lunes, 22 de noviembre de 2010

Las apariencias engañan



Anda uno, a veces, cargado de puñetas, pequeñas manías, sin llegar a obsesiones, que se cuelan en los hábitos cotidianos y que, según que días, se exacerban más o menos. El hecho es que, de cuando en cuando, me asalta una pequeña rareza que puede ser más extendida de lo que pienso. Consiste en observar a la gente y establecer hipótesis sobre su vida y su personalidad, su forma expresiva y sus sentimientos, sus emociones y vivencias, en función de los mensajes no verbales que su cuerpo va transmitiendo…

Es curioso, pero ese extraño ejercicio debe tener su raíz o intencionalidad en algún lugar íntimo de mi propia psique. No sé si su última pretensión es constatar o investigar, aunque sea hipotéticamente, cómo son otras vidas, otra gente… sin dejar de lado la proyección que toda interpretación suele llevar incluida; o puede que sea una deformación profesional de psicólogo, si bien no soy un defensor de la Teoría Tipológica de Kretschmer, más bien al contrario, sí soy un interesado en la Teoría de la Comunicación Humana, tal vez, sea ello lo que me mueve a ese extraño ejercicio interpretativo, por lo general no contrastable.

Pues bien, en este sentido ando intentando desenredar la paradoja de las conductas manifiestas, que muchos ejercemos desde la exigencia o demanda del entorno, es decir, de la sociedad y sus complejidades, en contraposición al sentimiento íntimo, del carácter individual que soporta esas conductas. O lo que es lo mismo, lo que manifestamos a la gente y lo que llevamos realmente dentro.

Es ese caso del sujeto que trasmite seriedad y que luego resulta que es un cachondo mental, chistoso, ameno, agradable, llano y entrañable; cuando la opinión de la gente de la calle, de quien no le conoce, se orienta a considerarlo serio, con las connotaciones que se le quieran adjudicar a la palabra como formal, reservado, seco, hosco, adusto, agrio, etc. Quiere decir esto que las apariencias engañan y que el pensamiento de los demás no depende tanto de cómo es uno, sino de cómo son ellos y los parámetros que tienen para adjudicar los calificativos y ubicar o conformar su idea sobre ese algo, en este caso el sujeto.

Dejo el rollo introductorio, que da para elucubrar mucho más y voy al grano. El otro día, estando parado, me vino una persona de frente y a lo lejos ya se le veía seria, firme, con un caminar potente, casi agresivo, la cara tensa, la mirada fija, ausente y lejana… Cuando se acercó más sufrí un latigazo y me tiró por tierra la imagen formada, traía una ventana abierta, la ventana de sus ojos, y su rictus ya no era tan ceñudo, la comisura de sus labios esbozaba una leve e íntima sonrisa camuflada, el brillo de sus ojos delataba cierta satisfacción… se le escapaba el candor, esa autenticidad que su caminar pretendía disimular. Entonces, cuando pasó, me volví y la vi bella.

En una primera impresión la catalogué de hosca, seca, huraña, frustrada; incluso agresiva y despótica. Daba la sensación de haber tenido una mala noche, ya me entendéis. Su forma de andar apartaba, establecía barreras bloqueando su espacio vital mediante un muro protector… Pero luego, cuando me fijé en sus expresiones faciales, en esas nimias manifestaciones que se le escapaban al control, concluí mi error. Sus ojos la delataban. Pensé: Qué va, ha tenido una excelente noche o le espera un espléndido día haciendo un trabajo que le gusta, o… su satisfacción y alegría contenida se le escapaba por esas ventanas oculares. Y es que los ojos son el espejo del alma, como se suele decir. Se comenta que en tiempos de Luis XIV de Francia, las cortesanas ya usaban colirio, ello las hacía más bellas y seductoras mediante la dilatación de las pupilas y el brillo de sus ojos. Quién no ha oído alguna vez la canción “Amores de barra” que interpretaba Ella baila sola, aludiendo al colirio en los ojos…

Entonces por qué me había confundido, por qué aquel caminar agresivo, aquella ausencia y malaje que yo había interpretado… o tal vez ella había simulado desde la distancia. Y es que a veces, caminamos con nuestro propio mundo a cuestas, cerrado a cal y canto a los demás, para que no entren en él, establecemos un muro defensivo para que la gente no se permita aventurarse en nuestra vida… Usamos esa comunicación no verbal que instaura obstáculos o barreras. No saludamos, no sonreímos, no mostramos afectos y nos presentamos insensibles, rígidos y ausentes… y detrás de todo ello se esconde una persona maravillosa deseosa de vivir, de comunicarse y hacer amistad, pero la paranoia de la calle, del miedo a lo desconocido, de la desconfianza y la necesidad de cerrar puertas para que no entren los desagradables, se ha establecido como conducta defensiva en mucha gente. Esa conducta se mimetiza en los demás y, de resultas, andamos todos paranoides, suspicaces y cargados de susceptibilidad. Luego, una sonrisa, un acto de cortesía, una manifestación de amabilidad suele abrir esas puertas cerradas, pero… ¿Quién empieza? De momento voto por retomar la idea de saludar, que como digo en otra entrada, es salud-dar, en este caso dar salud mental, y quien la da la siembra y la recibe como cosecha, también por mimetismo agradecido.

