viernes, 29 de noviembre de 2024

La Misión

 

Por Antonio Porras Cabrera

Publicado en:

https://21noticias.com/2024/11/28/la-mision-por-antonio-porras-cabrera/

https://xornaldegalicia.es/opinion/la-mision-por-antonio-porras-cabrera

 


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Algunas de las preguntas que sistemáticamente nos hemos planteado los seres humanos hacen referencia a qué pintamos en este mundo, cuál es nuestra misión, qué mueve nuestra existencia y hacia dónde vamos o debemos ir. Yo me atrevería a identificar la conservación de la especie como esta gran misión. Llevamos un mensaje genético (instinto de conservación) que nos orienta hacia la mejora del linaje a través de uno mismo y de su “inteligente complejidad”.

Un sujeto tan indefenso como el ser humano no podría haber subsistido sin la inteligencia, sus depredadores le habrían eliminado a las primeras de cambio. Debió sentirse muy acorralado y, ante ello, desarrolló algo que le distinguió de las demás especies: el análisis de lo empírico. Ese recorrido desde lo inductivo a lo deductivo y viceversa, le permitió la creación de instrumentos para suplir sus carencias y deficiencias, a la vez que percatarse de la necesidad de asociarse para defenderse del agresor. Esto le llevó a la socialización como medida de “solidaridad de conveniencia”. Sabía que por sí mismo no podía resolver su problema de supervivencia y necesitaba de los demás para sobrevivir, tanto en lo relativo a la nutrición, como a la reproducción. Por tanto, hablaríamos de una tríada de instintos que garantizarían la especie; es decir, que consolidarían la gran misión de conservarla: nutrición, socialización y reproducción.

Podemos entrar en la dialéctica de cuál es la motivación central que permite esa actuación, pero no podremos negar que el celo conservacionista lleva, en último caso, al egocentrismo, siendo este una de las bases motivadoras. El primer objetivo es mi propia conservación, pero si para ello he de asociarme con otros lo haré, incluso en contra de aquellos de mi propia especie que pongan en peligro mi existencia. Por otro lado, mi poder garantizará mi independencia y libertad, y mi elección en la reproducción estará mediatizada por la competencia del compañero/a de procreación.

Por tanto, ese equilibrio entre el egoísmo hedonista instintivo y la necesidad de los demás para sobrevivir (en psicoanálisis nos llevaría a estructurar el ello, yo y superyo), es la razón del procedimiento de socialización; un equilibrio dicotómico entre puedo por mí mismo y necesito de los demás. Es el proceso de intercambio social en las relaciones humanas. Evidentemente, mientras menos necesitemos de la ayuda de los demás, más libres y autónomos seremos, pero el autoabastecimiento total es imposible y contrario a los principios que han permitido nuestra propia evolución.

Mi impresión es que en cada uno de nosotros existe un microcosmos donde se conjugan todos los elementos que integran y definen la existencia universal. Solo es necesario despertarlos en su justa medida para conseguir de cada sujeto aquello que se pretende. La socialización es el proceso por el que se instauran esos valores o principios, que pretendemos universales, y que conforman la vía de desarrollo personal dentro del grupo al que pertenecemos. Su objetivo final sería nuestra autorrealización en un marco, muchas veces conflictivo, dentro del entorno social. Nuestro intelecto nos ha de llevar al convencimiento de que la mejoría de la sociedad solo se dará mediante una comunión de principios sembrados y aceptados libremente. Es una nutrición en vasos comunicantes. De aquí que, todos y cada uno, debamos tener conciencia de aportar lo más y mejor posible al desarrollo social en la vía hacia la excelencia.

Esa especie de búsqueda asintótica de la perfección, se plasma en la tendencia a la autorrealización, estadio final del vértice de la pirámide que Maslow nos propone. Es un camino complejo, donde vamos subiendo peldaños conforme cubrimos los anteriores, total o parcialmente: el gran reto u objetivo de nuestra vida.

La inteligencia nos ha permitido, desde nuestros ancestros, forjar instrumentos y herramientas para evolucionar en la satisfacción de las necesidades. La complejidad del sistema nos ha llevado a la especialización, como mejor forma de estructuración funcional. El problema, bajo mi punto de vista, radica en la dificultad de visión total u holística; en la cantidad de elementos que escapan a nuestra comprensión y capacidad de respuesta ante una circunstancia determinada. El afrontamiento de esas situaciones, en la cotidianidad, representa el esquema básico de instrumentalización de las soluciones, hasta tal punto que debemos fraguar un repertorio de técnicas y habilidades que nos garanticen, lo mejor posible, el éxito de dicho afrontamiento.

Es evidente que mientras más y mejores recursos tiene un sujeto para enfrentarse a su entorno, mayor capacidad y poder ostentar para superar demandas conflictivas y estresantes. Yo diría que es más libre y autónomo, menos dependiente y con más capacidad de control sobre su propia evolución. De aquí, un justo uso de la inteligencia como continente del poder y el conocimiento. No podemos olvidar que, en gran medida, “mi poder es mi inteligencia” en la relación con mi entorno.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

La conjura de los necios

 


 Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 27 NOV 2024 7:01

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/11/27/conjura-necios-112076274.html


«Todos somos muy ignorantes. 
Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas». / l.o.

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Cada vez resulta más difícil escapar de este mundo especulativo e irracional que nos andan presentando en la esfera política. Son tantos los datos, las informaciones y desinformaciones interesadas que nos ofrecen, que uno no sabe muy bien a qué atenerse. Cuesta cerner y separar la verdad de la mentira, porque la sutileza con que, a veces, se nos vende esa presumible verdad que nos presentan es tan elaborada que para discernir habría que tener un sutil tamiz de una gran fineza. El político y algunos medios sospechosos de ser venales, tiran la piedra y esconden la mano, dejándonos en la zozobra de la inseguridad y la duda que nos causa el desasosiego como ciudadanos. Las tertulias políticas se han convertido en batalla de pura salsa rosa. Todo ello en detrimento del debate constructivo que nos acerque a la verdad.

Ciertamente vivimos tiempos convulsos, donde el interés se desvía, según mi modesto entender, hacia asuntos de segundo o tercer orden, para no poner en el punto de mira lo verdaderamente importante. Vuelvo a traer a colación la famosa frase de Noam Chomsky: «La población general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe».

Descaro

Tal vez haya un gran interés en que no se sepa, porque, de saberlo, no apoyaríamos a los que nos conducen hacia donde quieren llevarnos. No obstante cada vez se ve con mayor descaro la irracional propuesta política cultivada en la emoción y deficiente de razón. Hasta tal punto que ‘reclutan’, para sus filas, a inteligentes mentes con capacidad de influencia, creando grupos de opinión que condicionen la visión, tendencia y voto del ciudadano mediante un estado de ánimo y no de un proceso racional de argumentación lógica.

Te sientas a ver la tele, lees la prensa, escuchas la radio… y vas viendo y desgranando, a modo de disección, el proceso informativo que algunos ejercen. Si te revistes de la frialdad necesaria para que no te arrastren a su campo, aflora la sensación de incapacidad para discriminar la verdad que se manipula… bulos, posverdad, medias verdades, razonamientos estrafalarios, etc. te pueden llevar al desconcierto.

La política ha pasado de ser «el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados», lo que implica cierta preocupación por el bienestar de la ciudadanía, a convertirse en un barrizal partidista donde lo importante es acceder al poder para beneficiar a determinados grupos con quienes se comparten intereses, ya sean económicos, ideológicos, religiosos, etc… o sea, lo que, en el fondo, subyació siempre en el ejercicio de la misma. En realidad su verdadero objetivo debería ser la felicidad del pueblo, de los ciudadanos.

