¡Vaya titulito que me he inventado! Veréis, se cuenta una anécdota de un tonto que en el bar del pueblo le solían tomar el pelo y reírse de él. El caso es que le ofrecían dos monedas, una era de mayor tamaño, pero de menor valor. Él siempre cogía la mayor, aunque su valor fuera inferior, provocando la risa de la gente con su elección, que confirmaba su estulticia.
Un día un sujeto ajeno al pueblo que vio la escena le llamó aparte, intentando ayudarle, y le dijo: ¿Por qué no coges la otra que vale más, aunque sea más pequeña? El tonto le contestó: “Ya lo sé, pero en cuanto coja la otra dejarán de darme la posibilidad de elegir y no podré coger ninguna. Mientras coja esta se reirán pero me seguirá ofreciendo el coger una de ellas”. El visitante se quedó sorprendido y se percató de que los verdaderos tontos eran los que menospreciaban a aquel sujeto.
Recuerdo otra anécdota cuando andábamos implicados en la reforma psiquiátrica en Andalucía. Intentábamos reinsertar en la sociedad a los ingresados, que en muchos casos no eran más que débiles mentales. En la visita a una familia para que acogieran a un pariente, le dijo un compañero que el sujeto no era un paciente psiquiátrico, sino un débil mental o tonto y que era bueno que en todos los pueblos hubiera un tonto. El señor, como buen pueblerino era astuto, le respondió: “Sí, pero aquí ya tenemos al alcalde”. Es cierto que a una autoridad se le supone una capacidad intelectual y está sometido a la crítica de los demás de forma especial, hasta poder convertirse en chivo expiatorio. Mientras más alto esté el idiota, más elevaremos el listón de nuestra inteligencia.
En todos los pueblos suele existir un tonto. Tiene su función social, pero nadie lo valora como un verdadero servidor de la salud mental del pueblo. En este mundo siempre andamos con las comparaciones. Es el espejo donde nos vemos y nos valoramos. Es un sistema de valoración en relación a los demás. Recordemos que en el país de los ciegos el tuerto es el rey. O sea, según lo que haya a nuestro alrededor nos sentiremos de una u otra forma. Entre la gente bella soy feo, pero entre la gente fea soy guapo. Somos más altos según con quien nos comparemos, más gordos o más flacos, más listos o más tontos.
En mi pueblo hay un chico que vive feliz con su estulticia, todos cuentan anécdotas de él, haciendo reír sus ocurrencias al poner de manifiesto su idiotez. Lo curioso es que me he encontrado, en algún momento, riendo a otros que no le andan a la zaga en bajo nivel de inteligencia. Entonces he pensado cuan feliz se sentiría aquel pobre hombre que al compararse con el tonto del pueblo salía tan bien parado. El tonto del pueblo pone el baremo bajo para que cualquiera pueda sentirse importante, inteligente y cargado de valor. Pero eso no hace que sea más listo, ni incrementa su valor real, sino que en la comparación sale ganando.
En el fondo, amigos míos, es un sistema comparativo que se establece con el exterior, pero que se olvida de lo principal, de los valores internos y de las potencialidades de cada cual. La comparación intersujetos (con el exterior) es una forma de reconocimiento o valoración social, pero la importante es la intrasujeto (con el interior), aquella que nos hace ver nuestro rendimiento en función de nuestras potencialidades.
Yo les decía a mis hijos que un niño con inteligencia para sacar un 9 de nota y saca un 8 tiene menos valor que uno con capacidad para un 4 y saca un 5, aunque en la comparación el 8 sea muy superior al 5. A cada uno le es dado un potencial y su obligación es desarrollarse en función del mismo.
Por tanto, mira hacia el interior y ve cuanto vales. No te compares solamente con los de fuera, pues puede que al final el tonto de la moneda sea más inteligente que tú, aunque le ofrezca las dos piezas para que elija y lo dejes en evidencia.
Así pues, el tonto del pueblo tiene un alto valor social, como es hacer felices a los otros tontos que se ríen de él. Habría que meterlo en nómina o hacerlo funcionario del ayuntamiento… pero, claro, como diría el pueblerino de la anécdota, ya tenemos alcalde, jajaja…
Un día un sujeto ajeno al pueblo que vio la escena le llamó aparte, intentando ayudarle, y le dijo: ¿Por qué no coges la otra que vale más, aunque sea más pequeña? El tonto le contestó: “Ya lo sé, pero en cuanto coja la otra dejarán de darme la posibilidad de elegir y no podré coger ninguna. Mientras coja esta se reirán pero me seguirá ofreciendo el coger una de ellas”. El visitante se quedó sorprendido y se percató de que los verdaderos tontos eran los que menospreciaban a aquel sujeto.
