lunes, 23 de diciembre de 2024

La guerra de los mundos y el esperpento político

 

Opinión | Tribuna


Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 23 DIC 2024 7:00

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/12/23/guerra-mundos-esperpento-politico-112860311.html

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Aunque el título nos pueda recordar la novela de H. G. Wells, ‘La guerra de los mundos’, no se trata de una invasión marciana aunque lo parezca a veces. En todo caso de dos mundos diferentes que se enfrentan por ganar el futuro, o sea tener el poder sobre el mismo para orientarlo y dirigirlo como presente de un mañana con ventaja para esa parte. Lo que parecen escaramuzas de confrontación política, no son más que verdaderas batallas para gobernar el tránsito de una etapa a otra. La clave está en alcanzar el poder para orientar el proyecto de futuro partiendo de lo que hay y contando con lo que se avecina.

Lo que hay es una democracia, al menos en teoría y con algunos defectos, con una estructura económica liberal sometida a un Estado social y soberano, que legisla leyes y normas y regula su aplicación en beneficio de la sociedad mediante una estructura de gobierno representativo, al que parece que intentan deteriorar para instalar un sistema más autocrático o plutocrático.

Lo que viene es una era de tecnología punta, donde el poder basado en esa tecnología será inmenso. Porque el poder, que puede ser de diferentes tipos, siempre conlleva el dominio, directa o indirectamente, de los recursos o materias que necesita el otro, sobre todo en el mundo del mercado que es el motor de la economía, ya sea de recurso tangibles o intangibles. Si A tiene o controla aquello que necesita B, entonces, B ha de someterse, en gran medida, a las exigencias de A para conseguirlo. Esta es una forma simple de explicar donde se sustenta el poder en el mundo de las transacciones de cualquier tipo, aunque aparezca la competencia entre proveedores como moduladora.

No quiero entrar en ese debate más de aplicación empírica que teórica. Hablamos del poder en un hipotético mundo futuro, cuasi distópico, que se nos presenta como un reto organizativo y convivencial para la sociedad, encorsetada en métodos clásicos, que requieren cambios importantes para acoplarse a las nuevas tecnologías y procesos evolutivos de primera magnitud; léase cambio climático, crisis del ecosistema, necesidades energéticas, estructuras organizativas, envejecimiento poblacional, control del mercado, gestión tecnológica, etc.

Plutocracia versus democracia

En todo caso, podemos afirmar que el sistema de poder establecido anda en crisis, a la vista del galimatías que nos tienen montado los políticos incapaces de ponerse de acuerdo para gestionar el futuro, tal vez porque algunos anden jugando, soterradamente, a cambiarlo todo para beneficiar a determinados grupos que pretenden esa plutocracia, a la que me refería, en contraposición a la democracia.

Eso se entiende considerando que las ideologías son las que orientan un pensamiento, mientras los partidos confrontan sus modelos, en algunos casos irreconciliables, pasando del calificativo de competidores al de enemigos en la batalla por el poder, con lo que ya todo vale en esa guerra. Acabar con la democracia pasa por deteriorarla, denostando aquello que defiende, provocando un cambio de valores sociales, por ejemplo el concepto de solidaridad, de igualdad de oportunidades, de justicia social, de redistribución de la renta, de equidad, de respeto y tolerancia con el diferente, etc. que son factores intrínsecos a la propia democracia.

La aparición de sujetos que dicen que la justicia social es aberrante y los impuestos un robo, pero obvian el robo que conlleva la explotación en el mundo laboral, como Milei y su «anarcoliberalismo» de motosierra, junto al cultivo del odio hacia el socialismo, desinformando de su propia esencia y demonizándolo con falacias y argumentaciones tendenciosas y malintencionadas donde los «zurdos» son todos iguales, junto a un Trumpismo con su eslogan populista de ‘America First’, usado anteriormente por los nazis americanos de los años treinta, con un Elon Musk en la sombra como símbolo de la plutocracia (el gobierno de y para los ricos), asomando la cabeza detrás de la figura de Trump en sus mítines, son los principales valedores de un nuevo orden donde el Estado se empequeñece en favor de las grandes corporaciones y fortunas, que ven en la privatización de los servicios públicos la gallina de los huevos de oro.

La Cuarta Revolución Industrial

Pero yendo más al meollo de la cuestión, son importantes los cambios que se avecinan tras la irrupción de la Cuarta Revolución Industrial, definida en 2011 por el economista Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, caracterizada por la aparición de nuevas tecnologías que conllevará una profunda modificación en la estructura de la sociedad y en el modelo económico. Las redes sociales y el acceso a internet, junto al uso de otros dispositivos tecnológico y la influencia de la Inteligencia Artificial (IA), la robótica, la nanotecnología, la Big Data, etc. son los elementos más representativos de esa revolución que ya está caminando y que puede suponer un empoderamiento del ser humano mediante el uso de las máquinas. O lo que es lo mismo, el dominio y uso de esas tecnologías como instrumentos de apoyo para establecer un nuevo sistema de dominación social, cuasi un feudalismo controlado por las grandes corporaciones multinacionales dueñas de las mismas.

Por tanto, ante los ojos del observador avezado, ya están perfilados los dos mundos en guerra para hacerse con el poder, que se potenciará con la aplicación de las tecnologías de esa Cuarta Revolución Industrial. Las características esenciales de esos mundos son:

Por un lado un nuevo orden con un Estado con escaso poder de decisión en las cosas importantes del mercado, donde las grandes corporaciones lo acapararían todo. Regímenes cuasi plutocráticos o, en determinadas zonas, presidencialistas y absolutistas rodeados de oligarcas asociados al poder, donde todo se privatiza dando prioridad al negocio, con el incremento de la economía especulativa, incluyendo elementos intangibles como las criptomonedas para evadir el control fiscal. Pero, sobre todo, el uso y dominio de tecnologías innovadoras capaces de producir, social y económicamente, un desequilibrio aún mayor entre riqueza y pobreza, así como su incidencia en la creación de estados de opinión y alteración de la cultura social en beneficio propio.

Por otro un reforzamiento del Estado para realizar políticas de corte más humanista, dejando los servicios básicos bajo el control y administración de los gobiernos elegidos democráticamente por los ciudadanos soberanos, además del control normativo del propio mercado y del uso de las tecnologías, velando por la ética y la orientación social de los grandes avances tecnológicos, donde la inteligencia artificial va a desempeñar tan importante papel. Sostiene y mantiene los derechos y valores de solidaridad, igualdad y libertad soberana del ciudadano como ejes de su política social.

Concluyendo

Nos encontramos, por una parte un neoliberalismo que antepone la economía de mercado basada en el consumismo irracional, y por otra una economía humanista cuyo objeto principal es el ser humano y su supervivencia y desarrollo en un entorno sostenible. Concretando más: el primer caso se fomentarían ciudadanos súbditos sumisos al servicio de la economía y en el segundo ciudadanos soberanos libres a cuyo servicio estaría la economía.

Por ahí van los tiros de la disputa en esta guerra soterrada de dos mundos, que nos distrae de la realidad con fuegos de artificio esperpénticos, mientras se van fraguando los pasos para alcanzar los objetivos previstos. Al final acabarán alienando nuestras mentes hasta hacernos votar contra nuestros propios intereses. El ejercer el humanismo y el respeto parecen andar en decadencia, mientras la confrontación desleal y el insulto toman auge, pretendiendo instaurar el cambio por las buenas o por las malas. Para ello ya se anda cultivando el odio… por si fuera necesario apelar a la confrontación violenta. En estas circunstancias hemos de posicionarnos cada cual en uno u otro bando, con los matices que se crean convenientes: ciudadanos al servicio de la economía o economía al servicio de la ciudadanía.

