los demás.
Demuestran ser bastante inútiles, al menos yo los veo así, inútiles y estorbadores, son como avispas que van picando a los otros y no se apartan los idiotas. jejeje
Me ha gustado Antonio.
Un cálido y afectuoso abrazo
Querida amiga, perdona que use esta expresión, pero esta gente suelen ser como "moscas cojoneras" que lo complican todo y no asumen su respopnsabilidad. Suelen ir sembrando el descontento y quemando a la gente.
Un abrazo
El ser humano tiende a autoprotegerse creando mecanismos de defensa porque le es muy difícil aceptar sus propios equívocos.
Y es que alguien dijo que el ser humano tiende a parecerse a los 'dioses' en su indefensión volutiva
Saludos
Amigo Felipe, para mí, las conductas humanas se generan en función de las culturas, con el condicionante de poder integrarse en ellas. Nuestra cultura es de castigo y desprestigio por los errores.
La mitología la creó el hombre en un alarde megalomaniaco haciendo a los dioses a su imagen y semejanza, de ahí los dioses sanguinarios, vengativos y guerreros. En eso estoy muy de acuerdo con Nietzsche.
Saludos y gracias por tu comentario
...¡Saludos Antonio y Buen fin de semana!
Como dice mi madre; "la culpa es huerfana".
Pero que grato poder aprender paso a paso, poco a poco y saboreando cada bocado de esta vida y de los gobiernos!!
Mi hija a los 20 dijo; Mami para hacerse mayor hay que irse de casa, y se fue de Jerez a Madrid. Vive de su trabajo como auxiliar de clinica.
Me sorprendió gratamente, y supe que estabamos educando eficazmente en la familia.
Esta sociedad ha sido "mal educada", el estado ha "malcriado" ha dado a unos mucho, a otros nada.
Probablemente esta crisis sea el momento oportuno para aprender a vivir comunitariamente, asumiendo responsabilidades y compartiendo.
Saludos.
Pues te dire que como siempre es estupendo lo que compartes y... que pienso que va en las fuerzas internas de la persona para saber que es ella la que puede lograr las cosas y si no se dan, los motivos se deberan a que no esta pronta para estar en ese lugar en ese momento preciso.
Vivimos tan light, que es más facil achacar a otros el problema.
Cariños y buen domingoooooo
Pues por lo que veo a nivel educativo, el futuro será peor, porque lo jóvenes de hoy carecen de capacidad para aceptar las frustraciones, lo que comunmente se llama "resiliencia". Están tan habituados a que todo se les de hecho que cuando algo les sale mal, no lo aceptan. Y, evidentemente jamás es culpa suya...
Mas que el futbol este es el deporte nacional...
Totalmente de acuerdo con tu enfoque del tema Antonio. Siempre estamos buscando culpables, nos ponemos en la posición de víctima en vez de la de l responsable. Siempre buscando que hay aquí para mí, en vez de ver que puedo hacer aquí.
Estupendo como siempre. Pasar por aquí enriquece.
Un abrazo
Estoy de acuerdo contigo en lo que expones y me parece muy interesante. La mayoria de la sociedad tiene una falta de madurez impresionante;no tienes mas que observar como ante cualquier situación adversa,las quejas hacia los demas salen a flor de piel rapidamente.
Tambien esta generación de jovenes, pienso que de alguna manera, les hemos hecho inmaduros por facilitarles demasiado las cosas.
Un placer Antonio.
Un momentico para saludarte. Poco puedo añadir a todo lo escrito. Bueno sí, un detallito: Me he merecido, y bien por lo visto, haber convivido durante 45 años con dos "baloncestistas", por eso de echar balones fuera. ¡Buen entrenamiento,verdad! Un abrazo.
Pues no sé. Pero a mí me da, que en el mundo de la política debe haber epidemia congénita de externalidad defensiva.
No sé... ¿alguna terapia de grupo en el parlamento?
Y no es que yo, como cualquier ciudadano, no reconozca mi implicación en el desastre financiero mundial, la crisis fiscal,el calentamiento global y las últimas anomalías observadas en el comportamiento de los anillos de Saturno.
Pero a lo mejor las agencias de calificación, los tiburones de Wall-Street, las grandes corporaciones, la banca mundial y los dirigentes del mundo, también han puesto su granito de arena.
Tienes mucha razón amigo , ya lo dice el refrán " la muerte quiere un culpable" y yo le agrego y que no sea yo. Excelentes reflexiones! Un abrazo.
Buen fin de semana para ti también, Peter.
