martes, 8 de octubre de 2019

En qué deberían pensar nuestros políticos de cara al futuro.



Tal vez estemos a tiempo de redirigir el futuro, de reorientar las políticas de gestión de las tecnologías, para hacerlas compatibles con los valores humanos. Es el momento de pensar y exigir al mundo de la política acciones encaminadas para orientar el desarrollo tecnológico al servicio de la humanidad, para evitar que seamos dominados por el uso de esa tecnología en beneficio de intereses espurios de grupos de poder de orientación similar a la neonazi, mediante estructuras verticales. Tecnología y humanismo han de ser compatibles porque, de lo contrario, acabará sucumbiendo el ser humano a la tecnología mediante una extraña e imprevisible relación de poder–sumisión.

Conocimiento y progreso van de la mano, pero siempre el conocimiento, como elemento de poder, ha sido controlado y reconducido por intereses económicos, políticos y de credo o, al menos, se ha intentado controlar al máximo. Las culturas sociales, son marcos que definen el uso y dominio de ese conocimiento y de los sistemas económicos y productivos.

Por otro lado el conocimiento es poder, la información es poder y la tecnología, por consiguiente, es poder. La lucha por el poder conlleva el intento de dominar y dirigir el conocimiento. Los grandes cambios del mundo moderno se han producido por la inclusión de invenciones o descubrimientos aplicables a la producción y la industria.

El fondo de la cuestión no está en el conocimiento, en la tecnología, sino en cómo se gestiona y cuáles son los objetivos para que se usa. Y aquí subyace un planteamiento político y económico. Político por el dominio y el ejercicio del poder; económico por el control y gestión del negocio, de la industria y del mercado, considerando, además, que ambos suelen ir de la mano. Cada vez es más patente en esta dinámica en que estamos, encontrarnos gobiernos subordinados al poder económico, que prometen una cosa y luego hacen otra.

En todo caso, yo me pregunto:

ü ¿Se usará la tecnología para mayor enriquecimiento y gloria de las corporaciones y magnates que dominan el comercio y las finanzas a nivel internacional?

ü O, acaso, ¿se considerará como un elemento de desarrollo que beneficia al ser humano, dándole mayor libertad y tiempo de ocio y creatividad, desenvolviendo la espiral de su sus potencialidades?  

ü ¿Se someterá al ser humano a un sistema de GRAN HERMANO, donde estará ideológicamente alienado y sometido a un poder impositivo, que conforme la estructura de gobierno en un Estado vertical, donde seremos hormiguitas de obediencia debida, en una nueva ideología de corte nazi, clasista y selectiva, en función de las capacidades productivas y de consumo, lealtad y sumisión al sistema, que cada individuo presente?

ü O, acaso, ¿se democratizará la información y el conocimiento entendido como un bien común, controlado por los Estados democráticos, para que sea usado por la sociedad mejorando sus valores y principios, y resolver los problemas que se vayan presentando, con la intención de mejorare la calidad de vida y potenciar el humanismo y la solidaridad desde la justicia en un nuevo contrato social?

Estas son algunas de las preguntas que yo me hago. A mí me hace pensar sobre cómo se han gestionado las otras revoluciones industriales a lo largo de los tiempos no muy lejanos y, por tanto, ponerme alerta sabiendo por donde van los tiros. Os recuerdo las cuatro revoluciones industriales que se han dado según algunos estudiosos del tema:

1.     Primera revolución industrial, con la invención de la máquina de vapor.

2.     Segunda, apoyada en el uso de la electricidad y las energías.

3.     Tercera, con la informática y dispositivos electrónicos y mecánicos analógicos.

4.     Cuarta, según plantea Klaus Schwab, está marcada por los avances tecnológicos emergentes en varios campos, que incluyen:
·        Robótica.
·        Inteligencia artificial.
·        Nanotecnología. 
·        Computación cuántica. Se basa en el uso de cúbits en lugar de bits, y da lugar a nuevas puertas lógicas que hacen posibles nuevos algoritmos.
·        Biotecnología.
·        Internet de las cosas (IOT).
·        Impresión 3D.
·        Vehículos autónomos.

Ante esta oferta tecnológica, cabe plantearse para qué, con qué objetivos se trabaja en ello y con ello.

Ø La robótica puede librar a los seres humanos de trabajos penosos, pero también los puede dejar en el paro, a la par que los deshumaniza, incluso los despersonifica. El uso de la robótica puede automatizar y abaratar los costes de producción pero a un alto precio social con el desempleo. Tal vez, si destruye u ocupa un puesto de trabajo, habría que exigirle unos impuestos reparadores que sirvieran para cubrir servicios básicos al ciudadano.

Ø La inteligencia artificial no sabemos hasta dónde puede llegar y supone peligros hipotéticos que podrían confirmarse. Si esa inteligencia artificial piensa con mejor resultado que la humana, con un pragmatismo al estilo americano, donde lo importante es el resultado, acabaremos alienados y sometidos al gran cerebro que piensa por nosotros y al que le puedes consultar todo para actuar con la eficacia que requiere cada caso. Tremendo, pero posible.

Ø La nanotecnología tiene grandes ventajas, incluso desde el punto de vista médico, con acceso a lugares del organismo insospechados para resolver problemas in situ, pero puede ser un arma de control y violación de la privacidad, junto a la inteligencia artificial y el conjunto de la tecnología.

