domingo, 11 de agosto de 2019

Pregón de feria (2019) de Cuevas de San Marcos


Sr. Alcalde, miembros de la comisión de festejos, queridos paisanos y paisanas de Cuevas de San Marcos, querida familia, amigos y amigas que habéis venido de fuera a disfrutar de la feria. Muy buenas noches.

Ante todo quiero agradecer a la comisión de festejos y en especial a Rafa Romero, el haberme propuesto para dar el pregón de la feria de nuestro pueblo. He aceptado gustosamente, como hubiera aceptado en cualquier otro momento. Lo he hecho porque la feria es una fiesta transversal, sin distinción de credo, ideología o edad, es la expresión donde converge toda la ciudadanía. Una feria es eso, un encuentro civil, ciudadano, para compartir ocio, alegría, amistad y comunicación en buena relación, civilizadamente. Además de un reclamo para el reencuentro de sus hijos emigrados, con su familia, los amigos y las raíces que aquí nos dejamos, incluso algunos amores resistentes al olvido en la distancia. 

Me cabe, por tanto, el placer y el honor de ejercer de pregonero en nuestra feria, anclada ya a la historia de Cuevas. Pero, en el fondo, los verdaderos pregoneros del pueblo sois vosotros y vosotras, que cada día os volcáis en hacerlo mejor, más bello, más dinámico, que publicáis por todos los medios a vuestro alcance las esencias de Cuevas.

Yo entiendo, que el objetivo de mi pregón ha de ser compartir con vosotros el sentimiento que despierta en mí nuestro pueblo, a la par que pregonar esta fiesta. Compartir, digo, desde la evolución personal de cada uno a lo largo de la vida.

Me gustaría empezar haciendo una mención especial a todos aquellos paisanos y paisanas que tuvieron que marcharse a otros lugares para mejorar su vida. Sobre todo a mis padres, Antonio el Cosario y Dolores la Colchona, que tras vivir muchos años en Hospitalet de Llobregat volvieron a su casa; por desgracia ya han fallecido, y seguro que hubieran estado disfrutando este momento con nosotros. Mis padres fueron campesinos de esta tierra. Llevo con orgullo ser su hijo y haber surgido del pueblo llano, de esa familia donde convergen los Colchones, Chipés, Portugueses, Cosarios, etc. que me dieron muchos más de 8 apellidos cuevachos. Es cierto que la gente del pueblo llano, como es mi caso, tiene más difícil su éxito académico y económico y que gracias al esfuerzo y al ímpetu que nos otorga la huida de la nada, podemos alcanzar un justo reconocimiento en el mundo intelectual. Mis éxitos, si es que los hay, y mis publicaciones, se los ofrezco a ellos y al pueblo que me vio nacer en aquel febrero gélido y lluvioso de 1951.

Y volviendo a la emigración, resalto la distinción otorgada al matrimonio formado por Rosario y Juan Manuel. En ellos se simboliza el homenaje que se ofrece a todos los paisanos y paisanas que emigraron en su día.  También ofrezco un recuerdo afectuoso a los que no han podido venir por causas ajenas a su voluntad. Son muchos los que me han comunicado que les hubiera encantado estar esta noche aquí, con nosotros, pero no ha podido ser. (Un aplauso para ellos).

Me solidarizo con ellos, porque yo también soy emigrante. Me marché en 1967 a Barcelona, donde viví 10 años y donde me casé con una paisana, la “Dolorsitas” de la Luz, que sigue, tras cuarenta y cinco años y compartir conmigo dos hijos y tres nietos, soportándome pacientemente.  

Luego volvimos a Málaga, cerca de nuestras raíces, y ya son más de 40 años viviendo en la ciudad. Ello nos ha permitido un mayor contacto con nuestra familia de Cuevas, con las amistades y el pueblo en general y disfrutar de nuestra casa en calle Grama, donde recibimos a los amigos que vienen a visitarnos al pueblo.

Pero, hay muchos casos como el mío. Por desgracia, o por suerte, los hijos e hijas de nuestro pueblo estamos dispersos en una diáspora de corte universal. Esos son también los grandes pregoneros que van llevando a gala por el mundo el nombre de Cuevas de San Marcos. Por tanto, no hemos roto con nuestra tierra, bebemos y vivimos esas raíces que nos anclan al pasado, a nuestros ancestros que regaron estos campos, a veces desagradecidos, con su trabajo y sudor. Nos marchamos, pero no nos fuimos. Estamos fuera, pero no renunciamos a nuestro pueblo. Cuando podemos volvemos. Somos muchos, además, los que seguimos manteniendo una segunda vivienda aquí, donde habita la memoria cabalgando en la nostalgia. Por otro lado, en la mayoría de los casos comulgamos con un mismo sentimiento… ¿sabéis cómo se llama ese sentimiento?: El orgullo de ser de Cuevas de San Marcos. Y aprovechando que soy psicólogo, os haré un diagnóstico del emigrante: “la mayoría de los emigrantes estamos enfermos… estamos enfermos de nostalgia”.