Efectivamente, la culpa es huérfana cuando la pare un inmaduro e irresponsable. De todas formas, en el error, lo importante no es la culpa sino como evitarlo de nuevo. O sea, aprender de él y para eso hay que asumir la culpa.
Posiblemente, amiga belijerez, la crisis sea una oportunidad para acometer una solución solidaria y nos ayude a vivir comunitariamente, pero me temo que se ha gritado el “Sálvese el que pueda”. Una vez más el egoísmo se impondrá a la solidaridad y ganará la banca…
Saludos
Abu, yo creo que el problema es la propia actitud que tenemos ante los problemas y sus consecuencias.
Un abrazo
Pues, ¿qué habremos hecho mal, María Jesús? Seguro que la hiperprotección reactiva a nuestro sufrimiento infantil les ha dado esa educación. Nunca puede ser la culpa de quien no se implica…
Hola Juan Antonio. Pues sí, es un maldito deporte nacional en un país de pícaros, donde todo el mundo echa pelotas fuera. Nos pasa como a nuestros amigos italianos, donde se suele decir: ¡ Piove (llueve), porco governo!
Amiga Belkis, saca a colación un tema digno de reflexionar sobre él, el victimismo que nos invade en esta cultura nuestra, donde no solo no somos responsables de los errores, sino que los padecemos. El gobierno se equivoca, el jefe se equivoca, el compañero se equivoca, el entrenador de mi equipo se equivoca… y yo a sufrir las consecuencias. Si hieran lo que yo digo… pero no me hacen caso. Qué bien se ven los toros desde la barrera.
Un abrazo
Maripaz, a esa inmadurez me refería con la hiperprotección que le comentaba a María Jesús. La culpa siempre está en la acera enfrente.
Un abrazo
Bueno, emejota, los baloncestistas pretenden meterla dentro y el equipo contrario que la lance fuera. En este caso gana el que más la mete, la bola, claro. Jajaja…
Un gran abrazo, amiga.
Muy bueno, Camino. Lo importante no es echar la culpa fuera sino colocarla en el lugar adecuado. Eso hace que la subjetividad nos lleva a colocarla con más descaro en el tejado ajeno.
No había caído yo en la incidencia que tenía mi masa corporal en esas anomalías de los anillos saturnianos, pero perderá algo de peso por si acaso, jajaja…
Tal vez los políticos, que son los que usa esta técnica por excelencia, nos estén acostumbrando a ello. Siempre lo hace mal el otro, el del gobierno o de la oposición, pero ellos nunca se equivocan, nunca dimiten ante los errores, salvo en contados casos, y tras analizar la repercusión mediática y en el voto. Mala escuela tenemos, amigo…
Alma, gracias por esa aportación en forma de refrán, que no conocía: “La muerte quiere un culpable”… y que no sea yo, claro.
Un abrazo
A parte de que con tus entradas siempre aprendemos y que por eso, al menos a mí, nos resultan tan interesantes, hoy me has hecho pensar en el coaching, término tan de moda. Lo denosté hasta anteayer. Siempre pensé que con un poco de sentido común era más que suficiente para ir por el mundo. Y cuando me acerqué al coach vi que en realidad lo que hacían era enseñar a aplicar el sentido común, además de mostrar técnicas puntuales útiles en todos los casos. Pero ha cambiado mi punto de vista. Ya que el sentido común escasea tanto últimamente, ya que las resistencias son cada vez mayores, ya que el nivel de inteligencia emocional para desenvolverse en un mundo cada día más complicado es ciertamente muy bajo, estoy viendo el coach como una herramienta cada día más fundamental. Frente a un mundo social y emotivamente analfabeto, las herramientas son necesarias y la sistematización urgente. ¿Qué piensas tú?
Antonio:
Vengo a desearte una buena semana
Cariños
Querido Ramón, para mí esto del coach lo hacemos bastante a menudo sin saberlo. Desde pequeños, la vida es un continuo entrenamiento en el aprendizaje sobre el uso de nuestras potencialidades. Es como casi todo, la ciencia no inventa nada, solo descubre y estructura el conocimiento. Todo está inventado, solo hay que descubrir como funciona. En psicología pasa algo parecido. Se medita sobre algo, se estructura y establece una teoría, pero la realidad es que eso ya funciona de por sí. Nosotros le damos cuerpo, lo racionalizamos y lo comercializamos (Como me lea algún colega me mata), ese conocimiento lo empleamos para las terapias, para las ayudas, que siempre pretenden que el sujeto, por sí mismo, sea capaz de afrontar sus problemas. Buscamos en su interior y se desgrana su capacidad de respuesta. Solo le damos herramientas o procedimientos para enfrentar la vida. Lo entrenamos en esas habilidades, en el manejo de sus propios recursos y los ampliamos.
