sábado, 28 de febrero de 2015

28 F. Día de Andalucía



Hoy, que es el día de Andalucía, le haré un pequeño homenaje. Me quedaré con el estribillo de su himno, que dice así:

¡Andaluces, levantaos!, 
¡Pedid tierra y libertad!, 
Sea por Andalucía libre, 
España y la humanidad. 

¡Qué linda estrofa! Llama a todo un pueblo a salir de la somnolencia, de la abulia, del conformismo histórico, para despertar y gritar a una voz algo tan importante como pedir dos elementos básicos, la tierra que es la madre nutriente de toda la vida y la libertad que es la esencia del desarrollo y progreso de la mente, del individuo, de la sociedad. Tierra para aliarse con ella y poder nutrir el cuerpo con el pan del día a día, para integrarse en el todo del ecosistema que nos envuelve. Al fin y al cabo somos hijos de la tierra y a ella volvemos para alimentar la vida que emana de sus entrañas. La tierra, que ya estaba aquí mucho antes de llegar nosotros, no puede ser propiedad de nadie, pues lo que le pertenece a uno es solo aquello que creó. En todo caso la tiene en usufructo mientras sea capaz de conjugar y desarrollar su potencial productivo en beneficio de la colectividad. Tierra sí, simbólicamente tierra, porque la tierra es lo que nos une y lo que nos hace iguales en esa simbología vital de un todo inmerso en un ecosistema del que formamos parte.

Luego hay otro alimento tanto o más importante, como es la libertad que se reclama. Es el alimento de la mente, del espíritu creador que nos eleva como seres humanos, pensantes y creativos, como sujetos en proceso de desarrollo universal hacia un conocimiento inescrutable que se escapa a la imaginación, pero que nos llama poderosamente hacia la búsqueda de la verdad a través de la ciencia y la ilustración desarrollada por la inteligencia.

Al pueblo andaluz, como a la mayoría de los pueblos, le fue vetado, o dado en cuentagotas, el acceso a sus alimentos… al pan de la tierra y a la libertad del espíritu. De todos es sabido que no se puede pensar si no se vive, por tanto lo primero que todo ser busca es la nutrición de su cuerpo para, después, poder pensar o realizar cualquier otra actividad. Si tengo que dedicar todo mi esfuerzo a conseguir mi sustento, no podré pensar y estaré sometido y esclavizado por el alimento para mi subsistencia. Los pueblos se sometieron y se esclavizaron desde esa doble vertiente: control de sus nutrientes y conformismo desde la falta del criterio y discernimiento que otorga el conocimiento y la enseñanza. Eso se dio en una perfecta alianza entre el poder impuesto por las armas y la leyes y el adoctrinamiento para crear sujetos conformistas y sumisos que aceptaran su incapacidad para tomar decisiones, delegando, en otros más preparados, el gobierno de las cosas, aceptando, pues, ser parte de un rebaño guiado por el pastor y sus perros guardianes. Supongo que os suena esa filosofía, esa forma de concebir la sociedad desde el anacronismo oligárquico (el gobierno de unos pocos sobre los demás).

Llegado a este punto es digno de alabanza que un pueblo grite y demande esa tierra y esa libertad, pero también que ese grito no sea una mera jaculatoria demandante. Que este día no sea una Navidad nacionalista donde se siente el “orgasmo” de lo buenos que somos y de las buenas pretensiones que tenemos y, pasado el día, todo quede en agua de borrajas. Ahora nos queda a cada cual asumir la parte que le corresponde de su propio desarrollo personal, de incrementar el valor de su mente para hacer más grande a esta tierra. El chauvinismo es paralizante y hemos de entender que estamos en el vagón de cola de este tren de la vida española y europea y no en la cabeza que pudiera hacernos ver el orgullo de este viejo pueblo. Decía Epicteto: “Engrandecerás a tu pueblo, no elevando los tejados de sus viviendas, sino las almas de sus habitantes”. Y Emilio Lladó comenta: “La riqueza de un pueblo no es la del suelo, sino la del cerebro”.

Nadie cede su poder de forma gratuita, sin estar sometido a presión de demandas responsables, lógicas y de justicia, al amparo del poder de la razón y, si fuera necesario, de la fuerza física y/o intelectual. El pueblo que sabe, que ha desarrollado su mente y no se somete a dogmas irracionales, es un pueblo con grandes posibilidades de progreso. El reto de Andalucía está en eso, en desarrollar la capacidad intelectual de sus ciudadanos de forma generalizada, abarcando a todos y cada uno de sus integrantes y no dejando en manos de unos pocos el acceso al conocimiento… en aceptar de forma responsable y comprometida que seremos lo que queramos si somos capaces de luchar por ello hasta conseguirlo, que nadie da nada, como ya he dicho, si no es desde la simetría o desde la asimetría sumisa. Sé que hay grupos de poder empeñados en la regresión a estadios pasados, con viejos esquemas de adoctrinamiento de mentes y de almas, que nos llevarán a la sumisión y a la ausencia del espíritu crítico que construya el progreso. El poder juega su baza y ejecuta los pasos que le interesan. Usa la engañifa y la falacia, asusta y amenaza para hacer desistir a los pueblos de sus derechos elementales y entrega a los grupos de poder afines sus ciudadanos con las manos atadas por las leyes y las normas. Si el dinero se hace dueño del mundo, el ser humano será, definitivamente, su esclavo.

Pero hay otro aspecto más que me gusta en la letra de este himno andaluz. Es ese sentido de integración en un todo universal, como queda reflejado cuando dice: “Sea por Andalucía libre, España y la humanidad”. No habla de fronteras, no dice nada de rechazo, no se opone a la concepción universal del hombre. Entiende que el ser humano está por encima de los límites impuestos por el poder de los Estados, de la organización parcelaria en países sometidos al gobierno de unos pocos. Acepta esa taxonomía sistémica, de menor a mayor en el grado de pertenecía. Cada uno es un subsistema de otro superior y, a su vez, comprende otros subsistemas de orden inferior, como forma de articular la interdependencia. En todo caso el elemento máximo de referencia ha de ser la humanidad. Pero cuidado, que los gobiernos del mundo han dejado de ser los aliados de la ciudadanía para convertirse en los lacayos del poderoso sistema económico, solo hay que ver con espíritu crítico sus falacias, sus manipuleos, sus ataques entre ellos y sus formas de reconducir y de analizar los problemas y sus soluciones.

Sea pues, tengamos el alimento, que mana de la tierra, para nuestros cuerpos; bebamos el agua de la ciencia y el conocimiento como alimento para nuestras mentes y concibamos la vida desde esa perspectiva universal que hermana a los seres humanos en un conjunto universal. Vigilemos, cuidemos y exijamos nuestra libertad: “SEA POR ANDALUCÍA LIBRE, ESPAÑA Y LA HUMANIDAD”.



2 comentarios:

Pintor dijo...

Como siempre y para no perder su linea ¡¡ impecable y real como la vida misma ¡¡ por que es eso,Vida.
Un saludo afectuoso.

Antonio dijo...

Gracias, amigo Pintor.
Es la vida misma, exactamente. Esa vida que no siempre podemos hacer como queremos y nos viene condicionada por tantas cosas y tanta manipulación por los que pueden hacerlo... los que tienen el poder y la capacidad de dominar los medios.
Un saludo

Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...