martes, 9 de enero de 2007

NOSOTROS Y CARLOS HAYA



CARLOS HAYA, 50 AÑOS DE HISTORIA

Estaba viendo en TV española un programa sobre su 50 aniversario. En él se hace un repaso a los acontecimientos de los últimos 50 años, que han sido transmitidos por la televisión pública, y que han significado la gran transformación de nuestro país y nuestra sociedad, acercándonos a la democracia, a Europa y a las tecnologías y el desarrollo, incrementando nuestro nivel de vida y permitiendo una economía integrada en la esfera occidental a través de la UE.

Esto me ha hecho reflexionar sobre otro cincuentenario que nos afecta más directamente a los malagueños y que viene siendo protagonista a lo largo de 2006. Es el 50 aniversario de nuestro centro hospitalario por excelencia, Carlos Haya.

Si tuviera que identificar los distintos factores vanguardistas que permiten que una sociedad evolucione, me referiría a la educación, la sanidad y la libre comunicación. En este sentido, en nuestra ciudad existen elementos de referencia en estas tres dimensiones. Por un lado, nuestra universidad, que se ha ido consolidando a través de estas décadas como un dispositivo de primera magnitud en el desarrollo de Málaga y su provincia y de la cual me siento orgulloso, como integrante de su cuadro de profesores. Por otro lado, he de centrarme en lo que ha significado Carlos Haya como referente en la mejora del proceso asistencial que hemos vivido. Nuestro “gran hospital” ha pasado a ser uno de los pioneros de España en sus distintas especialidades. Su prestigio es reconocido a nivel nacional e internacional, y todos los profesionales que integran su plantilla se deben sentir orgullosos de este logro colectivo. Yo, como integrante del mismo desde el año 1978 hasta mi jubilación en 2005, ya en la actividad docente, pero ligado a la asistencia a través de la Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud, así lo siento. En tercer lugar, me viene a la mente los medios de comunicación, como la TV y la prensa, que en nuestro caso se representa, de manera muy especial, en el Diario Sur, que a través de los años nos ha acompañado dándonos la información necesaria para crear opinión y permitir una mayor y mejor capacidad de discernimiento en relación a los acontecimientos de nuestro entorno.

Hemos vivido, a lo largo del presente año, diversos hechos que nos han ido recordando el 50 aniversario de nuestro hospital, su historia y como ha ido evolucionando el sistema sanitario, representado en Carlos Haya. Personalmente, entiendo que el proceso evolutivo es la consecuencia de una sinergia de todas las fuerzas que conforman el sistema: los gestores, los profesionales y los usuarios. Por tanto, quiero, desde aquí, rendir un sentido homenaje a todos los integrantes que, a través de su historia, han permitido, potenciado e implementado esa actividad progresiva que ha situado a nuestra sanidad en el lugar que hoy ocupa. Creo que, sin desconsiderar los distintos reconocimientos que, de forma oficial, se puedan haber producido a lo largo de este año hacia los colectivos que han sustentado el sistema durante los 50 años mencionados, todos ellos bien merecidos, cabe hacer mención pormenorizada a aquellos grupos que, durante este periodo, de los que tengo especial constancia por el ejercicio de mi actividad como Supervisor General del centro y Subdirector de Enfermería en los años 80 y por otros referentes posteriores, han demostrado su denodado esfuerzo para hacer de nuestro hospital un ejemplo a seguir. La calidad del servicio que se presta no es producto exclusivo de la alta tecnología y del conocimiento científico. El trato del personal, la limpieza, la diligencia, la alimentación, el buen funcionamiento de las instalaciones, etc. complementan lo anterior para proporcionar esa calidad percibida por los usuarios.

De todas formas, el motivo de mi reflexión no es el relato pormenorizado de hechos o circunstancias que acompañaron la evolución de Carlos Haya. Yo quiero llamar la atención sobre un aspecto personal que nos debe afectar a todos los que, de una u otra forma, nos hemos sentido integrados en este proyecto común. Todos hemos evolucionado profesional y humanamente bajo la sombra y el paraguas del hospital. Si bien la situación actual es la suma o resultante de los esfuerzos de todos, también nosotros hemos cambiado y nos hemos desarrollado a la par. Ha sido un intercambio enriquecedor, donde hemos dado lo mejor de nosotros y hemos recibidos la recompensa del aprendizaje y realización personal a través del flujo de la comunicación y las vivencias, compartiendo los conocimientos y experiencias en los distintos campos.

Quiero, por tanto, dar las gracias al hospital por haberme permitido conocer, relacionarme y querer a mis amigos y amigas, por haberme dado los conocimientos técnicos y humanos que poseo en relación al ejercicio de mi profesión, por haberme permitido crecer de forma responsable, por dejarme servir a mis conciudadanos en un campo tan complejo y, a veces, dramático como la salud y la enfermedad. No puedo olvidar que el ejercicio de mi profesión me ha permitido empatizar con mis semejantes, conociendo y entendiendo su sufrimiento, sus temores, miedos e ilusiones. Creo, sinceramente, que el hospital me ha hecho más comprensivo, solidario, racional y estable emocionalmente; me ha permitido reflexionar sobre la vida y la propia existencia y me ha dotado de un positivismo que me ayuda, en mis actuales circunstancias, a superar mi propia problemática de salud. En suma, me ha hecho más humano.

Por todo ello, vaya por delante mi homenaje personal en este año, libre y sincero, a todos los colectivos que integran nuestro hospital Carlos Haya, porque algo de ellos llevo dentro de mí, formando parte de mi propio ser, y de todos aprendí. Carlos Haya fue una de mis escuelas en la vida, por lo que siempre le estaré agradecido.

Antonio Porras Cabrera

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