Recuerdo otra anécdota cuando andábamos implicados en la reforma psiquiátrica en Andalucía. Intentábamos reinsertar en la sociedad a los ingresados, que en muchos casos no eran más que débiles mentales. En la visita a una familia para que acogieran a un pariente, le dijo un compañero que el sujeto no era un paciente psiquiátrico, sino un débil mental o tonto y que era bueno que en todos los pueblos hubiera un tonto. El señor, como buen pueblerino era astuto, le respondió: “Sí, pero aquí ya tenemos al alcalde”. Es cierto que a una autoridad se le supone una capacidad intelectual y está sometido a la crítica de los demás de forma especial, hasta poder convertirse en chivo expiatorio. Mientras más alto esté el idiota, más elevaremos el listón de nuestra inteligencia.
En todos los pueblos suele existir un tonto. Tiene su función social, pero nadie lo valora como un verdadero servidor de la salud mental del pueblo. En este mundo siempre andamos con las comparaciones. Es el espejo donde nos vemos y nos valoramos. Es un sistema de valoración en relación a los demás. Recordemos que en el país de los ciegos el tuerto es el rey. O sea, según lo que haya a nuestro alrededor nos sentiremos de una u otra forma. Entre la gente bella soy feo, pero entre la gente fea soy guapo. Somos más altos según con quien nos comparemos, más gordos o más flacos, más listos o más tontos.
En mi pueblo hay un chico que vive feliz con su estulticia, todos cuentan anécdotas de él, haciendo reír sus ocurrencias al poner de manifiesto su idiotez. Lo curioso es que me he encontrado, en algún momento, riendo a otros que no le andan a la zaga en bajo nivel de inteligencia. Entonces he pensado cuan feliz se sentiría aquel pobre hombre que al compararse con el tonto del pueblo salía tan bien parado. El tonto del pueblo pone el baremo bajo para que cualquiera pueda sentirse importante, inteligente y cargado de valor. Pero eso no hace que sea más listo, ni incrementa su valor real, sino que en la comparación sale ganando.
En el fondo, amigos míos, es un sistema comparativo que se establece con el exterior, pero que se olvida de lo principal, de los valores internos y de las potencialidades de cada cual. La comparación intersujetos (con el exterior) es una forma de reconocimiento o valoración social, pero la importante es la intrasujeto (con el interior), aquella que nos hace ver nuestro rendimiento en función de nuestras potencialidades.
Yo les decía a mis hijos que un niño con inteligencia para sacar un 9 de nota y saca un 8 tiene menos valor que uno con capacidad para un 4 y saca un 5, aunque en la comparación el 8 sea muy superior al 5. A cada uno le es dado un potencial y su obligación es desarrollarse en función del mismo.
Por tanto, mira hacia el interior y ve cuanto vales. No te compares solamente con los de fuera, pues puede que al final el tonto de la moneda sea más inteligente que tú, aunque le ofrezca las dos piezas para que elija y lo dejes en evidencia.
Así pues, el tonto del pueblo tiene un alto valor social, como es hacer felices a los otros tontos que se ríen de él. Habría que meterlo en nómina o hacerlo funcionario del ayuntamiento… pero, claro, como diría el pueblerino de la anécdota, ya tenemos alcalde, jajaja…
38 comentarios:
Es cieto lo que compartes, me parece estupendo lo escrito.
Y que muchas veces es mejor pasar por tonto....también,a si los mediocres se regordean.
Siempre es bueno hacer feliz a la gente.
Cariños
Que en cada pueblo exista un tonto debería ser ley. Como medida de profilácsis social.
Saludos
J.
Pues es verdad. Deberíamos institucionalizar la figura del tonto del pueblo.
Pero, corremos el riesgo que de no haya acuerdo sobre quíen debe ser. Habría que elegirlo por votación y esto ya implicaría un problema.
Imagina alPsoe y a PP, compitiendo por "colar" a su tonto. Eso sí, habría cantidad de posibilidades.
Jajaja.
Muy buen comentario Antonio.
Como siempre querido Antonio, magnífica entrada que nos provoca reflexión, reflexión sobre nosotros mismos.
Apuesto por lo mismo, por contratar a un tonto para que nos enseñe a actuar con algo más de inteligencia.
