Hace tiempo, mucho tiempo, que vengo preocupado por que no me destrocen y destruyan mi mundo. Mi mundo pretende ser un mundo de encuentro, de compartir y no de competir, de sumar y no restar, centrífugo y no centrípeto, expansivo y no retraído, donde la gente se encuentre y vea que, en el fondo, todos somos iguales, aunque nuestra suerte nos ubicara en lugares distintos y de ellos resultaran unos más beneficiados por la vida, que otros. Un mundo donde el hombre y la naturaleza sepan convivir en paz y en un progreso sostenido…
Pero la esencia del ser humano, del humanismo en sí mismo, está en desprenderse de condicionantes y entender al semejante, al otro, desde la igualdad, pues todo llegamos desnudos, si bien la ropa nos la fueron colocando después, según nuestro entorno. Cada cual, con sus limitaciones y capacidades, forma parte de un conjunto que integran la gran sociedad que es la humanidad. Las fronteras nos las fueron colocando desde el egoísmo de grupo o de intereses de poder, para crecer ese grupo en competencia con otros, para aprovecharse de los demás en ese crecimiento y para bloquear y controlar la relación entre los integrantes de uno y otro grupo.
No, no soy partidario de fronteras. No, no me apetece el conflicto, la guerra y el botín. No, no creo en el beneficio de los desencuentros; creo más en el beneficio de los encuentros y de las sumas, de las sinergias. Tal vez sea un incauto, pero me gusta hablar del encuentro cultural, de traspasar y enriquecerse mutuamente; en suma, de compartir para seguir creciendo. Por tanto no soy segregacionista o separatista, sino inclusionista que prefiere la convergencia a la dispersión de las fuerzas defensoras del ser humano, ante la agresión de intereses superiores que se coaligan para sacar beneficio de la segregación de los pueblos.
Pero... ¿A qué viene todo esto, esta especie de confesión pública? Viene a que estoy harto de que me quieran manipular, de que me quieran enfrentar con los demás para defender extraños intereses no coincidentes con los míos. No soporto las ideologías excluyentes, ni las impositivas, no me gusta la gente que añora el centralismo y los dictadores, a los que odian o rechazar la libertad de los demás hasta someterse ellos mismos, como borregos, al dictado de salvadores patrios, renunciando a sus propias ideas, a su librepensamiento, y dejándose llevar por la vaguedad y el conformismo a cambio de tener resueltas sus necesidades materiales básicas, su seguridad servil de súbdito obediente.
No soporto al aldeano que se encierra en su parcela y pierde la visión del resto, salvo para negociar en su propio beneficio; del cegato o miope que ha perdido la visión universal para localizarla en su pequeña terreno. No, somos del mundo y al mundo nos debemos. Si no nos consideramos ciudadanos del mundo estaremos dinamitándolo, desentendiéndonos de todo para no ser defensores de nada, para dejar a los vampiros que lo vayan destruyendo a su antojo, hasta dejarnos sin casa, sin tierra, sin planeta, mientras ellos se refugian en sus fuertes para subsistir al cataclismo.
Por tanto, me gusta el concepto inclusión, universalidad, humanismo y, repito, compartir. Por ello, solemos hacer, y yo los potencio, encuentros entre amigos y conocidos, donde cada cual aporta algo para compartir con los demás, según sus capacidades.
Curiosamente, cada año, venimos realizando un encuentro a la sombra de un acto gastronómico-cultural que no responde a la esencia de Andalucía, sino a la idiosincrasia catalana. Hoy lo reivindico como forma o instrumento de confluencia. Por qué este y no otro? Tal vez porque sea uno de los más necesario. Se está sembrando un desencuentro con Cataluña por parte de extraños intereses que se escapa a mi entendimiento y comprensión.
Yo quiero, con este acto, simbolizar el encuentro entre las diferentes culturas y pueblos, entre la gente dispar, distinta, diferente, que pretende convivir y proyectarse en la universalidad del ser humano, enriqueciéndola con esa diversidad complementaria, con sus idiomas, sus hábitos, costumbres y culturas abiertas hacia el encuentro y la fusión beneficiosa para todos. Una calçotada en Andalucía, regada con distintos vinos de las demás comunidades de España, es un buen aliciente para ver y disfrutar de lo bueno y diverso que se nos ofrece desde este polifacético país.
