sábado, 31 de diciembre de 2011

El vuelo final...


Queridos amigos y lectores, hoy mis neuronas andan revueltas. Yo diría que han cortocircuitado y han parido una reflexión abstracta sobre la vida, el suicidio y el más allá, que, con su aspecto divagante, solo pretende cotejar actitudes vitales según convenga al interesado… Allá cada cual, pues esto forma parte de la interioridad personal que ampara la singularidad de cada uno. Yo, por si acaso, os pido disculpas por remover en vuestro interior semejante cavilación...

Este es el relato:

No había atendido adecuadamente a su continente, a su envoltorio y soporte, su cuerpo estaba marchito, anómalamente servil, ya no podía soportar la actividad requerida. Hacía aguas por doquier. Su mente, el contenido, se sentía culpable de ello a la par que defraudada. No había cuidado, agradecidamente, el soporte de su ser y se debatía entre la culposa incriminación y el insufrible lastre que significaba su estado actual. La disociación entre cuerpo y mente, entre continente y contenido, era un hecho insoportable.

El ritmo de vida tenía que frenarse, sus ímpetus, amores, yantares, viajes y excesos de excitantes y alegría chocaban con la limitación del vehículo que le transportaba… choques, accidentes, pinchazos, restricciones, en suma, que lo agobiaban hasta la indolente inoperancia.

El vuelo de la vida iba lastrado por el peso apático de un viejo cuerpo donde anidaba un exceso de juventud incontrolada, de frustrada lozanía, que se rebelaba contra la realidad de un ciclo vital donde reinaba el deterioro físico… No, aquello no era soportable. Necesitaba seguir volando libremente sin ese lastre… ¿Pero cómo conseguirlo?

La luz iluminó su cara, sus ojos brillaron de alegría, su mente se sintió aliviada, el precio era alto pero encontraría de nuevo la libertad. Subió quedamente a la cumbre de la montaña y rescindió el contrato con su cuerpo, saltó al vacío y su espíritu voló libremente por el aire, mientras caía al suelo su cuerpo deforme e inerte. Abandonó el continente para volverse etéreo en la libertad del espíritu puro que no tiene ataduras, se fusionó con el universo, se integró en su energía y devolvió el cuerpo a la tierra, pues del polvo vino y a él se lo entregó…


Os propongo otros dos desenlaces:


Desenlace a)

En esta dimensión del camino, todo era gozo, omnipotencia, fusión cósmica y… pero miró hacia abajo y le llamó la atención cuanto había dejado por hacer, cuanto trabajo inconcluso. Los objetivos de su vida no estaban cubiertos y había abandonado cobardemente, huyendo, bajo el manto de su hedonismo, de sus obligaciones, para buscar el goce, la voluptuosidad que inyectaban sus sentidos, su sensualidad… No supo fusionarse con su cuerpo, con el instrumento que le fue dado para hacer todo aquello que quedaba por hacer, no lo cuidó y mimó para mantener la alianza entre el espíritu y la materia de forma eficaz…

Ahora comprendía que, huyendo de la tragedia de la disociación entre cuerpo y mente, renunciando a cuidar su continente y pensando en exclusiva en el contenido, había provocado otra gran tragedia. Tendría que volver para reparar el estropicio, para pulir su espíritu indómito y fraguarse en la fusión energética que hace sublime a la materia en conjunción con la energía cósmica universal. La incógnita era con cual cuerpo y estado le tocaría lidiar a su vuelta.

El miedo empezó a invadirlo pensando que llegaba con las manos vacías, que podría ser recriminado y devuelto de nuevo a ese infierno del      que había escapado. Su suicidio, en lugar de la liberación de aquel penoso cuerpo, le podía obligar a volver nuevamente al caos, lo que significaba “la más cara de las tragedias”.