La percepción, por tanto, es que se da una lucha soterrada donde se conjuran unos contra otros para alcanzar sus objetivos, en lugar de establecer una alianza democrática para instaurar sinergias que conduzcan a una mejor y beneficiosa gobernanza para la ciudadanía, todo ello desde el respeto y la confluencia, discutida y pactada, que es para lo que sirve la política en democracia.

He usado antes la palabra ‘conjuran’, para estas circunstancias. Me vino a la mente al escuchar aquella incitación de Aznar diciendo: «el que pueda hacer algo que lo haga», para desbancar a Pedro Sánchez del Gobierno. Fue su Grândola, Vila Morena para poner en marcha la conjura. Conjurar es sinónimo de conspirar, uno de sus significado es: «Dicho de varias personas: Unirse contra su superior o soberano». A mí me sonó aquello a incitación a la conjura. Este término puede llevar adosado otro apelativo, que es la traición.

Delirante visión

Pero, curiosamente, esto me hace volar, metafóricamente, hacia los años 80 de la mano de la novela de John Kennedy Toole, ‘La conjura de los necios’. Una delirante visión de un sujeto mesiánico. Ignatius J. Reilly es un ser inadaptado y anacrónico que sueña con que el modo de vida medieval, así como su moral, reinen de nuevo en el mundo. Una disparatada visión tragicómica de una sociedad con la que mantiene una repulsión mutua, cuya pretensión, dadas las circunstancias de esa sociedad, sería volver a principios y valores del medievo, para salvar el mundo.

Tal vez estemos ante una nueva ‘Conjura de los necios’. Necio, según el diccionario de la RAE y en su primera acepción, es: «Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber», aunque luego tenga otras acepciones que tampoco va mal recordarlas, como: «Falto de inteligencia o de razón» y «Terco y porfiado en lo que hace o dice».

Existe otro concepto que vale la pena traer a colación, como es el ‘Sesgo confirmatorio’, que alude a la tendencia a dar crédito a aquello que viene a confirmar nuestras ideas o prejuicios respecto a una cuestión, en este caso, de índole político. Es una lógica propensión que todo ser humano puede plantear como forma de evitar conflictos internos; o lo que es lo mismo, disonancias cognitivas, ya que tendemos a confirmar lo que pensamos, para no entrar en conflicto con nosotros mismos, al cuestionar ese pensar y hacer tambalear todo el entramado ideológico que sustentamos, ello si no partimos de un espíritu crítico y de la disposición a cuestionar todo desde la duda razonable que nos puede y debe aflorar.

De todas formas, el concepto de ‘necio’ no lo plantea a modo descalificador u ofensa, sino como forma de reafirmar la idea Noam Chomsky, que ya he manifestado, sobre lo que no sabemos; o sea, «no sabe lo que podía o debía saber», somos ignorantes en muchos aspectos, como decía Albert Einstein: «Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas».

Posesión de la verdad

En todo caso no hay sujeto más peligroso que un ignorante que se cree en posesión de la verdad, aunque sea de forma vicaria, es decir él sabe que es ignorante pero da crédito a otro que le otorga la luz, al que defiende, sin percatarse de que puede ser manipulado.

Puede que en esta sociedad nuestra, donde la ignorancia es tan abundante y extendida, ya que nos falta una base educativa para hacer buen uso del sentido crítico, ejerzamos la necedad al servicio de intereses espurios de determinados políticos y partidos que nos ocultan su verdadera intención, como viene a manifestar Chomsky, atrapándonos en un discurso disruptivo que pretende la antidemocrática conjura.

En estos días, con lo ocurrido en Valencia, esos discursos se manifiestan de forma reiterada e irracional. Es un juego de exculpación propia e inculpación ajena a pesar de que las cosas estén meridianamente claras. Hay un proceso de desinformación para hacernos necios y sumarnos a la conjura a través de la gestión emocional a base de vehemencia, solo hay que escuchar determinados portavoces del Congreso.

En fin, querido lector o lectora, que usted lo piense bien, neutralizando las variables contaminadoras para que no condicionen su libertad de pensamiento y así sacar sus propias conclusiones, aunque estas sean que no puede sacarlas por falta de información veraz, que puede ser una buena conclusión dado el momento que vivimos... pero al menos que lo sepamos.

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lunes, 25 de noviembre de 2024

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

 


Es terrible que hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, las portadas de los medios de comunicación estén cubiertas por la noticia del asesinato de dos mujeres por sus novios o maridos; bueno no diré de dos mujeres sino de una mujer y una niña pues la chica solo tenía 14 años, que da un tinte aún más dramático a la cuestión.

En el primer caso, ese hombre, por decirle algo, asesina, en presencia de su hijo de 11 años, a su compañera y madre del chaval a tiro limpio y después se suicida. Creo que debió invertir el orden y empezar por lo segundo así hubiera evitado una muerte. Pero ni la presencia del niño le impidió hacerlo, lo que denota una tremenda perversión o maldad. A uno le cuesta comprender qué circunstancias se han de dar para que un sujeto sea capaz de semejante crimen y atrocidad… ¿pasión, odio, psicopatía, trastorno o alienación pasajera?, tal vez solo sea un puro machismo de un personaje que se cree dueño o amo de su esposa porque la ideología machista así se lo ha hecho saber a lo largo del tiempo.

En realidad, por su edad, no tiene ni siquiera el atenuante, si es que cabe esta figura legal en este caso, de haber sido educado en los tiempos pretéritos, cuando se oía aquella canción de exaltación al machismo titulada “El preso número nueve”, que yo recuerdo escuchar en la radio en los años 50 del pasado siglo, donde se apostillaba el credo machista en un régimen que lo predicaba y defendía como cuestión de honor, al estilo musulmán. Aquel planteamiento no ha desaparecido, pues sigue vigente en muchos de los nostálgicos del viejo régimen.

Yo preferiría que, a estas alturas, el machismo fuera mucho más residual, incluso que ya hubiera sido erradicado, pero es una asignatura pendiente dado que, esta, no se supera por un importante núcleo poblacional; sigue siendo sostenido y difundido por grupos ideológicos y políticos en su propia ideología, a la par que continúa en ámbitos religioso con la marginación de la mujer.

Lo malo, y eso es lo más descorazonador, es que el otro asesinato nos hiere la esperanza de lograr su erradicación. El hecho dado, o sea un chico de 17 años mata a una niña de 14 al amparo de esa ideología, nos avoca al momentáneo fracaso de las estrategias empleadas. Mientras haya un solo asesinato habremos fracasado, al menos parcialmente, ya que no hemos conseguido establecer en nuestra cultura social dónde están los límites que definen el derecho y la libertad propia y de los demás.

Por tanto, hoy no es un buen día para el tránsito del machismo al feminismo, dadas las circunstancias. Los dos conceptos, como bien sabemos, no son antónimos aunque acaben en ismo ambos. El machismo, según el diccionario de la RAE es: “Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”, mientras el feminismo sería: “Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Si después de leer la definición de ambos conceptos alguien no lo tiene claro, debería hacérselo mirar, porque o no sabe leer e interpretar la lectura o anda atrapado en erróneos pensamientos enquistados en calcificadas y rígidas mentes cerradas a la evidencia. El machismo va contra un derecho, es prepotencia e imposición, el feminismo es la igualdad que busca proteger ese derecho, así como la lucha por conseguirlo.

Tomar conciencia del problema es el primer paso para conseguir erradicarlo. La obligación de todo intelectual es el desarrollo y evolución del ser humano y con ello la elevación de los valores humanistas que lleven a una sociedad mejor y más avanzada, más excelsa o excelente. En ello debemos estar y a ello debemos ir. La erradicación de la violencia contra la mujer, y de todo tipo de violencia, hacen del ser humano un ente más cercano a esa excelencia.

jueves, 21 de noviembre de 2024

El derecho a opinar

 


Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en:

https://xornaldegalicia.es/opinion/el-derecho-a-opinar-por-antonio-porras-cabrera

https://21noticias.com/2024/11/21/el-derecho-a-opinar-por-antonio-porras-cabrera/

 


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Cuando tu pensamiento no lo gestionas tú porque crees más en el de otro, eres esclavo del otro.