Este año los calçots han sido cultivados en la huerta de José Ginés (hemos introducido la variable de ajetes chinos, una novedad interesante, pero sin segundas intenciones, dado el empuje del coloso asiático, por lo que no debe adjudicarse a nosotros la decisión de comprar deuda pública española por parte de Pekín, jejeje…), la salsa hecha por Loli, como siempre excelente, producto de una receta de nuestros amigos Miquel y Magda de L’Hospitalet, los sarmientos de mi parra, el vino politópico (de diversos lugares), lo demás producto del pueblo; lugar, mi patio andaluz.
Resultado: Un excelente rato en compañía, disfrutando de la amistad y compartiendo manjares, conversación, chistes y juegos… en suma, sana alegría... Desde aquí os invito a participar de ese espíritu… ¿Te apuntas? Lo que da de sí una calçotada para reflexionar…!!!
25 comentarios:
Antonio...me gusta tu escrito, el sentido integrador, es cierto Cataluña, en ciertos sectores, cada dia está peor vista...y no hay razones de suficiente peso para que así sea....
¡hayá cada cual!....
y me encantan los calçots...
Hola, Antonio: Me gusta el modo en que expresas tus pensamientos, aunque no comparta todo lo que he leído. A veces, lo encuentro contradictorio:"Somos del mundo y al mundo nos debemos. Si no nos consideramos ciudadanos del mundo estaremos dinamitándolo"
Esa frase la asumo porque resume mi manera de pensar.Desde mis tiempos escolares intentaban enseñarnos un idioma,(Esperanto) para intentar solucionar el desastre de Babel y que hubiera un día en que todos, nos entendiesemos hablando un mismo idioma. Creo sería maravilloso que fuesemos a donde fuesemos nos pudieramos pasear libremente sin pasaportes, y comunicarnos con todos en la misma lengua, sea en inglés, castellano o cualquier otro, pero el mismo. En cambio,y debido a la presión de minoritarios grupos y a quienes les siguen como corderitos, hoy día caminamos en sentido inverso: sales de Andalucía y a cada trescientos kilómetros,más o menos, se intenta imponer otro idioma, otra frontera, con sus diferentes gobiernos y su normas, policías, decretos y fiscalidad.En vez de unir, dividir.
No sé cómo decirte, pero si entre esos queridos amigos tuyos que te acompañan en ese encuentro-comida en familia hubiese alguien que aprovechara la ocasión para defender su lengua materna, el vascuence, por poner un ejemplo,creo que si bien , y conociendo tu amplitud de miras, lo escucharíais con educación y respeto; pero él os estaría faltando al respeto porque si bien es su derecho expresarse como quiera, no es el lugar apropiado para reivindicarlo en un encuentro amistoso celebrado en la casa familiar de unos amigos al que ha sido invitado.
Es mi forma de ver las cosas, tal vez me esté acercando, sin proponérmelo, al pensamiento político de una denostada y nostálgica clase de salvapatrias; pero la verdad es que coincido contigo cuando dices:
"No, no soy partidario de fronteras. No, no me apetece el conflicto, la guerra y el botín. No, no creo en el beneficio de los desencuentros; creo más en el beneficio de los encuentros y de las sumas, de las sinergias.... no soy segregacionista o separatista, sino inclusionista que prefiere la convergencia a la dispersión de las fuerzas defensoras del ser humano, ante la agresión de intereses superiores "
Bueno,dejemos este espinoso tema y pasemos al de tu reportaje: Al ver ese plato color naranja recordé las apetitosas Porras de Antequera, que en Granada llamaban "salmorejo". Los ajetes tiernos así no los he comido nunca, deben estar pa chuparse los dedos.Sólo los he comidos en ensalada o acompañando los potages.
Me alegro de que os lo pasarais tan bien. Abrazo para ti, y mis respetos para Lola.
tiene toda la pinta de haber sido un maravilloso encuentro !!!
me ha encantado tanta mezcla en buena armonía .
Hay pocas cosas mejores para unir gente ,que disfrutar de una comida en buena compañía.
