sábado, 25 de octubre de 2025

¿La tauromaquia es un anacronismo?

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 25 OCT 2025 7:01

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/10/25/tauromaquia-anacronismo-123000711.html

Viñeta de El Roto

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Todo aquel que es cruel con los animales, no puede ser un hombre bueno

(Arthur Schopenhauer)

 

Pleno del Ayuntamiento de Lora del Río, 16 de octubre, un vecino grita: «viva la sanidad pública», aplausos y un segundo viva… después, el alcalde de la localidad (del PP), Antonio Miguel Enamorado, suponemos que de los toros, abre su micrófono y dice: «sí, y viva Morante, Morante de la Puebla». Subrepticiamente plantea una diatriba, en plan Torrente: «Salud pública versus tauromaquia», que no sabemos hasta qué punto se ancla en la ideología de su propio partido. Sobre el tema de la salud pública ya he escrito. Hoy toca, pues, hablar de los toros. Solo he ido en dos ocasiones a ver un festejo taurino y quedé con mal sabor de boca.

Drama y muerte de ‘El Yiyo’

Tampoco soy de ver corridas por la tele, pero tuve la desagradable experiencia de ver en directo la cogida a El Yiyo (José Cubero), que le costó la vida al instante, cuando un toro le partió el corazón de una cornada hace ya 40 años, dejándome impactado. No sé si el lector recuerda aquellas desgraciadas y funestas imágenes. Aunque soy ‘antitaurino’ no solo por eso, sino por convicción, por mi ética y principios. El espectáculo de los toros, cuando hay sangre, maltrato y tanta agresividad me causa un absoluto rechazo.

Es claro que desde tiempos inmemoriales el hombre se ha enfrentado a la bestia como forma de mostrar su dominio sobre ella. Estos retos podrían ser asumibles, para mí, cuando no hay un deleitoso maltrato y el combate se hace en buena lid, imponiéndose la inteligencia, como por ejemplo, los retos con requiebros a cuerpo descubierto, forcados, garrocha y otros donde juega la pura habilidad y el engaño sin derramamiento de sangre, aunque he de reconocer que me ponen nervioso y me estresan dado el riesgo de una cogida, por lo que no suelo verlos. En todo caso, me causa gran pesar ver cómo un bravo animal es picado, banderilleado, burlado y estocado a muerte con una aparatosa parafernalia que embriaga a un público chillón, arrebatado de entusiasmo, que disfruta de tan sanguinario espectáculo. Pero, aceptemos que cada cual, en función de su propia personalidad, principios y valores tiene sus gustos.

La cultura popular del toreo

Hay quien dice que los toros forman parte de nuestra cultura. Pero, tal vez, deberían tener más claro de qué cultura se habla. La cultura, entendida en su sentido clásico, es una cosa y la cultura popular o de masas es otra. La RAE (sigo recurriendo a ella) determina cuatro acepciones de cultura como: 1. f. cultivo; 2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico; 3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. y 4. f. desus. Culto religioso.

Como puede verse, a primera vista, el toreo no cabría nítidamente en ninguna de ellas. Pero sí podría encajar en la llamada cultura popular, que no es en sí misma una cultura esencial desde el punto de vista intelectual, sino como hábito o costumbre; o sea, según la propia RAE, sería una especie de subcultura definida como «Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo». Aquí si cabe incluirla.

Pero, ¿todos los hábitos y costumbres de un pueblo, adquiridos a través de la historia, son inamovibles?, ¿son respetables y lógicos dentro del proceso evolutivo de las sociedades que transitan desde el pasado al futuro? La evolución de una sociedad incluye cambios de principios y valores en consonancia con un mayor desarrollo intelectual en la doble dimensión de individuo y sociedad.

Cada vez, a través del pensamiento lógico, se va imponiendo más la concepción holística, esa visión del cosmos como un todo, que se aplica a la propia naturaleza y los seres que la habitan en comunión de intereses y bajo conductas acordes con tal percepción. Ello genera una actitud de respeto hacia los otros, tanto del mundo animal como vegetal, que nos lleva a modificar los parámetros que definen nuestra propia cultura popular hacia otra más afín a esos nuevos principios.

