Tenemos un rico y complejo idioma. Su complejidad radica, en parte, en la polisemia de muchas de sus palabras. Una misma palabra puede tener gran cantidad de significados, siendo el contexto en que se inscribe la clave de su entendimiento. Si yo digo: Castaña, ¿En qué término castaña piensa usted? Una castaña, además de la fruta del castaño, puede ser también… una borrachera, un puñetazo o tortazo, un golpe, un accidente, la emisión sonora de gases fétidos por vía rectal o pedo, un coito espectacular, etc. Estoy convencido de que existen otras muchas acepciones según los localismos.
Todo ello viene a colación al estar asando, al fuego de la chimenea, unas castañas mientras escribo. Lo cierto es que me trae a la memoria un hecho reciente que me indujo a pensar. Ese pensamiento es el que pretendo plasmar en esta reflexión escrita, acompañado por el sabor de una castaña asada al calor del hogar.
Tenía mi suegro una costumbre sana y familiar propia del otoño, allá por los años cincuenta. En esa época solía comprar castañas asadas, envueltas en paquetitos de papel, que guardaba celosamente en su bolsillo. Al llegar a casa le indicaba a su pequeña hija, hoy mi esposa, que introdujera la mano en su bolsillo. Ella, arrebatada por el enigma, corría a cumplir la orden y se encontraba con aquel calentito manjar que tanto le gustaba, calor y alimento. Era, entiendo yo, como un pacto de afecto, como la escenificación del amor paterno y protector, nutriente y reconfortante de un padre a su hija. Era la aceptación y la satisfacción de la niña por sentirse querida, protegida y mimada por su padre omnipotente.
Conocedor de la anécdota suelo llevar a casa, de cuando en cuando, un cartucho de papel con castañas asadas. Esas castañas que preparan en las calles españolas las castañeras otoñales (las mejores, ahora que no nos oye nadie, son las que hacen en la puerta del Banco Santander, frente a El Corte Inglés. Estoy hablando de Málaga, claro). El otro día pasé por allí y le pedí un euro de castañas asadas para llevarlas a casa. Ella las pela y las reparte entre nosotros en un acto de comunión. Me dieron siete castañas por un euro.
Cuando di vuelta a la esquina me encontré con un señor que me pedía algo para comer. Reconozco que no suelo dar dinero, para evitar que sea gastado en otro tipo de cosas menos provechosas, como droga o alcohol. Suelo, a veces, invitar al demandante a comer directamente algo, pago y le dejo en su actividad, aunque en alguna ocasión se ha sentado conmigo y hemos departido y si, tras la conversación, atisbo su realidad y elimino el miedo a la mentira, le doy dinero en efectivo… digo a veces, pues no soy un sujeto que practique la caridad muy a menudo.
Pues bien, volviendo al tema, le dije al señor que me demandaba ayuda: Yo dinero no le doy pero, si quiere, aquí tiene estas castañas calentitas que acabo de comprar para mi esposa, cómaselas, algo es algo y yo compraré otras. Aceptó y marchó con ellas. Volví a comprar otro cartucho y me fui a casa. De vuelta me encontré al señor por el camino. Estaba en una esquina comiendo las castañas. Le saludé, me dio las gracias y continué hacia casa.
Durante el tránsito fui pensando en las sensaciones y emociones que me había despertado el hecho. La simbología de la tradición familiar la hacia extensible a aquel señor y me reconocí reconfortado por la buena obra. Pensé en la suerte que tenía por poseer lo que poseo, por estar como estoy, por gozar de una economía suficiente, por disponer de un hogar acogedor, por tener una familia que me apoya y quiere… en suma, por poder ayudar al otro en su desgracia.