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sábado, 21 de diciembre de 2024

Solsticio de invierno… ¡Feliz Navidad!

 

Reflexión de Navidad
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El 21 de diciembre, tiene lugar el solsticio de invierno. Es el día más corto de sol con la noche más largo del año. A partir de ahora, cada día tendremos más tiempo de luz y menos de oscuridad. Empieza la esperanza en una nueva primavera, en un renacer la vida, en brotar las plantas y volver las flores dentro de un tiempo. Se reforzará el árbol, se reconstituirá y, dentro de nada, volverá a circular con fuerza la savia para alimentarlo hasta su eclosión final, brotarán las hojas, y después las flores inundando el éter de fragancias a azahar para luego dar el tentador fruto que el árbol nos ofrece.

También nace el niño en Navidad, o lo que es lo mismo, nace el sol que empieza a crecer en la expansión en su dominio, el dios Ra de los antiguos egipcios. El ciclo de vida se reinicia, como cada año, con sus avatares, su bonanza y malicia, su felicidad y su dolor, su incierto futuro inmediato que escapa a nuestra voluntad. Por eso es momento de expresar deseos, de conjurarse para evitar el mal, de procurar la amistad y la alianza para recorrer el camino cogidos de la mano. Todo son parabienes y buenos votos expresados en postales, emails, WhatsApp y llamadas. Compartir viandas con mesa y mantel, cantos de alegría y besos y abrazos de felicidad… entramos en una etapa de esperanza y buena voluntad

Esta primavera, como siempre, crecerá la flor, los campos se inundarán de colorido y de fragancias, pero también nacerá la mala hierba. Se busca la paz, pero prevalece la guerra, se pretende el amor pero perdura el odio, se desea la convivencia pero persiste la confrontación. El ser humano guarda en su interior la absoluta bondad en conflicto con la cruel maldad. Somos bipolares, un polo positivo y otro negativo mueven nuestros impulsos y conductas en una sociedad dominada por ególatras carentes de empatía, megalómanos soberbios e histriónicos que potencian el caos en la gente para mayor ganancia en su propio interés. Crecerá la riqueza y la pobreza potenciando el desequilibrio entre ambas. Todos deseamos un buen año… el pobre para que no le falte pan y con qué cubrir sus necesidades básicas, pagar su casa, la luz, el agua y sostener su hogar alimentando a sus hijos; el buen año del rico será si incrementa su capital, sus dominios, su poder y sus ganancias, poder seguir disfrutando de lujos sin restricciones incrementando el flujo de dinero. Mientras tanto seguimos expresando buenas voluntades pero en ámbitos distintos.

No creo que esas buenas voluntades que hoy se expresan sirvan de mucho. En estas fechas estamos obligados por buenas intenciones. Es una cuestión de índole cultural, de tradición. ¡Feliz Navidad! se oye por doquier, pero es un formalismo que nos hace pensar que somos buenos que todo irá mejor, que la paz reinará en el mundo. Es un espejismo que sirve para limpiar conciencias, para autosatisfacción y reparación de la culpa acumulada a lo largo del año. Tal vez la Navidad sea una lavadora de conciencias que centrifuga, de momento, la maldad que forja nuestra mente, haciendo aparecer la bondad escondida en nuestras almas, pero que una vez concluida la colada, volverá a rezumar esa malicia, como lo hizo siempre.

En estas fechas se huele a limpio, a hipotética bondad, y eso es muy reconstituyente. Pero, entonces no veas la tele, porque en Alemania un sujeto acaba de arrollar a numerosas personas con su coche en un mercadillo de Navidad, dejando 5 muertos y decenas de heridos. No te enteres de la desgarradora historia de la señora Gisèle Pélicot a quien drogaba su monstruoso esposo para entregarla a otros desalmados… y otras muchas desalentadoras noticias más. Te advierto de que en Gaza sigue la hecatombe, muriendo todos los días decenas de inocentes a manos de un endiosado Israel, el pueblo elegido por Dios, que sigue pertinaz en su irracional venganza vicaria por los hechos terroristas de los asesinos de Hamás, tras lo que oculta su expansionismo sionista. Mientras, en Ucrania, lo que parecía una estrella que conduce a Belén con su cola luminosa y centelleante induce al error a todo el pueblo. No es una estrella que viene a anunciarnos la buena nueva, sino un misil hipersónico cuyo destino es destruir tu casa, tus bienes y tu vida. No lo envía el bondadoso Dios de los creyentes, sino el dios del mal encarnado en un sátrapa artero carente de empatía, que habita en su palacio rodeado de oligarcas aduladores, a quienes les importa un bledo tus bienes y tu vida.

La Feliz Navidad, o sea los buenos deseos, solo los cultivará la gente de bien, la gente sencilla, que no pretende el poder, sino la convivencia, que su lucha no es en el frente militar de batalla, sino en el desarrollo de la bonhomía, de la bondad y concordia entre los seres humanos.

Los otros, los arteros y ladinos, que nos pretenden manipular, seguirán a lo suyo, porque nosotros no les importamos, lo que les importa es su propio interés. ¿Ganarán ellos? Para ganar la bondad tiene que ser activa, la bondad pasiva no genera bondad, la activa la cultiva a través de la enseñanza, del ejemplo de actitudes y conductas que la nutren. La bondad en una sociedad empieza por ejercerla uno mismo, porque esa bondad social es el resultado de la interacción entre todas las bondades de los sujetos que la integran. Hemos de seguir sembrando la esperanza…

viernes, 13 de diciembre de 2024

The Economist dixit

 


 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 13 DIC 2024 7:00

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/12/13/the-economist-dixit-112558103.html

https://www.laopinioncoruna.es/economia/2024/12/11/espana-mejor-economia-ocde-2024-the-economist-112531299.html

Se está produciendo una guerra soterrada, desde hace tiempo, por el dominio del poder…


La cosa está mal distribuida y persisten las diferencias, cada vez más amplias, entre pobreza y riqueza / ARCINIEGA

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En este mundo convulso de la política donde se priorizan cuestiones de puro partidismo como caballo de batalla de una confrontación fratricida en la lucha por el poder, a veces, surgen noticias que siembran sosiego y aportan cierta dosis de alegría.

Soy consciente de que se está produciendo una guerra soterrada, desde hace tiempo, por el dominio del poder, como es habitual en el mundo de la política, pues acceder al mismo es la esencia y motivación principal de todo partido político. Es un sano ejercicio en democracia presentar un proyecto al votante para que lo avale y poder llevarlo a efecto, si es posible, en función del resultado electoral. No siempre se puede implementar ese proyecto, pues ese resultado será determinante. Según la representatividad habrá que pactar o no con unos u otros y ceder a algunas pretensiones de acuerdo a la fuerza representativa que tenga cada cual. En el caso español, la irrupción de partidos más vehementes y escorados a los extremos está condicionando no solo la política, sino las formas y su repercusión en los demás partidos; muestra de ellos son los pactos del PP con Vox por un lado y por otro los del PSOE con Junts, ERC, PNV, Bildu, Podemos, Sumar para acceder al Gobierno. En todo caso se está demostrando la complejidad de conformar y mantener acuerdos, no ya de legislatura, sino para ir tirando en el día a día de la política nacional y local. Son pactos, en muchos casos de conveniencia partidista, donde cada uno negocia para sacar el máximo provecho para sus intereses de partido.

