Las siglas IMSERSO corresponden al organismo: “Instituto de Mayores y Servicios Sociales”, dependiente del “Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad”, en España. Ya sabréis, la mayoría, que tiene un programa de vacaciones subvencionadas para mayores de 60, siempre que estas se hagan en temporada baja y de acuerdo a su propia planificación. Forma parte de una política social que cubre dos frentes: por un lado facilita vacaciones y posibilita viajar y conocer mundo, aunque sea fuera de temporada, a personas de bajos recursos económicos y, por otra, mantiene actividad en la hostelería en lugar de cerrar los hoteles, dando vida a esos servicios…
Pues bien, como ya visteis, cumplí los sesenta recientemente, por lo que nos fuimos a Salou ocho días con el IMSERSO, acompañados de dos parejas más de amigos. Como se me subvencionó, por parte del Estado, cierta cantidad del coste, creo que tengo la obligación moral de compartir algo con quienes, pagando sus impuestos, colaboran en el sostenimiento de esta prestación del sistema, jejeje… Por tanto a ellos dirijo mi crónica y a todo aquel que sea amante de los viajes, de la fotografía y del conocimiento de otros pueblos… amén de dejar constancia escrita, para la historia, de semejante acontecimiento.
El viaje se inició con algún sobresalto, pues una señora se cayó en el aeropuerto de Málaga y se fracturó un brazo, por lo que quedó frustrado su deseo. No sería este el único incidente sobre accidentes y cuestiones de salud.
Llegamos al hotel Calypso muy tarde (23,30 horas), ya que una vez en el aeropuerto del Prat, de Barcelona, nos trasladaron en autobús hasta Salou. Cena fría, bien fría, y aire acondicionado mal funcionando en nuestra habitación y la de otra pareja de las tres que formamos el grupo de amigos, que, por suerte, fue reparado al día siguiente, dejando las habitaciones confortables.
Empecemos, pues, la crónica sin demora. El día ocho nos desplazamos a Tarragona, donde pasamos toda la jornada. Paseamos por La Rambla Nova hasta el Balcón del Mediterráneo. Un mercadillo en el centro de la Rambla nos distrajo, sobre todo a las señoras, con su oferta variada de ropa y otros elementos afines.
Visitamos el Anfiteatro romano, que, como siempre, sufrió un atentado a su integridad. Dado que en 259 d C. quemaron en él al obispo Fructuoso y a dos de sus diáconos, acabaron haciendo en su interior una basílica martirial a finales del siglo VI, usando el material procedente del desmontaje del propio anfiteatro. Las vibraciones del tren que transcurre a su lado también atentan a su integridad.
Después recorrimos los restos del Circo romano, sobre cuya tribuna principal se asentó el ayuntamiento y en su base un aparcamiento subterráneo en una espléndida plaza. No quiero ni pensar la cantidad de material arqueológico de valor que ha sido usurpado, destruido y ocultado para construir nuevos edificios. Se comenta que los arquitectos se echan a temblar cuando tiene que excavar unos cimientos, comentario similar al que una vez me hicieron en una visita a Mérida.
Pasamos luego al Pretorio romano (siglo I a. C.), edificio romano reformado, también llamado Torre de Pilato, y el Museo Nacional Arqueológico, donde se pueden apreciar gran cantidad de restos arqueológicos provenientes de la ciudad. Como es habitual se pueden observar algunas esculturas en mármol, decapitadas y, en sala adjunta, diversas cabezas de próceres tarraconenses. Ello es debido a que en cada casa importante existía una estatua del dueño y señor amo. Cuando este fallecía, su heredero, para ahorrar dinero, cambiaba la cabeza por la suya y mantenía el cuerpo. La cabeza del padre, o anterior dueño, se almacenaba y se exhibía la escultura actualizada.