30 comentarios:

emejota dijo...

A la noctámbula de turno le ha encantado esta entrada, dadas las similares actitudes que compartimos ante la vida y sus circunstancias. Sin embargo creo que soy lenta en advertir esas apreciaciones. Al principio observo en silencio y no saco ninguna conclusión, necesito seguir observando repetidamente sin conclusión alguna. Luego, como por arte de magia, todo tipo de sugerentes propuestas mentales se van decantando a través del pensamiento, es cómo si fuera en automático y visto lo visto, le dejara hacer. Esta actitud puede inducir a "engaño" porque al principio soy absolutamente "naive", pese a la experiencia, y luego como que brotan las conclusiones como si fueran palomitas de maíz y me asalta una amplia gama de pensamientos o razonamientos. Ya ves, inconsciente puro que se va abriendo camino para decantarse en consciente, no siempre acertado.
Toda la vida me ha ocurrido así, y cuando he pretendido alterar ese orden ....mal.....las cosas han salido muy mal.
Un fuerte abrazo sabio amigo.

Antonio dijo...

Siempre andamos con el interrogante acuestas, emejota. Yo lo que hago siempre es una hipótesis abierta, pero a veces la realidad se aleja demasiado de ella. De todas formas, a veces me pregunto si esa hipótesis no responde más a mis necesidades que a la realidad de la otra persona. Si ando tristón cabría pensar en dónde anda la felicidad y sitúo a la otra persona en lo que a mí me falta en ese momento…
Un abrazo

RGAlmazán dijo...

Hay muchos factores que pueden hacer parecer a una persona distinta de lo que es. Por ejemplo, la timidez, conozco, supongo que todos conocemos, gente que a primera vista es retraído, inmovil, parado pero que una vez vas entrando en contacto te das cuenta de que dentro hay un gran tipo.
Yo no estoy de acuerdo con aquello de que la cara es el espejo del alma. Los gestos son esenciales, pero son parte de un todo, donde seguramente deberíamos profundizar más para conocernos.
Desde luego empezar por el saludo, es lo mínimo.
Como siempre, Antonio, una entrada que hace pensar, y no es poco.

Salud y República

Felipe Medina dijo...

Amigo Antonio,se suele decir que la cara es el espejo del alma,cosa en la que no coincido como tú bien argumentas.

Tras una persona que pueda parecer tosca y huraña nos podemos encontrar con una persona maravillosa y tierna.Y es que, a veces,los fardos de vida cotidiana se nos hacen muy pesados.

Como todas tus entradas ésta muy buena y razonada.

Un abrazo

alma dijo...

Me gustan mucho tus entradas, Antonio, pero esta me gustó de una manera especial.Yo también practico ese ejercicio, el de imaginar sucesos y trayectorias en las personas que me cruzo. Mi marido dice que lo hago de puro cotilla :), quizá tenga razón.
Un beso

María dijo...

Por supuesto que las apariencias engañan, hay personas que parecen muy serias, en un principio, pero después, conociéndolas, son todo lo contrario, o incluso, al revés, personas que parecen muy simpáticas, luego son todo lo contrario. Por eso no se puede juzgar a las personas, porque hay que conocerlas para saber cómo son.

Estoy de acuerdo en lo que dice RGAlmazán, ya que una persona tímida, puede parecer muy seria, pero después, una vez que coge confianza, llega a ser todo lo contrario.

Me encantan estos posts, que nos ayudas a reflexionar sobre las diferentes personalidades.

Un beso.

Antonio dijo...