(Cita del autor)

Entiendo, y quiero entender, que todo el mundo puede opinar de cualquier cosa. Otra cuestión es que esa opinión tenga consistencia, esté bien argumentada, incluso, documentada y, consecuentemente, sea objetiva. Por tanto: 1º La opinión es un derecho, 2º la opinión no es una verdad objetiva, 3º la opinión debe fraguarse mediante el procesamiento cognitivo del sujeto expresado en el pensar, 4º la inteligencia y el razonamiento de los seres humanos les lleva a todos a la facultad de pensar y el pensamiento ya es, de por sí, la forma más razonable de fraguar opinión.

En todo caso, en función del conocimiento sobre la materia objeto del razonamiento, ese pensamiento y opinión tendrá mayor autoridad o no, lo que no quiere decir que tengamos que rechazar la opinión de una persona sin grandes conocimientos sobre contenidos que envuelven a una realidad de corte social o popular, puesto que la propia experiencia vital otorga conocimientos y vivencias dignas de ser valoradas por las personas con mayor o menor autoridad en la materia. Si negamos el derecho a opinar a alguien por no entender de cuestiones que afectan a la sociedad, estaremos, tal vez, cuestionando el derecho al propio voto democrático: “usted no entiende de política, por tanto no debe votar”.

Por otro lado, en la ciencia del conocimiento hay taxonomías que requieren niveles de ilustración en esa materia específica para emitir una opinión sólida. Para hablar de física cuántica y debatir se requiere conocimiento de la materia, para un debate sobre cuestiones más mundanas, de dominio general y que afectan a la gente, se sobreentiende que esta puede y debe tener su opinión al respecto.

Es decir, negarle el derecho a opinar a un sujeto por entender que no está capacitado para ello, en lugar de demostrar su error con la argumentación que permite rebatirlo, es un error en sí mismo, ya que nos priva de la posibilidad de conocer otras opiniones, aunque fueren desacertadas, para consolidar las nuestras y buscar la verdad que se persigue. Otra cuestión es que obviemos su opinión por estar en total desacuerdo con ella y saber que el debate, que siempre ha de pretender confluencias, no nos llevara a ningún sitio de provecho. Hay un viejo dicho muy ilustrativo: «Nunca discutas con un idiota, pues bajaras a su terreno y allí te ganará por experiencia».

Claro que si cerramos nuestra mente a cualquier aporte y descalificamos sin rebatir los argumentos ajenos, siempre que sean argumentos y no ocurrencias, flaco favor nos estaremos haciendo, a nosotros y a la sociedad. Es más, hay quien sostiene que “cuando no se entiende, lo ético es no opinar”, habría que identificar cuáles son los parámetros que determinan quien entiende y quién otorga la calificación o cualificación para opinar. Si el que la otorga es el debatiente contrincante, mal va la cosa, pues eso sería una descalificación y no un rebatimiento de la opinión contraria.

En definitiva, opinen sabiendo que las opiniones van retratando al sujeto que las emite, y, si ello es posible, háganlo con la mente abierta para confrontar si están o no en poder de la verdad, admitiendo el pensamiento de los otros como un alimento que nutre al conocimiento, pero no se olvide que el alimento se ha de digerir y de él saldrán, por un lado, nutrientes y, por otro, residuos o detritus a eliminar por su toxicidad. O sea, que las opiniones de los demás siempre han de ser sometidos al cedazo que conforma su propio criterio…

Pero en estos días, con el asunto de la política, la cuestión tiene un trastoque, el pensamiento no está enfocado a entenderse y compartir análisis clarificadores, sino que aflora un sesgo. Por este sesgo, llamado confirmatorio, el sujeto tiende a creer y aceptar las ideas, con o sin argumento, que son afines a su pensamiento político; busca, pues, aquello que le reafirma en su ideario preconcebido; o sea, lo que no le crea disonancia cognitiva, o conflicto interno, que le obligue a cuestionarse sus propios planteamientos. Es propenso, por tanto, a creer en los bulos que potencian su ideario y denuestan el ajeno sin preguntarse, siquiera, cuánto de verdad hay en la notica que transmite el bulo, al que le da crédito y además suele propagar.

Esta situación hace que, en la escala de interés que debemos aplicar sobre los temas, aparezcan como principales nimiedades o asuntos de segundo orden, dejando en el alero lo importante, porque de lo importante no se saca rédito político que lleve al voto y sí de lo secundario al amparo de los bulos. Cuando el bulo es un dardo envenenado de odio, la cosa se complica y se tambalea la estructura democrática, que procura la concordia. En esta civilización nuestra, tan adelantada en algunos asuntos, se sigue observando un déficit democrático, una falta de educación ciudadana para practicarla con el espíritu crítico constructivo que requiere su ejercicio. Echo de menos una asignatura en la escuela con ese contenido…

Entiendo que una idea expresada con exceso de vehemencia, donde aflora la intención impositiva de la misma, la descalificación, el insulto, la falta de respeto y su dogmatismo e intento de colonizar el pensamiento ajeno, te ha de poner en guardia. Lo digo porque lleva implícita la intencionalidad de descalificar tu propio pensamiento, con un mensaje de radicalidad donde, subliminalmente, se te está diciendo: «Estás conmigo o estás contra mí».

Concluyo en la importancia de velar por la libertad de pensamiento para no dejarse manipular por argumentos livianos y poco constructivos, por la responsabilidad de discernir razonadamente para extraer inferencias sensatas para el interés general, porque el voto debe llevar incorporada una buena dosis de solidaridad social; es decir, tu decisión no te afecta solo a ti, sino al conjunto de la ciudadanía... si te equivocas y no lo tomas con el sentido común adecuado, arrastras a los demás al fango de donde sale la indolente aceptación de discursos tóxicos o inadecuados. Toda libertad conlleva una alta dosis de responsabilidad social con la toma de decisiones…

lunes, 18 de noviembre de 2024

La sombra de Trump planea sobre Europa

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 18 NOV 2024 7:01

La OTAN no cubrirá la defensa de los países que no gasten un 2% de su PIB en su ejército; o sea quien no compre más armas, preferentemente a los EEUU…


El presidente electo de EEUU, Donald Trump, durante un mitin de campaña. 

/ GODOFREDO A. VÁSQUEZ / AP

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Nadie puede dudar de la trascendencia que tiene en todo el mundo el poder americano. Se ha forjado sobre su potencial económico y militar, junto a la habilidad para establecer su criterio a base su diplomacia e imposición, cuando no chantaje, haciendo ver a los otros países lo beneficioso que sería para ellos estar a su lado. Es aquello de la frase: «Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar…», y en esas andamos, porque si la rechazas te has de atener a las consecuencias. En nuestro caso podríamos interpretar en esa línea el ‘flirteo’ americano con Marruecos y el correspondiente cambio de criterio de nuestro Gobierno para asumir las tesis sobre el Sáhara, al igual que el de Francia.