La catedral, que puede observarse desde la Torre de Pilato, la encontramos cerrada por la hora y obras, no pudendo entrar a visitarla. Las murallas merecen un paseo para disfrutar de bella vistas y admirar su sillería y las distintas etapas de su construcción en función del material y forma utilizados. Sus calles y plazas, junto a otros lugares de interés completaron la visita que resultó ser bastante agotadora, pero enriquecedora en suma.
El miércoles día 9 hicimos la ruta de los monasterios, visitando Santes Creus y Poblet, además de Montblanc y Reus. Otro día intenso. Yo ya había hecho esta ruta, pero hace treinta años y los recuerdos eran muy vagos.
Los monasterios, cistercienses, son espléndidos. Forman parte de ese catálogo de grandes obras arquitectónicas, cargadas de arte, que fueron dejando, a lo largo de todo el país, las órdenes religiosas, como aglutinadores de poder y conocimiento en su tiempo. La orden de San Benito se expandió por Europa y cuajó un papel primordial, de gran influencia.
A uno, con estas cosas, siempre le queda un regusto con cierta ambivalencia, entre la obra en sí, su magnificencia en todos los sentidos de la palabra, y el sufrimiento o sacrificio económico de quienes la soportaron, que, como siempre, acabó siendo un pueblo oprimido por sus señores civiles y religiosos. En contraposición a la obra romana, centrada en lo civil (anfiteatros, circos, vías, acueductos, etc.) que vimos en Tarragona capital, en este caso nos centramos en lo religioso que, teniendo voto de pobreza, está cargada de esplendor para alabanza y gloria del creador y disfrute de sus hijos elegidos para servirles (entiéndaseme el sarcasmo). Es fácil imaginar estas inmensas moles, rodeadas de humildes casitas o chabolas, donde acudían los siervos bajo el impacto de su inmenso poder coercitivo, para ser aleccionados desde el púlpito, y seguir en la sumisión al espíritu emanante de la divinidad que ellos, los frailes y abades de los monasterios, administraban, tanto desde la influencia en el poder terrenal como en el dominio del conocimiento y su control.
Esto no quita para que hoy podamos disfrutar de toda una obra, que si bien pudiera haber sido civil, se presenta con todo su esplendor y belleza. No pretendo hacer un panegírico sobre los monasterios, ya que pueden encontrarse en Internet muchas y mejores informaciones de las que pudiera yo aportar, sino un relato del viaje para adornar el Slide fotográfico que acompaño.
Por tanto, tras esa pequeña reflexión de componente social, he de decir que, en el caso de Santes Creus, me impresionó su claustro, me encantó el video explicativo de su historia y actividad (eso sí, algo comprensiblemente tendencioso), la iglesia, el conjunto de dependencias que visitamos y su monumentalidad, desde la entrada al complejo hasta la salida.
La siguiente parada fue en Montblanc, pueblo amurallado con encanto en sus calles y plazas, sus iglesias y torreones, su gente y sus casas. Comimos sorprendentemente barato en un buffet libre y continuamos hasta Poblet.
El monasterio de Poblet vuelve a ser otra muestra del cisterciense de espectacular belleza. Ocupa un amplio espacio monumental, donde habitan 32 monjes, tres de ellos postulantes. Tiene un pequeño museo con piezas de gran valor. La visita se hace acompañados de un guía que da las explicaciones oportunas. Encontramos, en él, un panteón real donde reposan los restos de reyes de Aragón y Condes de Barcelona. El claustro, en obras, no permitió verse en toda su belleza. Una vez más repetir las mismas sensaciones que tuvimos en Santes Creus. Eso sí, mientras que en Poblet pagamos una buena entrada, sin rebaja para pensionistas si no tenían los sesenta y cinco años (pronto serán sesenta y siete si no lo remediamos), en el otro tuvimos entrada gratis. Se ve que el negocio sirve para mantener al colectivo de monjes que lo habitan, supongo… Aparte del claustro, los panteones reales, la iglesia y demás dependencias, me maravilló el retablo, con su conjunto escultórico.
