viernes, 12 de junio de 2009

¿Y tú en mi lugar qué habrías hecho?



Interesante pregunta la que me lanzó el otro día un amigo. Mi respuesta, después de pensar un poco, fue: Exactamente lo mismo que tú.


Reconozco que se sorprendió, no esperaba esa respuesta y supongo que su interés estaba en conocer otra visión del asunto. Le intenté explicar que en el momento de la decisión él era insustituible, que su decisión es producto de su situación puntual y que, posiblemente, daría una respuesta diferente, aunque fuera en matices, en otro momento; pero sobre todo que si yo estuviera en su lugar querría decir que había vivido su vida, su génesis, su educación y sus experiencias, que mi evolución no habría sido la mía sino la suya y que, entonces, no solo pensaría como él, sino que sería él.
No obstante, si lo que pretendía era un análisis más racional de la respuesta, otra opinión sobre la situación, la pregunta debería ser ¿Tú, ante una circunstancia como está, cómo crees que actuarías? Mi respuesta hipotética, entonces, sería diferente. Después de un amplio debate, donde fuimos acercando opiniones y analizando el aspecto emocional de las respuestas, sacamos conclusiones. El error no es haber dado una respuesta determinada, sino no haber sabido analizar las consecuencias o efectos y corregir la conducta, el haber sido visceral y dejarse llevar por las emociones, pero el ser humano es así y el análisis posterior es lo que nos lleva al aprendizaje. El camino del éxito está jalonado de fracasos, y es el análisis de esos fracasos el que hace corregir para llevar al éxito. Así vamos creciendo.
A este mundo nos lanzan sin libro de instrucciones y cuando buscamos uno, nos encontramos que ese no es el nuestro, sino el de otro sujeto que quiere dirigirnos en función de sus propios intereses o creencias, que pueden ser acertadas o no, pero que, en todo caso, debemos, nosotros mismos, ir escribiendo el libro de nuestra propia vida, para que las instrucciones que debamos seguir sean coherentes con nuestra idiosincrasia y en ese camino, la reflexión y el análisis de los hechos son la garantía de la evolución.

Cuando llegué a casa pensé: ¡Qué difícil es ser juez de los demás, incluso de uno mismo! Pero cuan conveniente es comentar y contrastar opiniones para crecer mediante el razonamiento, sobre todo con aquellos/as que manifiestan una disposición aséptica y constructiva en el debate…

17 comentarios:

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Hola, Antonio, observo que estás lanzado, ¡dos temas en un mismo día!

Me ha gustado mucho esta aclaración:
"si yo estuviera en su lugar querría decir que había vivido su vida, su génesis, su educación y sus experiencias, que mi evolución no habría sido la mía sino la suya y que, entonces, no solo pensaría como él, sino que sería él"

Cuántas veces cometemos el error de plantear la pregunta en los términos equivocados!

Más adelante dices:

El camino del éxito está jalonado de fracasos, y es el análisis de esos fracasos el que hace corregir para llevar al éxito. Así vamos creciendo.

Esta afirmación es muy buena, ya la he leído en otros lugares y creo que es cierta, que el hombre aprende sus fracasos. O también, en otro sentido, decimos lo mismo cuando se impone una multa: el bolsillo es lo que duele.De eso se aprende.

Y, finalmente, leo:
"A este mundo nos lanzan sin libro de instrucciones y cuando buscamos uno, nos encontramos que ese no es el nuestro, sino el de otro sujeto que quiere dirigirnos en función de sus propios intereses o creencias, que pueden ser acertadas o no, pero que, en todo caso, debemos, nosotros mismos, ir escribiendo el libro de nuestra propia vida"

Aquí me encuentro un difícil dilema: ¿Cómo puedo escribir mi propio libro si estoy obligado a seguir las instrucciones de otro? Si para supervivir en esta sociedad debo seguir obligatoriamente unas normas de comportamiento, de respeto al sistema, a los demás con sus diferentes modos de vida, pensamientos y creencias si no quiero verme aislado y deshabilitado?
Valga un ejemplo: ¿Cuántos escritores o periodistas hubieran deseado escribir "su libro", su verdad, tal como sus conciencias les sugería" pero no pudieron por temor a las consecuencias?
¿Puede uno escapar de sus obligaciones familiares y laborales e irse a escribir el guión de la vida que le hubiera gustado vivir en una isla paradisiaca y lejana sin que la conciencia y los efectos del "libro impuesto por otros" no anule y destroce el nuestro?
En fin... Otro tema para calentar los motores de la mente.
Un placer leerte. Que pases un feliz fin de semana. Un abrazo.

Antonio dijo...

