sábado, 22 de febrero de 2025

23 F, mi memoria histórica

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 22 FEB 2025 7:00

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/02/22/23-f-memoria-historica-114559834.html

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Para mí, solo es un día de infausto recuerdo, de un loco gregario alienado que invadió un parlamente agrediendo a la soberanía de todo un pueblo en nombre de su España


Antonio Tejero Molina en el Congreso / l.o.

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Corría 1981, acababa de cumplir 30 años, era 23 de febrero, un aciago lunes para el olvido. No recuerdo que climatología había pero, para mí, fue un día muy gris. Sería algo más de las seis de la tarde de aquel lunes fatídico, cuando entró en el módulo Luisa, la auxiliar de enfermería de la UVI, seguidora de Fuerza Nueva y Blas Piñar, inundada de alegría, con una sonrisa de oreja a oreja y una agitación inusitada, diciendo que había entrado la Guardia Civil en el Congreso y se había producido un Golpe de Estado.

Un frío estupor me embargó y sentí como si un cubo de agua helada me calara el alma. No sabía qué decir, qué hacer o pensar. Será una broma, le dije. Pero el transistor que traía nos sacó de dudas. Ese fue el medio por el que nos fuimos informando sobre cómo evolucionaban las cosas. Tejero, sujeto de infausto recuerdo, que entró en el Congreso con un heterogéneo y embaucado grupo de guardias civiles, a golpe de pistola hizo callar la palabra. Otra vez, las armas hacían enmudecer al verbo. El arma mata, la palabra acerca, pensé, aunque a veces también hiere. Poco después Milans del Bosch sacó los tanques a las calles de Valencia. Radio Nacional de España solo daba música militar, mientras la SER seguía informando, en libertad, sobre los hechos. Un despiste de los golpistas en el Congreso, y la habilidad de un cámara que apagó la pantalla para que los insurrectos no vieran que estaba funcionando, permitió seguir emitiendo imágenes durante un buen rato de todo lo que sucedía en el interior del parlamento. Debieron darse cuenta ellos, o sus compinches del exterior, al ver esas imágenes y anduvieron buscando qué cámara era la que emitía, hasta descubrirla y nos dejaron ciegos.

Brunete

Mientras tanto, tomaron los estudios de TV española y andaban a la espera de que la División Acorazada Brunete saliera a la calle y controlara Madrid. Difícil papeleta se nos avecinaba a los que nos sentíamos demócratas. Luisa estaba exultante, pero el resto no. Le conminamos a que se callara y nos dejara tranquilos, pues continuamente aludía a que habían llegado los suyos y bla, bla, bla…

Realizar tu labor en esas circunstancias es complicado al no poder mantener la concentración. Primero por ver cómo se desmorona un trabajo y unos derechos que se adquirieron con tanta lucha, luego la preocupación por cómo estarán en casa tu mujer y tus hijos, después las dudas que se andan generando sobre el futuro inmediato y un largo etc. que te llena de desasosiego, zozobra e inquietud. No teníamos las posibilidades de comunicación que hay hoy, los teléfonos móviles no existían, ni internet, ni los WhatsApp y todos estos medios que hoy nos la facilitan. Conseguí, a duras penas y tras mil ruegos a la centralita, contactar con mi familia. Mi mujer, ayudada por su hermano, ya se aprestaba a conseguir provisiones por si las moscas, sobre todo leche y alimentos para los niños, con lo que me quedé algo más tranquilo. Mientras tanto todo era contrastar información a través de los distintos medios de comunicación con los que se contaba en todo el hospital.