Anacronismo en la cultura popular

Por tanto, siempre es buen momento para cuestionarse determinados hábitos o costumbres que enmarcan esa cultura popular y que son claramente rechazables y anacrónicos, dentro de un humanismo emergente, que va más allá de la propia persona, para imbricarse en el todo que nos contiene. Uno de los elementos definitorios de la nueva era ha de ser la aparición de la compasión como forma de entender la relación con los demás, extensible a todo ser viviente. Lo que implica una sensibilidad especial, que trasciende la prepotencia y soberbia del ser humano, para llevarlo a la sabia razón de quien piensa y crece a través de un criterio evolutivo propio, pero inmerso en la nueva y responsable sociedad del respeto. Decía Paul McCartney que «Se puede juzgar el verdadero carácter de un humano por la forma en la que trata a sus compañeros animales».

No es de recibo que una persona, sensible, racional y emotiva a la vez, se deje llevar por el placer de la violencia, la sangre y el sufrimiento de cualquier ser vivo. Si disfruta con ello habría que plantearse si sus valores son los adecuados o abriga en su interior un componente sádico enmascarado. Lo que me lleva a preguntarme: ¿existe un instinto agresivo en el ser humano, una tendencia a inferir daño a otros como forma de reafirmar el propio poder y, por ende, su ego y anhelada deidad? Tal vez esa sea una explicación a tales conductas, proyectado nuestra agresividad social en el animal que ejerce de chivo, en este caso toro, expiatorio donde sublimar nuestros instintos.

Tradición y maltrato animal

Ampliando la visión, en España, hay muchas y variadas tradiciones donde prevalece la violencia sobre los animales, si bien ya se ha conseguido eliminar algunas especialmente crueles. Traigo a colación: Bous al carrer, bous a la mar, toros embolados, ensogados o enmaromados. El famoso toro de la Vega en Tordesillas, perseguido y alanceado por caballistas ufanos de su hazaña, que en la actualidad se celebra como un encierro: sin muerte ni arponcillos. Dentro de estos crueles ‘divertimentos’, a veces con competición incluida, tenemos el ya reconducido ‘Antzar Eguna’ (día del ganso) en Lekeitio, donde hasta 1984 se arrancaba la cabeza a gansos vivos, actualmente se les sacrifica antes, o se usan unos de goma. Del lanzamiento de una cabra desde una torre, ya prohibida desde el año 2000, ni hablo.

Que las sociedades y su sensibilidad en el trato con el mundo animal cambian es una evidencia. En mi infancia, a mediados del pasado siglo, los niños apedreaban a los perros y gatos callejeros, actos totalmente censurables en la actualidad.

Defender estas conductas en base a la tradición y la cultura popular es más que cuestionable y, bajo mi opinión, innoble. La mayoría de estas, «llamadas tradiciones», son arcaicas, que ya se deberían haber superado… La tradición se quebranta cuando sus actos no encajan en la evolución de la sociedad. Los seres humanos evolucionamos y cuando hay gente que frena esa evolución, que pone palos en las ruedas y reivindica estas «animaladas» (propias de los humanos y no de los animales) solo cabe considerarlas extemporáneas y cruentas, que, posiblemente, anclen sus instintos ominosos en una cultura popular del pasado.

Un futuro de respeto a los seres vivos

Se le adjudica a Leonardo da Vinci una interesante y premonitoria frase: «Llegará un día en que los hombres conocerán el alma de los animales y entonces, matar a un animal será considerado un delito, como matar a un hombre. Ese día la civilización habrán avanzado».

En esta España nuestra, cargada de tradiciones anacrónicas, no podremos prohibir las corridas de toros, pero sí sembrar la semilla de la crítica racional a tal barbaridad, bajo mi criterio, para que, en un futuro, se acabe rechazando esa práctica como ya está pasando en muchos lugares, en pos de una mejor y más evolucionada sociedad. Mientras tanto… yo seguiré sin ir a los toros, a no verlos por la tele, aunque cada vez sean televisados con más frecuencia por Canal Sur. Concluyo con una frase atribuida a Charles Darwin: «El amor a todas las criaturas vivientes, es el más noble atributo del hombre».