En todo caso, se ve la mano indolente, que llevó a su abandono y, en cierto sentido, expolio, con la desamortización de Mendizabal. Eso sí, tengo que hacer honor el excelente trato y amabilidad de la gente con quien contactamos en todos los casos, con contadas excepciones. El pueblo catalán es acogedor, respetuoso y afable, tal como pudimos comprobar.
Finalmente, ese día acabamos en Reus. Visitamos el museo del Centro Gaudí y poca cosa más, salvo dar una vuelta por la ciudad y admirar algunas de sus fachadas modernistas, la catedral, sus calles y sus plazas.
Ahora coloco un Slide con 50 de las más de seiscientas fotos que hice en el viaje.
Pues bien, como ya visteis, cumplí los sesenta recientemente, por lo que nos fuimos a Salou ocho días con el IMSERSO, acompañados de dos parejas más de amigos. Como se me subvencionó, por parte del Estado, cierta cantidad del coste, creo que tengo la obligación moral de compartir algo con quienes, pagando sus impuestos, colaboran en el sostenimiento de esta prestación del sistema, jejeje… Por tanto a ellos dirijo mi crónica y a todo aquel que sea amante de los viajes, de la fotografía y del conocimiento de otros pueblos… amén de dejar constancia escrita, para la historia, de semejante acontecimiento.
El viaje se inició con algún sobresalto, pues una señora se cayó en el aeropuerto de Málaga y se fracturó un brazo, por lo que quedó frustrado su deseo. No sería este el único incidente sobre accidentes y cuestiones de salud.
Llegamos al hotel Calypso muy tarde (23,30 horas), ya que una vez en el aeropuerto del Prat, de Barcelona, nos trasladaron en autobús hasta Salou. Cena fría, bien fría, y aire acondicionado mal funcionando en nuestra habitación y la de otra pareja de las tres que formamos el grupo de amigos, que, por suerte, fue reparado al día siguiente, dejando las habitaciones confortables.
Empecemos, pues, la crónica sin demora. El día ocho nos desplazamos a Tarragona, donde pasamos toda la jornada. Paseamos por La Rambla Nova hasta el Balcón del Mediterráneo. Un mercadillo en el centro de la Rambla nos distrajo, sobre todo a las señoras, con su oferta variada de ropa y otros elementos afines.
Visitamos el Anfiteatro romano, que, como siempre, sufrió un atentado a su integridad. Dado que en 259 d C. quemaron en él al obispo Fructuoso y a dos de sus diáconos, acabaron haciendo en su interior una basílica martirial a finales del siglo VI, usando el material procedente del desmontaje del propio anfiteatro. Las vibraciones del tren que transcurre a su lado también atentan a su integridad.
Después recorrimos los restos del Circo romano, sobre cuya tribuna principal se asentó el ayuntamiento y en su base un aparcamiento subterráneo en una espléndida plaza. No quiero ni pensar la cantidad de material arqueológico de valor que ha sido usurpado, destruido y ocultado para construir nuevos edificios. Se comenta que los arquitectos se echan a temblar cuando tiene que excavar unos cimientos, comentario similar al que una vez me hicieron en una visita a Mérida.
Pasamos luego al Pretorio romano (siglo I a. C.), edificio romano reformado, también llamado Torre de Pilato, y el Museo Nacional Arqueológico, donde se pueden apreciar gran cantidad de restos arqueológicos provenientes de la ciudad. Como es habitual se pueden observar algunas esculturas en mármol, decapitadas y, en sala adjunta, diversas cabezas de próceres tarraconenses. Ello es debido a que en cada casa importante existía una estatua del dueño y señor amo. Cuando este fallecía, su heredero, para ahorrar dinero, cambiaba la cabeza por la suya y mantenía el cuerpo. La cabeza del padre, o anterior dueño, se almacenaba y se exhibía la escultura actualizada.
La catedral, que puede observarse desde la Torre de Pilato, la encontramos cerrada por la hora y obras, no pudendo entrar a visitarla. Las murallas merecen un paseo para disfrutar de bella vistas y admirar su sillería y las distintas etapas de su construcción en función del material y forma utilizados. Sus calles y plazas, junto a otros lugares de interés completaron la visita que resultó ser bastante agotadora, pero enriquecedora en suma.
