Publicado en el
diario La Opinión de Málaga el día 27 NOV 2024 7:01
https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/11/27/conjura-necios-112076274.html
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Cada vez resulta más difícil
escapar de este mundo especulativo e irracional que nos andan presentando en la
esfera política. Son tantos los datos, las informaciones y desinformaciones
interesadas que nos ofrecen, que uno no sabe muy bien a qué atenerse. Cuesta
cerner y separar la verdad de la mentira, porque la sutileza con que, a veces,
se nos vende esa presumible verdad que nos presentan es tan elaborada que para
discernir habría que tener un sutil tamiz de una gran fineza. El político y
algunos medios sospechosos de ser venales, tiran la piedra y esconden la mano,
dejándonos en la zozobra de la inseguridad y la duda que nos causa el
desasosiego como ciudadanos. Las tertulias políticas se han convertido en
batalla de pura salsa rosa. Todo ello en detrimento del debate constructivo que
nos acerque a la verdad.
Ciertamente vivimos tiempos convulsos,
donde el interés se desvía, según mi modesto entender, hacia asuntos de segundo
o tercer orden, para no poner en el punto de mira lo verdaderamente importante.
Vuelvo a traer a colación la famosa frase de Noam Chomsky: «La población
general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe».
Descaro
Tal vez haya un gran interés en que
no se sepa, porque, de saberlo, no apoyaríamos a los que nos conducen hacia
donde quieren llevarnos. No obstante cada vez se ve con mayor descaro la
irracional propuesta política cultivada en la emoción y deficiente de razón.
Hasta tal punto que ‘reclutan’, para sus filas, a inteligentes mentes con
capacidad de influencia, creando grupos de opinión que condicionen la visión,
tendencia y voto del ciudadano mediante un estado de ánimo y no de un proceso
racional de argumentación lógica.
Te sientas a ver la tele, lees la
prensa, escuchas la radio… y vas viendo y desgranando, a modo de disección, el
proceso informativo que algunos ejercen. Si te revistes de la frialdad necesaria
para que no te arrastren a su campo, aflora la sensación de incapacidad para
discriminar la verdad que se manipula… bulos, posverdad, medias verdades,
razonamientos estrafalarios, etc. te pueden llevar al desconcierto.
La política ha pasado de ser «el
arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados», lo que implica
cierta preocupación por el bienestar de la ciudadanía, a convertirse en un
barrizal partidista donde lo importante es acceder al poder para beneficiar a
determinados grupos con quienes se comparten intereses, ya sean económicos,
ideológicos, religiosos, etc… o sea, lo que, en el fondo, subyació siempre en
el ejercicio de la misma. En realidad su verdadero objetivo debería ser la
felicidad del pueblo, de los ciudadanos.
La percepción, por tanto, es que se
da una lucha soterrada donde se conjuran unos contra otros para alcanzar sus
objetivos, en lugar de establecer una alianza democrática para instaurar
sinergias que conduzcan a una mejor y beneficiosa gobernanza para la ciudadanía,
todo ello desde el respeto y la confluencia, discutida y pactada, que es para
lo que sirve la política en democracia.
He usado antes la palabra
‘conjuran’, para estas circunstancias. Me vino a la mente al escuchar aquella
incitación de Aznar diciendo: «el que pueda hacer algo que lo haga», para
desbancar a Pedro Sánchez del Gobierno. Fue su Grândola, Vila Morena para poner
en marcha la conjura. Conjurar es sinónimo de conspirar, uno de sus significado
es: «Dicho de varias personas: Unirse contra su superior o soberano». A mí me
sonó aquello a incitación a la conjura. Este término puede llevar adosado otro
apelativo, que es la traición.
Delirante visión
Pero, curiosamente, esto me hace
volar, metafóricamente, hacia los años 80 de la mano de la novela de John
Kennedy Toole, ‘La conjura de los necios’. Una delirante visión de un sujeto
mesiánico. Ignatius J. Reilly es un ser inadaptado y anacrónico que sueña con
que el modo de vida medieval, así como su moral, reinen de nuevo en el mundo.
Una disparatada visión tragicómica de una sociedad con la que mantiene una
repulsión mutua, cuya pretensión, dadas las circunstancias de esa sociedad,
sería volver a principios y valores del medievo, para salvar el mundo.
Tal vez estemos ante una nueva
‘Conjura de los necios’. Necio, según el diccionario de la RAE y en su primera
acepción, es: «Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber», aunque
luego tenga otras acepciones que tampoco va mal recordarlas, como: «Falto de
inteligencia o de razón» y «Terco y porfiado en lo que hace o dice».
Existe otro concepto que vale la
pena traer a colación, como es el ‘Sesgo confirmatorio’, que alude a la
tendencia a dar crédito a aquello que viene a confirmar nuestras ideas o
prejuicios respecto a una cuestión, en este caso, de índole político. Es una
lógica propensión que todo ser humano puede plantear como forma de evitar
conflictos internos; o lo que es lo mismo, disonancias cognitivas, ya que
tendemos a confirmar lo que pensamos, para no entrar en conflicto con nosotros
mismos, al cuestionar ese pensar y hacer tambalear todo el entramado ideológico
que sustentamos, ello si no partimos de un espíritu crítico y de la disposición
a cuestionar todo desde la duda razonable que nos puede y debe aflorar.
De todas formas, el concepto de ‘necio’
no lo plantea a modo descalificador u ofensa, sino como forma de reafirmar la
idea Noam Chomsky, que ya he manifestado, sobre lo que no sabemos; o sea, «no
sabe lo que podía o debía saber», somos ignorantes en muchos aspectos, como
decía Albert Einstein: «Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no
todos ignoramos las mismas cosas».
Posesión de la verdad
En todo caso no hay sujeto más
peligroso que un ignorante que se cree en posesión de la verdad, aunque sea de
forma vicaria, es decir él sabe que es ignorante pero da crédito a otro que le
otorga la luz, al que defiende, sin percatarse de que puede ser manipulado.
Puede que en esta sociedad nuestra,
donde la ignorancia es tan abundante y extendida, ya que nos falta una base
educativa para hacer buen uso del sentido crítico, ejerzamos la necedad al
servicio de intereses espurios de determinados políticos y partidos que nos
ocultan su verdadera intención, como viene a manifestar Chomsky, atrapándonos
en un discurso disruptivo que pretende la antidemocrática conjura.
En estos días, con lo ocurrido en
Valencia, esos discursos se manifiestan de forma reiterada e irracional. Es un
juego de exculpación propia e inculpación ajena a pesar de que las cosas estén
meridianamente claras. Hay un proceso de desinformación para hacernos necios y
sumarnos a la conjura a través de la gestión emocional a base de vehemencia,
solo hay que escuchar determinados portavoces del Congreso.
En fin, querido lector o lectora,
que usted lo piense bien, neutralizando las variables contaminadoras para que
no condicionen su libertad de pensamiento y así sacar sus propias conclusiones,
aunque estas sean que no puede sacarlas por falta de información veraz, que
puede ser una buena conclusión dado el momento que vivimos... pero al menos que
lo sepamos.
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