Entonces me pregunté qué había hecho yo más que aquel señor para tener lo que tengo y qué había hecho él menos que yo para no tener lo mismo que yo, si los dos nacimos en cueros. Qué extrañas circunstancias concurrieron para que una vida llevara al éxito y la otra al fracaso… En aquel momento me embargó una extraña sensación agridulce. El dulce de mi bienestar comparativo y el amargor de la injusticia que había llevado a aquel señor a esa situación. Pero algo me llamó la atención. Me vi fortalecido y reconfortado por aquel acto de caridad. Ello significaba, en cierta manera, una justificación de mi situación asimétrica respecto a la suya, como si hubiera ejercido de lavadora de mi conciencia social, y empecé a preguntarme si:
1.- Los ricos y poderosos lavan sus mentes con la caridad
2.- La caridad palia la injusticia, pero ayuda a perpetuarla.
3.- La caridad es un invento del injusto sistema, que ayuda a su propia justificación y pervivencia.
4.- La caridad, ejercida con lo que me sobra, es clave para mantener las diferencias sin disonancia cognitiva.
5.-. Nacer en uno u otro lado de la vida delimita las posibilidades de evolución.
6.- Si las ideologías y religiones, en lugar de predicar la caridad, predicaran la justicia, esta no sería necesaria.
7.- Si todos los recursos que se emplean en ejercer la caridad se emplearan en desarrollar las potencialidades de los sujetos, la necesidad de esta dejaría de existir.
8.- La justicia distributiva está por encima de la propiedad desmesurada de los recursos.
9.- Existen unos mínimos que garanticen la pervivencia, y la sociedad está obligada a cubrirlos.
10.- Las grandes diferencias son injustas por definición.
11.- Nadie, con el trabajo ejercido a lo largo de su vida, puede justificarse como acreedor a poseer inmensos capitales. O son de herencias de antepasados, no labradas por ellos mismos y a saber cómo, o producto de la explotación, el latrocinio o la especulación y el engaño.
Después de todo esto me recogí en mi meditación y fui sacando mis propias conclusiones, que fueron encauzando mis preguntas hacia afirmaciones en mayor o menor grado... No sé, supongo que cada cual llega a sus conclusiones y no tienen por qué ser idénticas. En todo caso, dejo aquí las mías como invitación a reflexionar, siempre a reflexionar y sacar conclusiones libremente, sin imposiciones ni dogmas que nos condicionen.
Para compartir mis inquietudes, para hacerte llegar mis vivencias y experiencias, para estar más cerca de ti, si me lo permites… Tu haces de ellas lo que estimes oportuno, yo te abro una ventana desde la que verás mi propia perspectiva del mundo. Si quieres nos asomamos juntos, si no te apetece basta con no mirar por ella. La filosofía del blog la podrás encontrar en la presentación, donde se desarrollan las causas y objetivos que me planteo con él.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Las siete castañas.
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24 comentarios:
Me vi entu relato, Antonio: no hace mucho entré a comprar a un supermercado (entre otras cosas salchichas baratas, pera premiar, de vez en cuando a mis mascotas). Al salir, una chica rumana estaba pidiendo y me dijo si le daba una bolsa de salchichas, le di cinco, pensando que tendría familia, cuando fuí a devolver el carro, estaba comiéndoselas, crudas.
SE ME REVOLVIÓ EL CUERPO PENSANDO QUE DOY A MIS MASCOTAS COMIDA QUE NECESITA LA GENTE NORMAL.
Y me hice esas reflexiones que te haces...No he merecido nada de lo que tengo...
El otro día, en el mercado, mientras esperaba para comprarle a mi marido bacalao,( que tanto le gusta frito con tomate, pimiento y cebolla ) se acerco a mí una señora mayor,me pidio algo para comer, le pregunte como era que se encontraba pidiendo, me dijo que estaba esperando la paga no contributiva, me dijo que un paquetito de pasta le iria bien, pues tenia un caldito. Se te parte el corazón, le compré algunas cosas, me dio las gracias y vi como en la fruteria le tenian preparadas unas naranjas. Yo tambien me siento afortunada,si no ejercemos la caridad en estos casos, seria como si no fueramos humanos. En este mundo impredecible mañana podemos ser nosotros ¿ no te parece Antonio?