La mejor gobernanza

Las negociaciones y acuerdos deberían ser una práctica normal, madura y sensata desde el ejercicio democrático con la pretensión de alcanzar la mejor gobernanza. Pero en este país, de puro cainismo, se practica una política abyecta y desleal que tiene más intención de evitar la buena gobernanza del otro que el bienestar del ciudadano; es decir, hago fracasar al gobernante para que, en su desesperación, el votante me otorgue su gracia en las próximas elecciones y, además, que esa confianza sea tal que me deje manos libres para hacer lo que considere más oportuno sin compromiso previo.

En todo caso, la necesidad del pacto, el obstruccionismo, la descalificación y persecución incluso judicial y un sinfín de actitudes y conductas manifiestas, nos han llevado a esta situación de fango y lodo donde todo vale y lo importante es ganar el relato, en lugar de tener la razón. El uso de los medios de comunicación, de redes sociales, de estrategias de marketing y consignas generales desvirtúan el debate y, obviando lo esencial, se centran en lo secundario como elemento prioritario, tal vez con la intención de hurtarnos la discusión de lo interesante, de lo que se cuece entre bastidores.

En ese combate desleal todo cabe, incluso la judicialización de la política. Si bien los actos políticos deben someterse al imperio de la ley y, en caso de transgredirla, rendir cuentas, se están dando determinadas denuncias y procesos judiciales utilizados como forma de acoso y derribo por el oponente, que ya prejuzga la culpabilidad sin sentencia previa. Sorprende, por otro lado, la diligencia procesal para con unos y la menos diligente con otros… pero eso es cuestión del juez que es quien determina los tiempos, aunque ello sea criticable. La consecuencia de dilatar los procesos es la llamada ‘pena de telediario’, donde los venales acusan y condenan de antemano al presunto reo en función del interés político al que sirven o están atados.

Galimatías

En suma, todo este galimatías en que nos han metido los políticos desde sus intereses partiditas, parece que pretende llevarnos a la desafección, al desaliento, a la desesperanza y al convencimiento de que España es un desastre, un caos, que nos aboca al abismo y la ruina más absoluta, como ya planteó Feijóo cuando llegó, de rebote, a la presidencia del PP, dibujando un panorama económico tremendamente pesimista: «La situación es muy compleja. Ya no estamos hablando de síntomas, sino de hechos claros. Nos dirigimos, todavía con mayor intensidad, a una profundísima crisis económica», dijo. Estas palabras sembraron el desconcierto y la preocupación entre la ciudadanía, pero, por suerte, respondían más a un deseo que a un análisis racional de la situación real. Feijóo tiene poco futuro como profeta y una escasa capacidad de análisis. Era un mensaje desestabilizador que no se pudo sostener, aunque persista de forma soterrada en su discurso.

Oír las disertaciones que se prodigan en el Parlamento sí que nos lleva a la preocupación por la democracia. Cada miércoles ya sabemos que no se trata de aclarar nada sino de sembrar algo, implantar un relato de una realidad interesada, muy cuestionable, que consiga un propósito determinado. El discurso reiterativo del PP sobre la fragilidad de la coalición de gobierno, y los desencuentros con sus aliados, es ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio, pues sus gobiernos autonómicos ya han colapsado en su alianza con Vox que le anda a la caza y captura del voto, navegando, empujado en la popa, por los vientos del trumpismo que soplan desde allende el Atlántico. Mientras, en la cofa del mástil de mesana, Ayuso vigilante, observa la maniobra, e interviene según le interese, dando las orientaciones o advertencias oportunas, que el capitán asume sin rechistar y obra en consecuencia, no vaya a ser que acabe lanzado por la borda como ya le ocurriera al anterior.

Precipicio

Por tanto, el discurso sostiene que estamos al borde del precipicio, de la debacle inminente provocada por «el peor gobierno de los últimos 80 años», según diría un portavoz de Vox, aplaudido por el propio PP en esa guerra de asalto al poder. Todo va mal, todo es un desastre, todo es corrupción, el Gobierno es corrupto, etc. Yo no creo que el Gobierno de Sánchez sea más corrupto que el de Madrid, Andalucía, Valencia o cualquier otra comunidad autonómica. Habrá casos puntuales, no lo dudo y además están constatados, que ya andan en los juzgados, de los que esperamos una sentencia ejemplar, tanto en el ámbito central como autonómico.

Y de golpe, en este mar de desasosiego, confusión y tribulaciones, aparece un punto de luz que esclarece la pertinaz oscuridad. ‘The Economist’ sitúa a España como la mejor economía de la OCDE en 2024. La revista británica elabora esta clasificación a partir del PIB, la inflación, el retorno bursátil, el desempleo y el balance fiscal. Uno ya sospechaba, al tomar el pulso social, que aquel discurso no casaba con lo observado en nuestras calles. El consumo, los viajes, las calles, las terrazas, las ciudades tanto del interior como de la costa, llenas de turistas, etc. El flujo económico es considerable y cada vez se ven más españoles viajando por el mundo, cuestión que he constatado personalmente. Eso no quiere decir que no haya segmentos de la población que lo estén pasando mal, pues la macrocifras van bien pero la cosa está mal distribuida y persisten las diferencias, cada vez más amplias, entre pobreza y riqueza. Ahí están los problemas sobre los que hay que debatir…

Por eso hace falta una política donde la justicia social prevalezca, donde la distribución de la renta y los impuestos sea más razonable. Aquí es donde se da la clave. Sueldo bajos con menor coste de producción o sueldos altos con mayor capacidad de consumo. Una economía especulativa al servicio de grandes corporaciones o una economía humanista productiva al servicio de la ciudadanía. De eso se trata en el fondo, unos van por un lado y los otros por otro. De nuestro voto depende la dirección que se tome. Lo que se juega entre bastidores es el dominio del poder para reorientar la política en beneficio de unos cuantos o de todos.

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jueves, 5 de diciembre de 2024

La Constitución cumple 46 años…

 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 05 DIC 2024 7:01

 https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/12/05/constitucion-cumple-46-anos-112333465.html

En los años 70 España estaba en una terrible diatriba. El tardofranquismo agonizaba y sabía que solo con un importante trasplante quirúrgico para desfalcar el pasado podría sobrevivir.

Los diputados, en pie, aplauden la aprobación de la Constitución en el Congreso el 31 de octubre de 1978. A la izquierda, en primer término, Leopoldo Calvo Sotelo; tras él, Felipe González. / EPE

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Ya hace 46 años… ¡Dios, como pasa el tiempo! Aquella mañana me levanté con otra cara, con otro humor, entonces yo tenía 27 años. Parece que al fin íbamos a poder decidir los españoles sobre nuestro futuro, aceptando el compromiso de convivencia de una Constitución Democrática, que permitiera cerrar el pasado y mirar al futuro. Digo cerrar, porque se admitió dejar el ayer en el cuarto oscuro, como si se olvidara el cubo de la basura que se debió tirar en su momento, con todas sus miserias e injusticias, pero sabiendo que allí seguía esa inmundicia. Tal vez, alguien, cuando viniera después queriendo limpiar la casa, se enfrentaría a esa mugre del pasado. Ahora no era conveniente despertar la ira y volver a las andadas, ahora había que permitir que la vieja generación se fuera extinguiendo para dar paso a otra que pudiera mirar atrás sin miedo ni culpa. Ya se buscaría la verdad con la maduración futura y pondría las cosas en su sitio, sin acritud pero con justicia; craso error, porque el pasado se proyecta siempre en el presente, y más si no fue bien cerrado.