Desenlace b)

Pero hete aquí que de golpe descubrió que su cuerpo y él eran una misma cosa. Que si su cuerpo desaparecía, dejaba de funcionar, todo terminaría y pasaría a formar parte de la nada. Él era la conjunción del azar con extrañas leyes biológicas que solo tenían sentido si se daban determinadas reacciones bioquímicas. Que su pensamiento indómito no era más que procesos bioquímicos consecuentes a reacciones ante estímulos externos, que desencadenaban una función cognitiva al amparo de la fantasía, de las frustraciones y de las vivencias que condicionaban su visión de la vida. Que si su cuerpo moría, todo desaparecería en la nada…

Entonces el miedo laceró su mente, más ya no pudo volverse atrás. El vacío atrae, succiona y lo absorbe todo. Su caída libre solo tenía un final, que es la muerte, la desaparición. El cuerpo despreciado tomó buena venganza y lo condujo a la nada, a la inexistencia. El sujeto hedonista que quiso liberarse de las ataduras del cuerpo, acabó en la nulidad, tomó conciencia de su levedad y grito desesperadamente en su libre caída aterrorizado por aquella conclusión… Al final se preguntó: ¿Por qué no cuidé de mi cuerpo para poder disfrutar más de la vida? Esta es mi gran tragedia, “la más cara de las tragedias”...





9 comentarios:

maria rosa-prem prabha dijo...

Muchisima felicidad y fuerza para el proximo año 2012.
Un abrazo desde Barcelona,
maria rosa.

Cayetano dijo...

El desenlace "b" es una auténtica faena, pero es el que más me convence. Tras la muerte, cuerpo y alma se van al garete. La desaparición es total y absoluta, solo queda el recuerdo en la mente de los demás.
Feliz salida y entrada de año.

MiLaGroS dijo...

Feliz Año nuevo Antonio que continues con tu actividad literaria en este nuevo año. Abrazos.

Ciberculturalia dijo...

También para ti mucha felicidad y que el año 2012 te sonría.
Un fuerte abrazo

Felipe Medina dijo...

Querido Antonio

Mis mejores deseos para ti y todos tus seres más queridos

Ojalá que la dignidad nos siga manteniendo erguidos.

Un fuerte abrazo

emejota dijo...

Querido amigo, ya sabes ese dicho de "birds of a feather fly together", es decir que "dios los cría y ellos se juntan"; pues eso, que estoy de acuerdo con Cayetano, con el que tengo buenas conexiones mentales, suficientemente comprobadas en la red.
Todo lo demás lo dejo para la actual vida, conviene irse habiendo alcanzado el propio nivel de incompetencia. Bs. y feliz año.

Anónimo dijo...

Querido amigo, conociéndote como te conozco,seguro has cambiado los fusibles y se hizo la luz.
Te voy a dedicar esta oda a la tristeza de Neruda.

Tristeza,escarabajo
de sietes patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al sur con tus paraguas,
vuelve
al norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rosas rojas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu manto,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
los cuatro puntos del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré,tristeza,tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano.

Antonio dijo...

Anónimo, si bien no se quien eres, aunque me conozcas tu, te diré que esto ha sido un ensayo que colgué en un facebook del grupo "Las máscaras de la tragedia", y que para escribirlo he tenido que hacer un acto de imaginación superior al normal, pues no me acabo de identificar con algo tan trágico, al menos por ahora, jejeje....
Un saludo afectuoso

Anónimo dijo...

Querido amigo,lo de anónimo es por no abrir una cuenta.Ya me dijiste que era la forma mas rápida. El error estuvo en no despedirme.Haber cuando nos tomamos unas copas con nuestro inseparable amigo el marques del Trebolar en el Amijara.
Aceptos tus disculpas por que me dejaste cavilando.Ya me conoces.
Un abrazo.
Juan L.

El derecho a opinar

  Por: Antonio Porras Cabrera Publicado en: https://xornaldegalicia.es/opinion/el-derecho-a-opinar-por-antonio-porras-cabrera https:...