Me ha encantado tu post Antonio, es verdad, cuantas diferencias hay entre los humanos, unos con tanto y otros con tan poco, es muy triste,y la observación que haces sobre lo que tu has merecido y el otro no me ha parecido fantástica porque realmente es así,tu lo tienes todo y él nada y los dos sín merecerlo, pero es así la vida de desigual.Petonets.
Querido Antonio, lamentablemente estas cosas nos hacen sentir muy sensibles y a veces hasta culpables de la prosperidad que podamos tener. La injusticia social es un tema muy amplio y complicado, las causas estructurales de la pobreza son muchisimas. Al practicar la caridad paliamos un momento, es una anestésico, pero no resolvemos el problema y como tu dices, eso nos deja un sabor agridulce. Con respecto a tus inquietudes, me adoso a casi todas ellas, has sido bien preciso en tus planteamientos, además pienso que el tema de la caridad, en general, ha sido mal manejado o en algún momento se ha pervertido en su sentido real. Tambien considero que la riqueza tiene varias aristas y que no es un pecado, pues el tener y no tener esta sujeto a muchos motivos, incluso al factor suerte. Sin duda, un tema que nos toca el corazón y la razón. Muy dulce, la historia de tu suegro y tu esposa, que ha abierto esta magnifica entrada, besosssss caribeñossss
Antonio, como siempre tus reflexiones son extraordinarias. Primero por lo que representan "en sí mismas", y después porque provocan, por lo que veo en todos tus lectores, reflexiones propias.
Sí. El tema de la riqueza, de la distribución siempre es complejo. Lo es para personas que tenemos siempre el estómago caliente. Lo es, sin duda, para personas con extremada empatía y solidaridad, como es tu caso.
Un beso
Siempre nos ayudas a pensar.
Lo único es la justicia social.
La caridad es el señuelo de lo indigno.
Así lo siento y así lo escribo
Abrazos
La caridad no debería existir porque nadie debería tener necesidad de ella.
Lamentablemente, en estos momentos, es muy fina la linea que separa al afortunado que regala castañas del desdichado que las agradece.
Saludos, Antonio.
Me has hecho retroceder unos meses atrás, cuando una familia extranjera estaba en la parte de atrás del supermercado, rebuscando entre los contenedores restos de comida, y se me encogió el alma, porque yo en esos momentos no tenía nada que darles.
Pero hace tres días, me ocurrió otra cosa, un señor mayor recogió delante de mí una colilla que había en el suelo para llevársela a la boca.
Y te puedo contar más cosas, Antonio, pero no quiero extenderme demasiado.
Es terrible ver cómo ves a algunas personas sentadas a la puerta de los supermercados o en las puertas de las iglesias, pidiendo, pero también es triste ver cómo hay muchos que se aprovechan de la mendicidad con críos que alquilan para hacer más fuerza.
Pero también hay personas que no son emigrantes, que están separadas, y no tienen un techo dónde refugiarse, y van a cáritas para poder comer, sin ponerse delante de un supermercado ni iglesia.
Es terrible los tiempos que nos está tocando vivir, y como te decía no te iba a contar más casos, ya me voy porque sino no te dejo sitio para otro.
Gracias por removernos las conciencias.
Un beso, Antonio.
...Hoy simplemente tengo que darte las GRACIAS por mostrarme una ves mas que no estoy solo en el camino, que hay un gran ejercito de Guerreros de luz para hacer la diferencia, me ha nutrido el alma mucho esta entrada!!
Un abrazo!!
Peter
... el punto 3 es muy duro y no lo comparto.
un besote y buen finde
Antonio: tú eres una persona buena. Celebro haberte conocido.
La vida es injusta, sobre todo para algunas personas. No hay explicación posible, por mucho que reflexionemos. ¿Hay que darle gracias a Dios por lo que tenemos? y ¿los que no tienen nada tienen que darle gracias por no tener nada?