Pasar página

A pesar de todo, la mayoría estábamos convencidos de que había que pasar página, aun a riesgo de volver a releer, más adelante, el libro de la historia. La historia la escribe el vencedor y luego deberán reescribirla los expertos, los doctos que la investigan sin apasionamiento partidista, sino con la sensatez y la racionalidad que permite aventarla para soltar el lastre y el polvo que fue acumulando, para que aflore la verdad por muy cruda que sea. Los pueblos, la gente, la ciencia, tienen derecho a conocer y vivir en la verdad de los hechos sin que nadie se la hurte.

El resultado de la Segunda Guerra Mundial había descolocado al régimen. En una “falsa” paz, quedaron dos bloques enfrentados, el mundo capitalista y el mundo comunista y, en medio, una España descolgada en tierra de nadie, pues habían sucumbido sus valedores. El general, fue hábil… ya lo creo que lo fue. Sabiendo que era un recalcitrante enemigo del comunismo y que la guerra fría le ofrecía la oportunidad de aliarse con el Tío Sam, todo poderoso, en contra de la tiranía estalinista, se ofreció como bastión de la lucha y le otorgó el poder de usar, y sufrir en nuestras carnes, las bases militares para intimidar al oso ruso. La cuestión era clara, y la condición precisa: que Zaragoza, Torrejón, Morón y Rota, junto a Gibraltar, fueran las bases donde occidente dispondría parte de sus huestes. Ya teníamos cinco “gibraltares”, uno inexpugnable inglés y los otros por acuerdo de sumisión a la potencia colonizadora, para que, a cambio, permitiera la supervivencia del régimen convertido en su lacayo.

En los años 70 España estaba en una terrible diatriba. El tardofranquismo agonizaba y sabía que solo con un importante trasplante quirúrgico para desfalcar el pasado podría sobrevivir. Ahora, las cosas estaban nítidas, volver atrás era imposible, una aventura involutiva de imposición militar semejante a la anterior, pero sin Hitler ni Mussolini, no tenía viabilidad alguna. Las fuerzas democráticas habían aguantado la descomposición del régimen esperando ver caer la fruta madura, apoyadas por Europa, las democracias de corte occidental y los movimientos sociales de oposición al régimen.

Trasplante

Entonces decidieron el gran trasplante, pero como no era posible, simularían la inserción de un corazón demócrata cambiándose la chaqueta; mas en el fondo persistiría en los adeptos al régimen el valor enraizado, troquelado por el pasado y la lealtad a su líder ya fallecido. Habían intentado la jugada del cambio sin cambiar, pero fue tan clara que no tragó nadie, ni de fuera ni de dentro. La jugada de Arias Navarro fue llamada “Espíritu del 12 de febrero”... ¿lo recuerdan?, pero no coló; el rey ya estaba adoctrinado y sabía lo que había si no quería perder el favor de occidente (sobre todo de USA), por tanto, abur a Arias Navarro que tanto nos impresionó con su doloroso llanto, y bienvenido a Suarez surgido del Glorioso Movimiento, pero consciente de que había que cambiar para seguir en el poder. Hábil sujeto que llevó a las Cortes del Régimen al harakiri en una trepidante sesión que acabó imponiendo la razón, pero preservando los derechos e influencias del pasado en el nuevo Estado… Cambia, camarada, para seguir ejerciendo el poder bajo otra camisa, dejando en el desván de los recuerdos la vieja camisa azul. Todavía colea…

En contraprestación, los otros, dejarían su bandera tricolor, su himno de Riego, sus muertos traicionados en las cunetas y su republicanismo para poder compartir ese poder de la nueva era en una monarquía parlamentaria. ¿Por qué no? En la vieja y pérfida Albión hacía siglos que funcionaba y en otros lugares de Europa también. De lo contrario, el fantasma de una nueva guerra, volvería a perturbar la vieja piel de toro; vale la pena renunciar a determinadas cosas antes de llevar a un pueblo a la muerte… Hubo que vencer muchas resistencias de la oligarquía, de los adeptos irreductibles en su lealtad al líder fallecido, de los militares y del catolicismo anacrónico que ya no podría llevar bajo palio al adalid de la cruzada.

La banca, con su dinero, y los políticos, sabiendo que el futuro estaba en Europa, comprendieron que había que saltar los Pirineos, integrarse en la CEE, insertarse en la OTAN, abrir las fronteras para subirse al carro del progreso y de la riqueza económica. Por tanto, había que pactar, neutralizar las pueriles y trasnochadas ideologías del ayer, sucumbir, controladamente, al empuje de las masas populares que, un día sí y otro también, clamaban en las calles por el cambio, por la libertad, por la justicia e igualdad entre los seres humanos, por el libre debate de las ideas, por la democracia y la soberanía popular idealizada… Hasta un amplio elenco de próceres religiosos, con el cardenal Tarancón a la cabeza, empujados, en buena medida, por aquellos llamados curas obreros, o curas comunistas para el régimen, apostaron claramente por el cambio en contraposición a los obispos amarrados al pasado del nacional-catolicismo (“Tarancón al paredón”, clamaban algunos nostálgicos de la incombustible fe católica).

Acuerdo

Había, pues, que llegar a un gran acuerdo, sí o sí, en un arreglo convergente para evitar males mayores. Entonces se gestó la Constitución a base de debate. Para mí, incluso visto ahora, fue una magnífica obra de consenso cargado de tensión, donde se echaban pulsos, se amenazaba con malos augurios y se negociaban puntos y comas, sentados en una mesa gente tan dispar como Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Miguel Herrero de Miñón, Jordi Solé Tura, José Pedro Pérez-Llorca, Miquel Roca y Gregorio Peces-Barba, los llamados padres de la Constitución, aunque fueron otros muchos los que directamente o entre bastidores marcaron el rumbo final. Pasar del Fuero de los españoles a una Constitución sólida, acordada y respetada por todos era complejo. No todos la votaron, algunos del viejo régimen la desecharon, la denostaron, creando tensión en Alianza Popular, la madre de nuestro actual PP tan constitucional, que estaba dividida respecto a apoyarla o no. Al final, salió el compromiso marcado por el interés del pasado, en un equilibrio casi inestable hasta que se consolidó tras el intento de Golpe de Estado de Tejero y la entrada en la CEE y la OTAN.

Ahora ya tiene 46 años y sigue prácticamente igual. Creo que habrá que llevarla al médico para tratar sus achaques. Tal vez tengamos que retocarla un poco para que se adapte a los nuevos tiempos, cambiarle la imagen, el ropaje y reconocer que su fisiología ya no es la misma, que a los 46 años y en otro contexto no se puede tener la misma mentalidad. Tiene que aprender a adaptarse a las nuevas tecnologías, al manejo de los nuevos instrumentos, responder a las nuevas necesidades y, sobre todo, darse cuenta de que sus hijos han crecido y que ya no puede hacer con ellos lo que le venga en gana, sino que debe tratar con ellos y consensuar cosas para seguir manteniendo la familia unida desde el respeto mutuo entre todos los miembros. Hablemos, pues, sin miedo y sin querer imponer, sino negociar cediendo para acercarse al consenso que justifica toda negociación.

