Atlantic City
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El viaje a Atlantic City fue un poco más accidentado. La idea era pasar por Cape May, comer por la zona y ver una excelente puesta de sol que se observa desde el lugar, además de visitar la ciudad de Atlantic City.
Considerando que era sábado y tres de julio, víspera de la fiesta nacional de los EE. UU. y que hacía un espléndido día de playa, se lanzaron a la carretera innumerables vehículos… como aquí con la afluencia de la Andalucía interior en busca de Fuengirola, Benalmádena, etc… pero con más caravana. Prácticamente un bloqueo. Al final, tras desistir de la visita a Cape May y Villas en la bahía de Delaware, sorteamos atascos y nos dirigimos a Atlantic City.
Por el camino fui fotografiando los campos y casas que se esparcían a lo largo de la carretera. En un momento dado me percaté de que estábamos a media milla de Malaga… ¡O dios!!! Ya estamos en casa y no hemos pasado el charco… luego rehice el pensamiento y vi que ésta Málaga va sin acento y debió fundarla algún andaluz despistado, procedente de Málaga, que pululó por aquellos lares y no dominaba el uso del acento… Digo yo…. Observar en las fotos las interesantes construcciones de casas que fuimos viendo por la carretera.
Atlantic City es una ciudad costera de Nueva Jersey de gran atracción turística e importantes casinos. Le podríamos llamar las Vegas de la Costa. Su paseo marítimo es muy visitado y está jalonado por bellos y algunos curiosos edificios, como podréis ver en las fotografías. Las gaviotas revoloteaban a nuestro alrededor familiarizados con el gentío que deambulaba por el paseo.
Allí comimos y degusté el famoso Philadelphia cheesestea, un sándwich de tiras de carne con queso, típico de Filadelfia, que me hizo comprender cómo se veía tanta gente con exceso de peso, como podréis ver en alguna foto.
No nos dimos al juego porque no era deporte o asunto de interés para nadie del grupo, pero visitamos algunos casinos para ver su decoración y bullicio. Eso sí, en las máquinas tragaperras no se podía jugar menos de 5 dólares…
Al final decidimos ir a Filadelfia a cenar en un restaurante japonés, con una perspectiva envidiable, para ver los fuegos artificiales… mañana sería 4 de julio. Es espectáculo, tanto del artista cocinero japonés y sus malabarismos sobre la plancha, con los instrumentos propios del oficio, como de los propios fuegos artificiales, fue espléndido.
Volvimos cansados a casa, pero contentos… Mañana sería otro día…
Considerando que era sábado y tres de julio, víspera de la fiesta nacional de los EE. UU. y que hacía un espléndido día de playa, se lanzaron a la carretera innumerables vehículos… como aquí con la afluencia de la Andalucía interior en busca de Fuengirola, Benalmádena, etc… pero con más caravana. Prácticamente un bloqueo. Al final, tras desistir de la visita a Cape May y Villas en la bahía de Delaware, sorteamos atascos y nos dirigimos a Atlantic City.
Por el camino fui fotografiando los campos y casas que se esparcían a lo largo de la carretera. En un momento dado me percaté de que estábamos a media milla de Malaga… ¡O dios!!! Ya estamos en casa y no hemos pasado el charco… luego rehice el pensamiento y vi que ésta Málaga va sin acento y debió fundarla algún andaluz despistado, procedente de Málaga, que pululó por aquellos lares y no dominaba el uso del acento… Digo yo…. Observar en las fotos las interesantes construcciones de casas que fuimos viendo por la carretera.
Atlantic City es una ciudad costera de Nueva Jersey de gran atracción turística e importantes casinos. Le podríamos llamar las Vegas de la Costa. Su paseo marítimo es muy visitado y está jalonado por bellos y algunos curiosos edificios, como podréis ver en las fotografías. Las gaviotas revoloteaban a nuestro alrededor familiarizados con el gentío que deambulaba por el paseo.
Allí comimos y degusté el famoso Philadelphia cheesestea, un sándwich de tiras de carne con queso, típico de Filadelfia, que me hizo comprender cómo se veía tanta gente con exceso de peso, como podréis ver en alguna foto.
No nos dimos al juego porque no era deporte o asunto de interés para nadie del grupo, pero visitamos algunos casinos para ver su decoración y bullicio. Eso sí, en las máquinas tragaperras no se podía jugar menos de 5 dólares…
Al final decidimos ir a Filadelfia a cenar en un restaurante japonés, con una perspectiva envidiable, para ver los fuegos artificiales… mañana sería 4 de julio. Es espectáculo, tanto del artista cocinero japonés y sus malabarismos sobre la plancha, con los instrumentos propios del oficio, como de los propios fuegos artificiales, fue espléndido.
Volvimos cansados a casa, pero contentos… Mañana sería otro día…
9 comentarios:
Estupendo reportaje. Me encanta leerlo y ver esas fotos porque vive uno en parte esa experiencia. Saludos.
¡Qué contraste en las edificaciones!
Supongo que allá no son tan estrictos con eso de la estética ni la altura máxima como aquí.
Muy coloridos y espectaculares los edificios.Muy guap@s tod@s las protagonistas. Me ha encantado el reportaje,amigo. Gracias por compartirlo. Un abrazo
Bonita experiencia sin duda, seguro que nunca la olvidaras, me alegro que tengas la suerte de poder viajar, disfruta.
besos.
Me está gustando mucho, el texto y las fotos (que ya sé cómo hacer para que no salgan esos destellos tan molestos). Puedes sentirte afortunado por haber paseado por ese contraste, por esa mezcla de estilos sin ninguna manía, tan típica de América, que es lo primero que llama la atención: a parte del puentazo espectacular, los rascacielos, las casitas, los pequeños edificios, las cúpulas, el dorado... en fin, una mixtura de la que sólo ellos son capaces. Interesante y como para cruzar el charco mañana mismo.
Te está saliendo genial, estoy disfrutando mucho de los reportajes y las fotos. Philadelphia solo la conocí de paso, o sea nada. Estoy disfrutando de lo lindo con estas entradas. Un abrazo.
Gracias amigos y amigas por vuestros comentarios y visita. Estos relatos tienen dos funciones, una el plasmar por escrito lo que puede perder la memoria y otra el haceros partícipes, si os apetece, de la propia expericencia.
Abrazos
...Disfrutar cada nueva experiencia de viaje es fenomenal, yo le llamo mi carga pilas, porque en cada nuevo viaje llego completamente renovado!! Lo mas que observe en las fotos del slide es que todos sonrien, sonreir es ese gas oil diario que nunca debemos obviar!!
Peter, yo siempre dije que una sinrisa es el inicio de la felicidad...
Un saludo
Vengo viajando con vos desde New York, gracias a tu colorida pluma y tu excelente voz de narrador. Delicioso.
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