La caridad, como la fe y la esperanza dicen que son virtudes teologales, hay quien las tiene y hay quien no. ¿Por qué Dios las concede y por qué no? Una persona puede ser alta o baja, no depende de ella, ¿tampoco depende de ella, entonces, tener fe, ser caritativa o tener esperanza...? Preguntas, siempre preguntas que no tienen respuestas.
En cuanto a las castañas, si yo oigo esa palabra, como soy muy romántica siempre pienso en el fruto del castaño :)
Otra cosa es cuando está dentro de una frase,entonces: ¡Tóma castaña!
Antonio,te felicito por tu buena exposición que como siempre nos hace reflexionar.
Ojalá no fuera necesaria la "caridad"porque hubiera una serie de leyes que amparara a los necesitados y tuvieran siempre techo y comida..
Pero mientras tanto, seguirá existiendo la caridad mínima de "las siete castañas" y la caridad máxima de entrega total,que realizan miles de enfermer@s,religios@s,médic@s y voluntarios en distintas partes del mundo en condiciones infrahumanas y que gracias a ellos se salvan muchas vidas y se realizan proyectos y pequeñas empresas de trabajos para que miles de familias cubran al menos sus necesidades básicas..
Hay muchas clases de caridad Antonio y hemos de respetarlas todas,porque mientras los gobiernos no actuen con justicia y solidaridad,hemos de ser justos y devolver a la vida lo que la vida por suerte o circunstancias nos "regala" cada día(llamémosle caridad,solidaridad,humanidad o como quieras..) pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados y decir que la "caridad" no es lo más digno y adecuado..!!
También te deseo una buena Navidad en compañia de la familia y amigos.
Que este nuevo año tengas mucha salud y alegría.
Os dejo por un tiempo,os echaré de menos y seguro que volveré.
Mi agradecimiento por tus buenos y profundos posts,que a todos nos hacen reflexionar.
Mi abrazo siempre amigo
M.Jesús
Totalmente de acuerdo con todos los punto. No a la caridad y sí a la justicia social y a una redistribución digna que permita tener a todos cubiertas sus necesidades primarias.
Un buen post, lleno de intensidad y que hace reflexionar.
Por cierto, dichoso tú que ves todavía castañeras, deben de quedar muy pocas.
Salud y República
Queridos amigos y amigas, ayer salí de esta casa y vuelvo hoy. He encontrado las señales de vuestra visita. Os habéis comido y compartido las castañas, cosa que me hace feliz. Cada uno ha ido dejando su idea y su comentario compartiendo el manjar. Otros comieron con mayor o menor agrado y marcharon sin dejar constancia, pero fuéronse estimulados para digerir el nutriente y sacar sus conclusiones.
Yo agradezco que pusierais sobre la mesa del diálogo vuestro condimento personal con el ánimo de compartirlo. Después de la visita cada cual ha probado o comido lo que le apeteció, y lo no apetecido también fue, al menos, conocido.
He leído con interés, como siempre, vuestros comentarios y aportaciones y no tengo mucho que decir al respecto, salvo agradecerlos. No obstante:
María Jesús, yo creo que sí lo has merecido. El problema es que el otro lo puede haber merecido igual que tú, pero no le ha llegado.
Luna Llena, se me ha hecho la boca agua con ese bacalao tan rico que preparas. Ciertamente, en este injusto mundo, mucho se debe a la suerte y el azar.
Geni, yo creo que el ser humano, solo por el hecho de nacer es merecedor de una vida sin limitaciones a su desarrollo físico y psicológico. Lo malo es que algunos se adueñan de todo y no dejan nada a los demás.
Querida Circe, yo creo en la riqueza y su necesidad social. Pero antes definamos riqueza en un sentido amplio, donde se conjugue lo material y lo espiritual, mental, social, etc. Una riqueza biopsicosocial suficiente, que actúe como higienizante y permita a nuestra mente el desarrollo intelectual en libertad para compartir con los demás el crecimiento.