Querido Juan, tú, como siempre, sabes dar en el clavo y tus comentarios son estimulantes.
Yo comprendí que el libro de mi vida lo tenía que escribir a base de experiencias, analizando los intentos de influencia y valorando su pertinencia, construyendo un sujeto diferente, singular, basado en la amalgama resultante de mis peculiaridades. Entenderme conmigo mismo está siendo dificultoso, pues tuve demasiadas interferencias e imposiciones en mi infancia, demasiada gente intentando hacerme como ellos querían que fuera y no como debería ser en función de mis potencialidades, por eso no me conozco bien. Mi obligación es buscar en mi interior y entenderme y apoyarme para crecer y encontrar la paz interior que me permita centrar mis esfuerzo en mi propio desarrollo… pero eso es tan difícil! A eso creo que me han mandado a este mundo (es un decir), a desarrollar mi propia identidad y compartirla con todos, a beber de los demás y ofrecer de mi fuente para que todos crezcamos.
Somos sujetos diferenciados y aunque tenemos aspectos generales comunes a los que debemos atenernos, existen variables personales que no pueden ni deben ser generalizables, pues yugularíamos la evolución de los demás.
Lo importante para mí es mi libertad de pensamiento, la búsqueda de la bonhomía que permita una convivencia efectiva y respetuosa con mis congéneres, la posibilidad de no andar siempre defendiéndome de esa gente agresiva que quiere hacerme como a ellos les apetece o creen. Quiero tomar mis decisiones sin interferencias, pero respetando a los demás mientras ellos me respeten a mí. Los que estén de acuerdo que me acompañen en el tránsito por ese camino…¿Es eso la madurez? A ello vamos….

Un abrazo

Alhucema dijo...

Escribir un libro, ya lo he hecho, pero "escribir el libro", aquel libro en el que fuese yo misma y pudiera decir todo lo que verdaderamente creo, pienso y siento, eso es imposible. Porque las verdades o nuestras verdades duelen y "leerlas" podría hacer daño a mucha gente y a nuestros seres más queridos...
Y en cuanto a juzgar, yo no me veo capaz de juzgar a nadie y no me gusta que me juzguen a mí. En todo caso, creo que pueden juzgarse los "actos". Para mí matar es un acto que considero "malo", la persona que mata es otra cosa. Habría que analizar el por qué, y como tú dices, Antonio, todos en su lugar y con sus mismas circunstancias seguro que también mataríamos, ¿entonces? ¿esa persona es mala? ¿todos somos malos? ¿tenemos derecho a juzgar? ¿es lo mismo acaso opinar que juzgar?
Cuántas preguntas, yo sólo me atrevo a juzgar el hecho en sí, y aun eso sería según mi criterio y el conocimiento que tuviese sobre unas leyes establecidas...

Interesante tema, como todos los tuyos.

Un abrazo

Antonio dijo...

Tienes mucha razón Inma. Yo ando intentando digerir y compaginar mi necesidad de expresarme libremente, de manifestarme como soy, con autenticidad, anteponiendo la necesidad de conocerme y eliminar mis conflictos internos a cualquier otra cuestión, pero intentando no hacer daño a nadie. Aunque me pregunto si debo anteponer mi propia verdad y conocimiento a la decepción ocasionada a alguien que pensó que yo era de otra forma. ¿Mi lealtad y fidelidad se debe a los demás o a mí mismo? Es decir, debo ser ante todo fiel a mí mismo y leal a mis planteamientos, puesto que esta es la forma de llegar a mi autenticidad, a mi autoconocimiento a saber dónde y cómo desarrollar al espiral de mis potencialidades. Si estoy pendiente de qué es lo que quieren los demás de mí, intentaré hacer lo que los demás esperan que haga y entonces no sabré hacerlo, pero si hago lo que sé y debo hacer, los demás deberán entender que ese soy yo… si les gusta bien, pero si no les gusta puede que intenten chantajearme y coaccionarme para que cambien y actúe como ellos quieren. Aquí es donde has de defender tu libertad, tu independencia y el desarrollo de tus criterios desde la asertividad.

No quiero seguir por esta línea de reflexión pues me llevaría mucho tiempo y espacio. Pero he aquí el gran dilema que yo me planteo: ¿Estoy aquí para realizarme yo o para que se realicen los demás? En todo caso, ¿Cómo puedo ayudar a que todos crezcamos, haciendo lo que ellos esperan o haciendo lo que creo yo? Si hago lo que ellos esperan no se enriquecen, sino que se autocomplacen, y yo no me realizo en todas mis potencialidades, si desarrollo mi creatividad les nutro mucho más, puesto que les ofrezco un campo que no esperaban, les abro una ventana con diferente visión de las cosas.

Un beso y gracias por tu aportación, siempre tan estimulante. No sabes cuanto me alegra que mis amigos y amigas dejen en mi blog sus pensamientos. Despues me los devoro y me nutro para crecer...