Y es cierto, porque cuando vuelves, y pasas el puerto del Cortijo del Pilar, dejando Montenegro a tu izquierda, un sinfín de sensaciones te transportan al pasado y a cada metro van brotando de la mente los recuerdos. Al fondo ves el vasto reino de tu ayer perfilado de montañas, que es el valle del Genil majestuoso, rodeado de montes y de lomas, donde el olivar, en perfecta formación, cubre la tierra prometiendo su fruto a la almazara. Y vas viendo los caminos que te llevan a los sueños a través de esa nostalgia; a la izquierda el camino de la Aceña, con el Genil y sus huertas regadas por el agua de la noria; agua que bañaba los campos de los Bernardos, Laras, Tonaos y demás, oteados desde arriba por las huertas de mi familia, los Cosarios;  los chapuzones veraniegos en su orilla y mil recuerdos familiares de noches estrelladas en la era, solo iluminada por la Vía Láctea con permiso de la Luna, contando las estrellas que se corren y diciendo: “Una estrella se ha corrio una vieja se ha morio”.  Desde aquí, mi recuerdo a todos los habitantes de aquella Aceña del pasado.

Volviendo a la carretera, en la curva, más abajo, un arroyo del Puerco seco, se resiste a borrarse de tu mente y te aflora a la memoria su lecho de agua cristalina y el molino, ya fenecido, junto al cauce. Al frente se divisa, al poco, el Martillo profanado por las nuevas construcciones, que vuelve a despertar viejas sensaciones como lugar de encuentro enamorado en nuestros tiempos, de flirteos y seducciones, un lugar donde se cultivaba el enamoramiento. Luego, al volcar la carretera, surge la visión del pueblo, con la estirada torre de la iglesia, que parece un cisne con ojos de campana, vigilando el horizonte, sobresaliendo de las casas, para mostrar al visitante el alma de su gente. Entorno singular, que aprecia, en especial, el hijo ausente, cuando vuelve buscando las esencias de su gente.

Pero hay otras dos entradas espectaculares, la de Rute por el pantano y la de Encimas Reales por la Galveña, desde donde ves el pueblo protegido por la sierra que conforma la figura del león de San Marcos. Esa imagen es un verdadero símbolo de la Andalucía profunda, de la real, entre montes y olivares. Te viene a la mente la propia bandera de nuestra tierra andaluza conformada por el verde de la sierra en su franja superior, el verdor del olivar en su franja inferior y el blanco de las casas del pueblo en el centro.

En este punto, viendo Cuevas y la falda de la sierra, con la cueva Belda, inexpugnable, perforando sus entrañas, surge la metáfora y ves una especie de útero materno de esa sierra que nos dio a luz, donde nuestros primitivos antepasados encontraron refugio y un hábitat para sobrevivir en aquellos tiempos de lucha por la vida. Desde la boca de la cueva oteaban el valle y seguían el movimiento migratorio de los rebaños de animales para orientar su caza. De allí fueron bajando, poco a poco, anclándose a su falda. Somos los hijos de esa historia, de aquellos aguerridos cazadores del pleistoceno inferior que, al bajar, fueron tomando posesión de Los Llanos y del valle del Genil como fuente de vida y alimento. Ese sentimiento hizo que en mí brotaran estos versos que, con vuestro permiso, comparto:

Yo vengo de un pueblo blando
cal en sus casas y encanto
que adormece protegido
de una sagrada montaña.

La semilla de su cueva
dio a su gente
savia nueva de la vida.

Y ese pueblo fue bajando
desde la cueva hasta el llano
y con el tiempo y su mano
a la falda se fue anclando.

Creció a su sombra y amparo
y entre huertas y olivares
verdes campos y almendrales
cuajó la vida en su manto
cual regazo maternal
hasta hacerlo singular
en su gente y en su canto.

(Y tras otras estrofas, concluyo)

Y persiste en el ambiente
cada vez que lo visito
ese recuerdo infinito
de ese tiempo tan presente.

Nosotros, nuestra historia, se ancla en la noche de los tiempos y guardamos en la memoria relatos de vivencias y leyendas que se fueron fraguando a lo largo de los siglos. El arcano y falso tesoro de la cueva y el misterioso diablo, al que cada año atamos en San Marcos, son ejemplos de ello.  Mi madre, antes de fallecer, me comentó la jaculatoria que se ha de decir cuando se está atando al diablo. Dice así: “Por San Marcos, marcao, aquí dejo atao, a la hora de mi muerte que no te presentes, a la hora de mi vida que no me persigas”. Qué bonito, no quiere que el diablo se presente a la hora de su muerte para llevarse su alma, ni tampoco quiere que le fastidie la vida con sus tentaciones, por eso lo ata simbólicamente en un jaramago.

Me he permitido hacer esta pequeña reseña de nuestra historia para recordar quienes somos, de dónde venimos, para saber dónde estamos.

