domingo, 10 de enero de 2016

EL SENTIDO COMÚN


La expresión sentido común describe las creencias o proposiciones que benefician a la mayoría de una sociedad.

A la vista de esta proposición cabe preguntarse quién, o quiénes, deben llevar a término los asuntos de la sociedad con ese sentido común. La respuesta lógica debe ser: Los políticos y las políticas sociales que beneficien a la mayoría. Para ello se le pregunta a la ciudadanía mediante el voto, para que los políticos hagan la lectura adecuada y comprendiendo lo que el pueblo desea, obrando en consecuencia.

Tras las elecciones del 27S en Cataluña y del 20D en España, tengo la impresión de que nuestros políticos siguen intentando dilucidar y comprender lo que el pueblo, en su sentido común,  ha dicho. Se siguen preguntando a estas alturas: ¿Pero qué narices ha dicho el pueblo? Para interpretar o hacer ese diagnóstico solo hay que usar el mismo sentido común que ha usado el pueblo reivindicando su conveniencia con la diversidad y pluralidad propias de la democracia. Es decir, con una visión holística, que abarque a todos y cada uno de los posicionamientos que se han manifestado y apoyado  mediante el voto de forma masiva. Eso es lo que han dicho las urnas.

Pero habría que preguntarse: ¿El sentido común de los partidos es compatible con el de la sociedad? ¿No está mediatizado por los propios intereses de grupo en contraposición a los otros grupos que integran esa sociedad, pero que tienen otra visión de las cosas? ¿Cabe, pues, aceptar que los partidos políticos tienen sentido común, o ese sentido esta contrapuesto al común sentido de la ciudadanía y del propio Estado? Tal vez, los partidos, no tengan sentido común…

Los que no somos de ningún partido, aunque, lógicamente, tengamos ideología política, tenemos la posibilidad de hacer un análisis más aséptico de la situación sin estar mediatizado por las estrategias y el seguidismo partidista. Haciendo, pues, uso de ese hipotético sentido común que me otorgo, me atrevería a plantear algunas cuestiones de especial trascendencia:
1.  El resultado electoral ha dejado manifiesta la diversidad de posicionamientos sociales y políticos de nuestra sociedad, sin otorgar a nadie la mayoría suficiente para que obvie el planteamiento de los demás, cosa, a mi entender, loable.
2.  Se ha llegado al mismo a través de un proceso de deterioro político que ha mostrado la conveniencia de introducir cambios importantes en la estructura democrática que garantice un mejor funcionamiento de la misma, a la vista de la incompetencia para dar respuesta a los problemas reales de la ciudadanía por parte de los gobernantes y legisladores.
3.    La estructura de convivencia que se construyó en la transición posfranquista, es decir, la Constitución vigente, ha sido superada por las demandas de una nueva generación que no está condicionada por aquellos escenarios, tiempos e intereses, ya que fue pensada como un compromiso transitorio hacia la democracia real para que el franquismo, sintiéndose seguro, diera paso a una nueva etapa.
4.  La nueva generación, de la que forma parte el mismo Felipe VI, al menos en sentido temporal, demanda un nuevo marco relacional propio. Juan Carlos ya cumplió con su cometido con mayor o menor acierto según qué casos, ahora estamos en otro tiempo histórico.
5.    El salto de una dictadura a una democracia no se consigue por birlibirloque, sino por un proceso de concienciación, educación y formación ciudadana que lleve a la implantación de los principios democráticos y a la actitud y conducta de un pueblo que los siente como suyos.
6.    Después de cuarenta años ese proceso se debe haber realizado en mayor o menor medida, por lo que se reivindica un nivel más elevado en el ejerció democrático.
7.   Por otro lado, una dictadura, o una monarquía en su esencia histórica, entiende la patria como un territorio y al ciudadano como súbdito; mientras una democracia la concibe como un lugar donde se convive bajo la voluntad de los pueblos, de la gente soberana, que quiere compartir a gusto y por mutuo beneficio los espacios de convivencia.