Unbesazo
Antonio,compartir comida y sentimientos es una experiencia enriquecedora,que alienta y estimula al espíritu para seguir creciendo unidos,respetando tradiciones y proyectando a la mente hacia la unidad y el entendimiento en la diversidad
Mi felicitación por este evento y por otros muchos,que sin duda,disfrutaréis.
Mi abrazo inmenso y feliz fin de semana.
M.Jesús
¡Ñam! una de dos o dejo de ver blogs o renuncio a la operación bikini...
Amigo Antonio, te he leído en facebook y he dejado allí un texto, pero es un palo porque no permite textos muy largos o yo no sé hacerlo funcionar bien. Es más sintético, vaya, eso quiero decir.
Y me he quedado con un come-come que me ha hecho pensar que no lo había explicado bien. Bueno, yo naturalmente estoy de acuerdo contigo en líneas generales. Creo que el ser humano debe tender a fusionarse, a convertir todo el planeta azul en un sólo país. Eso es lo que yo siento. Y lo que debemos hacer, seguramente, es contribuir a esa unión con las otras personas. La forma que tú explicas es genial, porque implica una comunión, unirse para alimentarse, con respeto a las otras culturas. Divertirse, socializarse, quererse en general. Estoy por eso.
Pero por otro lado si una comunidad se siente mal en una cotidianidad y opta por continuar el camino separadamente creo que debería ser un derecho irrenunciable. No significa ello que uno sea menos universalista, sino que yo pienso que llegaremos a ese universalismo solamente cuando nadie se sienta a disgusto. Y además impedir que alguien se marche no implica que quien se quiere ir sea menos universalista, sino que quien no le deja marchar seguramente es menos demócrata. Es lo que te decía en el facebook: yo puedo amar todo lo francés, pero no sentirme francés no debería ser un pecado, como de hecho no lo es. Ni implica que pretenda menos que otro avanzar hacia esos postulados universales. Si los franceses pretendieran anexionarnos y no quisiéramos, y nos acusaran de ser poco universalistas para mí sería un trampa dialéctica,no?
También debo decir, sin pretender molestar, que llamar vascuence al euskera como hace el amigo Juan me suena muy otra época, como si ahora nos destapáramos refiriéndonos a Euskadi o al País Vasco como las Vascongadas, como en otras épocas. Pero bueno, es una opinión que no pretende tampoco polemizar...
Antonio, un abrazo y brindo, desde luego, por la unión de los pueblos, que puede estar basada únicamente en el respeto y el cariño. Y de eso puedes dar lecciones, amigo.
Y otra cosa, seguramente la más importante... si se hicieran más calçotadas del encuentro y el ánimo fuera ese, y no otro, aquí existirían menos consultas independentistas, eso te lo puedo asegurar. Otro abrazo.
Antonio, pienso como tú, he estado a punto de ponerte el comentario en catalan jejeje Creo sinceramente que los separatistas son los que piensan que España vive gracias al dinero de ellos.
Con 40 días me llevaron a Cataluña he vivido allí 20 años, parlo y entiendo el catalán. Amo a Cataluña, y por supuesto pienso como tú que es mejor sumar que restar.
Yo os hubiera aconsejado hacer una
escalivada y un conejo al alioli que es más variada y suculenta que los calcots, jejeje
La comida catalana es de las mejores gastronomías que he probado en nuestro País.
Y el pan an tumaca, escolta, és molt bo.
Esas rebanadas de pan de masía calentado al fuego con tomate y jamón serrano.
Antonio, se nota que tienes buenos amigos que suman más que restan.
Un abrazo
Vaya, por el titulo creia que nos ibas a hablar de una alegre jornada gastronómica y resulta que descuelgas reivindicativo y peleón, jeje.
¡Bien dicho!
Saludos
Antonio, no eres un incauto, eres un soñador. Si eres todo lo que dices ser, si eres libre, si no pasas por ser subdito obediente... sera porque no perteneces a ningún partido político. La metáfora del aldeano es cierta él interesa a los vampiros, que solo quieren dividir con: los nacionalismos,la religión, la política etc.
El cataclismo que muchos intuimos vendrá y no creo que haya fuerte que lo resista.
Sinceramente creo que lo que nos aterra es perder el estado de bienester que disfrutamos aún.