También podemos encontrarnos actuaciones perversas que pretenden otros objetivos llevando las cosas al límite, e incluso, traspasando lo ético y moral.
En este caso, estamos hablando del crecimiento personal, de la maduración del sujeto, del desarrollo de sus potencialidades, de conocerse mejor y ser asertivo, de analizar las incidencias de los esquemas clásicos impuestos desde fuera y canalizar el proyecto personal en libertad, neutralizar las frustraciones y complejos que le bloquean esas potencialidades.
No soy experto en coaching pero si entiendo que toda herramienta o instrumento que nos ayude a desarrollarnos es positivo. Lo malo es cuando pensamos en los milagros y que todo se resolverá por arte de magia, sin entender que el crecimiento es un esfuerzo personal, intelectual, que pasa por nosotros mismo y no por ninguna imposición de manos.
Hay tema para rato si hablamos de estas cosas. Te doy estas pinceladas desde mi propia visión del asunto, que puede no ser muy ortodoxa desde el punto de vista académico. Pero desde hace algún tiempo llegué a otras conclusiones que me hacen pensar y razonar desde mi más absoluta e independiente visión, que excluye la comercialización del conocimiento. No sé si me comprendes…
Un abrazo
Abu, yo también te deseo que goces de esos días de otoño que quedan antes de entrar en el crudo invierno de tu tierra.
Un abrazo
Mi madre siempre dice que cuando yo era chiquitina y algo aparecía misteriosamente roto o desaparecía de su lugar y no había manera de encontrarlo yo chilaba " No es mi culpa"...pero tenía cuatro o cinco años, me costó aprender a decir públicamente: "metí la pata y lo siento" porque no tenía ni idea de lo liberador que iba a resultar. Asumir que uno se equivocó siempre es mejor que decir que ha sido otro pero hay gente que nunca pasa de los cuatro co cinco años.
Saludos, Antonio
Almalaire, firmo tu comentario.
Un abrazo
Muy necesaria la autocrítica,que nos responsabiliza y nos hace crecer..Es hora de que dejemos de sentirnos víctimas.
Mi felicitación por tu post,que como siempre nos hace reflexionar.
Mi abrazo inmenso de letras,Antonio.
M.Jesús
Gracias por tu visita y comentario, M.Jesús. Es cierto el victimismo nos ancla en la inmadurez en la puerilidad irresponsable y generadora de compasión. La persona madura busca aprender de sus errores.
Un abrazo
Pues ese es el menú nacional, de él comemos todos los días al leer o ver en la tele las noticias.
Vivimos esa pandemia en este país, algo que se contagia a la población, que no confía en vacunas después del fraude de la de la gripe A.
Yo creo que estoy infectado.
Buen artículo, como todos los que nos presentas. Un abrazo
Claro, Juan, que estamos infectados. Este es un virus cultural que se ha fraguado a lo largo de la historia de este país.
Solo teniendo conciencia de ello podremos tratarnos la enfermedad y vacunarnos.
Un abrazo
Mi querido Antonio, no he podido leerte porque mi externalidad defensiva me dice que no tengo tiempo, como siempre tus palabras nos llevan a la reflexión, la autocrítica es un ejercicio que exige un autoconocimiento con cierta profundidad, que no sabemos medir, porque ciertamente hay asuntos que nos cuesta aceptar o que nos sabemos resolver, en fin, la naturaleza humana siempre extensa y contradictoria, pero en la medida que seamos responsables estamos admitiendo nuestras cuotas de crecimiento y madurez, es facil decirlo, pero cumplirlo es ahi el dilema. Te mando un super beso caribeño!!!!!!!!!!!!!!!!
Qué bueno, mi querida Circe. Le echas la culpa al tiempo, a la falta de tiempo, cuando lo que haces en realidad es gestionar el tiempo y a la vez priorizar, lo que es lógico. La gestión del tiempo es una continua priorización de asuntos que merecen nuestra atención. Yo me siento muy satisfecho de que me dediques un poco de esa valioso tiempo y me des prioridad a otras cosas que ocurren en vida, a otras cosas que merecen tu atención.
Un beso trasatlántico desde Andalucía
Mientras que no afrontemos la parte de la culpa que nos toca no podemos crecer, al ser responsables de nuestros actos es cuando crecemos y sibimos un peldaño en el desarrollo personal.
Un gusto leerte Mario
Ciertamente, Mario. La responsabilidad hace que se tome conciencia de los hechos y se aprenda de los errores.
Un abrazo
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