 

sábado, 18 de octubre de 2025

La verdadera paz viene del consenso

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 18 OCT 2025 7:01

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/10/18/paz-viene-consenso-122741039.html


La paz impuesta no es paz, sino sumisión del vencido. La paz verdadera es la que consensúa la convivencia en libertad.

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En estos días convulsos, acumulando miles de muertos en Gaza a manos del ejército israelí, tras el atentado de Hamás el 7 de octubre de hace dos años, se vislumbra un alto al fuego, un dejar de matar y destruir Palestina, al menos eso se pretende. Lo ocurrido en Gaza es un genocidio, una forma de hacer pagar a un pueblo, indiscriminadamente, lo que ha hecho su gobierno, en este caso de Hamás, con el deleznable acto terrorista de 2023.

Mas, el Gobierno israelí, formado mayoritariamente por iluminados y fanáticos sionistas, defensores del Gran Israel bíblico, pretenden reproducir la situación de la conquista de la Tierra Prometida por su dios, en la forma que describe el libro sagrado del Deuteronomio, bajo el convencimiento de ser el pueblo elegido por él entre todos los pueblos de la tierra. Ellos tomarán en propiedad esa tierra prometida, sometiendo a sus habitantes o exterminándolos si se resisten, tal como dice su dios, y así lo expresé en mi reciente artículo Genocidio en Tierra Santa.

El lunes trece, asistimos a la firma de un tratado de paz entre Israel y Hamás algo extraño, pues sin contar con la presencia y firma de los interesados, se rubricó en Egipto un acuerdo de paz casi impuesto por el señor Trump para su mayor gloria. Es una paz a conveniencia del pacificador, más que a satisfacción de los interesados y, además, buscada desde la ególatra megalomanía del ‘emperador’ americano. Una vez destrozada Gaza, llena de cadáveres de niños inocentes, sometida a la hambruna y a la humillación continua por un ejército todopoderoso ávido de venganza y destrucción del enemigo, ayudado hasta el final por el gobierno americano de Trump, solo cabe claudicar antes que proseguir con la debacle.

Trump el faraón en Egipto

Trump se baña en multitudes en Israel y se corona rey del mundo en el país de los faraones, donde un nutrido ramillete de jefes de estado y de gobierno asiste al evento en señal de pleitesía. Ya construyó su pirámide virtual para pasar a la historia y se rodeó de la corte faraónica para hacerle grande, autoproclamándose ‘El pacificador’ con poder universal.

Pero en el fondo, este Trump no deja de ser un producto de una opulenta sociedad norteamericana, con una infancia que le marcó y fraguó su cuestionable personalidad, según explica su sobrina Mary Trump, en su libro ‘Siempre demasiado y nunca suficiente: cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo’, cuyo título ya pone los pelos como escarpias. En todo caso, como mando mayor de la OTAN, se permite dictar a los gobiernos cómo han de gobernar a su conveniencia, bajo la amenaza de los aranceles, pasándose por el arco del triunfo los derechos soberanos de los pueblos. Es decir, que no habiéndole votado para conformar el gobierno de un país, se permite marcar sus políticas económicas con la exigencia del 5% de gasto en defensa.

La paz no se decreta, la paz se cultiva

Pero vayamos a reflexionar sobre el tema de la paz, que es el caso. La paz no es algo que se decreta, sino que se siembra y cultiva en el sistema social, a través de la educación y formación ciudadana, creando hábitos de concordia y empatía. Es algo que arraiga en la mente de cada cual y presenta resistencia a ser subvertida por los beligerantes agresores. Existe una orientación, una actitud de paz, que permite crear el ambiente adecuado para que se desarrolle dentro de un contexto cultural. Mientras más conciencia se tenga de la importancia de la paz, más se establecerán los medios para cultivarla y mantenerla.

Sin embargo, es tremendamente complicado mantener una paz justa entre los pueblos. Las estrategias geopolíticas, los intereses comerciales, la historia y la cultura del poder establecido y el darwinismo social del neoliberalismo, hacen imposible una gobernanza mundial desde la bonhomía, llevándonos a la perversión de la confrontación que beneficia a grupos dominantes.