Gracias Rafa por tu aportación. Hay, indudablemente, variados aspectos a considerar para conocer a las personas, entre ellos, lógicamente, su forma de expresarse, su carácter y su personalidad, como bien dices, la timidez es una característica que condiciona el mensaje, o al menos lo enmarca.
Cuando se alude a que la cara es el espejo del alma, entiendo que se pueda referir a la interpretación del mensaje no verbal. El ser humano es especialista en el manejo de la palabra y la palabra admite la construcción consciente de un mensaje, bajo la denominada comunicación verbal, por lo que es más manipulable. Mientras el no verbal, que es el referencial, cargado de mensajes transmitidos desde esa forma primigenia de comunicación, es menos controlable, menos manipulable y deja escapar la verdad de los que realmente sentimos. Ante un doble mensaje suele primar el contenido no verbal o referencial sobre el verbal o formal. Hay técnicas que proporcionen mayor información y producen evidencias más creíbles que las propias palabras que alguien dice, y así la lectura de los gestos, del tono de voz, del movimiento de los ojos, entre otras cosas dan indicadores más realistas de las intencionalidades que realmente tiene nuestro interlocutor. La cara no es el espejo del alma, pero la comunicación no verbal sí puede serlo, bajo mi punto de vista.

Un saludo

Antonio dijo...

Hola Felipe, es cierto, estamos acostumbrados a sacar conclusiones a la ligera sobre la gente que conocemos a primera vista, pero el error sería no entender que esa hipótesis es abierta, no solo al principio, sino a lo largo de la vida, puesto que somos seres dinámicos, aunque se vaya consolidando cada vez más la opinión fraguada. Es aquello de no pongo la mano en el fuego por nadie, ni por mí mismo, ante una nueva situación de estímulos que se escapa a lo conocido… Al final no conseguimos conocernos íntegramente a lo largo de la vida. Cuando decimos “yo soy yo y mis circunstancias”, estamos diciendo que las circunstancias me condicionan e influyen en mis decisiones y forma de ser.

Un abrazo

Antonio dijo...

Almalaire, como decía, puede que no sea tan raro esta forma de actuar, sino que responda a la propia curiosidad que llevamos dentro y a la necesidad de hipotetizar sobre todo.
Un beso

Antonio dijo...

María, el otro día me decía una amiga que otra le había comentado que yo era muy serio, a lo que está respondió que nada de eso pues en el trato directo era dicharachero, me gustaba el chiste, la risa y la conversación. Dos formas distintas de pensar y ver las cosas según el nivel de trato. Por tanto, es cierto lo que dice Rafa, no solo la timidez, sino la forma o capa con la que nos vestimos crea opinión.

Un beso

Ana dijo...

Como dice el refrán, "las apariencias engañan", a veces la primera impresión no es la verdadera, y todos podemos tener un mal despertar o un mal imsonio, pero a lo largo del día, suele aparecer la sonrisa.

Un besito.

ARO dijo...

No solo las apariencias engañan, sino que las apariencias son fruto de nuestra predisposición a interpretar en función de nuestra subjetividad. Muy buen artículo.

IV Encuentro de Poesía en la Red dijo...

Antonio, me gusto mucho tu articulo, yo sè que todas las apariencias son engañosas, a veces un simpático de entrada luego es un agrio que refunfuña por todo, o un seco de entrada, o serio como tu dices, es una persona dinámica, alegre y amorosa.

Eso es porque tenemos muchos grados distintos de nuestro carácter y también porque al principio hay gente tímida o impulsiva como yo, que posemos dar una imagen equivocada.

Luego esta el miedo a abrirse con personas nuevas, el querer quedar bien de entrada porque sabemos que la primera impresión es la que se queda uno para querer seguir conociendo a la persona o no.
Oye, tienes una mente prodigiosa.
A ti hay que escudriñarte con lupa jejeje tienes tanto para sacar!!

yo creo que tu eres de esas personas que sorprenden.
Tu mente es abierta, creo que agnóstica pero la duda es para ti una herramienta dE trabajo y eso es estupendo.
Un abrazo

IV Encuentro de Poesía en la Red dijo...

Soy MarianGardi

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Antonio, creo que nos sucede a todos lo de catalogar a priemra vista a los demás. Yo creo que explicas bien la causa con esta frase:
"andamos todos paranoides, suspicaces y cargados de susceptibilidad".
Recibimos tantos desengaños en la vida qu vamos por la calle con la escopeta cargada. Como es habitual cada vez que vengo a tu blog, he disfrutado mucho con tus reflexiones. Un abrazo

Antonio dijo...

Efectivamente, Ana, las apariencias engañan… pero yo me pregunto si no seré yo el que me he engañado al forjar unas expectativas que no se adecuan a la realidad. El otro es como es, pero yo no fui capaz de ver su realidad.

Besos

Antonio dijo...

Aro, mi respuesta a Ana creo que va en el sentido que tú planteas.
Gracias y un saludo

Antonio dijo...