Un beso
Magnífica entrada, Antonio. Divertida y muy interesante. Nos lleva a reflexionar.
Esa idea de hacer funcionarios a los tontos en cada pueblo es muy buena, aunque a mí ya no me afectaría por ser jubilado.Ojalá la hubieran puesto hace treinta años.
Hay mucho alcalde tonto,lo que explica que la mayoría está encausado por algo.
Hernan Díaz, anterior alcalde de esta ciudad ha sido condenado a inhabilitación a perpetuidad; y el que tenemos actualmente, creo que acabará igual.Ya lo dice el dicho: Es bueno que siempre haya un tonto que pague los platos rotos.
Y éstos van a pagar la vajilla entera...¡por tontos!
Si me hubieran hecho a mí funcionario...
Un abrazo, amigo, y aunque ya digo que no me afecta, te agradezco tu propuesta.
Bueno, en el caso de España lo tenemos muy claro, todos aquellos con quienes nos comparamos, los amos del poder o políticos, banqueros, etc, son los tontos del pueblo, pero tontos de verdad. O de lo contrario, ¿cómo se explica que su puesto tenga como objetivo solucionar problemas y no hagan más que crearlos? Yo creo que dan para un 4 y saca un 2. Tal vez por eso los dejamos en sus suntuosos sillones, porque nos hacen reír y sentirnos, por comparación, mucho mejores.
Alguien dijo alguna vez que el mayor signo de inteligencia es la bondad. Pues ya está.
Buen post.
Un abrazo.
...Antonio:
Vale más un tonto sabio que un inteligente bruto.
Porque realmente es una moraleja grande la que haz expuesto, y si no fuera por esos "tontos" que seria de nuestro dia a dia.
Es una realidad que las cosas simples dicen mucho más que las elaboradas de la vida.
Recuerdo una enseñanza que nme compartio un Piloto Andaluz en un viaje de escala donde solo habíamos alrededor de 15 personas y entre ellas solo 5 turistas, el resto Pilotos y Azafatas, y comentaban una noticia del rechazo en un vuelo por parte de una persona a otra por cuestiones de etnia.
El Piloto me decia que en ocasiones les sucedia porque escuchaban su acento, pero rapidamente me hizo una historia que salio en la prensa hace muchos años y que siempre recordaré:
Una ves en un vuelo entró un señor de piel oscura y acento extranjero, la azafata le dirige a su asiento, y cuando se ubica en su lugar, el pasajero que ya estaba sentado llama molesto a la azafata y le dice, no quiero estar al lado de este moreno, de este repugnante ser, exijo que me cambien de inmediato, la azafata asombrada y un tanto alarmada, le dijo, disculpe, le comunicaré al Piloto, todas las personas alrededor estab sumamente molestas e indignadas, al cabo de unos munutos, llega la azafata y con una voz en tono suave y de caracter hermoso, la azafata se dirige allí donde estaban estos dos seres, el que repudiaba al extranjero y el que deseaba que lo cambiaran, ella dice:
Distinguido pasajero, el vuelo está copado y solo tenemos un asiento en primera clase, y el Piloto me ha indicado que le dirija hacia el asiento privilegiado y que muchas gracias por volar con nosotros y es usted bienvenido a nombre del Piloto y como viajero distinguido.
(las personas se quedaron en un profundo silencio, cuando de momento, se escucha una profunda ovación en aquel vuelo)
¿cual fue la sorpresa?
Que aquella azafata se estaba dirigiendo a aquel extranjero de piel oscura y acento marcado.
De seguro aquellas personas aprendieron la mejor de sus enseñanzas.
Por eso hacen falta los "tonto útiles", porque ellos nos enseñan sobre la vida, aquel tonto mostró a todo un vuelo por su racismo, que la grandeza de un ser humano no está en su coraza exterior, sino en la interior que es la que crea las verdaderas fortalezas de la vida.
Un abrazo y siempre es grato aprender algo nuevo en este proceso existencial.
Peter
Me parece una entrada genial. Todo es tan relativo. Tu comentario final me recuerda a mi actitud con mis hijos: celebrábamos mas un notable en gimnasia que el manido sobresaliente en matemáticas en el caso de nuestro particular "geniecillo torpón". Con el otro hiperactivo, cualquier aprobado era motivo de fiesta. Un abrazo coleguita.
Muy buena entrada. Bravo
Me has hecho reír y pensar. Estoy de acuerdo en lo que dices. En mi pueblo también había un tonto y curiosamente también se contaba la historia de las monedas. Curioso... Probablemente se trate de una leyenda urbana, perdón, quise decir rural.