Estamos sometidos a una cultura belicosa, donde el poderoso es temido y admirado dados los mitos y leyendas, donde los héroes son grandes guerreros, conquistadores y forjadores de imperios. En esta cultura aceptamos la crueldad y el dominio, la imposición y la ambición, como expresión natural del ser humano, asociados al éxito. Pero nuestros héroes han de ser, «aquellos que construyen y trabajan por la paz», como defendía Nelson Mandela, y no los sanguinarios guerreros.

El ‘zeitgeist’ o espíritu del tiempo

La paz debe ser el elemento esencial dominante en el ‘zeitgeist’, el concepto hegeliano del ‘espíritu del tiempo’, que hace referencia al clima, ambiente o atmósfera intelectual y cultural de una determinada era. Quiero decir que el entorno, la filosofía y pensamiento imperante es clave para mantener o dinamitar la paz. Los hechos, que venimos viviendo en los últimos años, nos muestran un proceso evolutivo, o tal vez debería decir involutivo, donde la violencia y la guerra afloran por doquier ante la indiferencia de la sociedad camino de la deshumanización. Soportamos el horror de la guerra de Ucrania y el genocidio de Gaza, donde Israel actúa con absoluta impunidad. Por tanto, para cultivar la paz, hemos de luchar por establecer un espíritu de los tiempos donde se busque esta como un objetivo imprescindible para convivir y conseguir la felicidad de nuestra sociedad.

Decía en el epígrafe: «La paz impuesta no es paz, sino sumisión del vencido. La paz verdadera es la que consensúa la convivencia en libertad». Mientras la paz sea fruto de la imposición bélica, del dominio por las armas, no habrá paz sino odio subyacente del sometido, que es el cultivo de una futura guerra. Solo en un entorno de convivencia consensuada, de equilibrio justo entre las partes, podrá aflorar la paz en libertad y no en sumisión. La paz tiene su fundamento en el equilibrio interior de cada sujeto, en un estado emocional sosegado, de justicia, libertad y bienestar. Todo ello junto a una disposición para cultivarla desde la empatía, el amor y el respeto, mediante actitudes y conductas de colaboración que aboquen en sinergias positivas.

La paz es el camino

No puedo estar más de acuerdo con la frase de Mahatma Gandhi: «No hay camino hacia la paz, la paz es el camino». La vivencia en paz es la mejor forma de mantenerla y cultivarla. Si nos dejamos llevar por la violencia, por el odio, y vemos al semejante como enemigo en lugar de diferente, estamos cultivando el espíritu de la guerra. Hoy, la política irresponsable, siembra ese odio y desencuentro, en el que no debe caer la gente de bien.

Por desgracia, esa conducta canallesca, también se proyecta en algunos medios de comunicación, en los vehementes debates de tertulianos donde se observa el periodismo venal y partidista, pues no buscan el acercamiento y la clarificación de ideas, sino arrimar el ascua a su sardina. Por otro lado, la aparición de las redes sociales (RRSS) ha creado un campo de confrontación, en muchos casos irracional, basado en argumentación poco o nada sólida. En ese caso, es cuando más hace falta criterio preciso para discernir y separar el grano de la paja. Lamentablemente se puede acabar dando el mismo crédito a un científico que a un idiota. Eso crea opiniones poco fundadas en sujetos donde prevalece el deseo de confrontar, defendiendo lo absurdo frente a lo racional, lo que lleva a un irracional desencuentro, donde el dogmatismo del necio se cierra a otras ideas. Por tanto, las RRSS son un campo de cultivo ideal para sujetos de pensamientos enquistados resistentes a la argumentación lógica, provocando el desencuentro en lugar de un acercamiento y la tendencia al conflicto, en lugar de a la paz.

En estas circunstancias, pese al acuerdo, el camino hacia la paz en Palestina es aún complejo. Siguen en el poder demasiados sociópatas, a los que no les importa el sufrimiento humano, sino el beneficio y negocio que deja una guerra ganada para mayor gloria y riqueza del poder y los objetivos del sionismo integrista. Creo que la mejor solución es la creación de los dos Estados, Israel y Palestina, dejando a Jerusalén como ciudad autónoma, bajo mandato internacional, donde cohabiten las tres religiones en paz y libertad. La paz se fragua en la actitud de los pueblos.