Es verdad, Carmen, provoco reflexión. Al menos esa es mi intención. Es un acto egoísta, pues al reflexionar yo y esperar la reflexión de los demás, para beber de ella, me enriquezco y me aclaro mejor con mis propios pensamientos. La clave es compartir. Aquí viene a colación la frase de Facundo Cabral que coloco en mi ocurrencia nº 7: “La vida es el arte del encuentro”.
Felipe, me siento bastante identificado con muchos de tus planteamientos y, en este caso, creo que hay bastante afinidad.
Amiga Lola, cuanta razón tienes. La línea es muy fina, pero... ¿Quién define y pone la línea? Y lo que es peor: ¿Quien gana con ello?
Querida María, remover la conciencia es propio del idealista. El mediocre se la lava con la caridad y no piensa en la justicia. Cuando te ves abocado a ejercer la caridad por la injusticia, si no te revuelves contra ella eres un mediocre acomodaticio. Enhorabuena por sentir ese remover...
Peter, gracias a ti por estar siempre en mi casa aportando tu visión.
Hola Mª ängeles. Tal vez sea muy crudo expresado así, pero si te lo cambio y en lugar de “invento” pongo “consecuencia”... ¿Quedaría mejor? Creo que todos los seres humanos tenemos un fondo común., una identidad compartida, una semilla uniforma en gran medida... El problema es que nos peleamos por la forma de llevar eso a término y obviamos el fondo.
Gracias Txema. Esa declaración de afecto es reversible hacia tu persona por mi parte. Yo también celebro haberte conocido.
Inma, yo no creo que sea Dios el que nos ha dado lo que tenemos. Yo creo que es consecuencia de una mala gestión de los recursos y de las relaciones sociales que nos hemos dado para administrar nuestra convivencia. En todo caso, para el creyente, Dios nos dio los recursos y ya nos pedirá cuentas...
M.Jesús, la caridad es imprescindible para paliar la injusticia. Ciertamente, hay personas que ejercen la caridad en ONG y otras organizaciones de ayuda. Yo no estoy contra la caridad, sino contra la injusticia que la hace necesaria.
No te vayas muy lejos y vuelve pronto. Mientras tanto te deseo lo mejor en compañía de tus seres queridos
Ayss, las castañitas... El otro día vino a visitarme un amigo y venía con un hermoso paquete de castañas que nos comimos en un pis pas, de esas pilongas que se pelan con sólo mirarlas (porque mira que me da a mí corage de esas otras puñeteras que para pelarlas hay q pedir una solicitud al colegio cardenalicio). Ni que decir tiene que me puse de castañas hasta las orejas, y qué bien que sienta su aroma y sabor en estos fríos. Aysss, las castañas....
Por cierto, a mí me cae otra "castaña" este mes de regalitos y sonrisas unas de verdad y otras de mentira. 41 tacos-castañas. Casi ná. Vieja soy...
Antoñito, te he dejado una participación loterística en mi bloss, como toque, vamos a coger otra castaña, a cuadritos. Besos muchos y suerte :-)
Gracias, Rafa, por tus palabras. No sé como andará el asunto por otras ciudades, pero en Málaga tengo localizadas unas cuatro castañeras en mi zona.
Un abrazo
Gracias, Ana, me pasaré por tu blog a coger la lotería y comer castañas... Lo de coger una castaña lo haremos cuando nos toque la lotería.
Que alegría me has dado, yo también tengo 40 castañas, como tú. Lo que pasa es que yo llegué antes y ya hace 18 años que las tengo, jejeje... No pienso pasar de los 40.
Un beso sonoro
REflexivo al máximo lo que has compartido, solo el que ha pasado hambre y penurias sabe apreciar las bondades de la vida, el otro simplemente las heredó.
Pero no es fácil la justicia, a nadie le gusta que le toquen el bolsillo cuando se solicita repartir o dar algo de lo que se tiene.
Es la naturaleza humana a calor natural.
Saludos y ricas castañas, por acá no es costumbre.