Elisa dijo...

Muy interesante reflexión; reconozco que soy de esas personas que hacen a menudo esta pregunta (al menos últimamente); supongo que nos da miedo movernos por el mundo sin libro de instrucciones, porque no es fácil escribir uno propio. Imagino que será cuestión de tiempo, de maduración, empezar a elaborarlo, y una vez que empieces, no podrás dejar de revisarlo en función de tus vivencias, de otras decisiones, de las circunstancias... En fin, que nunca va a ser fácil ¿verdad?

Marian dijo...

Una sabia respuesta la que le diste a tu amigo.

Antonio dijo...

Querida Elisa gracias por tu visita. El libro de la vida, a mi entender, no se escribe nunca y se está escribiendo siempre, hasta la muerte. Es el resultado de la digestión de las vivencias diarias. Es de inteligente, pienso yo, que cuando alguien intenta influir en uno, seamos capaces de tamizar esa influencia y tomar aquello que vale la pena y despreciar lo que no vale. Esa digestión crítica de los nutrientes que nos aportan los demás nos hace enriquecernos. Yo no he rechazado ninguna de mis vivencias, aunque hayan sido poco edificantes, pues todas han contribuido a hacerme como soy, si sumamos a ello que no sabría el resultado de cualquier otra vivencia, lo que puedo plantearme, como alternativa, son meras hipótesis y las hipótesis están cargadas de fantasía y la fantasía la manejo y gestiono yo, seguramente dulcificándola para que haga de bálsamo de las heridas que me produjo la vida.
A la muerte nos llevamos el libre al otro barrio, o lo dejamos aquí, para que otros lo lean, si hemos sido capaces de canalizar nuestro pensamiento y testimonio de vida. Al fin y al cabo lo que estamos haciendo ahora, escribiendo en estos sitios, hablando con los amigos, compartiendo la vida, no es más que mostrar nuestro libro de vida a los otros o, si acaso, participando en el otro gran libro donde la sociedad lee y se desarrolla, al fin y al cabo somos sociedad nosotros.

Un abrazo, Elisa. Tú, al igual que todo el que se hace preguntas y busca respuestas, vas por el camino adecuado hacia la madurez, al menos eso pienso yo.

Antonio dijo...

Gracias Marian por tu visita. Tú, que tienes ese encanto escribiendo, me comprenderás. Yo creo que hay dos formas de escribir el libro, mediante dictado o mediante redacción. Prefiero la redacción y no me gusta el dictado. Hay mucha gente que quiere dictar para moldearnos en beneficio propio y evitan el pensamiento divergente porque lo consideran agresivo para ellos y sus intereses. Tu esencia se ve en tu poesía, en tu creación. Cuando copias la poesía de otro, sus escritos o pensamientos, eres un instrumento, una herramienta carente de vida propia, un medio de transporte y comunicación. Eso no quiere decir que uno no se identifique con lo que hacen o piensa los demás, incluso en la totalidad de un hecho, pero antes lo has asimilado o introyectado y lo has hecho tuyo, bajo mi modesta opinión. Decía Tierno Galván que se ha de leer como beben las gallinas… ¿las has visto? Primero toman el buche de agua y después levantan la cabeza, como mirando al cielo, para deglutirla.

Un afectuoso saludo

MRB dijo...

Has entrado en un tema muy polémico y me ha gustado la forma en que lo has manejado. Como bien dices, cada quien es producto de sus propias vivencias, lo que harías tú, no es lo mismo que haría yo, enfrentados en la misma circunstancia. Cuesta mucho en su momento la elección acertada, pero de lo que sí estoy segura, es que debe ser congruente con todos nuestros valores y criterios.
En cuanto al libro de la vida, yo sí estoy con el anhelo de dejar una constancia de mi paso. Mis luchas, mis anhelos, mis conquistas... no es fácil vivir como dices, sin un libro de instrucciones...

Un abrazo.

Marian dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marian dijo...

Si uno no quiere escribir entre los reglones de un libro ajeno, si uno no quiere engañarse viviendo en consejos, si uno no quiere mirar un dia el pasado y darse cuenta de que ha vivido una falsedad, entonces ha de coger la pluma y el tintero de su exitencia, y comenzar a escribir su propia historia, que es unica como cada uno de nosotros.
Personalmente, no quiero libro de instrucciones, sinceramente, cuando uno se conoce de veras, sabe que cada situacion es diferente, y de la experiencia pasada tan solo queda un eco lejano, que presta sus alas, sólo sus alas, a la situacion actual.
Lanzo otra pregunta abierta ¿cuantas veces habeis lanzado una queja a la vida, pensando que lo tendriais que haber hecho de otro modo? ¿podiais?, sinceramente si no sucedio no pudo ser. Hasta aqui nos traen nuestros pasos, todos y cada uno de ellos nos conducen a las decisiones que tomamos, donde confluye todo nuestro ser.
Un saludo.