 


sábado, 11 de octubre de 2025

El razonamiento contrafáctico

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario la Opinión de Málaga el día 11 OCT 2025 7:00

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/10/11/razonamiento-contrafactico-122501863.html

“Nuestra vida está cargada de cruces de caminos en los que hemos tenido que decidir cuál de ellos tomar”

Cruce de caminos. / James Wheeler

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La psicología tiene la mala costumbre de ponerle nombres raros a las cosas. Bueno, aclarémoslo, se trata de ese razonamiento hipotético que hacemos cuando decimos ¿Qué habría sido de mí, o habría pasado en mi vida, si en lugar de tomar aquella decisión hubiera tomado otra resolución alternativa en aquel momento? Es decir, si en lugar de casarme con mi esposa o esposo lo hubiera hecho con aquel o aquella chavala tan maja que me andaba a la zaga, por poner un ejemplo. Aunque podemos hablar de todo tipo de decisiones importantes que marcan la existencia. Por tanto es un razonamiento contra un hecho determinado que condicionó tu vida, ya que podría haber sido diferente si hubieras tomado otra decisión o actitud, si se hubiera producido otro hecho, que tenías como alternativo en ese momento.

Nuestra vida está cargada de cruces de caminos en los que hemos tenido que decidir cuál de ellos tomar. Nos casamos con una persona, estudiamos o no una carrera, resolvemos coger un trabajo u oficio, optamos por vivir en una ciudad, nos rodeamos de amigos, etc. En suma, diseñamos y elegimos un proyecto de vida que, a la larga, nos gratifica, o no lo hace; estamos contentos con la evolución de las cosas, o no lo estamos; nos sentimos felices con nuestra existencia o desgraciados… o, en todo caso, podemos estarlo a medias tintas.

¿Qué habría pasado si…?

Ciertamente, cuando nos hacemos esa pregunta sobre cómo habría sido nuestra vida si tal cosa se hubiera dado… nos podemos imaginar una evolución de los hechos que vamos controlando o imaginando, puesto que nuestra mente es la encargada de montarse la película que nos interesa, partiendo de la situación ideal o añorada que se daba en ese momento. En este caso, somos nosotros los dueños y gestores del pensamiento y lo modulamos y orientamos hacia donde nos pueda interesar, tal vez idealizando el proceso alternativo que vamos fraguando in mente. Asunto falaz, pues no es objetivo ni puede serlo, aunque podamos, incluso, valorar otras informaciones complementarias. Por ejemplo, en el caso del novio o la novia que se quedó en la estacada, podemos recabar información y analizarla, cruzándola con nuestra propia evolución, y deducir cómo hubieran ido las cosas. Pero seguimos idealizando el asunto, sobre todo cuando la vida no nos va todo lo bien que quisiéramos, aunque también puede ser un sano ejercicio comparativo inducido y producido por la mera curiosidad especulativa, sin más.

El hecho es que, ese razonamiento, es totalmente falsario y, por ende, escapa a la realidad que pudiera haberse dado en las circunstancias que imaginamos. Parece como si, anclados en aquel momento, diseñamos y manipulamos nuestra hipotética historia para llevarla a donde nos interesa colocarla y satisfacer esa curiosidad. Pero no la sometemos al crudo contacto del día a día, a la necesidad de confrontación de ideas, de evolución personal, de resolución de conflictos… en suma a la convivencia diaria, o sea a la prueba del nueve. Y es ahí donde está la clave, en la gestión de esa convivencia diaria. No podemos establecer una hipótesis con garantía de veracidad sobre un supuesto que no se ha vivido. El proceso evolutivo en la relación de pareja, por seguir con el ejemplo, es desconocido y sometido a vaivenes inimaginables dada la gran diversidad de casos y causas que podemos vivir concatenando una relación, en cierto sentido, bastante imprevisible y sujeta al azar y el influjo de circunstancias muy vinculadas al entorno y a la propia personalidad de cada cual.