Europa occidental, o sea la mayoría de los países de la UE, está atrapada en este juego. EEUU que, como siempre fue un jugador de ajedrez, en la Segunda Guerra Mundial esperó a que se destrozaran las potencias imperiales europeas, ya casi caducas tras la primera guerra, rentabilizando su gran industria armamentista, hasta que creyó oportuno intervenir militarmente. Lo hizo cuando ya tenía claro que aquella guerra estaba ganada bajo su paraguas. Luego dominó la industria y la economía europea con las inversiones de su Plan Marshall y su poderío militar, haciendo de ella una zona clientelar y estableciendo bases militares en diferentes países al amparo de la Guerra Fría. Incluso España, a la que compró la estabilidad del dictador facilitando su entrada en la ONU si cedía las bases militares, dado que su enemigo común, o sea el comunismo soviético, invitaba a consolidar esa alianza. La OTAN ha perpetuado su dominio y su influjo en la tecnología militar, llevando a Europa a grandes inversiones en armamento americano en una interacción asimétrica, donde solo algunos países sostienen una industria militar relativamente potente, aunque muy por debajo del nivel tecnológico americano.

La OTAN, presentada como una fraternal alianza, va por otros derroteros, pues, detrás de esa ‘idílica’ visión, está la consolidación del poder de los EEUU mediante el sometimiento y control de las potencias occidentales; o sea, consolidar su dependencia clientelar del poderío de Norteamérica por miedo al potencial ruso. En realidad, si se piensa un poco, se puede hipotetizar que esa alianza está cogida con hilos que pueden saltar por los aires en un momento dado, como se está viendo con el discurso de Trump. La OTAN no cubrirá la defensa de los países que no gasten un 2% de su PIB en su ejército; o sea quien no compre más armas, preferentemente a los EEUU o lo que es lo mismo, te vamos a hacer una oferta que no podrás rechazar. Esta breve y personal visión histórica la reflejo a modo de ubicación actual.

Malos tiempos se avecinan para Europa. Una guerra instaurada en función del potencial y los intereses americanos y rusos en colisión, una implicación bajo su paraguas, una ruptura con Rusia de previsiones desconocidas que le llevan a reconducir su economía, a poner en tela de juicio su propia solidez administrativa y política en la UE, o sea una crisis que choca con su propio proyecto político de unión y de futuro, donde puede acabar aislada y sin influencia geoestratégica alguna.

La llegada de Trump al poder y la instauración de sus políticas basadas en la idea de ‘America First’, deja bien claro que sus intereses no están en Europa sino en los EEUU y solo le sirve Europa si le sirve a la economía de su país. Su presión sobre la UE puede que sea intensa hasta doblegarla. De momento ya tiene a determinados partidos, que siempre jugaron en la misma línea, en disposición de seguirle en su discurso neoliberal, cuasianarcoliberal, al estilo Milei.

¿Dónde lleva todo esto? Posiblemente a desbloquear las líneas rojas que mantenían al margen del gobierno europeo a la extrema derecha que apoya a Trump y su política. Esa actitud ya está sembrada. En España el PP gobierna con VOX, en Italia tenemos a Meloni, en Hungría a Orban, en Países Bajos… etc. Lo sombra de Trump se abate sobre Europa y va a conectar con la de Putin en una comunión de intereses que, posiblemente, implique un nuevo reparto de influencias, donde Rusia se salve de la debacle de la guerra a costa de la cesión territorial de la propia Ucrania. Para colmo aparece la figura de Elon Musk como simbología de un futuro que, hasta ahora, era una distopía, donde el poder se ejercerá desde el dominio de las tecnologías, apoyados por los medios de comunicación y las RRSS (Redes Sociales). Los líderes serán los ‘Machos Alfa’ del mundo económico y político, tal como expresó Musk hace algún tiempo (ver mi artículo del 11 de abril en el diario La Opinión de Málaga bajo el título: Distopía o el Nuevo Orden Mundial).

Ya se observan determinados síntomas en grupos políticos afines a Trump que se ajustan a ese nuevo orden. Tal vez lo vivido en la formación en la Comisión Europea con Teresa Ribera, sea un ejemplo a considerar. Con el ya clásico sistema manipulativo de la información y del razonamiento lógico, se intenta descalificar a Teresa, incluso bloquear la nueva Comisión, tal vez con la idea de que, una vez ganadas las elecciones por Trump, se pretenda adaptarla a una composición más acorde con el ‘César’ americano, lo que llevaría a un mayor apoyo a la causa local, por parte de Trump, de cara a unas próximas elecciones, dada su proximidad a ese mundo ideológico neoliberal tan afín a Ayuso y otros. En este caso, Feijóo queda atrapado y con una estrecha salida del chiquero o toril, dada su gran confusión mental en su desordenado razonamiento y estrategia, donde hoy dice una cosa y mañana la contraria negando la evidencia.

Mal asunto sería que no se nombrara a Teresa Ribera miembro de la Comisión Europea por una estrategia de acercamiento a Trump por parte de la UE, empezando a bajarse los calzones. El punto crítico en que anda Europa es sumamente trascendente. Depende de cómo se oriente la salida así será el futuro… «hace falta valor, hace falta valor» como canta Radio Futura, para enfrentar ese futuro con independencia y recuperar el esencial protagonismo de una Europa fuerte y socialmente comprometida con sus ciudadanos, si es que alguna vez lo estuvo de verdad.

 

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Reflexión sin ofender a nadie

 


Fotograma de Un mundo feliz

He de confesar que no me gusta nada la actual tendencia y desarrollo de la convivencia en España. Sobre todo en el sentido de la interacción entre los políticos y, por ende, entre los propios ciudadanos que hemos iniciado un proceso de confrontación bastante irracional, siguiendo la ruta que el mundo de la política partidista nos marca. Cada vez observo más radicalismo y más intransigencia, más enquistamiento del pensar y menos disposición a analizar las cosas desde una perspectiva amplia, como creo que debe ser. Cada vez se ven mentes más cerradas con escasa función crítica desde el sosegado razonamiento constructivo. En lugar de disposición a comprender el mensaje del otro aflora la idea de imponer el pensamiento propio contra viento y marea, aunque, en el fondo, carezca de la solvencia argumental que lo sustente. Eso forma parte de nuestra cultura mesiánica que bebe de los planteamientos dogmáticos judeocristianos y musulmanes heredados de nuestros ancestros. La verdad es nuestro marchamo desde ese dogmatismo que nos muestra secularmente nuestro credo religioso, ciego y sordo a cualquier otra argumentación que lo cuestione… ¡Palabra de Dios, amén! No se admiten controversias, eso es cosa de herejes... metafóricamente, a la hoguera con ellos, pues son enemigos de la “verdad”. Y esa actitud se aplica a todo. La escuela de los tertulianos de la TV y radio nos lo presenta en toda su crueldad. ¡La verdad os hará libres!, pero nos sometemos a la mentira disfrazada de verdad para esclavizar nuestras ideas.

Lo malo es que, cuando pensamos que la libertad nos ampara, estamos aprendiendo a ver las cosas desde el canuto que nos ofrecen los partidos que confrontan y, en lugar de aflorar el sentido común para neutralizar esa confrontación irracional, desde la visión amplia que ofrece el entorno con su extensa perspectiva, la alimentamos como hooligans sumisos renunciando a nuestra libertad de pensamiento, a nuestro derecho a discernir personalmente para sacar nuestras propias conclusiones. Nos sometemos sumisos a las ideas que nos proporcionan las opciones políticas en función de la proximidad que sintamos cada cual. Si eres militante, incluso simpatizante, de un partido le compras su discurso sin ambages, sin cuestionarlo siquiera… y miras por el canuto que te ofrecen para ver una realidad sesgada, cuando no manipulada. Hay que contextualizar ese redondel que ves por el canuto, porque en el entorno hay elementos que condicionan y conforman esa limitada realidad que te muestra. La pluricausalidad es la madre de todo movimiento o acto existencial, si no eres capaz de verla no comprenderás lo que ves por el tubito.