Recuerdos

Hoy, en mi memoria, afloran los recuerdos de un ayer donde se fraguó el tránsito al futuro, al hoy, y se aprendió, por mi generación, que para entenderse no se ha de hablar con imposiciones, sino con el uso de argumentos que emanan del pensamiento racional, hasta convencerse de que “París bien vale una misa” siempre que no signifique la sumisión a alguien, la pérdida de la soberanía popular y los derechos que, como ciudadano, tiene todo ser humano… a veces hay que ceder algo para ganar uno y los demás. Valió la pena, sin duda valió la pena… y hoy, la pena, sería perder el sentido del encuentro, de la articulación de la interdependencia respetando esas diferencias que tanto enriquecen cuando se entienden como sinergias y no como elementos divergentes. Lo importante es no claudicar ante el absolutismo de los intransigentes, por mucho que alcen su VOX.

Por tanto, yo me atrevo a decir sin tapujos: ¡VIVA LA CONSTITUCIÓN! Pero, entendiendo, que una forma de cuidarla es no permitir que se haga vieja, renovándola y adecuándola a la realidad de cada momento, de lo contrario morirá de vejez y le faltará energía para dar respuestas de progreso a la vida social de nuestros pueblos… el espejo lo tenemos en otras constituciones de los países desarrollados y democráticos.

No se trata, pues, de articular la dependencia o independencia, sino la interdependencia. Esa es la palabra, el concepto, que hay que articular: INTERDEPENDENCIA, porque el mundo hace tiempo que dejó de ser una aldea para globalizar su interacción.

 

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viernes, 29 de noviembre de 2024

La Misión

 

Por Antonio Porras Cabrera

Publicado en:

https://21noticias.com/2024/11/28/la-mision-por-antonio-porras-cabrera/

https://xornaldegalicia.es/opinion/la-mision-por-antonio-porras-cabrera

 


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Algunas de las preguntas que sistemáticamente nos hemos planteado los seres humanos hacen referencia a qué pintamos en este mundo, cuál es nuestra misión, qué mueve nuestra existencia y hacia dónde vamos o debemos ir. Yo me atrevería a identificar la conservación de la especie como esta gran misión. Llevamos un mensaje genético (instinto de conservación) que nos orienta hacia la mejora del linaje a través de uno mismo y de su “inteligente complejidad”.

Un sujeto tan indefenso como el ser humano no podría haber subsistido sin la inteligencia, sus depredadores le habrían eliminado a las primeras de cambio. Debió sentirse muy acorralado y, ante ello, desarrolló algo que le distinguió de las demás especies: el análisis de lo empírico. Ese recorrido desde lo inductivo a lo deductivo y viceversa, le permitió la creación de instrumentos para suplir sus carencias y deficiencias, a la vez que percatarse de la necesidad de asociarse para defenderse del agresor. Esto le llevó a la socialización como medida de “solidaridad de conveniencia”. Sabía que por sí mismo no podía resolver su problema de supervivencia y necesitaba de los demás para sobrevivir, tanto en lo relativo a la nutrición, como a la reproducción. Por tanto, hablaríamos de una tríada de instintos que garantizarían la especie; es decir, que consolidarían la gran misión de conservarla: nutrición, socialización y reproducción.

Podemos entrar en la dialéctica de cuál es la motivación central que permite esa actuación, pero no podremos negar que el celo conservacionista lleva, en último caso, al egocentrismo, siendo este una de las bases motivadoras. El primer objetivo es mi propia conservación, pero si para ello he de asociarme con otros lo haré, incluso en contra de aquellos de mi propia especie que pongan en peligro mi existencia. Por otro lado, mi poder garantizará mi independencia y libertad, y mi elección en la reproducción estará mediatizada por la competencia del compañero/a de procreación.

Por tanto, ese equilibrio entre el egoísmo hedonista instintivo y la necesidad de los demás para sobrevivir (en psicoanálisis nos llevaría a estructurar el ello, yo y superyo), es la razón del procedimiento de socialización; un equilibrio dicotómico entre puedo por mí mismo y necesito de los demás. Es el proceso de intercambio social en las relaciones humanas. Evidentemente, mientras menos necesitemos de la ayuda de los demás, más libres y autónomos seremos, pero el autoabastecimiento total es imposible y contrario a los principios que han permitido nuestra propia evolución.

Mi impresión es que en cada uno de nosotros existe un microcosmos donde se conjugan todos los elementos que integran y definen la existencia universal. Solo es necesario despertarlos en su justa medida para conseguir de cada sujeto aquello que se pretende. La socialización es el proceso por el que se instauran esos valores o principios, que pretendemos universales, y que conforman la vía de desarrollo personal dentro del grupo al que pertenecemos. Su objetivo final sería nuestra autorrealización en un marco, muchas veces conflictivo, dentro del entorno social. Nuestro intelecto nos ha de llevar al convencimiento de que la mejoría de la sociedad solo se dará mediante una comunión de principios sembrados y aceptados libremente. Es una nutrición en vasos comunicantes. De aquí que, todos y cada uno, debamos tener conciencia de aportar lo más y mejor posible al desarrollo social en la vía hacia la excelencia.

Esa especie de búsqueda asintótica de la perfección, se plasma en la tendencia a la autorrealización, estadio final del vértice de la pirámide que Maslow nos propone. Es un camino complejo, donde vamos subiendo peldaños conforme cubrimos los anteriores, total o parcialmente: el gran reto u objetivo de nuestra vida.

La inteligencia nos ha permitido, desde nuestros ancestros, forjar instrumentos y herramientas para evolucionar en la satisfacción de las necesidades. La complejidad del sistema nos ha llevado a la especialización, como mejor forma de estructuración funcional. El problema, bajo mi punto de vista, radica en la dificultad de visión total u holística; en la cantidad de elementos que escapan a nuestra comprensión y capacidad de respuesta ante una circunstancia determinada. El afrontamiento de esas situaciones, en la cotidianidad, representa el esquema básico de instrumentalización de las soluciones, hasta tal punto que debemos fraguar un repertorio de técnicas y habilidades que nos garanticen, lo mejor posible, el éxito de dicho afrontamiento.

Es evidente que mientras más y mejores recursos tiene un sujeto para enfrentarse a su entorno, mayor capacidad y poder ostentar para superar demandas conflictivas y estresantes. Yo diría que es más libre y autónomo, menos dependiente y con más capacidad de control sobre su propia evolución. De aquí, un justo uso de la inteligencia como continente del poder y el conocimiento. No podemos olvidar que, en gran medida, “mi poder es mi inteligencia” en la relación con mi entorno.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

La conjura de los necios

 


 Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 27 NOV 2024 7:01

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/11/27/conjura-necios-112076274.html


«Todos somos muy ignorantes. 
Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas». / l.o.

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Cada vez resulta más difícil escapar de este mundo especulativo e irracional que nos andan presentando en la esfera política. Son tantos los datos, las informaciones y desinformaciones interesadas que nos ofrecen, que uno no sabe muy bien a qué atenerse. Cuesta cerner y separar la verdad de la mentira, porque la sutileza con que, a veces, se nos vende esa presumible verdad que nos presentan es tan elaborada que para discernir habría que tener un sutil tamiz de una gran fineza. El político y algunos medios sospechosos de ser venales, tiran la piedra y esconden la mano, dejándonos en la zozobra de la inseguridad y la duda que nos causa el desasosiego como ciudadanos. Las tertulias políticas se han convertido en batalla de pura salsa rosa. Todo ello en detrimento del debate constructivo que nos acerque a la verdad.