Antonio dijo...

Shanty, gracias por tu visita y tu comentario, siento gran afinidad con los planteamientos expuestos. Dado que el libro de instrucciones no existe, ocasionalmente damos palos de ciego, pero ese don del razonamiento inductivo y deductivo nos lleva al aprendizaje con mayor o menor acierto. Así escribimos nuestro libro de la vida.

Un abrazo para ti.

Antonio dijo...

Pregunta importante de Marian: ¿Cuantas veces habéis lanzado una queja a la vida, pensando que lo tendríais que haber hecho de otro modo? A la que respondo desde mi modesta opinión, salvo mejor criterio…
Esta pregunta se suele hacer a posteriori, cuando se han visto los resultados del hecho en cuestión, resultados que, en principio no son los esperados o deseados. Es, a mi entender, una pregunta coherente y viene a indicar que las cosas se podrían haber hecho mejor. De aquí ha de surgir los planteamientos y estrategias alternativas para modificar la conducta con objeto de conseguir el resultado esperado, de no volver a equivocarse. En el proceso de evaluación del rendimiento de cualquier empresa subyace esta cuestión o interrogante.
De todas formas estamos entrando en otro campo de vital importancia en el proceso de razonamiento y análisis de conductas y resultados, me refiero al “razonamiento contrafáctico”, término que merece una reflexión y explicación por sí mismo y que, si la fuerza me acompaña, colgaré en cuanto pueda.

Gracias Marian por tu aportación tan constructiva.
Un saludo afectuoso

g.l.r. dijo...

Hola, Antonio. Animado por la afirmación de Juan, en la que alababa tu sabiduría, visito tu blog para comprobar que tal cualidad debe ser contagiosa entre vosotros. Todos los comentarios me han parecido brillantes y enriquecedores, y ya casi no me siento capaz de hacer aportación alguna. No obstante, valiente yo, me lanzo.
La vida es un continuo traqueteo de pesares, desdichas y alegrías, de errores y de aciertos, en los que vamos cayendo día tras día, sin apenas poder hacer nada para remediarlo. No hay libro de instrucciones para nadie, no hay hojas de ruta, no hay planes establecidos; tan sólo hay un vivir, un pasar de experiencias formativas -o eso debieran ser-, pero en raras ocasiones aprendemos de ellas. Lo único que podemos hacer es no errar demasiado; vivir en base a un código propio, ceñirse a él en lo posible, y aprender de los errores.
Yo, al menos, eso intento.
Un saludo.

Antonio dijo...

Bienvenido a esta casa g.l.r. Es un placer que Juan hable bien de mí y que te anime a visitarme. Aquí tienes un lugar dónde aportar lo que estimes oportuno. La suma sabiduría es el cómputo final de las pequeñas sabidurías que aportamos todos. Yo pongo la mía, él aporta la suya y tú traes la tuya… resultado: Si sumamos a estas las que traen los demás y somos capaces de discernir y conformar una estructura coherente donde se integren todas, seremos sabios, seguro… o al menos veremos las cosas de otra forma, relajados y con la mente abierta. Es decir, será una fuente nutriente dónde cada cual tomará lo que más le alimente, lo que más le haga falta, para desarrollarse y crecer.
He ido colgando muchas y variadas reflexiones a lo largo del blog, pero su justificación está en el primer escrito que colgué: Presentación, dónde se explica el porqué de este blog. En el resto hay un poco de todo, como en la vida misma. Al fin y al cabo escribo para mí, en primer lugar…

Un abrazo

Ana Márquez dijo...

Lo malo, Antonio, es lo q dijo alguien (no me acuerdo ahora si era García Márquez o Benedetti, un autor latino en todo caso)

"Lo peor de la vida es que justo cuando ya te estás enterando de qué va, te tienes que morir" :-)

Gracias por tus siempre interesantes reflexiones. Besazos grandes y perdona q no comente a menudo, pero te tengo "controlado" , así q cuidadín con hacer ningún movimiento sospechoso :-D jeje.

Antonio dijo...

Interesante aseveración, amiga Ana. A lo mejor es que venimos a enterarnos de qué va la vida y volver al lugar de procedencia para informar…je, je, je… No seremos unos espías de otro planeta o unos informadores o exploradores. La verdad es que se pasa uno la viada explorando…

Mil besos y a seguir controlando…je, je, je….

El derecho a opinar

  Por: Antonio Porras Cabrera Publicado en: https://xornaldegalicia.es/opinion/el-derecho-a-opinar-por-antonio-porras-cabrera https:...