miércoles, 25 de septiembre de 2024

Israel ha perdido la razón

 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La opinión de Málaga el 25 SEPT 2024 7:00

Hemos podido observar como unos soldados israelíes arrojaban cuerpos de palestinos desde una azotea, un acto de indignidad tal que deshumaniza

 

Efectivos del Ejército israelí durante una operación en el campo de Al Fara, Cisjordania. / EP

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Israel ha perdido la razón. Se ha convertido en un Estado que practica el terrorismo como forma disuasoria, en todo caso en un Gobierno terrorista, pues va sembrando el terror entre la población civil, porque una cosa es el Estado y otra el Gobierno de ese Estado. No tiene justificación esta destrucción y matanza indiscriminada que está ejerciendo sobre el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania y ahora sobre Líbano, donde el número de muertes es terrible. Ante ello sigue sin inmutarse la ‘corte’ de Netanyahu, que muestran su cínica posición intentando explicar lo inexplicable y exhibiendo su dominio de la tecnología y la información para alcanzar sus objetivos. El pueblo israelita debe denunciar esta perversa actuación de su gobierno para evitar ser su cómplice.

Caerán muchos de los llamados terroristas, pero con ello vendrá la destrucción y la muerte de muchos inocentes. Algún que otro israelita no ve mal la desaparición de los niños al considerarlos potenciales terroristas del futuro y lo justifica como un acto preventivo sin percatarse que ellos, con su actuación, también está dando argumentos, más que suficientes, a los adoctrinadores del terrorismo islamista. En esta dinámica de guerra hemos podido observar como unos soldados israelíes arrojaban cuerpos de palestinos desde una azotea, un acto de indignidad tal que deshumaniza y deja manifiesta la crueldad de esos militares judíos. Al menos deberían ser respetuosos con los muertos…

Entiendo que la pelea con Hamás y Hezbolá es dura, y, a la vez, un fracaso humano de primera magnitud en tanto les resulta imposible establecer acuerdos de convivencia entra ambos pueblos, pero es que no parece haya disposición o intención de acabar con el conflicto de una forma razonable y razonada, sino desde la imposición del uno sobre el otro, provocando agravios de forma continuada. Son dos culturas incompatibles, de ahí que la solución sean dos Estados independientes.

En el fondo el problema es cuestión de geoestrategia mundial, por lo que los intereses de EEUU y occidente pasan por tener un control de la zona para neutralizar el influjo chino, en pura expansión, y ruso que, en connivencia con Irán y sus acólitos chiitas, juegan también a descomponer el orden vigente. Irán es una amenaza potencial para los intereses americanos y, lo que es lo mismo, judíos. El derrocamiento del último sah de Persia, Mohammad Reza Pahleví, supuso la conversión del país en una teocracia con ánimo expansionista dentro del conflicto larvado entre chiíes y suníes de Medio Oriente. La sangre ha corrido a raudales, y sigue corriendo, por diversos países según su alineación y quien le apoya.

Esta guerra interminable, que proviene de tiempo inmemorial, es la guerra de los pueblos del Libro Sagrado. Musulmanes, judíos y cristianos, beben de la Biblia, del Antiguo Testamento, que en lugar se sembrar la paz y el amor provoca la confrontación desde el dogmatismo intransigente.

Superioridad militar

Por otro lado, Israel, con un servicio secreto de solvencia más que contrastada y un ejército cuyo poderío militar es manifiestamente superior a cualquiera de su entorno, se siente como el gallo del corral y, además, con la contundente capacidad de responder ante cualquier ataque de sus enemigos, a los que no puede eliminar pero sí controlar ejerciendo su poder coercitivo. Su omnipotencia no se somete a control alguno de organismos internacionales. Los llamados ‘grupos terroristas’ para occidente son sacrificados guerreros para el mundo islamista, y el terrorismo practicado por Israel se convierte para occidente en un legítimo derecho a su defensa, como no podría ser de otra manera.

Pero el asunto es más complejo de lo que parece a simple vista. Si quieres controlar el futuro controla siempre el presente. Es decir, el problema es que Irán cabalga hacia una potencia militar de primer orden y eso significaría demasiado peligro para Israel, sobre todo si llega a poseer misiles con cabezas nucleares que podrían devastar la zona.

Posiblemente, para determinadas cabezas pensantes sin demasiados escrúpulos, se ha de hacer una guerra para destruir al potencial enemigo o, al menos, su capacidad para conseguir tan peligroso armamento. Y eso da qué pensar, porque para llegar a ello, o sea para hacer una guerra donde se pueda conseguir ese objetivo, se ha de tener una causa suficientemente poderosa que permita esa justificación. Todas las guerras se inician con actos de agresión del enemigo, incluso, en algunos casos, operaciones de falsa bandera al que se responde por legítima defensa. Hitler lo hizo con Polonia. España en Cuba pagó los platos rotos de una explosión del Maine que ella no produjo. EEUU respondió al ataque de las Torres Gemelas aquel fatídico 11 de noviembre, que desencadenó la invasión de Afganistán y la guerra de Irak con supuestas armas de destrucción masiva, que luego resultó una falsa y manipulada información de la que el propio Aznar aún no se ha desdicho.

Después de este razonamiento cabe una pregunta: Si el Mossad es tan bueno, ¿cómo es que no se percató de lo que estaban planificando los terroristas de Hamás para el 7 de octubre?, o si se percató ¿cómo no valoró la dimensión del acto terrorista e instó a la intervención del ejército judío para evitarlo? En todo caso, los hechos acabaron siendo un acto de guerra que provoca el conflicto. Si el conflicto se gestiona sin evitar ir a más, para acabar en una crisis de dimensiones regionales e internacionales, la confrontación con Irán se orientará a la destrucción de su arsenal y su capacidad para desarrollar armas nucleares. Al fin y al cabo de eso se trata, de neutralizar al enemigo y seguir con el control de la zona. Los ayatolas, temerosos, lo saben. Mientras tanto, Irán, seguirá utilizando a los integristas palestinos para mantener la tensión y usarlos como punta de lanza de su hostigamiento, e Israel continuará con su ya clásica actitud de potencia militar para aglutinar al pueblo judío en torno a un mandatario al que le esperan en el juzgado en cuanto deje de ser primer ministro. La guerra también salva a Netanyahu, esa especie de dios menor con habitación reservada en el averno de la cárcel, lo que provoca una perversa situación… luego, ya veremos.

 

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