Para mí, siguiendo con ese sentido común y haciendo una lectura de las elecciones, hemos de sacar varias conclusiones para que el político de turno comprenda qué es lo que le pide el pueblo:
1.   La opinión pública está muy polarizada y es su obligación conseguir articular la forma para canalizar tantas inquietudes sin llegar a rupturas traumáticas, sino a nuevos consensos.
2.  El nuevo escenario requiere nuevas soluciones y nuevos enfoques para una nueva generación.
3.    La idea de España y de los pueblos que la conforman debe ser revisada desde un espíritu democrático real.
4.   Desde la perspectiva de la soberanía popular se ha de dar una respuesta clara al conflicto territorial. No puede haber un referéndum de autodeterminación sin una Ley de Claridad que establezca los condicionantes del proceso, y esa ley ha de ser consensuada.
5.   Antes de darse el proceso de referéndum para una autodeterminación se ha de articular un procedimiento de análisis y solución de la problemática que está rompiendo la convivencia para ofrecer una alternativa convivencial válida.
6.   Para salir del atolladero de forma definitiva y con proyección para otros cuarenta años, que afecten a esta generación, se requiere un proceso que dé soluciones a los problemas reales modificando la Constitución actual para adaptarla a las nuevas demandas de interdependencia y, cómo no, de mayor democracia representativa.
7.    No es de recibo que un diputado del PP valga 58.665 votos, mientras uno de IU requiera 461.566. O que en Madrid se necesiten 100.000 votos, mientras que en Soria sean solo 26.100, para obtener un acta de diputado.
8.    Una sociedad en progreso no es una sociedad en confrontación, sino en sinergias que aglutinen los esfuerzos y motivaciones en un objetivo común que se ha de pactar y convenir.

Por tanto, formen el parlamento, hagan un gobierno de transición con la misión primordial de evaluar y modificar la carta magna y sometan a referéndum el nuevo texto para crear estabilidad otros cuarenta años. Debatan con mente abierta, y sabedores de que si ustedes no se entienden el pueblo tampoco se entenderá y la crispación se generalizará a través de la intolerancia, la descalificación y el conflicto, en muchos casos, orquestados por ustedes.

CONCLUYENDO:
Hablen, entiéndanse con el mensaje que les hemos dado los españoles. Si España no resuelve sus problemas será porque son unos incompetentes como políticos. Queremos cambios, erradicar la corrupción, mayor justicia social, más transparencia; que el Estado trabaje para la ciudadanía antes que para grupos de poder; que dejen sus privilegios, sus prebendas y puertas giratorias, su nepotismo partidista y empiecen a pensar en el bien desde el sentido común…  queremos vivir en paz y con justicia social, si ustedes no comparten esas inquietudes o no  quieren, apártense y den paso a otros que nos entiendan y comprendan, que sepan leer y reconocer la voluntad de la gente.


6 comentarios:

Tomás Morales dijo...

MÁS CLARO, AGUA, DE LA QUE BEBO Y COMPARTO CONTIGO TOTALMENTE.

Antonio dijo...

Gracias, Tomás, por tu comentario. Esperemos que alguien más tenga gana de beber y beba de ese agua.

Myriam dijo...

¡Qué tus deseos que son de muchos más, se cumplan!

Gobernar con sentido común, debatiendo, dialogando y
llegando a consensos para bien de todos los españoles y no de unos pocos,
es un sueño que puede, si se pone empeño, realizarse.

Un abrazo, ¡Feliz 2016!

Antonio dijo...

Ojalá los gobiernos entiendan qué es el sentido común y lo pongan en práctica.
Un abrazo y feliz año

fany sinrimas dijo...

Comparto tus puntos de vista, pero bien sabes que dialogar, escuchar al rival, pactar, no es una cualidad nacional; aquí no hemos tenido una educación democrática que nos capacite para compartir proyectos ajenos aunque tengan puntos comunes con los de los rivales.
En Cataluña, un referéndum sería la forma de conocer , no de suponer, lo que quieren los catalanes, pero no creo que deba proponerse como prioridad, tal como se empecina algún partido, sino después de abrir un debate sobre lo que la independencia significa y sus consecuencias. Hacerlo en estos momentos, no sería un voto racional sino emocional, perturbados por las campañas electorales y los lavados de cerebro debido a la retórica política engañosa.
Tengo dudas de si este referéndum debe ser vinculante o una consulta para saber la voluntad mayoritaria y minoritaria de la comunidad para obrar de una forma adecuada mediante leyes que recojan este sentir.

Un buen tema para debatir.
Saludos.

Antonio dijo...

Fanny comparto tu reflexión a nivel general. Creo que se puede hacer un referendum, incluso vinculante, desde el respeto a la soberanía popular, pero antes, el dilema es la garantía democrática, pues en este caso se ha jugado con los sentimientos, desde esa especie de encaje de bolillos que lleva al fraude democrático haciendo de unas elecciones autonómicas un referendum, cuando todos sabemos que eso es absurdo al carecer de garantías democráticas, y no se ha hecho una campaña racional para proporcionar a la ciudadanía todos los elementos necesarios para definir su voto. Hay, en uno y otro lado demasiada gente movida por emociones.
Por otro lado digo en el punto 5 de las conclusiones:
Antes de darse el proceso de referéndum para una autodeterminación se ha de articular un procedimiento de análisis y solución de la problemática que está rompiendo la convivencia para ofrecer una alternativa convivencial válida, Esa es la primera que se ha de someter a referendum, la solución pactada el conflicto.
Saludos

Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...