Constato dos cosas. El reírse del tonto suele hacerse con afecto, es cierto. Pero también con un cierto sentido de superioridad. La gente disfruta con esa risa con poca malicia y es una forma de expresar el afecto, aunque también un cierto sentimiento. ¿Has visto la película Amanece que no es poco? Diviertidísima. Los habitantes de un pueblo se sortean los papeles emblemáticos de la vida rural: el tonto del pueblo, la chica casquivana, etc. Y otra cosa que constato, más a nivel personal, es que cuando yo también me he sorprendido riendo de las historias del tonto del pueblo he sentido luego ese sentimiento de culpabilidad que sentimos cuando nos reímos de algo o alguien de quien no debemos. ¿Le ocurre eso al resto de la gente o es que mi formalidad llega a ser tan asfixiante que no me permito ni siquiera un poco lo de ser políticamente incorrecto? Como ves, tus entradas generan ideas. De eso se trata...
Hay un débil mental en el pueblo de al lado que es feliz conmigo porque se lo creo todo.
No miento, no me he inventado nada. A mi no me cuesta ni me duele creerlo: lo escucho con atención y con respeto, no influyen en mi vida las cosas que me cuenta, no me preocupan y no tengo por qué no creerlas. Y él, en su cortedad, es feliz de ser suficientemente listo como para engañarme y se ríe de mi ( han venido a contármelo y me ha hecho sentir bien).
Que buena entrada y que inteligentemente expuesto está el tema.
Se nos murió hace poco el tonto del barrio, la verdad es que era un poco coñazo pero no hacía mal a nadie. Ahora que pienso, tenemos un concejal de urbanismo que podría servir para el puesto.
Me ha gustado mucho la anécdota de Peter.
Y la película "Amanece que no es poco" me parece indispensable. Yo la suelo volver a ver cada cierto tiempo.
Un saludo
La felicidad de los tontos , la quieren los listos !
Muy buena entrada, Antonio.
Saludos desde Málaga.
Jaja, tiene gracia lo del alcalde... En ese caso todos, pero todos los pueblos y ciudades tiene, al menos un "tonto"... casi siempre muy "vivo".
Besos, Antonio.
Me ha gustado mucho la forma tan amena como escribes, logras mantener en alto el hilo de la atención y sin dejar de transmitir un mensaje de fondo que enriquece. Seguiré viniendo en leerte. Me encantó el apunte del alcalde, genial.
En cada pueblo debería de existir "un tonto" que nos gobierne porque listos ya tenemos, porque si los mandatarios hubiesen cogido siempre la moneda pequeña ahora por lo menos quedaría algo, pero como "siempre" se apropiaban de la "gorda" a si nos va, que buen comentario y que la moraleja cada uno la suya, que ¡VIVAN LOS TONTOS", un saludo.
Es posible, Abu, que la postura más inteligente, según el caso, sea la del tonto que cogía la moneda de menor valor, pero era más grande.
Dragón, estoy contigo en que la profilaxis social pasa por el crecimiento de la autoestima, lo que pasa es que aquí es a costa de otra.
Txema, yo creo que, al final, cada uno identifica un tonto en función de sus propios intereses. En política se ve. Los del PP idiotizan a Zapatero y los del PSOE a Rajoy.
Gracias, Carmen. Habrá que pedir que los ayuntamientos incluyan en su RPT el puesto de tonto del pueblo. Eso si, para que no haya nepotismo y privilegios partidistas debería hacerse oposición… Por cierto ¿Cómo se hará el examen apara las oposiciones de tonto? También podría ser un cargo de confianza según quien gobierne…jajaja…
Juan, tal como está el asunto del trabajo, seguro que habría hostias por acceder al puesto… Yo me presentaría, pero también ando jubileta… No iba a ser divertido ir riéndose de los demás por dentro.
Es curioso, Mercedes, pero en este país siempre se identificó al tonto con el bueno. Es muy habitual decir, al chaval es muy bueno… como sinónimo de falta de picardía y de astucia, como inocencia.
Peter, conocía la anécdota y me encantó. Ni la idiotez, ni la inteligencia son patrimonio de ninguna raza, en todo caso su manifestación es debido a la marginalidad e imposibilidad de acceso a los medios que desarrollan el intelecto.
Emejota, por eso hablo de la evaluación intrasujeto, porque debemos mirar hacia dentro y ver las capacidades que tenemos para desarrollarlas responsablemente. Si no le saco todo el rendimiento mi inteligencia estoy malgastando tontamente el recurso que me dieron.