Yo tengo una casita con un jardín donde hay naranjos, rosales y madreselvas, mañana tengo una calcotada con amigos, vivo en un País donde hay gente que lo esta perdiendo todo, mañana seguro que hablaremos de lo mal que esta la situación económica y de lo buena que me habra quedado la salsa.
Nos estamos acostumbrando a un sistema apestoso e indecente con una pasividad pasmosa.
Por cierto en Cunit proximamente celebraremos nuestra Feria de abril,aquí en Catalunya tambien esta Andalucia.
Un abrazo.
Eastriver, dices que no quieres polemizar pero llegas con palabras mayores, como si yo procediera de los nostálgicos del antiguo Régimen. Si te te refieres a Euzcalderría como el País Vasco, los habitantes son vascos y su lengua el vascuence.
Si te refieres al mismo país como Euskadi, es apropiado que al referirse al idioma se diga el euskera. Ambas denominaciones son correctas:
RAE
vascuence.
(Del lat. vasconĭce).
1. adj. euskera (‖ perteneciente a la lengua vasca).
Justamente a esas personas que están con la escopeta cargada para sacar a la luz sus ideas nacionalistas son las que trato de evitar. Y sí, tengo casi 70 años, soy de otra época y he vivido bajo tres modelos: Dictadura, República y Monarquía,soy de pensamiento libre, y no admito que nadie me dicte su manera de pensar.
Perdona, Antonio, por usar tu espacio para responder por alusión, de otro modo jamás se me ocurriría debatir con otro usuario en un espacio privado ajeno. Saludos
Juan, no pasa nada... Sé que está admitido por la RAE pero he escuchado a pocos vascos llamar vascuence a su lengua, sólo era eso. Y yo prefiero llamar a las cosas como prefieren los del lugar, más que nada por lo del respeto que decíamos antes. Pero va en serio que no pretendo polemizar. Creo que todo el mundo tiene derecho a expresar libremente su opinión y a ser respetado, como has hecho tú y he hecho yo. Te mando un abrazo, te pido disculpas si las formas no han sido correctas y te has sentido aludido para mal y lo dejo aquí, con la casi certeza de que es más lo que nos une que nos separa. Saludos a todos, y disculpa Antonio, probablemente es cierto que no debía haber tomado tu blog para una alusión tan personal. Lo siento, pues. Saludos a todos.
Antonio:
Todo lo que sea integrar y no dividir es bueno.
Integrarse en torno a la comida y a las buenas charlas es magnifico.
Unirse en un sentir universal del hombre eso es extraordinario.
hasta pronto Mario
Eastriver: estoy seguro de que son muchas más cosas las que nos unen y por ello también te pido disculpas por haberme exaltado por tan poca cosa.Un abrazo
Gracias por vuestros comentarios queridos amigos y queridas amigas. Sé que el tema, visto a bote pronto y tratado desde la generalidad, puede dar para rato y para divergencias incluso, pero es que, a veces, y tal vez sea una cuestión cultural, nos empeñamos más en ver las diferencias que las similitudes. Puede que el ser humano necesite esas diferencias para significarse, para singularizarse e individualizarse como sujeto, y sea menos propenso a buscar las convergencias.
Mi pensamiento sobre el tema es bastante más complejo y, si tengo tiempo, lo desarrollaré más detenidamente en otra entrada.
Quiero anotar que Juan y Ramón, junto a Marian, son las únicas tres personas, de los que han comentado, a las que conozco personalmente. Para mí es un verdadero placer poder decir esto, pues son excelentes amigos, respetables y respetante, fraguados en el combate diario por la vida en cada caso. A los dos, que han establecido ese pequeño debate, quiero hacerles llegar mi amistad y respeto, en el convencimiento de que, como dicen, hay más cosas que nos unen a los seres humanos de las que nos separan. Esa es la forma del acercamiento, circulando por esa vía del encuentro y no por la de la separación y alejamiento. Ponerse en lugar del otro, empatizar, es la forma de entenderse mejor y comprender lo que el otro plantea, aunque no compartamos sus ideas o argumentos, incluso…
Un abrazo a todos y todas
Juan, ese plato que parece porra antequerana o salmorejo cordobés o granaino, es la salsa de los calçots, que habilmente hace Loli y que resulta exquisita.
