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Como sabéis, de cuando en cuando, suelo publicar en el blog Grito de lobos. En esta ocasión, con motivo de la visita papal, mi reflexión versa sobre la laicidad como marco de encuentro en el mundo de las relaciones interreligiosas, civiles, políticas y administrativas de los estados y sus gobiernos. En este caso lo he titulado: “Desde la ética laica, Dios sería laico…”
Es bien cierto, que cada día hay más creyentes que muestran su conformidad y entiende la laicidad de los estados como un planteamiento viable que garantice la convivencia entre religiones, a la vez que sustente los derechos humanos y, consecuentemente, la libertad de religión y creencias. No siempre fue así, y aún no lo es en muchos lugares. Es más, se da información tendenciosa sobre el concepto de laicidad entendida como algo negativo y antirreligioso, cuando en realidad es todo lo contrario, defiende la diversidad del pensamiento, de las creencias, y conforma un lugar o marco de encuentro para la convivencia entre ellas, preservando a los estados de su influencia impositiva.
Yo defiendo la laicidad como garante de los derechos, incluso, de todos los creyentes, desde el respeto a la divergencia y desde la asunción de que la verdad de cada uno es relativa y no determinante para los demás, por lo que nadie ha de imponer credos a nadie, salvo los propios que garanticen la convivencia y el respeto a la libre decisión en los asuntos personales y la asunción de los compromisos que afecten al conjunto de la sociedad. En este marco encaja la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU.
Me voy a más de 500 años antes de Cristo, parafraseando a Confucio en su precepto JEN o la reciprocidad de conductas: "No trates a los demás en la forma en que no quisieras que los demás te trataran”. Casi todas las religiones parecen haber asumido e, incluso, apropiado de esta idea que puede ser un buen principio de entendimiento y respeto como definitoria de la idea laicista.
El artículo lo puedes leer y comentar en http://gritodelobos.blogspot.com/2010/11/desde-la-etica-laica-dios-seria-laico.html.
Es bien cierto, que cada día hay más creyentes que muestran su conformidad y entiende la laicidad de los estados como un planteamiento viable que garantice la convivencia entre religiones, a la vez que sustente los derechos humanos y, consecuentemente, la libertad de religión y creencias. No siempre fue así, y aún no lo es en muchos lugares. Es más, se da información tendenciosa sobre el concepto de laicidad entendida como algo negativo y antirreligioso, cuando en realidad es todo lo contrario, defiende la diversidad del pensamiento, de las creencias, y conforma un lugar o marco de encuentro para la convivencia entre ellas, preservando a los estados de su influencia impositiva.
Yo defiendo la laicidad como garante de los derechos, incluso, de todos los creyentes, desde el respeto a la divergencia y desde la asunción de que la verdad de cada uno es relativa y no determinante para los demás, por lo que nadie ha de imponer credos a nadie, salvo los propios que garanticen la convivencia y el respeto a la libre decisión en los asuntos personales y la asunción de los compromisos que afecten al conjunto de la sociedad. En este marco encaja la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU.
Me voy a más de 500 años antes de Cristo, parafraseando a Confucio en su precepto JEN o la reciprocidad de conductas: "No trates a los demás en la forma en que no quisieras que los demás te trataran”. Casi todas las religiones parecen haber asumido e, incluso, apropiado de esta idea que puede ser un buen principio de entendimiento y respeto como definitoria de la idea laicista.
El artículo lo puedes leer y comentar en http://gritodelobos.blogspot.com/2010/11/desde-la-etica-laica-dios-seria-laico.html.
4 comentarios:
No te repetiré el comentario, que parecería peloteo, pero sí insistiré en lo bello de la imagen. Un fuerte abrazo.
Querida Emejota, el 1 de abril de 1995, Hubble fotografió esta imagen de estructuras en forma de pilares en la Nebulosa del Águila, conocida como los “Pilares de la creación”. Estas fantasmagóricas estructuras oscuras son columnas de polvo gas y de hidrógeno interestelar frío que sirven como incubadoras de nuevas estrellas.
He querido tomarla como simbología de la creación cósmica y del profundo desconocimiento que tenemos los humanos de la vida, sus inicios y su magia… de nuestra nimiedad y de lo presuntuoso y estúpido que puede ser un sujeto dando sus explicaciones desde la verdad absoluta, hablando en nombre de Dios y en base a revelaciones, que se pueden acercar más a un delirio y/o alucinación psicóticos que a otra cosa.
Un abrazo y gracias por tu comentario
Total y completamente de acuerdo con el contenido del texto.
Sólo desde la neutralidad puede garantizarse la libertad de los que quieran y de los que no quieran.
Nací en un pais laico, respetando todos los sentires.
Cariños
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