En algunos mayores pervivía el recuerdo del llamado Alzamiento Nacional de 1936 que fue el preludio de la guerra civil. Eso horrorizaba. Volver al pretérito, a una potencial guerra, a confrontación y muerte, a la España dividida (que ya de por sí lo estaba), a la dictadura, a las supresión de libertades y de los partidos políticos, de los sindicatos que luchaban denodadamente por mejorar la vida de los trabajadores… Los fantasmas del pasado, de la España gris y opresora se cernían sobre el país. Una extraña sensación de amargor, miedo, indefensión, inquietud y desesperanza se adueñaba de la inmensa mayoría del pueblo español. Pero habría que afrontar el reto para neutralizar el golpe…

Mucha incertidumbre. ¿Nos quedaríamos allí esa noche y, en todo caso, hasta cuándo? No podíamos abandonar la asistencia. ¿Podrían venir los relevos? ¿Nos militarizarían si prosperaba el golpe y había conflicto con muertos y heridos? Puffff… ¡Qué estrés! Pero todo aquello no podía convertirte en inoperante, pues la vida de los pacientes estaba en peligro. Era difícil concentrarse y hacer un buen trabajo bajo aquellas circunstancias, máxime con aquella auxiliar ‘facha’ que no paraba de mostrar su regocijo y entusiasmo y que se escaqueaba de toda actividad a caballo de su euforia.

Preocupación

Yo tomé una decisión, tras analizar la realidad con la mayor frialdad posible. Dado que no podía hacer nada para mejorar la situación y para neutralizar el golpe, debía centrarme en mi trabajo. Ello me permitiría desconectarme de aquella presión y seguir garantizando la asistencia a mis pacientes a la vez que me distraería y relajaría. No pude evitar la preocupación por lo que pudiera pasar fuera, por mis hijos y mi mujer, por mi casa y mi gente, como es natural, pero al menos tenía la certeza de que las tropas no habían salido a la calle en Málaga.

Me acordé de muchos de mis amigos, reputados luchadores, con cierta inquietud por su futuro inmediato y qué medidas habrían tomado para protegerse. Yo no era un activista importante en el mundo de la política, sino un ciudadano demócrata inmerso en la dinámica social que arrollaba al viejo régimen y nos llevaba a la democracia, pero estaba rodeado de gente mucho más comprometida que yo, que se jugaban el tipo valerosamente.

Fueron pasando las horas, fueron decantándose las cosas y, al final, llegó el relevo y pudimos irnos a casa. Luego, una vez en casa, apareció el rey con su discurso. ¿Por qué tardó tanto Juan Carlos en definirse públicamente? Negros nubarrones se cernieron sobre la corona y aún hoy día siguen sin despejarse en su totalidad. Hay preguntas sin respuestas. La complejidad del caso no acaba de facilitar su aclaración.

Infausto recuerdo

Para mí, ahora, solo es un día de infausto recuerdo, de un loco gregario alienado que invadió un parlamente agrediendo a la soberanía de todo un pueblo en nombre de su España, esa misma España que, paradójicamente, estaba siendo agredida por él y los golpistas. Es el recuerdo de un grupo de gente desleal a su patria, que comulga con el desprecio a los demás y que se creen con la función mesiánica de salvar su España. Clan que, al amparo de su Nacional-Catolicismo, impusieron, controlaron, adoctrinaron y sembraron el espíritu antidemocrático, que persiste aún en determinados grupos del arco parlamentario, en el ejercicio de la política. Creo que este país no tendrá arreglo hasta que surja un espíritu nuevo capaz de aglutinar a la gente y hacerlas entenderse en busca de una misión común de mejora de la vida y la calidad de las personas. Eso solo se hace con la educación, pero mientras nos sigan adoctrinando en estos planteamientos clásicos seguirá habiendo desencuentro.

Lo que nunca pensé es que a estas alturas, 44 años después, estaríamos así, acosados por la ideología del pasado y en proceso de regresión en derechos, desmontando el Estado del Bienestar para entregarlo a sus amiguetes mediante la privatización del patrimonio común de los españoles. Mientras, de reojo, observamos cómo, desde la política internacional, nuevos agresores, liderados por Trump, pretende romper el orden establecido en beneficio de intereses espurios de determinados grupos de poder, dinamitando la democracia y despreciando el humanismo, para llevarnos a una plutocracia dominada por los oligarcas. Estamos ante un nuevo golpe de estado de geoestrategia global… ¿será identificado como el 20E?



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