Cuando paso por determinados muros de Facebook, de gente a la creía solvente e intelectualmente independiente, me sorprende, en muchos casos, el nivel de insulto y descalificación política que veo, basado en eslóganes y frases prefabricadas sin fundamente real, salvo el aspecto emocional que pretenden despertar desde las consignas emitidas con interés partidista. Eso, al menos, permite conocer mejor sus ideas y poder ubicarlas en el lugar real que se merecen. Me cuesta, aunque lo intento, comprender la motivación que puede tener una persona con capacidad de librepensar para dejarse llevar por consignas, llegando al insulto y la descalificación de los contrincantes políticos y, con ello, en ocasiones, a todos los que apoyan o votan al criticado, pues el insulto se generaliza a ellos. Eso es la antidemocracia, cuando dicen defenderla.

Como forma de entender mejor esta situación suelo hacer un ejercicio muy sencillo: Cambio al personaje protagonista. ¿Qué ocurriría si en lugar de Feijóo el que dice esto fuera Sánchez, o viceversa? ¿Qué se diría si lo que ha hecho el novio de Ayuso fuera la mujer de Illa, por ejemplo? ¿O si Koldo y Ábalos fueran del PP, o la Gurtel del PSOE, o si el PSOE hubiera tenido un tesorero como Bárcenas?, etc... Y así, voy cambiando los actores, hasta sacar mis propias conclusiones, que no son otras que una actitud destructiva y partidista a ultranza en el mundo de la política, sin importar sus consecuencias en la convivencia ciudadana; posiblemente solo pretenden acceder al dominio del poder para hacer de su capa un sayo, movilizando emocionalmente a un electorado que se somete a la consigna que se le lanza, a la par que usan todo el poder e influencia en medios de comunicación y estructuras del Estado.

Así se deteriora la política que es imprescindible para la buena gobernanza de un país, porque sin política no existe la posibilidad de una gestión razonable. Esa razonable gestión que debería someterse al criterio racional del votante en lugar de arrastrarlo a la insensata confrontación desde el disparate manipulado, sembrando un caos que facilita y promueve el miedo y la desconfianza, circunstancias ambas que promueven la aparición de “mesias” salvadores de una patria diseñada y definida en función de sus intereses absolutistas y dictatoriales.

Es lógico que cada cual arrime el ascua a su sardina, pero dentro de un orden, de un respeto a las diferencias y al papel que cada cual ha de ejercer desde su responsabilidad, exigiendo esta desde la verdad y no desde la manipulación y la mentira o la creación, incluso, de bulos que dinamitan la propia convivencia social, con tal de obtener ganancia o ventaja para el partido.

Pero en el fondo siempre ha sido así, el poder es deseado. Lo malo es que en estas circunstancias habría que exigir para qué lo quieren utilizar y cuáles son sus verdaderos objetivos ocultos… El mundo camina hacia una etapa diferente, donde podemos perder mucho y ganar poco, a la vista de cómo van posicionándose otros de cara a un futuro bajo el influjo de las tecnologías y la gestión de los datos, eso de la Big Data manejada por la Inteligencia artificial. No nos engañemos, mientras la gente anda discutiendo si son galgos o podencos, los otros, los que saben lo que quieren, andan haciendo su trabajo que, en gran medida consiste en procurar que se lo hagan los ciudadanos ganándolos para su causa, con su voto, alienándolos con sus mensajes de desesperanza colectiva, como forma de crear una estado de opinión favorable para sus intereses... El espíritu de los tiempos, el concepto de "Zeitgeist", tan interesante en la dialéctica hegeliana, es la base del cambio, el campo que permitirá pasar de un Estado de soberanía popular a otro de dominio e imposición del poder de los grandes, de las élites, de los “machos Alfa” que nos liberarán de pensar asumiendo ellos todo el poder para la gobernanza… entonces viviremos en un mundo feliz si nos dan el “soma” que nos induzca a la felicidad sin preocupación alguna.

No sé si es eso lo que queremos…

 

 


viernes, 15 de noviembre de 2024

El futuro incierto, ¿una fantasía de pesadilla?

 

Por Antonio Porras Cabrera

https://21noticias.com/2024/11/14/el-futuro-incierto-una-fantasia-de-pesadilla-por-antonio-porras-cabrera/

 


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Estamos viviendo momentos extraños, inauditos. Tal vez eso nos aboque a supuestos fantasiosos y “teorías conspiranoicas”.  De todas formas, a lo largo de la historia, el ser humano ha mostrado, y sigue mostrando, esa dualidad, esa dicotomía. Se mueve en un continuum entre dos extremos opuestos: esperanza-desesperanza, bondad-maldad, altruismo-egoísmo, amor-odio, inteligencia-brutalidad, paz-guerra, tolerancia-intolerancia, abundancia-miseria, riqueza-pobreza, etc. 

Todo ser humano se ubica, bien por principios, credo, ideología o conveniencia, en un punto determinado de la línea que une ambos extremos. Ese punto no es fijo, es dinámico y variable en función del balance personal que hace el propio sujeto, pudiendo ubicarse más cerca o lejos de un extremo según su puntual situación y razonamiento. Incluso, en determinados momentos, el propio autoconcepto, permite al sujeto tener conciencia de una ubicación diferente a la que realmente ocupa. Por ejemplo: “Yo soy bueno porque doy limosna”, pero hay casos en que esa limosna solo sirve para lavar la conciencia y permitir el razonamiento que satisfaga al sujeto.

Existe otro elemento interesante relacionado con la pertenencia al grupo. El marco cultural, ético y moral de un grupo lo define la cultura social con principios y valores que la sustentan. Está muy vinculado con el espíritu de los tiempos, que viene a ser el motor, o el marco de referencia de la sociedad. Ese marco es dinámico y las opiniones emergentes lo reconducen, mediante un proceso de homogenización social, en otra nueva dimensión de principios y valores, al que podemos llamar proceso homeostático continuado.

En estos tiempos estamos viviendo una transformación interesante en esa vía. Se está pasando a manifestar, con claridad meridiana, un egoísmo social de grupo o nación, que conduce a viejos postulados de corte totalitario y excluyente. El «America First» (América primero) de Trump es un claro ejemplo de pensar egoísta, ¿pero quién son los “first”, los primeros? La insensibilidad, de gran parte del pueblo americano, con la miseria y el sufrimiento de países extranjeros, donde la guerra hace estragos, empobrece, mata y destruye patrimonio, muestra una frialdad aplastante, una introspección nacional egoísta. Esa verdad pragmática, donde solo vale lo que vale para mí, acaba disgregando al ser humano, apartándolo del valor humanista y aflorando la absoluta indiferencia hacia los demás.

El peligro está en que empecemos a convencernos de que no podemos vivir en este mundo tantos millones de habitantes. Que debemos reducir la población de la Tierra y que, en nuestro interior, se vaya desarrollando una actitud permisiva que racionalice y acepte, como vía de supervivencia de la raza predomínate, la tolerancia a esa debacle apocalíptica que limpiará el mundo de parásitos indeseables para que sobrevivan los inteligentes y poderosos. Será una raza de gente fuerte, resistente a los virus y agresiones patológicas, pues ellos habrán sido mutados para no ser infectados. Hitler levantará la cabeza y no necesitará campos de exterminio, sino virus serviciales que le harán el trabajo sucio.

Parece fantasía, pero puede llegar el momento en que la gente acepte y potencie la idea de que sobran los indeseables, los insanos y miserables habitantes de la tierra que ocupan los espacios que la raza superior necesita para su expansión. Un nuevo nacismo racista y excluyente que, a través de la ciencia, de la microbiología y la genética, se permita cultivar y desarrollar a la especie superior, sumisa al sistema, irrelevante como individualidad, pero fuerte y resistente al servicio de la sociedad establecida, donde la creatividad, el conocimiento y la investigación científica estén dominados por el orden establecido, por el líder supremo. La creatividad, el pensamiento y la conducta del individuo deberán ajustarse a la norma y la ley que define el marco que garantiza su absoluta seguridad en el sistema, al que ha de someterse para neutralizar los sujetos tóxicos, rebeldes, que buscan la destrucción de esa seguridad que te otorga el Gran Hermano. Nos someteremos a todo tipo de controles de la mano del líder, para identificar al terrorista asesino que quiere dinamitar el sistema establecido, el que garantiza nuestra seguridad y vida alienada.

