Palacio Ducal de Lerma, Siglo XVII. Hoy parador de turismo. |
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"Para no morir
ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado"
(Sobre el Duque de Lerma)
Esta frase sobre el famoso Duque de
Lerma, D. Francisco de Sandoval y Rojas, muestra la habilidad para refugiarse
entre los poderes facticos del momento, en este caso la Iglesia, con su
vestimenta de Cardenal, y así evitar el castigo de la justicia en tiempos de
Felipe III, de quien era valido el susodicho duque. Al parecer, el “noble” se
hizo inmensamente rico a costa de saber manejar la corrupción, el tráfico de
influencias y la venta de cargos públicos. Dado su poder se permitió el mayor
ejercicio de especulación inmobiliaria conocido en esos tiempos consiguiendo un
pelotazo de primera magnitud. En 1601, con la aquiescencia del rey, trasladó a
Valladolid la corte desde Madrid, donde Felipe II la había llevado 40 años
antes. Solo fueron 5 años, desde 1601 a 1606, pero muy productivos
económicamente para el duque. La ciudad pasó de 40.000 a 70.000 habitantes, o
sea creció un 75%. Previo al traslado compró terrenos a bajo precio en
Valladolid para venderlos al séquito, acompañantes y miembros de la gobernanza,
a precios exorbitantes. Al cabo de 5 años volvió a la misma práctica, comprando
a bajo precio los terrenos en Madrid, donde se volvió a trasladar la capital del
imperio. Eso creó un tremendo malestar que, junto a otros detalles, le llevó a su
procesamiento en 1624, si bien, como cardenal, contó con la protección
eclesiástica. Moría en Valladolid en 1625.
En el país de la picaresca
Esta historia digna de conocer, la
traigo a colación a modo de ejemplo de cómo nos las gastamos en este país,
inventor de la novela picaresca de la que tantos ejemplos tenemos. Somos
cultivadores de la cultura de la pillería y el nepotismo, donde el enchufe es
una garantía para conseguir un bien remunerado trabajo de poco hacer y mucho
ganar. Recordemos el asunto de las cesantía del siglo XIX, donde al cambiar el
gobierno conllevaba el cese de sus propios funcionarios, que pasaban al paro,
por lo que vivirían, en parte, de lo trincado en el ejercicio de su activad
cesante.
Hay refranes, o dichos, donde la
sabiduría popular deja contundentes sentencias: “No me des dinero ponme donde
haya”, “el que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija”, “dime con quién
andas y te diré quién eres”, “quien no tiene padrino no se bautiza”, “poderoso
caballero es don dinero” o “tener enchufe”. Todos ellos nos demuestran cómo
nuestra sociedad ha sido, a la vez, practicante y tolerante con el nepotismo y la
corrupción. Esto no se da solo en el mundo de la política donde es un escándalo,
también en el mundo empresarial y en el pueblo llano, esquivos a pagar impuestos
recurriendo a artificios para torear al fisco… o pidiendo favores para
familiares o amigos. Con esto no justifico estas prácticas, al contrario, estoy
denunciándolas como un problema endémico arraigado en nuestra cultura social,
ya que son atentados a la justicia en cualquier sociedad igualitaria y
democrática.
La corrupción del inmediato pretérito
Está claro que todo ser humano no
es, per se y de entrada, un ser bondadoso, sino que puede estar movido por la
codicia, donde la tentación acaba doblegando su moral y ética hasta llevarlo al
delito. Y en ello estamos y estuvimos siempre, tal como lo demuestra nuestra
historia. Dejando el siglo XIX y entrando en el XX, el Borbón Alfonso XIII, no fue
precisamente un dechado de virtudes, más bien de oscuros intereses y
corrupción, como nos revelan sus negocios mineros en el protectorado del Rif, hasta
su exilio y la llegada de la II República.
De la dictadura franquista aún
perduran grandes capitales fraguados en aquella etapa, donde se premiaba la
lealtad con la vista gorda en el ejercicio del estraperlo, que se toleraba en
ausencia de escándalos. De especial dimensión corrupta fueron los casos MATESA,
SOFICO y otros, que dejaron repugnante huella en mi joven generación. Refiere
Miguel Ángel del Arco Blanco, catedrático de Historia contemporánea de la
universidad de Granada, en su trabajo La
corrupción en el franquismo: El fenómeno del gran estraperlo (2018), que: «la corrupción fue algo estructural
dentro de la dictadura, justificándose no sólo por los intereses individuales
que satisfizo, sino también porque fue un elemento esencial dentro de los
mecanismos que consolidaron y dieron estabilidad al “Nuevo Estado” surgido de
la guerra civil». Por otro
lado, el nepotismo era evidente y se potenciaba como forma de premiar a los
suyos, por no mencionar las empresas del INI y los chanchullos de sus gestores.