Es cierto, Marian, la personalidad de cada cual es el marco donde se da esa comunicación, lo que la condiciona, y muchas veces no somos capaces de comprender las características que integran al emisor del mensaje, por lo que acabamos analizándolo desde nuestras características personales sin practicar, siquiera, la empatía.
Gracias por lo de la mente prodigiosa. Eres muy amable, pero lo único que intento hacer, pienso que al igual que tú, es sacar todo lo que llevo dentro de esa mente, sin demasiados condicionantes, aunque desde el respeto y la corrección. En ese camino vamos caminando y creo, que vamos de la mano mucha gente, lo que es reconfortante.

Besos

Antonio dijo...

Es verdad, Juan, vamos con la escopeta cargada. Lo curioso es que en estos tiempos de crisis vamos aún peor, la gente anda irritable y pendenciera. Luego tenemos una tele que nos jode la convivencia con gentuza “ejemplarizante” de rara calaña que vende más que habla.
Gracias, Juan, por compartir mis reflexiones y que te gusten
Un abrazo

Anónimo dijo...

Y sí, hay que empezar por el saludo y por mirarse a los ojos y por tocarse, ya que últimamente todo el mundo parece preservar su mínimo espacio vital.
Hay que hacer caer las máscaras y evitar que la gente mire hacia abajo cuando te hablan, por favor. A los tímidos dejémoslos estar, porque tienen todo su derecho. Y a los preocupados en sí también, siempre y cuando no se encoraginen con uno.

Un beso

Antonio dijo...

Ataulfa, saludar es abrir la puerta para que la gente entre en ese espacio vital y compartir cosas.
Tocarse en poner en contacto la energía vital de ambos, pero nuestra cultura ha demonizado eso porque vayamos a ir más lejos... ¿Más lejos de qué?
Un abrazo afectuoso

Myriam dijo...

Cierto, comunicamos muchas cosas con nuestros gestos sin darnos cuenta y después nos sorprendemos d elas reacciones de los otros. Viene bien la autoobservación.

Y sobre tu costumbre de observar a otros, tendrá que ver un interés de analizar el comporamiento humano en todas sus dimensiones. Llámalo desviación profesional.

Un abrazo

Antonio dijo...

Es posible, Myriam, que sea deformación profesional, pero a veces pienso que pueden intervenir las proyecciones personales, o al menos ir cargadas o condicionadas por ellas, pues según los estado de ánimo se centra uno más en las personas que complementen, son más atrayentes…

Un abrazo

Antonio dijo...

Es curioso, María, pero al saludador lo tendrían por loco. Aquí el que se sale de la norma, aunque las conductas sociales que crean esa norma sean patológicas, resulta el excluido. La gente amable y expansiva puede ser catalogada de hipomaniaca…

Saludos

Antonio dijo...

María, yo empecé a trabajar en el Hospital Psiquiátrico de Málaga en el año 1977, por lo que fui uno de los actores de la reforma psiquiátrica en Anadalucía. Te puedo asegurar que, cuando se inició el proceso de la reforma, encontré más locura fuera que dentro.
Un abrazo

fiorella dijo...

Concuerdo totalmente contigo y no por,como dicen Uds.,hacerte la pelota. Los términos desarrollo,progreso,avance,etc...en el ámbito de la salud...están dejando mucho que desear. No todo tiempo pasado fue mejor, pero sin duda hay que verse como seres integrales y parte de un todo.Un beso

Antonio dijo...

Fiorella, lo malo de la medicina y la curación en general es que acaba convirtiéndose en un negocio para muchos y como tal se gestiona. El sentado de salud no interesa para el negocio, aunque sí para el bien la economía del conjunto de la sociedad. El desarrollo de la salud es potenciar el estado de salud y no crear instrumentos y ciencia para repararla cuando se ha perdido, aunque ello sea necesario.
Besos

Amapola dijo...

Estimado "compañero bloguero" , te confesaré que a este juego de adivinar sobre perosnajes que desconocemos totalmente somos muchos los que a veces nos aventuramos............y te diré que hay veces que por desconcertado que parezca también se acierta........jajajaa y no soy "Rappel" que conste, bueno quería dejarte constancia del agradecimiento por tu paso constante por mis blogs......un inmenso abrazo!.....(juraría que has sonreído) jaja

Camino a Gaia dijo...

Dicen los orientales que somos transparentes, pero eso no quiere decir que dejemos ver nuestro verdadero fondo. Puede que incluso que a veces seamos mas transparentes a los demás que a nosotros mismos.
Un abrazo

Luis Manteiga Pousa dijo...

Las apariencias engañan con bastante frecuencia, si. Y como sólo vemos apariencias...Es complicado. Nos podemos engañar muchas veces, tomar decisiones equivocadas, sobre todo al principio.

Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...