Tal vez este virus no, pero puede que el siguiente, natural o artificial, cuando el nuevo espíritu de los tiempos defienda, acepte y conciba la necesidad de disminuir, selectivamente, los habitantes de la Tierra, haga el trabajo sucio. Una pandemia asolará el planeta y solo se salvarán aquellos que tengan recursos para afrontar la crisis, recursos sanitarios y económicos. Solo será cuestión de saber gestionar la crisis, de preservar lo “preservable”, y dejar que se elimine lo innecesario para el nuevo orden.

Darwin, desde arriba, horrorizado, verá como el ser humano domina la evolución con la tecnología y la ciencia, el nuevo dios que suple al proceso evolutivo de la especies que, a lo largo de milenios, llevó a la preeminencia del hombre sobre todo lo creado. Entonces, el hombre, el ser humano, habrá dejado de ser humano y habrá reimplantado en su mente la nueva inteligencia, sumisa y absolutamente racional, carente de emociones que alteren los procesos evolutivos de la sociedad del futuro. Nacerá de forma diferente, comerá diferente, se relacionará diferente… todo será diferente para un ser diferente. Mientras tanto, puede que la Tierra haya sucumbido definitivamente, que se parezca más a Marte, desierta, tunelada y con espacios artificiales donde se ubiquen con absoluta seguridad las nuevas sociedades, sumisas e integradas en el sistema de los ciborgs. ¿El ser humano del futuro será un ciborg?

Cuando los sentidos se eliciten o estimulen artificialmente, cuando la realidad del entorno no sea la realidad, sino aquello que percibes como real, cuando tu mente, en una pura abstracción viva una vida imaginaria, cuando el cuerpo que soporta la inteligencia no sea un cuerpo celular, bilógico natural, donde las emociones jueguen en la toma de decisiones y en la creación de opiniones y actitudes vitales, sino que sea un montaje artificial, entre biológico y mecánico tecnológico, un instrumento soporte de esa inteligencia, carente de emociones, fría y calculadora, manipulable mediante programación, entonces, viviremos en un Matrix. Pensaremos, programadamente, que somos sublimes, pero solo seremos una creación artificial, una nada engañada inmersa en un todo, como el grano de arena conforma la playa… más o menos como ahora, pero sin espíritu crítico para sentirte libre en tu pensamiento, en tu creatividad y en tus emociones… ¿o puede que hasta eso consigan?

Que Dios nos coja confesados, si es que Dios no está de su parte…

lunes, 11 de noviembre de 2024

Consternación, indignación e indignidad

 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 11 NOV 2024 7:00

Estamos ante una desgracia sobrenatural que no se puede evitar, pero sí paliar sus efectos y gestionar la crisis con solvencia y eficiencia para evitar males mayores

No atendemos a esas escrituras y construimos en ramblas y cauces. 

Foto: Fernando Bustamante

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A estas alturas, visto lo visto y sentido lo sentido, no sabe uno si la palabra consternación puede reflejar el sentimiento que ha generado la tragedia de la DANA en Valencia. Posiblemente se quede muy corta. Para los españoles en general, además de consternación, habría que recurrir a otros conceptos como estupor, tristeza, desolación, abatimiento, que despiertan empatía, solidaridad e identificación con los afectados. Para estos, los afectados, habría que añadir miedo, cuando no pánico, aflicción, desamparo, desesperanza, amargura, trauma, estrés postraumático y otros calificativos hasta alcanzar la indignación.

Sabemos, y si no lo sabemos lo deberíamos saber, que la naturaleza tiene conductas o fenómenos climáticos que, a lo largo de los tiempos, han dejado sobrado testimonio de cómo actúan y conforman la orografía del planeta. En mi pueblo se suele decir que los ríos y arroyos tienen escritura de propiedad de sus cauces. Nosotros, los humanos, no atendemos a esas escrituras y construimos en ramblas y cauces donde, temporalmente, la sequía nos engañó y con ella los propios constructores o los vecinos confiados, con la aquiescencia de las autoridades responsables de ordenar el urbanismo, construyeron verdaderas trampas ante una DANA de estas proporciones. Al ver el cauce desbordado del Barranco del Poyo, que es una rambla endorreica, o sea que no desemboca en el mar sino en la Albufera, con una caudal de 2.228,9 metros cúbicos por segundo, algo así como cuatro veces el caudal normal del río Ebro, se entiende esta desgracia, ese tsunami que arrasó con todo a su peso.

Lógicamente las proporciones del desastre son apocalípticas y difícilmente controlables, por lo que solo cabe, además de la previsión ante el comportamiento histórico de la naturaleza, establecer vías de comunicación para que los vecinos de la zona tomen medidas para preservar su integridad física. Pero esto ha fallado y los avisos llegaron tarde y mal, con efectos paradójicos a los pretendidos, ya que muchos afectados, ante la alarma, fueron a preservar sus vehículos, o salieron del trabajo para dirigirse a su casa entrando en una trampa mortal en el momento más virulento de la avenida o riada.

Ante todo ello, junto a la incompetencia para gestionar la situación por parte de Carlos Mazón y su equipo, de la falta de coordinación y organización a altos niveles sobre los medios disponibles, ya sea el ejército, la UME, la policía, la Guardia Civilbomberos y demás agentes asignados para ayudar, se produce un caos donde la eficacia es escasa. La pregunta es ¿por qué? La respuesta es la incompetencia de los mandos o responsables de gestionar la crisis, que se vieron desbordados con Mazón a la cabeza. Esa incompetencia ha elevado, no solo el riesgo, sino la realidad del desastre que podría, al menos, haberse paliado.

Estamos ante una desgracia sobrenatural que no se puede evitar, pero sí paliar sus efectos y gestionar la crisis con solvencia y eficiencia para evitar males mayores. Lo malo es que las cosas no se han hecho bien por parte de los responsables y encargados de llevar a término esa actuación de emergencia. Una vez más se echan pelotas fuera y se mandan al tejado ajeno, pero las leyes sobre las competencias están escritas. Ya ha quedado claro que la gestión de la crisis le corresponde al gobierno de la Generalitat valenciana, salvo que se eleve el nivel a emergencia nacional. Pero, de momento, esa salida no se ha tomado en consideración. Mazón no la pide y pretende seguir al volante. Su jefe, Feijóo, que no la pedía, ahora dice que sí, que la he pedido desde el principio, cuando sabemos que eso no es cierto, y anda como pollo sin cabeza diciendo una cosa y la contraria. ¿Debió proclamar la emergencia nacional Sánchez en contra de la voluntad del presidente de la Generalitat valenciana? Tal vez, dada la polarización, el propio Sánchez decidió que fueran ellos los que la solicitaran para evitar ser acusado de dictador que le arrebata a Mazón sus competencias, o sea un 155 encubierto. Ahora, Feijóo, en lugar de pedirle a Sánchez que lo haga, debería indicarle a Mazón que la solicitara, ya que es miembro de su propio partido.