Ciertamente vivimos tiempos convulsos, donde el interés se desvía, según mi modesto entender, hacia asuntos de segundo o tercer orden, para no poner en el punto de mira lo verdaderamente importante. Vuelvo a traer a colación la famosa frase de Noam Chomsky: «La población general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe».

Descaro

Tal vez haya un gran interés en que no se sepa, porque, de saberlo, no apoyaríamos a los que nos conducen hacia donde quieren llevarnos. No obstante cada vez se ve con mayor descaro la irracional propuesta política cultivada en la emoción y deficiente de razón. Hasta tal punto que ‘reclutan’, para sus filas, a inteligentes mentes con capacidad de influencia, creando grupos de opinión que condicionen la visión, tendencia y voto del ciudadano mediante un estado de ánimo y no de un proceso racional de argumentación lógica.

Te sientas a ver la tele, lees la prensa, escuchas la radio… y vas viendo y desgranando, a modo de disección, el proceso informativo que algunos ejercen. Si te revistes de la frialdad necesaria para que no te arrastren a su campo, aflora la sensación de incapacidad para discriminar la verdad que se manipula… bulos, posverdad, medias verdades, razonamientos estrafalarios, etc. te pueden llevar al desconcierto.

La política ha pasado de ser «el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados», lo que implica cierta preocupación por el bienestar de la ciudadanía, a convertirse en un barrizal partidista donde lo importante es acceder al poder para beneficiar a determinados grupos con quienes se comparten intereses, ya sean económicos, ideológicos, religiosos, etc… o sea, lo que, en el fondo, subyació siempre en el ejercicio de la misma. En realidad su verdadero objetivo debería ser la felicidad del pueblo, de los ciudadanos.

La percepción, por tanto, es que se da una lucha soterrada donde se conjuran unos contra otros para alcanzar sus objetivos, en lugar de establecer una alianza democrática para instaurar sinergias que conduzcan a una mejor y beneficiosa gobernanza para la ciudadanía, todo ello desde el respeto y la confluencia, discutida y pactada, que es para lo que sirve la política en democracia.

He usado antes la palabra ‘conjuran’, para estas circunstancias. Me vino a la mente al escuchar aquella incitación de Aznar diciendo: «el que pueda hacer algo que lo haga», para desbancar a Pedro Sánchez del Gobierno. Fue su Grândola, Vila Morena para poner en marcha la conjura. Conjurar es sinónimo de conspirar, uno de sus significado es: «Dicho de varias personas: Unirse contra su superior o soberano». A mí me sonó aquello a incitación a la conjura. Este término puede llevar adosado otro apelativo, que es la traición.

Delirante visión

Pero, curiosamente, esto me hace volar, metafóricamente, hacia los años 80 de la mano de la novela de John Kennedy Toole, ‘La conjura de los necios’. Una delirante visión de un sujeto mesiánico. Ignatius J. Reilly es un ser inadaptado y anacrónico que sueña con que el modo de vida medieval, así como su moral, reinen de nuevo en el mundo. Una disparatada visión tragicómica de una sociedad con la que mantiene una repulsión mutua, cuya pretensión, dadas las circunstancias de esa sociedad, sería volver a principios y valores del medievo, para salvar el mundo.

Tal vez estemos ante una nueva ‘Conjura de los necios’. Necio, según el diccionario de la RAE y en su primera acepción, es: «Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber», aunque luego tenga otras acepciones que tampoco va mal recordarlas, como: «Falto de inteligencia o de razón» y «Terco y porfiado en lo que hace o dice».

Existe otro concepto que vale la pena traer a colación, como es el ‘Sesgo confirmatorio’, que alude a la tendencia a dar crédito a aquello que viene a confirmar nuestras ideas o prejuicios respecto a una cuestión, en este caso, de índole político. Es una lógica propensión que todo ser humano puede plantear como forma de evitar conflictos internos; o lo que es lo mismo, disonancias cognitivas, ya que tendemos a confirmar lo que pensamos, para no entrar en conflicto con nosotros mismos, al cuestionar ese pensar y hacer tambalear todo el entramado ideológico que sustentamos, ello si no partimos de un espíritu crítico y de la disposición a cuestionar todo desde la duda razonable que nos puede y debe aflorar.

De todas formas, el concepto de ‘necio’ no lo plantea a modo descalificador u ofensa, sino como forma de reafirmar la idea Noam Chomsky, que ya he manifestado, sobre lo que no sabemos; o sea, «no sabe lo que podía o debía saber», somos ignorantes en muchos aspectos, como decía Albert Einstein: «Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas».

Posesión de la verdad

En todo caso no hay sujeto más peligroso que un ignorante que se cree en posesión de la verdad, aunque sea de forma vicaria, es decir él sabe que es ignorante pero da crédito a otro que le otorga la luz, al que defiende, sin percatarse de que puede ser manipulado.

Puede que en esta sociedad nuestra, donde la ignorancia es tan abundante y extendida, ya que nos falta una base educativa para hacer buen uso del sentido crítico, ejerzamos la necedad al servicio de intereses espurios de determinados políticos y partidos que nos ocultan su verdadera intención, como viene a manifestar Chomsky, atrapándonos en un discurso disruptivo que pretende la antidemocrática conjura.

En estos días, con lo ocurrido en Valencia, esos discursos se manifiestan de forma reiterada e irracional. Es un juego de exculpación propia e inculpación ajena a pesar de que las cosas estén meridianamente claras. Hay un proceso de desinformación para hacernos necios y sumarnos a la conjura a través de la gestión emocional a base de vehemencia, solo hay que escuchar determinados portavoces del Congreso.

En fin, querido lector o lectora, que usted lo piense bien, neutralizando las variables contaminadoras para que no condicionen su libertad de pensamiento y así sacar sus propias conclusiones, aunque estas sean que no puede sacarlas por falta de información veraz, que puede ser una buena conclusión dado el momento que vivimos... pero al menos que lo sepamos.

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lunes, 25 de noviembre de 2024

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

 


Es terrible que hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, las portadas de los medios de comunicación estén cubiertas por la noticia del asesinato de dos mujeres por sus novios o maridos; bueno no diré de dos mujeres sino de una mujer y una niña pues la chica solo tenía 14 años, que da un tinte aún más dramático a la cuestión.

En el primer caso, ese hombre, por decirle algo, asesina, en presencia de su hijo de 11 años, a su compañera y madre del chaval a tiro limpio y después se suicida. Creo que debió invertir el orden y empezar por lo segundo así hubiera evitado una muerte. Pero ni la presencia del niño le impidió hacerlo, lo que denota una tremenda perversión o maldad. A uno le cuesta comprender qué circunstancias se han de dar para que un sujeto sea capaz de semejante crimen y atrocidad… ¿pasión, odio, psicopatía, trastorno o alienación pasajera?, tal vez solo sea un puro machismo de un personaje que se cree dueño o amo de su esposa porque la ideología machista así se lo ha hecho saber a lo largo del tiempo.

En realidad, por su edad, no tiene ni siquiera el atenuante, si es que cabe esta figura legal en este caso, de haber sido educado en los tiempos pretéritos, cuando se oía aquella canción de exaltación al machismo titulada “El preso número nueve”, que yo recuerdo escuchar en la radio en los años 50 del pasado siglo, donde se apostillaba el credo machista en un régimen que lo predicaba y defendía como cuestión de honor, al estilo musulmán. Aquel planteamiento no ha desaparecido, pues sigue vigente en muchos de los nostálgicos del viejo régimen.