El miércoles día 9 hicimos la ruta de los monasterios, visitando Santes Creus y Poblet, además de Montblanc y Reus. Otro día intenso. Yo ya había hecho esta ruta, pero hace treinta años y los recuerdos eran muy vagos.
Los monasterios, cistercienses, son espléndidos. Forman parte de ese catálogo de grandes obras arquitectónicas, cargadas de arte, que fueron dejando, a lo largo de todo el país, las órdenes religiosas, como aglutinadores de poder y conocimiento en su tiempo. La orden de San Benito se expandió por Europa y cuajó un papel primordial, de gran influencia.
A uno, con estas cosas, siempre le queda un regusto con cierta ambivalencia, entre la obra en sí, su magnificencia en todos los sentidos de la palabra, y el sufrimiento o sacrificio económico de quienes la soportaron, que, como siempre, acabó siendo un pueblo oprimido por sus señores civiles y religiosos. En contraposición a la obra romana, centrada en lo civil (anfiteatros, circos, vías, acueductos, etc.) que vimos en Tarragona capital, en este caso nos centramos en lo religioso que, teniendo voto de pobreza, está cargada de esplendor para alabanza y gloria del creador y disfrute de sus hijos elegidos para servirles (entiéndaseme el sarcasmo). Es fácil imaginar estas inmensas moles, rodeadas de humildes casitas o chabolas, donde acudían los siervos bajo el impacto de su inmenso poder coercitivo, para ser aleccionados desde el púlpito, y seguir en la sumisión al espíritu emanante de la divinidad que ellos, los frailes y abades de los monasterios, administraban, tanto desde la influencia en el poder terrenal como en el dominio del conocimiento y su control.
Esto no quita para que hoy podamos disfrutar de toda una obra, que si bien pudiera haber sido civil, se presenta con todo su esplendor y belleza. No pretendo hacer un panegírico sobre los monasterios, ya que pueden encontrarse en Internet muchas y mejores informaciones de las que pudiera yo aportar, sino un relato del viaje para adornar el Slide fotográfico que acompaño.
Por tanto, tras esa pequeña reflexión de componente social, he de decir que, en el caso de Santes Creus, me impresionó su claustro, me encantó el video explicativo de su historia y actividad (eso sí, algo comprensiblemente tendencioso), la iglesia, el conjunto de dependencias que visitamos y su monumentalidad, desde la entrada al complejo hasta la salida.
La siguiente parada fue en Montblanc, pueblo amurallado con encanto en sus calles y plazas, sus iglesias y torreones, su gente y sus casas. Comimos sorprendentemente barato en un buffet libre y continuamos hasta Poblet.
El monasterio de Poblet vuelve a ser otra muestra del cisterciense de espectacular belleza. Ocupa un amplio espacio monumental, donde habitan 32 monjes, tres de ellos postulantes. Tiene un pequeño museo con piezas de gran valor. La visita se hace acompañados de un guía que da las explicaciones oportunas. Encontramos, en él, un panteón real donde reposan los restos de reyes de Aragón y Condes de Barcelona. El claustro, en obras, no permitió verse en toda su belleza. Una vez más repetir las mismas sensaciones que tuvimos en Santes Creus. Eso sí, mientras que en Poblet pagamos una buena entrada, sin rebaja para pensionistas si no tenían los sesenta y cinco años (pronto serán sesenta y siete si no lo remediamos), en el otro tuvimos entrada gratis. Se ve que el negocio sirve para mantener al colectivo de monjes que lo habitan, supongo… Aparte del claustro, los panteones reales, la iglesia y demás dependencias, me maravilló el retablo, con su conjunto escultórico.