Sánchez sabe que, haga lo que haga, irán a por él con la verdad o la mentira, con la razón o la irracionalidad, porque desde que el Sr. Aznar dijo aquello de quien pueda hacer algo que lo haga, prevalece esa consigna sobre cualquier otra cosa. El objetivo primordial del PP y Vox es echar a Sánchez cueste lo que cueste, aunque fuere con política abyecta fundada en bulos y mentiras… «difama que algo queda». Me viene a la memoria la frase de Montoro: «Que caiga España, que ya la levantaremos nosotros»; o sea, lo que siempre dijeron aquellos que tienen poco que decir para solucionar los problemas, «mientras peor mejor», para alcanzar el poder y hacer de su capa un sayo, o ir de salvadores patrios. Ahora Feijóo, vistos los derroteros, dejará a los pies de los caballos a Mazón para preservar su integridad, esperando no le salpique a su cómodo despacho de Génova el barro que a las calles trajo la Rambla del Poyo, aunque Mazón, en su incompetencia, lo tenga merecido.

Todo este maremágnum es lógico que despierte la indignación de los afectados. Son muchos días sometidos al sufrimiento, a estas imágenes que troquelan en la mente una desgracia de proporciones dantescas. Esta legítima indignación contra los gobernantes, tanto de la Comunidad como del Estado, debe tener su cauce de expresión reivindicativa y llegar a los oídos de los responsables para despertar su conciencia, que se supone la tienen, y hacerles reaccionar en busca de soluciones efectivas. Digna indignación contra los indignos incapaces de dar rápida y eficiente solución al terrible problema que les aflige. Cuando Sánchez dijo: «El gobierno está listo para ayudar. Si necesita más recursos que los pida. No hace falta priorizar. Se prioriza cuando faltan medios y no es el caso. Si necesita más recursos se los suministraremos inmediatamente», tal vez debió de ser más eficaz y contundente, pues esas frases, que luego se interpretan sesgadamente, deberían llevar acompañado una mayor asertividad y exigencias al propio Mazón.

Para colmo, a los indignados y a los políticos indignos, se suman los militantes indignos de determinados grupos conocidos por todos, que articulan y montan el bochornoso espectáculo visto en la visita del Rey y su séquito, cuyo objetivo no era más que seguir creando inestabilidad aprovechando esa justa indignación a la que me he referido. Ellos lo saben, pretenden crearla y sembrarla, porque en el río revuelto ganan como pescadores.

Concluyo exponiendo la preocupación no solo por los afectados, que es prioritaria, sino por la propia convivencia entre españoles, que anda por derroteros nada halagüeños. Este mundo convulso, donde afloró la política canalla y belicosa, ha perdido el norte hasta tal punto que hoy, más que nunca, se define en otro lugar parte de nuestro propio futuro. La democracia y sus valores, también andan en juego… 

 

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jueves, 7 de noviembre de 2024

Colonizar el pensamiento

 



 Antonio Porras Cabrera

Sé que hay gente empeñada en colonizar mi pensamiento… y el de todo el mundo. Son aquellos que, con su altruista vocación mesiánica, pretende hacerme comprender que lo que ellos ven es la verdad y lo que yo veo está apartada de ella, por lo que deberíamos (ya generalizo) reconocer nuestros errores e incorporarnos al redil. En su afán caritativo y bondadoso, pretenden salvar e iluminar mi pensamiento con su sabiduría superior, su gran capacidad intelectual y su certera sapiencia… son sabios e iluminados, carentes de argumentos lógicos, pero cargados de principios adquiridos a lo largo de su existencia, comprados en iglesias, partidos políticos, escuelas, grupos o sectas varias de poder o de credo.

No suelen usar argumentos que consoliden sus ideas, pues eso ya lo hace el dogmatismo que las conforman, estructurando un pensamiento enquistado resistente a la argumentación lógica, o sea un integrismo que acaba descalificándolos a ellos. Pero lo peor de todo, muchas veces, es que, cuando no les haces casos y, argumentalmente, les rechazas sus planteamientos, aflora la vehemencia en lugar de la razón. Un ejemplo: cuando se ven acorralados por la razón acaban espetando: “Tú no me vas a convencer”, y desconectan acaloradamente del discurso argumental que les planteas para no caer en el debate.

Esa falta de versatilidad en el ser humano es generadora de rechazo y odio al diferente, hasta tal punto que inocula la semilla de la confrontación cainita. En lugar de utilizar su tiempo para pensar en cómo establecer sinergias, cómo acercarnos a través de los acuerdos de común interés, se aferran a lo discordante y obvian lo concordante; es decir, prevalece la visión de lo negativo sobre lo positivo hasta romper la posibilidad de consensuar esa parte positiva para lograr algo en común que nos acerque, como primer paso a dar, en un largo camino de mejora de nuestra sociedad. Pero, tal vez, no tengan conciencia, o no quieran tenerla, de que todos formamos parte de un todo convivencial imposible de soslayar, o sea de esquivar o evadir. Somos un sistema interactivo abierto.

Tenemos como general defecto, y sálvese el que pueda, la incapacidad de escuchar al otro antes de debatir. Parece que lo importante es que, al final, el otro se quede con nuestro pensamiento en lugar del propio, colonizando el suyo con nuestras ideas.

Yo sigo siendo un mar de dudas en muchas cosas, sobre todo en aquellas que tengo un menor conocimiento, y he de decir, con absoluta convicción, que me gustaría poder resolver esas dudas con solvencia, a través de fuentes fidedignas y de mi propio razonamiento para introyectarlas como verdades “relativas”; sin embargo los voluntarios caritativos, que pretenden colonizarme con paparruchas, manda sus mensajes por todos los medios para convencerme de que su insolvente ocurrencia o tontería es la verdad y la mejor de las visiones de la realidad. Televisión con tertulianos, medios de comunicación con sus noticias, argumentos políticos infantiloides, desubicados, irracionales y tendenciosos, cuando no señuelos para evadir la realidad que se ha de ocultar para que no caiga sobre ellos la aplastante evidencia de su corrupción, su malicia y la certera expresión de su perverso pensar.

En todo caso, y volviendo al inicio del texto, esa colonización del pensamiento ha sido el garante del dominio sobre la sociedad y se consigue mediante el adoctrinamiento y la creación de actitudes de sumisión al poderoso, al considerado dueño, incluso, del conocimiento. No nos damos cuenta, pero el propio mecanismo de razonamiento se sustenta sobre premisas que conforma la base de la inferencia, o sea de la conclusión a la que llegamos mediatizada por los sesgos, que no dejan de tener, en muchos casos, un componente emocional manipulable, como es un claro ejemplo el asumir la posverdad, tan usada en estos tiempos, como forma de engatusar al ciudadano a través de sus emociones, disposiciones y sesgo confirmatorio...

El ejemplo más claro de colonización del pensamiento es el religioso. De todos es conocido que en el mundo hay infinidad de religiones que, con sus diferentes credos, dan una explicación existencial desde la concepción mágica de la vida. Digo mágica porque escapa al razonamiento, al conocimiento humano y se sustenta en bases hipotéticas que, en sus diferentes formas, pretenden explicar la espiritualidad del ser humano y sus principios existenciales a través de la fe en un ser superior que toma diversas formas según el credo. En todo caso, cada vez más, la ciencia asume el protagonismo explicativo de la realidad que vivimos, dejando en evidencia a las religiones que, casi siempre, pretenden ir adecuándose a los principios explicativos de la ciencia, dejando los dogmas cuestionados como formas de expresión adecuadas al tiempo y no como la realidad defendida otrora a capa y espada. Al pueblo que no piensa o no tiene capacidad para hacerlo, se le adoctrina mejor en la sumisión para colonizar el pensamiento, hasta tal punto que se le inocula la idea de que su misión es ser sumiso.

A veces es bueno huir de la “verdad supuesta” de estas personas o medios, tan seguros de lo que dicen que evitan la autocrítica, y seguir con la duda razonable que te lleva al conocimiento, porque ya lo decía Bertrand Russell: “Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”.