Gracias, Daniel. Bienvenido a esta casa virtual que abre sus puertas a tus comentarios.
No Ramón, n o he visto la película, pero me has despertado el gusanillo. Yo también reconozco que cuando te comparas con alguien y sales ventajoso te sientes bien, eso es humano, forma parte del balance natural comparativo que te reafirma socialmente.
Yo suelo decir que me encanta ir a los entierros, lo que no me gustaría es que me llevaran. El mal, si no hay más remedio, se prefiere en la casa del vecino.
Maria Jesús, yo pienso que la idiocia conlleva una cierta dosis de fantasía compensatoria en muchos casos. La fabulación del tonto le cubre las lagunas del ajuste a la realidad.
Gracias, Mercedes, por tus palabras. Cuando un pueblo pierde un tonto se suele identificar a otro al cabo de poco tiempo, aunque sea el concejal de urbanismo. Pero algunos concejales de urbanismo están demostrando ser unos listillos y llenarse la saca de pasta gansa en dinero negro.
Annick, es verdad. Se suele decir eso que planteas. Son felices en su idiotez, pues no se comen el coco con pensamientos y elucubraciones existenciales y demás.
Cuidado María, que el mundo está lleno de listos que se la dan de tontos y luego pasa lo que pasa, que aparecen negocios oscuros hachos por el que parecía tonto. ¿Será que se creen que los tontos somos nosotros? Habrá que castigarles con la correa, quiero decir con la gürtel… (correa en alemán)
Ana, lo malo es que lo votamos nosotros y luego no hay quien lo eche, pues lo dejamos por comodidad o por inercia, sin ser críticos con él.
Me ha encantado este relato del tonto porque nos está dando un buen ejemplo de que no es más tonto el que lo es, sino el que no lo es, al final fue más listo que ninguno.
Los listos me parece a mí que se suelen pasan de la raya.
Yo conozco a un tonto, (no me gusta ese nombre), pero oye no veas qué inteligente es.
Un beso, Antonio.
Bienvenida, Clara, a esta casa. Siempre será un placer contar con tu visita y comentario. Se llama Cosas de Antonio, porque toco un poco de todo lo que me apetece compartir y comentar, vamos, mis cosas. Visto tu perfil, creo que hay muchas cosas motivantes que compartimos. Visitaré “Lo que le dije al papel”.
Un abrazo afectuoso
Mamé, muy buena la alusión al mangoneo de determinados políticos. En este país siempre se dijo, no me des dinero, ponme doy haya… y nosotros vamos y los ponemos… así nos va. Los podremos identificar y evitar que se lo llevan?
Un saludo
María, yo recuerdo, de niño, que en mi pueblo siempre había un tonto titular y otros suplentes. La gente necesitaba compararse con alguien de menor inteligencia para reafirmarse en la suya. Por eso le doy el valor social al tonto del pueblo, al que la RAE define como escaso de entendimiento o razón, o que padece cierta deficiencia mental. Para mí esa palabra denota cierta ternura y simpleza, me gusta más que idiota, imbécil o bordeline, que suenan más a insulto.
Un abrazo
Ciertissimo, muy bien lo que ha dicho mi pensador y escritor blogger... necesitamos de otros para sentirnos mejores( Es una pena, ¿donde quedo el Auto -valor agregado de la persona? Mi no saber)
que este muy bien, bendiciones
Au revoir, Adio, bye & Adio
toñin qué razón tienen cada una de tus palabras, cuánta...
un besote buen finde
Muy buena exposición, Antonio.
Que se fije la atención en el tonto "oficial" permite a todos los demas tontos pasar desapercibidos.
Buen finde.
Diego, bienvenido y gracias por tu comentario. Está bien que amemos al inadaptado y al tonto, pues en el fondo nos ubica a nosotros en la adaptación y en la inteligencia, le debemos una…
Seamos caritativos con el pobre que, comparativamente, nos hace ricos, pero no lo enriquezcamos que nos hace pobres…
Un saludo
Gracias, Mariángeles, por esas palabras, que viniendo de una mente como la tuya son reconfortantes.
Buen fin de semana
Lola, puede que por eso la gente siga votando a los corruptos, porque hacen de chivo expiatorio y queda justificada la propia corrupción… si ellos lo hacen me dan a mí via libre para hacerlo, para justificarme.
Buen fin de semana
Desde eñ Centro Guadalinfo de Alhama de Almería, estamos de acuerdo con tu post.