Toda dictadura ejerce un férreo control de prensa y censura la libertad de
expresión.
También en la democracia
Pero con la democracia no
desapareció la práctica de la corrupción, ni mucho menos. Todos los gobiernos
habidos hasta ahora andan salpicados de ella… Felipe González, José María
Aznar, M. Rajoy y ahora, con el bochornoso y repugnante caso de Koldo, Ábalos y
Cerdán, puede acabar muy mal Sánchez, el tiempo lo dirá. Del Emérito, tan en
boca de todos, mejor no hablo, ya se sabe. Parece que solo Zapatero se libraría
de ella. No enumero los diferentes casos de corrupción habidos en los últimos
50 años, pues cualquier interesado puede darse un garbeo por Internet y los
encontrará a mansalva. Parece que el PP se llevaría la palma, seguido del PSOE
y, prácticamente, todos aquellos que tocaron poder, ya que este es la tentación
máxima para cualquier corrupto, si cuenta con un corruptor que le acompañe en
beneficio mutuo. Casi nadie puede tirar la primera piedra y menos dar lecciones
de ética y moralidad, aunque quieran engañarnos.
Cuando, en la confrontación
política, se tiran a la cabeza casos de corrupción los unos a los otros, nos
están demostrando que todos, en mayor o menor medida, andan en el fango.
Sabemos que, como práctica habitual, es tremendamente complicado eliminarla,
pues solo es punible cuando aflora. Pero si consiguen mantenerla oculta y sin
pruebas que la confirmen, no pasa nada, ya que no existente aquello que no se
conoce.
Qué hacer ante un mal endémico
Los ciudadanos, si no se consigue
erradicarla, que sería lo deseable, queremos, al menos, actuaciones
contundentes del partido que detecte corrupción en sus filas, cosa que siempre
se hace a regañadientes, porque primero se niega y luego, ante la evidencia, se
establecen estrategias de afrontamiento lo menos lesivas posibles para el
partido en cuestión, incluso con el recurrente “y tú más”. Lo malo es que se
echan encima y a muerte, los otros, los que tienen mucho que callar porque andan
salpicados hasta la médula desde un pretérito y/o presente, donde el hedor es
sus sedes es insoportable. Esas cínicas y cainitas actuaciones solo nos
muestran la calaña de quienes dicen defender los intereses de la ciudadanía,
cuando lo que hacen es guardar su culo, atrapándonos con su discurso emocional
y manipulador con extrañas alianzas entre poderes fácticos, con práctica cuasi
mafiosa… Recuérdese: “el que pueda hacer, que haga”, que suena a consigna de presunto
contubernio a galope del insulto y la deslealtad institucional.
Por tanto, ante el aluvión de mala
praxis política que venimos sufriendo, donde la tendenciosa manipulación y el
cultivo del odio son evidentes, solo cabe el sosiego de una reflexión sensata y
racional para no dejarse llevar por intereses espurios. La guerra entre ellos
tiene varios frentes y muchos agentes o soldadesca. Solo hay que ver la tele,
oír la radio, leer la prensa y redes sociales, incluso escuchar los debates de
barra de bar para deducir juiciosamente la verdad entre líneas.
La política es imprescindible para
gobernar un país, la democracia para controlarla y el sentido común para no
cagarla a la hora de analizar la verdad de los hechos, porque nos intentarán
alienar defendiendo lo indefendible. Usted, yo y los demás, deberíamos ejercer
la libertad de pensamiento y el espíritu crítico, sin sesgos confirmatorios que
nos desvíen de la verdad, caiga quien caiga. A la mayoría de ellos solo les
interesa llegar al poder para ejercerlo en beneficio de sus ideas y de los
suyos. Ojalá encontremos a políticos vocacionales defensores de ejercer la gobernanza
en beneficio de toda la sociedad y no de unos pocos. Mas, en este mundo, en
algunos casos gobernado por sociópatas, oteamos un tenebroso futuro ausente de
democracia y camino de la plutocracia.
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