domingo, 13 de octubre de 2024

Un año de terror y muerte

 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

 Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 13 OCT 2024 7:00

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/10/13/ano-terror-muerte-109226997.html

 

Una vez más la religión guía y orienta la debacle en las mentes abducidas, alienadas e integristas que, con pensamientos enquistados, se resisten a la argumentación lógica…

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Hoy, 7 de octubre, cuando escribo este texto, se cumple un año del terrible atentado que realizó Hamás matando, hiriendo y secuestrando a innumerables ciudadanos de Israel; persiste clavado en el alma el terror de aquel momento. Ponerse en la piel de quienes, estando disfrutando de una fiesta plena de juventud e ilusión o en su confortable hogar, fueron masacrados por sujetos de mente perversa atrapada en su militante dogmatismo hasta la absoluta alienación, solo causa pavor y rechazo, al constatar hasta donde podemos someternos los seres humanos a la barbarie y la crueldad cuando nos dejamos llevar por la obsesión y el integrismos de corte religioso o ideológico.

Mas si parecía que no cabía más crueldad y terror, durante este año hemos asistido a otra barbarie terrorista de dimensiones descomunales. Israel, o mejor dicho el gobierno de Netanyahu, ha superado lo inimaginable justificándolo en su derecho a defenderse, defensa que nadie le niega. Pero una cosa es la defensa y otra la venganza y la destrucción indiscriminada, no solo del identificado como enemigo, sino de multitud de inocentes ciudadanos donde prevalecen los niños y las mujeres, hasta elevar su número a más de 4 decenas de miles de muertos gazatíes, junto a la destrucción y devastación sistemática de gran parte de la franja de Gaza, esa especie de cárcel al aire libre en que se ha convertido la zona. Después será Líbano y todo el entorno sospechoso de apoyar a los terroristas. Los ataques a Siria, Irak e Irán, son una escalada que nos puede llevar a un conflicto de dimensiones incalculables.

Una vez encendida la mecha de la guerra es difícil apagarla, porque las emociones la alimentan y las soflamas la incendian hasta extremos inusitados. Esa espiral se proyecta con fuerza irresistible, sin pensar en las consecuencias a niveles generales o en cómo afectará al inocente mundo que todo lo envuelve.

No hay más que comparar los horrores e imágenes de hoy hace un año, con las imágenes actuales de calles y casas devastadas, de edificios derruidos por las bombas, de hospitales destrozados, de gente que deambula por las calles sin casa donde acogerse buscando cómo subsistir en la debacle. Si las primeras llevaban al horror, las segundas son terroríficas. Israel, o mejor dicho su Gobierno presidido por Netanyahu, también ejerce el terror entre la totalidad de los ciudadanos palestinos, sin discriminar culpables de inocentes. Aludiendo a la justicia y al derecho a la defensa propia, se venga de unos actos terribles y condenable como los acaecidos hace hoy un año a manos de Hamás.

Anclados a su fe, de manos de la Torá o Pentateuco que sustenta y justifica la providencial elección del pueblo israelita por Dios como su pueblo escogido, se establece una teocracia (aunque esté disfrazada de democracia en este momento), compensada con el otorgamiento de la Tierra Prometida a sus seguidores al llegar a la tierra de Canaán tras la huida de Egipto. Este anacronismo histórico, que pretenden revivir transcurridos dos mil años de la diáspora, no respeta la evolución de la historia, los derechos de los pueblos y de la gente que nació y vivió secularmente en estos parajes llamados Palestina.

Una vez más la religión guía y orienta la debacle en las mentes abducidas, alienadas e integristas que, con pensamientos enquistados, se resisten a la argumentación lógica. Aluden a su religión y podrán encontrar en la Biblia o el Corán infinidad de pasajes donde el propios Dios les invita a la destrucción y cruel muerte de sus enemigos. Porque la Biblia, el Antiguo Testamento, fue escrita para eso, para ejercer de argamasa en un pueblo que vaga buscando asentarse definitivamente tras conquistar la Tierra Prometida.

El libro de Josué 1-12 cuenta cómo tras la liberación de Egipto, les fue asignada por Dios la tierra de Canaán, sin contar que allí ya vivía otra gente. Se refleja en esta parte una matanza sistemáticas de quienes ocupaban esa tierra antes de la llegada del pueblo israelita. El sionismo revisionista del Likud se fundamenta en este pasaje y otros de la Biblia para justificar su dominio en la zona, porque es una donación de Dios a su pueblo. ¡Manda huevos!, como diría Federico Trillo. Lo sionistas se pasan por el forro toda la historia que vino después.