Ya que estamos en eso de compartir, os invito avisitar el blog de mi peña flamenca, donde hemos celebrado otro encuentro gastronómico de primera magnitud. Allí verés platos típicos de mi pueblo y otra forma de establecer convivencias y encuentros entre amisgos y conocidos.
El link es: http://pfjuancasillas.blogspot.com/2011/04/ii-encuentro-concurso-gastronomico.html
Un abrazo
¡¡ ya veo como se castigan!! ¡A lo chino!
Preciosas las fotos. Que pasan unas muy Felices Pascuas.
Besos
Gracias, Myriam. Tal vez por eso tomamos ajetes chinos, este año jejeje...
Besos
Antonio, si uno está dispuesto a aprender, puede aprender en cada esquina. Y yo, que seguramente no sé nada o casi nada, sí puedo decir que por lo menos, estoy dispuesto a aprender. Y que en esta entrada tuya, con el "encontronazo" con Juan, he aprendido algo. Seguramente ya lo sabía, pero lo he reaprendido, por decirlo de alguna forma.
He aprendido que los seres humanos, en ocasiones, vamos con el turbo y nos falta nada para saltar. He aprendido que muchas veces nos fijamos sólo en la superficie, porque profundizar cuesta trabajo. Y he aprendido la satisfacción enorme de detenerse y decir, a ver, ¿me habré equivocado? Y la satisfacción, mayor aún, de decir, vale, sí, lo asumo, me he equivocado, he saltado muy deprisa, he presupuesto que esa persona era lo que no es, etc. Con qué facilidad juzgamos, Antonio, es deplorable.
Pero bueno, todo aprendizaje conlleva una enorme satisfacción. Porque no te sientes estancado. Porque sientes que con la crítica ganas muchísimo. Y además, en este caso, para asegurarme, quise conocer más a Juan. Entré en sus blogs y descubrí un tío muy sensible y con mucho talento.
Así que gracias a ti, Antonio. Por recordarme de forma indirecta que cuando nos equivocamos, aprendemos.
Ramón, ya sabes aquello que yo defiendo: "La mente es como un paracaídas, solo funciona cuando se abre". Tal vez por eso podamos aprender más al ver por los ojos de otros, sabedores que cada uno es distinto y que nada de lo que se ve es totalmente aplicable a nadie, salvo después de pasar por el tamiz de su propia personalidad, de ingerirlo y asimilarlo hasta integrarlo en su propia personalidad.
Yo creo que la visceralidad tiene un componente emocional que perturba la razón. El componente va unido a prejuicios e hipótesis ligeras que no son contrastadas salvo tras la reflexión crítica y aséptica. Al final, cuando llegamos a la madurez, no estamos vinculados a nada incondicionalmente, pues lo vemos todo con más perspectiva, desvestidos de esa emocionalidad que resulta irracional. Al menos ese es mi pensamiento tras larga experiencia en esta vida que me ha tocado vivir. No sé si llegaré a conseguir esa situación privilegiada de perspectiva madura.
Un abrazo afectuoso, amigo Ramón, y mi saludo también para Juan Pan.
no me gustan las fronteras, ojalá que al mundo no lo dividieran las rayas de los mapas. Una magnifica entrada muy reflesiva.
besitos
A mí tampoco, Ana. Tampoco me gustan, pero nos las colaron y ahí andan.
Besos
Tu texto, estupendo Antonio y la calçotada una idea integradora estupenda. Ojalá pudiera unirme alguna vez a ese encuentro.
Pero fijate que ya, siendo tu entrada una reflexión importante para el encuentro, para la integración, para intentar convivir con multiplidad de miradas, pues apesar de ello, al final entre los comentaristas ha habido confrontación. Y es que el lenguaje y su interpretación es lo que tiene. Curioso, no?
Un beso y buena Semana Santa.
Hola Antonio, no he leído el escrito porque ahora no tengo tiempo, solo quise localizar tu blog para seguirle y decirte que tambien mañana me voy hasta el domingo. Me dijo Conchi que vendrías por aquí pero yo no estaré, una pena otra vez será. Pasalo muy bien. Un abrazo.
Rocío
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