En todo caso, se ve la mano indolente, que llevó a su abandono y, en cierto sentido, expolio, con la desamortización de Mendizabal. Eso sí, tengo que hacer honor el excelente trato y amabilidad de la gente con quien contactamos en todos los casos, con contadas excepciones. El pueblo catalán es acogedor, respetuoso y afable, tal como pudimos comprobar.
Finalmente, ese día acabamos en Reus. Visitamos el museo del Centro Gaudí y poca cosa más, salvo dar una vuelta por la ciudad y admirar algunas de sus fachadas modernistas, la catedral, sus calles y sus plazas.
Ahora coloco un Slide con 50 de las más de seiscientas fotos que hice en el viaje.
24 comentarios:
¡Que envidia me das! Me alegro que disfrutes de nuestros impuestos, yo de mayor quiero ser como tu.
Un abrazo.
Antes de nada desearte muchas felicidades por esos 60 años, pero todavía eres muy joven, Antonio, aunque ya veo que puedes beneficiarte de las vacaciones del INSERSO para mayores de 60 años ¿y díme en esos viajes se pagan como en los viajes de 65 años?
Gracias por compartir tu viaje con nosotros, Antonio.
Un beso.
Pues un viaje estupendo. Conozco la zona y vale la pena. Y a disfrutar, que es hora.
Salud y República
Bonito viaje sin duda, la fotos una maravilla a la que nos tienes acostumbrados, y esos 60, muy requetebien llevados.
Un abrazo
Antoñito! Feliz cumpleaños con retraso! que no había visto la entrada anterior, no doy a basto para visitar a tantos blogs amigos y siempre se me queda atrás alguno. He visto las fotos de tu vida y veo que ha sido una vida bien vivida y bien disfrutada :-)me alegro muchísimo, no hay nada como mirar atrás y saber que uno ha aprovechado bien el tiempo y las circunstancias que la existencia le ofreció. En cuanto a lo del viaje del INSER, simplemente me muero de tiñosa, verdosa y repelosa envidia, jajaja. Besosssss.
Me alegro de que hayan podido viajar y difrutar de esas vacaciones. Gracias por la crónica.
He estado muy cerquita de Tarragona, algún día la visitaré, espero. Por tus fotos toda la zona se ve que es muy linda.
Un abrazo
Hace años subimos desde Denia a Tarragona pasando por el Delta del Ebro, pero sin la colaboración del Inserso. Lo que cuentas del subsuelo de Tarragona, ocurre lo mismo aquí en mi pueblo, no hay edificio que no esté construido sobre unas ruinas romanas o árabes, de los anteriores queda muy poco. Yo misma vivo sobre un cementerio romano del que se extrajeron muchos restos que andan expuestos en el museo del castillo; y unos metros más adelante están escavando unas viviendas, aunque tras tomar nota, vuelvan a construir encima un ambulatorio de la S.Social. Buenas noches que he de dormir. Un fuerte abrazo.
Un viaje y un relato muy interesantes y alentador .
Hasta ahora no he ido a ningunos de estos viajes , porque las mayorías son en autobuses y me da miedo viajar cuando no soy yo que conduce .
Tendre que replantearmelo , pues me gusta mucho conocer sitios nuevos .
Besos desde Málaga.
Un regalo estupendo para este cumpleaños. Muchas felicidades.
Nosotros con el Imserso hemos hecho varios viajes, todos ellos culturales: Andalucia, Granada. Castilla, Burgos y Valladoid. Madrid.
Ahora no podemos porque no estoy muy bien, pero si puede ser volvere, vale la pena Antonio. No quiero que pase por alto el de Ibiza. Este no fue cultural, fue turístico.
Un abrazo.
Sergio, todo llega, lo que no sabemos es cómo va a llegar con la que está cayendo. Espero que bien…
Te recuerdo que yo era casi el abuelo de la clase en Psicología, jejeje....
Un abrazo
Gracias, María. A los viajes del INSERSO se tiene derecho a partir de los sesenta, de momento. Pero a los balnearios se puede ir antes, ya que tienen a su favor el factor terapéutico.