Yo preferiría que, a estas alturas, el machismo fuera mucho más residual, incluso que ya hubiera sido erradicado, pero es una asignatura pendiente dado que, esta, no se supera por un importante núcleo poblacional; sigue siendo sostenido y difundido por grupos ideológicos y políticos en su propia ideología, a la par que continúa en ámbitos religioso con la marginación de la mujer.

Lo malo, y eso es lo más descorazonador, es que el otro asesinato nos hiere la esperanza de lograr su erradicación. El hecho dado, o sea un chico de 17 años mata a una niña de 14 al amparo de esa ideología, nos avoca al momentáneo fracaso de las estrategias empleadas. Mientras haya un solo asesinato habremos fracasado, al menos parcialmente, ya que no hemos conseguido establecer en nuestra cultura social dónde están los límites que definen el derecho y la libertad propia y de los demás.

Por tanto, hoy no es un buen día para el tránsito del machismo al feminismo, dadas las circunstancias. Los dos conceptos, como bien sabemos, no son antónimos aunque acaben en ismo ambos. El machismo, según el diccionario de la RAE es: “Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”, mientras el feminismo sería: “Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Si después de leer la definición de ambos conceptos alguien no lo tiene claro, debería hacérselo mirar, porque o no sabe leer e interpretar la lectura o anda atrapado en erróneos pensamientos enquistados en calcificadas y rígidas mentes cerradas a la evidencia. El machismo va contra un derecho, es prepotencia e imposición, el feminismo es la igualdad que busca proteger ese derecho, así como la lucha por conseguirlo.

Tomar conciencia del problema es el primer paso para conseguir erradicarlo. La obligación de todo intelectual es el desarrollo y evolución del ser humano y con ello la elevación de los valores humanistas que lleven a una sociedad mejor y más avanzada, más excelsa o excelente. En ello debemos estar y a ello debemos ir. La erradicación de la violencia contra la mujer, y de todo tipo de violencia, hacen del ser humano un ente más cercano a esa excelencia.

jueves, 21 de noviembre de 2024

El derecho a opinar

 


Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en:

https://xornaldegalicia.es/opinion/el-derecho-a-opinar-por-antonio-porras-cabrera

https://21noticias.com/2024/11/21/el-derecho-a-opinar-por-antonio-porras-cabrera/

 


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Cuando tu pensamiento no lo gestionas tú porque crees más en el de otro, eres esclavo del otro.

(Cita del autor)

Entiendo, y quiero entender, que todo el mundo puede opinar de cualquier cosa. Otra cuestión es que esa opinión tenga consistencia, esté bien argumentada, incluso, documentada y, consecuentemente, sea objetiva. Por tanto: 1º La opinión es un derecho, 2º la opinión no es una verdad objetiva, 3º la opinión debe fraguarse mediante el procesamiento cognitivo del sujeto expresado en el pensar, 4º la inteligencia y el razonamiento de los seres humanos les lleva a todos a la facultad de pensar y el pensamiento ya es, de por sí, la forma más razonable de fraguar opinión.

En todo caso, en función del conocimiento sobre la materia objeto del razonamiento, ese pensamiento y opinión tendrá mayor autoridad o no, lo que no quiere decir que tengamos que rechazar la opinión de una persona sin grandes conocimientos sobre contenidos que envuelven a una realidad de corte social o popular, puesto que la propia experiencia vital otorga conocimientos y vivencias dignas de ser valoradas por las personas con mayor o menor autoridad en la materia. Si negamos el derecho a opinar a alguien por no entender de cuestiones que afectan a la sociedad, estaremos, tal vez, cuestionando el derecho al propio voto democrático: “usted no entiende de política, por tanto no debe votar”.

Por otro lado, en la ciencia del conocimiento hay taxonomías que requieren niveles de ilustración en esa materia específica para emitir una opinión sólida. Para hablar de física cuántica y debatir se requiere conocimiento de la materia, para un debate sobre cuestiones más mundanas, de dominio general y que afectan a la gente, se sobreentiende que esta puede y debe tener su opinión al respecto.

Es decir, negarle el derecho a opinar a un sujeto por entender que no está capacitado para ello, en lugar de demostrar su error con la argumentación que permite rebatirlo, es un error en sí mismo, ya que nos priva de la posibilidad de conocer otras opiniones, aunque fueren desacertadas, para consolidar las nuestras y buscar la verdad que se persigue. Otra cuestión es que obviemos su opinión por estar en total desacuerdo con ella y saber que el debate, que siempre ha de pretender confluencias, no nos llevara a ningún sitio de provecho. Hay un viejo dicho muy ilustrativo: «Nunca discutas con un idiota, pues bajaras a su terreno y allí te ganará por experiencia».

Claro que si cerramos nuestra mente a cualquier aporte y descalificamos sin rebatir los argumentos ajenos, siempre que sean argumentos y no ocurrencias, flaco favor nos estaremos haciendo, a nosotros y a la sociedad. Es más, hay quien sostiene que “cuando no se entiende, lo ético es no opinar”, habría que identificar cuáles son los parámetros que determinan quien entiende y quién otorga la calificación o cualificación para opinar. Si el que la otorga es el debatiente contrincante, mal va la cosa, pues eso sería una descalificación y no un rebatimiento de la opinión contraria.

En definitiva, opinen sabiendo que las opiniones van retratando al sujeto que las emite, y, si ello es posible, háganlo con la mente abierta para confrontar si están o no en poder de la verdad, admitiendo el pensamiento de los otros como un alimento que nutre al conocimiento, pero no se olvide que el alimento se ha de digerir y de él saldrán, por un lado, nutrientes y, por otro, residuos o detritus a eliminar por su toxicidad. O sea, que las opiniones de los demás siempre han de ser sometidos al cedazo que conforma su propio criterio…

Pero en estos días, con el asunto de la política, la cuestión tiene un trastoque, el pensamiento no está enfocado a entenderse y compartir análisis clarificadores, sino que aflora un sesgo. Por este sesgo, llamado confirmatorio, el sujeto tiende a creer y aceptar las ideas, con o sin argumento, que son afines a su pensamiento político; busca, pues, aquello que le reafirma en su ideario preconcebido; o sea, lo que no le crea disonancia cognitiva, o conflicto interno, que le obligue a cuestionarse sus propios planteamientos. Es propenso, por tanto, a creer en los bulos que potencian su ideario y denuestan el ajeno sin preguntarse, siquiera, cuánto de verdad hay en la notica que transmite el bulo, al que le da crédito y además suele propagar.

Esta situación hace que, en la escala de interés que debemos aplicar sobre los temas, aparezcan como principales nimiedades o asuntos de segundo orden, dejando en el alero lo importante, porque de lo importante no se saca rédito político que lleve al voto y sí de lo secundario al amparo de los bulos. Cuando el bulo es un dardo envenenado de odio, la cosa se complica y se tambalea la estructura democrática, que procura la concordia. En esta civilización nuestra, tan adelantada en algunos asuntos, se sigue observando un déficit democrático, una falta de educación ciudadana para practicarla con el espíritu crítico constructivo que requiere su ejercicio. Echo de menos una asignatura en la escuela con ese contenido…

Entiendo que una idea expresada con exceso de vehemencia, donde aflora la intención impositiva de la misma, la descalificación, el insulto, la falta de respeto y su dogmatismo e intento de colonizar el pensamiento ajeno, te ha de poner en guardia. Lo digo porque lleva implícita la intencionalidad de descalificar tu propio pensamiento, con un mensaje de radicalidad donde, subliminalmente, se te está diciendo: «Estás conmigo o estás contra mí».