Enhorabuena por el blog.
¡Cuantas ideas tienes!.
Saludos.
Gracias a Felisa del Centro Guadalinfo de Alhama de Almería y a quien más visite mi blog. Para mí es un placer poder compartir ideas. Tengo un grato recuerdo de ese precioso pueblo.
Un abrazo
Buena idea esa de darle sueldo municipal. Me gusta.
(aclaro: al tonto, no al alcalde)
Besos
Todos tenemos defectos y virtudes, pero no creo que las comparaciones con los otros nos sean de utilidad. No soy mejor ni peor que nadie. No compito con los demás, sólo puedo compararme conmigo mismo, con mi trayectoria y mis logros. Soy yo mismo. Mi forma de vivir está en función de mis necesidades, de mis creencias y de lo que siento. Vivo mi vida, no la de otros. Debo marcar mis propios objetivos, son una buena ayuda para mantener el foco encendido. Como la luz de un faro, es útil para llegar a la costa y atracar el barco, los demás nos sirven como referencia visual, no como punto de apoyo. Las comparaciones debo hacerlas conmigo misma, con mis limitaciones y mis potencialidades.
Interesante post Antonio, como nos tienes acostumbrados.
Dice un dicho "del agua mansa líbreme Dios, que de la brava me cuido yo". A veces los tontos son más listos que muchos otros.
Un abrazo y feliz semana
Myr, lo malo es que el tonto del alcalde ya se lo pone solo y además un gran sueldo.
Besos
Efectivamente, amiga Belkis, esa comparación conmigo mismo, la intrasujeto, es la que vale, aunque la otra se suele practicar desde la perspectiva social. La responsabilidad de cada uno está en desarrollar lo que la naturaleza le ha dado.
Besos
Mi querido Antonio, muy simpático tu escrito y lleno de cosas para reflexionar. Comparto lo que dices, la existencia de un personaje como éstos le imprime una especie de escala valorativa anónima a nosotros mismos. Tienes muchisima razón, que lo vemos más hacia lo externo que hacia lo interno. Fijáte que me ha encantado el trato que le has dado al tema, porque si bien es cierto, en cada lugar hay personas con estas condiciones, puede despertar varias emociones en nosotros, pena, rechazo, indiferencia,compasión, aceptación, alegría etc.,yo desde mi punto de vista los veo como seres con altos grados de inocencia que tienen el gran valor de interactuar en un mundo que no está amoldado para ellos, sin embargo desarrollan capacidades que nos hacen un buen aporte. Creo que si es necesaria su existencia. Te mando un besazo y que tengas una linda semana!!
Querida Circe, yo tengo un gran aprecio por los tontos, por los inocentes, mejor dicho. Voy más lejos y plasmo un abanico de sinónimos: cándidos, ingenuos, candorosos, crédulos, sencillos, llanos, incautos…
Ya está uno harto de tantos astutos, maliciosos y ladinos. Son esos los que hacen desconfiados a los inocentes, los que siembran las diferencias y destruyen la bonhomía innata en los seres humanos. La sensibilidad del cándido la destruye la indignidad del malicioso.
Besos
No estoy totalmente de acuerdo con usted.
Es completamente cierto lo que usted comenta. Pero debemos tener en cuenta que esto sólo es válido en un contexto relativista.
Creo que un chico que puede sacar un 9 pero saca un 8 sigue teniendo un talento mayor que el de quien saca un 5 pudiendo sacar un 5.
Un tonto lo es y lo seguirá siendo aunque sus vecinos sean unos completos idiotas.
Debemos valorar a las personas individualmente y no en su conjunto, pues esto reduce el talento de la media, y nos lleva a la filosofía desastrosa que premia el "esfuerzo" o la relación "capacidad-resultado" y no el resultado en sí mismo.
No nos sirve de nada una sociedad dentro de la cual se premie lo que cada cual consigue en base a lo que puede, si un hombre tiene capacidad para generar cien pesetas, ¿qué valor aporta a la sociedad?
Un saludo cordial.
Javier, yo no le quito mérito al que tiene una inteligencia de 9, ni le doy más mérito al que la tiene de 5, lo que le doy es un valor más grande al esfuerzo que hace el de 5 que el de 9. Es un valor que le lleva a superar el hándicap que cada cual tiene, como cuando se juega al golf y cada cual se ha de enfrentar a su hándicap en un mimo campo. No sé si me explico con claridad, pero este ejemplo puede que te aclare lo que quiero decir.
Saludos
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