¿Dónde estamos? En este punto quiero remarcar la conveniencia de hacer siempre autocrítica, pero, en este momento de feria, es bueno resaltar y reconocer las virtudes que nos motivan:
·        Las inquietudes constructivas que hoy se dan en las nuevas generaciones;
·        El interés cultural de las mujeres de Cuevas, como se ha manifestado en la reciente exposición Luminarias, mujeres extraordinarias, dando homenaje a la lucha de la mujer por su protagonismo social y la igualdad y en sus otras actividades culturales, que cubren un amplio abanico.
·        El desarrollo e interés por la lectura y otras muchas iniciativas culturales y de ocio que no menciono por falta de tiempo.
·        No me olvido de la labor artística y creativa de los hijos e hijas de la villa, manifestada en la pintura, la escultura, música, publicaciones literarias, y también en la iniciativa empresarial que redunda en beneficio del pueblo y sus habitantes.
·        En resumen, aludo a todas aquellas tareas que dignifican y elevan el valor humano, económico y cultural de nuestro pueblo, consolidando su futuro.

Mi felicitación para quienes potencian, desarrollan y expanden esas inquietudes. A muchas de esas personas las veo desde este estrado, y pido para ellas un aplauso.

Bueno, dejemos ya este apartado y vayamos a la feria. Ya estamos en ella. Iniciemos el verdadero pregón:

Volvemos un año más al alborozo, al regocijo exultante de bullicio y algarabía. Oímos el reclamo de las Cuevas, que a su feria nos convoca. Ofrece las vivencias de otros tiempos, saciar nuestra nostalgia y brindar con el pasado, por un futuro joven cargado de esperanza, que nutra la hermandad que a todos nos abraza. La feria es un encuentro de todos los vecinos, sin distinción alguna, ofreciendo al pueblo un campo de ilusiones, de ocio y alegría, que fragüe la convivencia de estos días en buen ambiente y armonía.

Los mayores, cargados del sosiego que la edad nos aconseja, también gozaremos de la feria, pero de forma diferente, más tranquilos, reposados y añorantes de otros años ya pasados. Compartiremos tiempo y viandas con las amistades. Nos encontraremos con amigos y amigas del ayer y, tal vez, recordaremos los tiempos de la infancia, de aquellas ferias de septiembre, con tormentas sorprendentes, con turrones en la calle, cacharritos en la plaza y tómbolas gritonas de muñecas chochona. Puede que muchos os acordéis de aquellos gritos en las tómbolas llamando la atención del público:

·        Que alegría que alboroto y otro perrito piloto.
·        Señora quien dice que no toca, si no toca un peluche, toca una pelota.
·        Señora! que mona, que mona, y una muñeca Chochona y una muñeca Chochona.

Los chavales, soportábamos estos gritos agarrados a una escopetilla de plomos intentando darle a un pitillo, o un palillo, para impresionar a la chavala y de camino, si ganabas algo, hacerle un regalito, pero la mayoría de los perdigones se estampaban contra la chapa… De allí a los coches de choque, a los cacharritos y el tiovivo, a pasear con los amigos, con la novia, o a una mesa de madera en el paseo con incómodas sillas, para tomar una cerveza y unas tapas.

Y qué decir a los jóvenes que andan cargados de ánimo, de ganas de vivir y disfrutar. Les diré a ellos y a todos los visitantes:

Vivid intensamente estos momentos ahora que estáis cargados de energía y ganas de gozar, bailad al ritmo de la música, participad de diversiones, de juegos, pasatiempos y demás, cantad y mostrad la alegría de toda fiesta y bebed con contención. Disfrutad, pues, con mesura y con nobleza, cultivando la amistad, para mostrar al pueblo los valores, que garantizan su futuro en paz y en hermandad.

Nuestra feria ofrece diversiones y música, deporte y competición, concursos y atracciones… una completa oferta para gozar estos días. Por tanto, vecinos y vecinas, amigos y amigas, jóvenes y mayores, cuevachos que estáis fuera, amigos de otros lares, venid en estas fiestas a compartir viandas, bebidas con mesura y vivid el programa que se ha fraguado para ella, dándole al ocio el tiempo necesario para alegrar las almas. Y aquellos que nos fuimos, seremos hijos pródigos que vuelven a su casa.

¡LA FERIA OS ESPERA, VENID A DISFRUTARLA!


Pero hoy, si me permitís, también haremos el pregón a la vieja usanza:

(Uso el toque de trompetín del pregonero clásico y pregono, en el tono adecuado, de esta forma)

Piii Piiiiii

Se hace saber, a todos los vecinos y vecinas de la villa, que queda inaugurada la feria del año 2019, de Cuevas de San Marcos

Que se os invita, a participar y disfrutar de los actos programados, para general regocijo, y hacer de esta feria nuestra fiesta mayor.

Que haya alborozo, deleite, bullicio y algarabía con responsabilidad, civismo y alegría.

Lo que se hace saber para general conocimiento de vecinos y visitantes.

Piiii

Y ahora gritad conmigo:

¡VIVA LA FERIA DE CUEVAS DE SAN MARCOS!
¡VIVA LA GENTE DE CUEVAS DE SAN MARCOS!

Gracias queridos paisanos y paisanas, por vuestra atención, muchas gracias y que siga la feria.

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