Besos
Rafa, me satisface esa expresión… “que ya es hora”. Nuestra generación ha sido sufrida y sufridora. A veces creo que no se le hace justicia y más en estos tiempos con la amenaza sobre las jubilaciones.
Saludos
Gracias, Ana. Los sesenta, al igual que todas las edades, creo que son estupendos si se saben vivir estupendamente… Tú me comprendes perfectamente por tu propia actitud vital, al menos eso creo.
Un abrazo
Gracias, mi querida Ana Márquez. Te comprendo perfectamente. A mí me pasa lo mismo, ya no tengo tiempo para nada, ando ocupado en demasiados proyectos y mi hija me dice que ahora estoy más liado que cuando trabajaba. No puedo escribir cuando quiero, ni visitar todos los blogs amigos, colocar comentarios, etc. Un desatre de tiempo para un jubilado. Además ando con el problema de que mi vista no me permite colgarme mucho tiempo seguido al ordenata…
El INSER, como le llamas cariñosamente, me parece que es una oportunidad para vivir otra experiencia y descubrirse mejor por dentro. No será IN(terior)SER…jajaja….
Besos mil
Myriam, tú que eres una mujer viajera creo que, si tienes la oportunidad de visitarla, debes hacerlo. Aunque soy consciente de que no podemos ver todo en esta vida por muy larga que fuera, no pienso desaprovechar las oportunidades, salvo que no valgan la pena.
Un abrazo
Emejota, por lo que veo es muy habitual eso de temer a excavar por lo que haya debajo. Estamos en un país cargado de historia y de restos arqueológicos. En Málaga tienen bloqueadas parte de las obras del metro por esa causa. No sé exactamente cual es tu pueblo, pero por lo que veo andamos así también. Lo cruel es que cada conquistador machacó la cultura del anterior total o parcialmente. Mira la mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada, en ambos casos colocaron construcciones propias sobre las antiguas.
Un abrazo y que descanses
Annick, en este caso fuimos en avión y luego en autobús. No está mal y te animo a hacerlos. Yo he viajado siempre, sobre todo por España, pues es ahora cuando voy saliendo al extranjero. Me gustó la tienda de campaña y después, con la edad, tengo que recurrir al hotel.
Besos también desde Málaga
Josep, espero poder hacer alguno cultural, aunque nosotros cuando viajamos, sea con o sin INSERSO, solemos plantear siempre un contenido cultural. Mi deseo es que pronto recuperes la capacidad de volver a la brecha y seguir viajando y conociendo mundo.
Un abrazo
Me alegro mucho de que disfrutaras. Aprovecha, porque seguramente los de vuestra generación vais a ser los últimos en tener esa suerte de poder viajar con el INSERSO. Los que venimos detrás, que todavía andamos por la cincuentena, lo tenemos más crudo. Posiblemente no podamos jubilarnos hasta los sesenta y siete y para entonces no habrá un euro para viajes. Así que... aprovecha tú que puedes. Carpe diem, que dicen los latinos.
Un saludo.
Qué envidia de viaje!
Gracias por compartirlo... todo lo que sea viajar me da verdadera envidia y España es un país verdadermente bello para conocerlo y hacerlo a fondo.
Yo en cuanto pueda lo haré también.
Un beso
Gracias Cayetano. Con IMSERSO o sin él, conocer este hermoso y variado país es una gozada. Esperemos que las cosas cambien y se mantengan estas y otras prestaciones sociales para que las podáis disfrutar los siguientes.
Un saludo
Carmen, me consta por tu blog que eres una amante del viajar y conocer mundo, culturas y gente diversas. Comparto tu opinión de esa belleza de país que tenemos, por el que he viajado bastante.
Un beso
Precioso lo que compartes, por acá tambien gozamos los jubilados de ese privilegio.
Cariños y gracias por hacernos partícipes, en palabras e imagenes.
No sé por cuanto tiempo, querida Abu, jubilación significará júbilo. A ver como quedan las pensiones y su suficiencia.
Cariños
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