Querida Abu, en mi pueblo, cuando alguien vende una tierra, se suelen preguntar si es heredada o comprada. En el primer caso venderá barato, en el segundo lo hará caro. La herencia no la trabajó, su compra sí.
Un saludo
Muy buena pregunta Antonio, qué hace la diferencia para que unos hayan conseguido lo que tienen y otros no hayan llegado a obtener lo mínimo indispensable. Pienso que hay muchos factores que influyen, así como hay muchas teorías al respecto, en las que yo no voy a entrar ahora porque me extendería muchísimo. Pero lo que sí creo es que aunque en la mayoría de los casos se trata de personas inocentes, que aparentemente no son merecedores de las situaciones que tienen, hay muchos otros casos en que la gente sencillamente recoge lo que siembra. Se han labrado sus destinos. Hay mucha gente que habiéndolo tenido todo y habiendo tenido muchas y muy buenas oportunidades en la vida, las han tirado por la borda y han elegido meterse en la maleza, en los pozos sin fondos, en los vicios, y se han forjado sus destinos de miseria.
Creo en la caridad, no importa cuál sea la causa que ha llevado a una persona a hundirse en el fango. Desde la posición en que este cada uno puede poner su granito de arena para paliar en algo la situación difícil por la que atraviesan tantos de nuestros hermanos. Hace falta mucha voluntad política, porque creo que en el mundo hay suficientes recursos económicos para que vivamos todos con al menos las necesidades mínimas cubiertas, pero el exceso de ambición ciega a muchos. Siempre es poco lo que tenemos y vamos a por más. Por eso creo en la enseñanza en valores y el cultivo de una vida con raíces morales y espirituales profundas que nos ayuden a ser más generosos con nuestros congéneres, a pesar mas en el SER que en el TENER.
Lo siento, no me extiendo más.
Te reitero mi admiración por las excelentes exposiciones y planteamientos que siempre nos dejas.
Un cariñoso saludo
Gracias, amiga Belkis, por tu siempre interesante aportación. No te has extendido en absoluto, el espacio tiene su valor en el contenido.
Un afectuoso saludo
Como siempre que escribo un comentario, quiero compartir lo que esta reflexón me ha ayudado a pensar: con la llegada del invierno y de la navidad, siempre me invade una especie de malestar, no puedo evitar pensar en la gente que vive en la calle. Hace mucho frio, y no tienen familia con quien reunirse y discutir o reir. Doy por hecho que me dejo llevar por la falsa empatía, pero creo que esa sensación de malestar tambiés esta relacionada con la culpabilidad. Efectivamente, caridad es dar lo que te sobra, perpetuando este sistema que tan mal funciona (aunque sea el menos malo de los conocidos); y la justicia, es darte cuenta de que te sobra mucho más de lo que piensas. Al leer los comentarios que han dejado otras personas, me doy cuenta de que todos pensamos y sentimos cosas parecidas cuando nos damos cuenta de lo mal que funciona el mundo. He pensado unas cuantas cosas más, pero me parece muy largo para incluirlo en este comentario. Como siempre, muchas gracias por este espacio de reflexión.
Amiga Elisa, gracias a ti por tu comentario enriquecedor. Yo creo que todos tenemos la misma base, la misma proyección inicial. Luego, la educación, las vivencias, las experiencias, etc. van fraguando principios y actitudes que denotan nuestra conducta. La injusticia genera injusticia por definición, por desequilibrio. La concienciación de la injusticia forma parte de su corrección.
Hay algo en tu comentario que me hace pensar. Se trata del malestar que nos provoca ver a la gente en la calle, sin techo, sin alimento, sin afectos y amigos. No sé si es por empatía o se produce una proyección que nos provoca el temor a estar en esas circunstancias... Es posible que al verlos pensemos que nos puede pasar a nosotros y nos dé esa sensación de malestar, incluso de miedo...
Un beso y gracia a ti por participar en este espacio de reflexión
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