Ø La computación cuántica nos ubica en otra dimensión de la gestión de datos, con el Big data, y en la resolución de problemas lógicos desde el esquema de redes a través de los cúbits. El control del Big Data será un arma de poder incalculable, pudiendo tutorizar el conocimiento, controlar las previsiones y conductas del ser humano, redirigiendo las opiniones, conociendo sus deseos y voluntad para absorberlo e integrarlo en el mundo del consumo y la estructura social de corte neonazi. Pero también, si fuera usada con criterio social, dinamizaría el conocimiento y podría potenciar la creatividad y el desarrollo del pensamiento libre de los individuos dándole importantes datos para elaborarlo.

Ø La biotecnología abre campos de desarrollo de microorganismos y, también, de injerencia en el genoma humano y animal. Riesgos y ventajas. ¿Acabaremos pariendo en incubadoras a seres ya elegidos antes de la fecundación, con características específicas para el fin que se ha pensado crearlos? ¿Tendremos a nuestro alcance la posibilidad de determinar el perfil de nuestros hijos a voluntad mediante la manipulación del genoma, como ya parece ser? En todo caso, tendremos que adaptar nuestros principios y valores a la nueva situación para evitar disonancias congnitivas. La ética y la moral son maleables, y puede que manipulables, para enfocarlas al beneficio del poder en una sociedad alienada.

Ø El internet de las cosas, ya los estamos viviendo con controles remotos, la robótica doméstica, la automatización, las redes sociales; o la impresión de 3D que está llamando a la puerta.; los vehículos automáticos, drones, tecnología de conducción, etc.

En suma un reto impresionante, donde, al final aparecerá una clase específicamente integrada en el uso y conocimiento de esas tecnologías, dejando fuera, como analfabetos funcionales, a quienes no la conozcan y utilicen. El mundo se desarrollará bajo premisas diferentes a las actuales.

La cuestión, bajo mi modesto punto de vista, está en qué sistema, o formato, trabajamos para evitar las perversiones del uso de las tecnologías. En cómo desarrollamos leyes y normas que preserven la ética y vayan facilitando los cambios necesarios desde el sosiego, bajo criterios formativos que garanticen la libertad y el desarrollo de los valores humanos. Y ahí, tendremos delante a los intereses de las grandes corporaciones, del sistema neoliberal, que busca un nuevo orden mundial controlado por el mercado y, con un espíritu darwinista, convertir el mundo en un campo de batalla de intereses comerciales y financieros.

He ahí mi preocupación, a la que debemos dar respuesta sin dilación, exigiendo a los gobiernos su implicación y la oferta de programas que nos faciliten el tránsito por esa nueva dimensión, por esa nueva era, preservando los derechos y libertades del ser humano y potenciando su capacidad de discernimiento y los valores humanos.

Creo que merece la pena pararse a pensar en cuales son los peligros reales que nos acechan con los Big Data, con el manejo de la información que se hace. Estamos siendo controlados, cada vez más, con la excusa de los peligros terroristas, y otras cuestiones que permiten, a través del miedo, que no pongamos resistencia a entregar nuestra privacidad por un bien mayor, que es la seguridad percibida.

Las redes sociales nos dan libertad, nos facilitan la comunicación y muestran el mundo y ponen a nuestra disposición muchos conocimientos, pero también nos exponen a un mayor control sobre nuestras debilidades y capacidad de respuesta a los avatares de la vida, mostrando nuestra tendencia en el consumo y orientaciones de cualquier tipo.  Estamos entregando libremente, sin pensar siquiera en ello, muchos datos de nuestra vida, que pueden servir para esclavizarnos, para que, mediante el procesamiento de ellos, las grandes corporaciones puedan conocer datos muy personales y nuestras preferencias, además de negociar con ellos en el mercado de la información y del marketing. Las redes sociales, Facebook, Twiter, Instagran, las nubes como almacén de datos, facilitan demasiados detalles sobre nuestro perfil personal. Si se me despierta la paranoia acabaré pensando que conocen mis ideas y mañana pueden venir por mí.

Es más. No dudemos, de que dentro de pocos años, el sistema de control de DNI será un chip incorporado que irá chivando todas nuestras actividades, a cambio de facilitarnos la interacción con los demás, con las compras, pagos y disposición de productos del mercado, como ya hacen las tarjetas de crédito.

v Por otro lado, ¿alguien duda de que tenemos más conocimiento a nuestra disposición y manejamos más datos de forma inmediata, pero que somos más idiotas?

v ¿No existe el riesgo de que estemos en el futuro conectado a un sistema de información central que nos facilitará los datos requeridos para cualquier actividad, toma de decisión o vivencia, sin que tengamos que hacer el esfuerzo de estudiar?

v ¿No será posible, mediante un proceso de sensibilización neuronal, aplicar o trasladar el conocimiento desde una máquina a nuestra propia memoria e inteligencia?

v Y, ¿por qué no, hacer viajes virtuales, o en holograma, a cualquier lugar o época provocando sensaciones, emociones y estímulos de todo tipo que nos permitan vivir una realidad virtual como autentica vivencia?

v Y eso, ¿cómo se regula, cómo se establece la norma que garantice la ética, la moral y los valores humanos, sabiendo que la evolución social cambiará los propios valores, la ética y la moral actuales?

v De cambiar esas cuestiones ¿hasta dónde se han de cambiar y cuáles son los principios que debemos mantener como base del cambio para que esa mudanza no sea una perversión del propio ser humano?

Muchas preguntas para una mente que, puede, no llegue a conocer ese futuro. Estas preguntas se las dejaremos a los jóvenes, pues tal vez sean más permisivos a la hora de aceptar los cambios, incluso la imposición de la tecnología, con quien han convivido desde su nacimiento. El futuro es de ello, y nosotros seremos el pasado en ese futuro.

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  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...