Tras todo lo expuestos se ve que Israel, y sus valedores, en su infinito orgullo y supremacismo, pretende hacerse con todos los territorios que le fueron otorgados en la Biblia por asignación divina, cueste lo que cueste y pese a quien pese, aunque ello implique una confrontación de dimensiones incalculables para toda la humanidad. Frente a ellos, otros integristas y dogmáticos, que secularmente habitaron esos lugares se resisten a ser desalojados y consideran al Estado Judío un invasor al que hay que destruir.

Con estos mimbres ¿cómo se ha de esperar una solución pacífica?, salvo que sea impuesta y tutelada por las grandes potencias y la ONU. Bueno, la ONU es un decir porque Israel se la pasa por el arco del triunfo, como ha demostrado siempre y ahora nombrando ‘persona non grata’ al secretario general de la misma en un acto de desprecio al organismo internacional. Por tanto, estamos abocados a la violencia, a la guerra y al terror para imponer el orden y, de esta forma, perpetuar el conflicto, porque el terrorismo se alimenta de la violencia. Israel, con esta actitud, no acabará con él, sino que lo potenciará dando argumentos a los adoctrinadores y alienadores de las mentes integristas desde la emoción y el odio que genera la confrontación.

El Estado Judío se siente fuerte y amparado por su ‘Primo de Zumosol’, que le protege dado que hay coincidencia de intereses por causas concomitantes: la geoestrategia de los EEUU y los intereses expansionistas de un Israel, gobernado por el Likud aliado con los integristas, que mantiene vasos comunicantes, a nivel económico, con la metrópolis americana.

Decía en otra ocasión que la paz impuesta es sumisión, mientras que la paz verdadera es la acordada entre las partes. No habrá paz hasta el pacto, pero presiento que al igual que hace Putin, se pretende la paz impuesta desde el poder de las armas, o sea el sometimiento. Eso me recuerda a la famosa frase mafiosa: «Le vamos a hacer una oferta que no podrá rechazar».

Luego estamos nosotros, los espectadores. Los que asistimos al espectáculo más o menos compungidos, carentes de fuerza para hacer nada salvo gritar nuestro espanto y advertir que ese no es el camino. Pero me temo que, al final, nos salpicará la sangre derramada, hasta hacer que sea la nuestra la que se derrame en un conflicto irracional y perverso, donde el ser humano dejará aflorar el odio y su más cruel instinto de conservación para, en su paranoia, eliminar al enemigo que pretende eliminarnos en una escalada simétrica irrefrenable. Parece que todo está concatenado. ¿Quién movió los hilos del terror aquel 7 de octubre para desembocar en esto y con qué objetivo?

Hamás y Netanyahu ejercen el crimen de guerra, encarnan el satánico instinto de la destrucción y la muerte y quienes les apoyen son cómplices y reos condenables por ello. ¡Los seres humanos queremos vivir en paz, pero no nos dejan…!

 

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4 comentarios:

Sergio dijo...

Como suele ocurrir, aciertas plenamente en el análisis y en el diagnóstico. Supongo que habrás visto u oído hoy el aviso de Netanyahu a la ONU: Deben salir de Jordania, puesto que no son más que escudos humanos.
Todo esto es de locos. Pero como sabes, es muy humano esto de la locura.

Antonio dijo...

Así es Sergio. Este pequeño hombre, endiosado por sentirse el dirigente del pueblo elegido por Dios, es un megalómano al que le importa todo un bledo si está amparado por los EE. UU., el primo de Zumosol que yo digo. Con su sentido criminal sobre el exterminio de sus oponentes nos llevará a la tercera guerra mundial. El pueblo elegido por Dios ha de estar siempre en medio de todo gran conflicto... Su objetivo es la destrucción del posible potencial nuclear de Irán y, de eso, participan muchos otros. Un abrazo

Maribel Castro dijo...

¡Cuanta verdad en tus palabras! Tu análisis no puede ser más acertadi. Tanto Netanyahu como Hamás seguirán matando y destruyendo y en estos casos, como en otros muchos, siempre pierde el indefenso, el más débil.

Antonio dijo...

Así es Maribel. Siempre el más debil pierde y el más fuerte gana. El fuerte, de momento, es Israel apoyado por los EE. UU..

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