Concluyo en la importancia de velar por la libertad de pensamiento para no dejarse manipular por argumentos livianos y poco constructivos, por la responsabilidad de discernir razonadamente para extraer inferencias sensatas para el interés general, porque el voto debe llevar incorporada una buena dosis de solidaridad social; es decir, tu decisión no te afecta solo a ti, sino al conjunto de la ciudadanía... si te equivocas y no lo tomas con el sentido común adecuado, arrastras a los demás al fango de donde sale la indolente aceptación de discursos tóxicos o inadecuados. Toda libertad conlleva una alta dosis de responsabilidad social con la toma de decisiones…

lunes, 18 de noviembre de 2024

La sombra de Trump planea sobre Europa

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 18 NOV 2024 7:01

La OTAN no cubrirá la defensa de los países que no gasten un 2% de su PIB en su ejército; o sea quien no compre más armas, preferentemente a los EEUU…


El presidente electo de EEUU, Donald Trump, durante un mitin de campaña. 

/ GODOFREDO A. VÁSQUEZ / AP

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Nadie puede dudar de la trascendencia que tiene en todo el mundo el poder americano. Se ha forjado sobre su potencial económico y militar, junto a la habilidad para establecer su criterio a base su diplomacia e imposición, cuando no chantaje, haciendo ver a los otros países lo beneficioso que sería para ellos estar a su lado. Es aquello de la frase: «Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar…», y en esas andamos, porque si la rechazas te has de atener a las consecuencias. En nuestro caso podríamos interpretar en esa línea el ‘flirteo’ americano con Marruecos y el correspondiente cambio de criterio de nuestro Gobierno para asumir las tesis sobre el Sáhara, al igual que el de Francia.

Europa occidental, o sea la mayoría de los países de la UE, está atrapada en este juego. EEUU que, como siempre fue un jugador de ajedrez, en la Segunda Guerra Mundial esperó a que se destrozaran las potencias imperiales europeas, ya casi caducas tras la primera guerra, rentabilizando su gran industria armamentista, hasta que creyó oportuno intervenir militarmente. Lo hizo cuando ya tenía claro que aquella guerra estaba ganada bajo su paraguas. Luego dominó la industria y la economía europea con las inversiones de su Plan Marshall y su poderío militar, haciendo de ella una zona clientelar y estableciendo bases militares en diferentes países al amparo de la Guerra Fría. Incluso España, a la que compró la estabilidad del dictador facilitando su entrada en la ONU si cedía las bases militares, dado que su enemigo común, o sea el comunismo soviético, invitaba a consolidar esa alianza. La OTAN ha perpetuado su dominio y su influjo en la tecnología militar, llevando a Europa a grandes inversiones en armamento americano en una interacción asimétrica, donde solo algunos países sostienen una industria militar relativamente potente, aunque muy por debajo del nivel tecnológico americano.

La OTAN, presentada como una fraternal alianza, va por otros derroteros, pues, detrás de esa ‘idílica’ visión, está la consolidación del poder de los EEUU mediante el sometimiento y control de las potencias occidentales; o sea, consolidar su dependencia clientelar del poderío de Norteamérica por miedo al potencial ruso. En realidad, si se piensa un poco, se puede hipotetizar que esa alianza está cogida con hilos que pueden saltar por los aires en un momento dado, como se está viendo con el discurso de Trump. La OTAN no cubrirá la defensa de los países que no gasten un 2% de su PIB en su ejército; o sea quien no compre más armas, preferentemente a los EEUU o lo que es lo mismo, te vamos a hacer una oferta que no podrás rechazar. Esta breve y personal visión histórica la reflejo a modo de ubicación actual.

Malos tiempos se avecinan para Europa. Una guerra instaurada en función del potencial y los intereses americanos y rusos en colisión, una implicación bajo su paraguas, una ruptura con Rusia de previsiones desconocidas que le llevan a reconducir su economía, a poner en tela de juicio su propia solidez administrativa y política en la UE, o sea una crisis que choca con su propio proyecto político de unión y de futuro, donde puede acabar aislada y sin influencia geoestratégica alguna.

La llegada de Trump al poder y la instauración de sus políticas basadas en la idea de ‘America First’, deja bien claro que sus intereses no están en Europa sino en los EEUU y solo le sirve Europa si le sirve a la economía de su país. Su presión sobre la UE puede que sea intensa hasta doblegarla. De momento ya tiene a determinados partidos, que siempre jugaron en la misma línea, en disposición de seguirle en su discurso neoliberal, cuasianarcoliberal, al estilo Milei.

¿Dónde lleva todo esto? Posiblemente a desbloquear las líneas rojas que mantenían al margen del gobierno europeo a la extrema derecha que apoya a Trump y su política. Esa actitud ya está sembrada. En España el PP gobierna con VOX, en Italia tenemos a Meloni, en Hungría a Orban, en Países Bajos… etc. Lo sombra de Trump se abate sobre Europa y va a conectar con la de Putin en una comunión de intereses que, posiblemente, implique un nuevo reparto de influencias, donde Rusia se salve de la debacle de la guerra a costa de la cesión territorial de la propia Ucrania. Para colmo aparece la figura de Elon Musk como simbología de un futuro que, hasta ahora, era una distopía, donde el poder se ejercerá desde el dominio de las tecnologías, apoyados por los medios de comunicación y las RRSS (Redes Sociales). Los líderes serán los ‘Machos Alfa’ del mundo económico y político, tal como expresó Musk hace algún tiempo (ver mi artículo del 11 de abril en el diario La Opinión de Málaga bajo el título: Distopía o el Nuevo Orden Mundial).

Ya se observan determinados síntomas en grupos políticos afines a Trump que se ajustan a ese nuevo orden. Tal vez lo vivido en la formación en la Comisión Europea con Teresa Ribera, sea un ejemplo a considerar. Con el ya clásico sistema manipulativo de la información y del razonamiento lógico, se intenta descalificar a Teresa, incluso bloquear la nueva Comisión, tal vez con la idea de que, una vez ganadas las elecciones por Trump, se pretenda adaptarla a una composición más acorde con el ‘César’ americano, lo que llevaría a un mayor apoyo a la causa local, por parte de Trump, de cara a unas próximas elecciones, dada su proximidad a ese mundo ideológico neoliberal tan afín a Ayuso y otros. En este caso, Feijóo queda atrapado y con una estrecha salida del chiquero o toril, dada su gran confusión mental en su desordenado razonamiento y estrategia, donde hoy dice una cosa y mañana la contraria negando la evidencia.

Mal asunto sería que no se nombrara a Teresa Ribera miembro de la Comisión Europea por una estrategia de acercamiento a Trump por parte de la UE, empezando a bajarse los calzones. El punto crítico en que anda Europa es sumamente trascendente. Depende de cómo se oriente la salida así será el futuro… «hace falta valor, hace falta valor» como canta Radio Futura, para enfrentar ese futuro con independencia y recuperar el esencial protagonismo de una Europa fuerte y socialmente comprometida con sus ciudadanos, si es que alguna vez lo estuvo de verdad.

 

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