¡Buenas días y que usted lo piense bien!, pero antes de dar crédito a alguien, le aconsejo se siente tranquilamente, se desvista de prejuicios, mire quién, cómo, dónde y para qué lo dice, o al menos intente vislumbrarlo, y luego piense las razones, argumentos y objetivos que se adivinan tras ese pensamiento que presenta...

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Artículo publicado el 7 de noviembre de 2024 en:

 https://www.malagaldia.es/2024/11/07/colonizar-el-pensamiento/

https://aqui.madrid/colonizar-el-pensamiento/

https://xornaldegalicia.es/opinion/colonizar-el-pensamiento-por-antonio-porras-cabrera

https://www.news3edad.com/2024/11/07/colonizar-el-pensamiento/

https://www.galiciadigital.com/opinion/opinion.35452.php

https://www.euromundoglobal.com/noticia/431819/opinion/colonizar-el-pensamiento.html

 

viernes, 1 de noviembre de 2024

Los muertos viven en la memoria de los vivos

 


Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 01 NOV 2024 7:00

 

Nuestro miedo a la muerte se ampara en ese juicio ante un Dios terrible, que nos arrojará al infierno, como hizo con los ángeles malos y rebelados y, por otro lado, a abandonar nuestras bienes materiales…


Camposanto en Cuevas de San Marcos. / A.P.

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En estos días, cuando honramos a nuestros muertos, es bueno y conveniente que nos enfrentemos a esa realidad ineludible. Tomar conciencia de nuestra nimiedad, de lo lábiles que somos, de cuan corto es el tránsito entre la vida y la muerte, nos permite reubicarnos en esa verdad de la que, normalmente, huimos. La muerte, al fin y al cabo, no es más que el punto culminante de la vida, la última etapa, la meta final. Sí, nacemos para morir y lo importante es vivir, porque el bien vivir nos llevarán a un buen morir. La conciencia limpia, la bondad por bandera, el trabajo bien hecho, el objetivo de la vida bien cubierto y, aparte de haber recorrido el camino, haberse nutrido y crecido con ese tránsito, llegar al final en paz con uno mismo y su entorno, sin conflictos internos y con la sensación de haber aprovechado el tiempo que nos dio esa vida para crecer mentalmente. Crecer en conocimiento, mejorando el mundo que nos fue entregado y dejando la herencia a nuestros descendientes en mejores condiciones de las que la recibimos.

Hay credos que hablan de esta vida como un campo donde venimos a cultivar la espiritualidad, a sanar el alma, a limpiar y purgar los pecados o errores cometidos en otras vidas anteriores, hasta llegar a la perfección que nos abra las puertas de una dimensión pura para no volver más. Tal vez sea un cuento chino al amparo de nuestra resistencia a la nada, de nuestra rebelión contra el desvanecimiento, evaporación y muerte, de nuestro egoísmo y soberbia, pero no deja de ser bonita esa imaginación, esa concepción de la vida y de la muerte, que nos palía el sufrimiento que provoca la desaparición. En nuestro mundo judeocristiano, la muerte implica el juicio, con posible tormento eterno (que curioso eso de eterno… no se nos dará otra oportunidad), aunque la iglesia católica ya descartó la existencia del infierno, sigue pesando en nuestras mentes el troquelado infantil de aquella etapa del nacional-catolicismo preñada de amenazas divinas y castigos ejemplares. Tememos a la muerte, al juicio, al potencial castigo con el que se nos aterró en la vida, pero también nos resistimos a abandonar nuestras propiedades, nuestras cosas ganadas con el sudor de la frente, nuestras comodidades materiales y los bienes del entorno. No olvidemos que somos gente de conciencia poco clara, voluble según el caso, sometidos al discurso del pecado y su condena, cargados de dudas sobre nuestra moral y conducta, sujetos a juicios ajenos sobre aquello que hicimos, sin respeto al discernimiento y análisis personal y al libre albedrio… nosotros no definimos lo que está bien y mal, lo definen otros y eso confunde. Dios, y en su nombre sus ministros, marca la pauta del pecado, pero esos ministros son tan hombres como uno, tan propensos al error y a la confusión como lo somos nosotros. De ello han dejado suficiente constancia a lo largo de la historia. Por tanto nuestro miedo a la muerte se ampara en ese juicio ante un Dios terrible, que nos arrojará al infierno, como hizo con los ángeles malos y rebelados y, por otro lado, a abandonar nuestras bienes materiales.

Pero hablemos desde otra perspectiva de la inmortalidad, de la vida eterna, que según los credos es variable y concebible de distinta forma. El ser humano, en general, dentro de su egolatría, se siente como un dios menor que no soporta su desaparición. Pero, en el fondo, no desaparece, deja sus genes, sus enseñanzas, sus recuerdos y sus obras. Eso perpetúa su existencia, da sentido a su vida y trascendencia en distintos campos. Sabido es aquello de que se ha de tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Curioso… tener un hijo: dejar tu semilla, tus genes, tu sangre con su carga proyectiva, con tu trascendencia personal en un nuevo ser capaz de dar testimonio de tu existencia con su herencia genética y su conducta. Plantar un árbol, representa tu alianza con la naturaleza, con el medio ambiente que sustenta la vida que inicia la escala desde el vegetal al animal más básico hasta llegar al hombre, esa especie de reconocimiento ecológico, de contrato tácito entre la madre naturaleza, la Pachamama de la América inca, y el ser humano donde se da esa afinidad que perpetúa la vida en equilibrio. Finalmente, escribir un libro, que no es otra cosa que dejar testimonio de tu paso por la vida, de tu relato, plasmando todo el desarrollo que has realizado, qué viste y viviste, cómo lo entendiste, qué hiciste a lo largo del camino… o, en todo caso, si no hablas de ti de forma directa, lo haces de forma indirecta, aunque sea un testimonio novelado, proyectado en otra historia. El libro es un testamento, un documento que deja constancia a las generaciones venideras de tu paso por la vida.

Recuerdo lo que me decía un paciente, etiquetado de loco en tratamiento con neurolépticos, antipsicóticos, a raíz de sus delirios. “Los muertos viven en la memoria de los vivos, por eso yo no puedo olvidarme de mi madre, por eso voy al cementerio todos los días, para que ella no muera…” Esa certera locura constataba una realidad, la inmortalidad la consiguen los hombres desde su propia trascendencia a otras generaciones. Si saben que exististe, sin duda has existido, pero si no lo saben... sabe Dios si habrás existido.

Al menos una vez al año nos acordamos de nuestros difuntos, les llevamos flores, limpiamos sus tumbas y sus lápidas, le rezas si crees y, si no, te acuerdas de ellos, de sus actos, de su vida y su contacto. Es bueno no perder la memoria de dónde venimos, pues ello nos ayuda a hacer el camino desde esa constelación familiar que marca nuestro sino. El día de los difuntos los cementerios se llenan de vida, de colorido, de luces y de gente que hace revivir al ausente y hacerlo presente con su recuerdo. Tal vez ese día, sea el día en que menos le temo a la parca pues tomo conciencia del corto camino que va desde el parto a la muerte. Al fin y al cabo, entre el nacer y el morir solo hay pasos de esa senda que nos tocó transitar sin ni siquiera pedir que la queríamos andar. Ahora me toca pensar cómo se puede encajar en mi forma de vivir ese objetivo final para poder terminar bajo la influencia de la bonhomía. Me viene a la memoria un estrambote que le puse a un soneto sobre mi bodeguilla, dedicado a la bonhomía, y que termina:

“De esta forma te lleva a la vejez

en paz contigo y pleno de armonía

la dulce carroza de la bonhomía”.

Vida y muerte, y mientras tanto, tránsito digno del camino que lleva hasta el destino final.

Hoy, día 1 de noviembre, visitaré el cementerio de mi pueblo y veré quien vive en la memoria de los suyos y quien ha muerto en el olvido.

 

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