Proceso evolutivo convergente versus divergente

Es decir que el proceso evolutivo personal y de pareja, si bien deberían ir de la mano, no han de ser forzosamente equiparable, pues cada cual debe fraguar su propia evolución en base a sus expectativas existenciales personales y a su propia idiosincrasia, aunque si es en pareja bien avenida, puede ser paralelo o convergente, mientras que si se dan conflictos y choques conlleva divergencias que pueden deshacer la pareja o llevar a una convivencia menos gratificante o a la infelicidad. Es aquí cuando puede aflorar ese razonamiento contrafáctico que busca, desde un punto de vista imaginario, una presumible alternativa gratificante que se desechó en su día, como forma de escape de la desagradable situación presente, que no deja de ser producto de una determinada gestión de la relación habida, tal vez, poco inteligente.

Lo curioso es que solemos recurrir, por lo general, a ese ensayo imaginario cuando las cosas no van bien, cuando esa gestión no ha dado sus frutos y parece que buscáramos en nuestro interior otra oportunidad fantaseada para, inconscientemente, escapar de esa situación, inventando alternativas falaces o ficticias. Craso error. Si nuestra vida empezó a fraguarse en el ayer, ese ayer ya no existe, ni somos los que éramos, ni estamos donde estábamos, ni las otras personas siguen esperándonos. Nuestra vida es la actual, con nuestras bondades y miserias, con los resultados obtenidos a lo largo del tiempo, nuestra casa, nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo, nuestros errores y nuestros aciertos… nuestra esencia como ser humano evolucionado a través de las vivencias; en suma, nuestra evolución personal en interacción con el entorno que nos fue dado. En contraposición está otra imaginaria evolución que, como tal, es irreal y fantasiosa.

Valora lo que tienes

Mirar hacia atrás en plan anhelante es puramente ilusorio. La clave, bajo mi punto de vista, está en saber valorar lo que se tiene, donde se está en este momento y cuáles son las alternativas que se pueden estimar en la toma de decisiones, si de ello se trata, incluso la ruptura, pues no siempre el gratificante, digna y respetuosa la situación. En todo caso, cualquier buena evaluación de una situación pasa por apreciar lo positivo y como reconducirla hacia el lugar adecuado. Hacer hipótesis de fantasías ilusorias es contraproducente, pues, en todo caso, lo que hará será separarnos más de la realidad que nos rodea y situarnos en un mundo irreal, ficticio y carente de solidez para resolver el conflicto o la cuestión que nos planteemos.

Es cierto que la fantasía es una forma de vivir la vida en plan “sueño despierto”, de sublimar el trauma que castiga al inconsciente. O bien un sistema íntimo de llenar los espacios vacíos, que nuestras vivencias nos han ido dejando, después de haberse abierto la puerta a esa experiencia. Es bueno porque hay que matar el deseo y satisfacer esa fantasía para abolirla, pero el riesgo está en que no la dominemos y nos lancemos a una búsqueda imaginaria de situaciones idílicas que nos separe de nuestra vida real, con su cierto nivel de insatisfacción y descontento.

La ilusoria fantasía

Por tanto, piensa en tu viejo amor si quieres, pero no fantasees con que las cosas te habrían ido mejor, pues no tienes ni idea de cómo habrían resultado las interacciones que la convivencia te hubiera deparado. Valora lo que tienes y obra en consecuencia, porque puede que sea tu incompetencia, en el devenir diario, la que te ha llevado a esta situación de insatisfacción personal o fracaso. Si es así, también es posible un fracaso en el próximo intento y solo te resultará satisfactorio el imaginario y fantasioso, el inventado, porque tú dominas tu pensamiento y lo diriges hacia el resultado que te apetece, y eso es jugar con trampa. No mires para atrás, salvo para aprender y usarlo en el futuro. Desde el presente, mira hacia delante, que es lo que te espera y lo que has de gestionar… hoy, como ayer, la decisión es básica en cualquier cruce de caminos.



domingo, 5 de octubre de 2025

Ceder el asiento y otras menudencias

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 04 OCT 2025 7:01

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/10/04/ceder-asiento-menudencias-122252790.html

Autobús con historia. / Álex Zea

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Hoy ando hastiado de las actitudes y conductas que se nos ofrecen en el mundo de la política. Estoy muy preocupado por cómo se van desarrollando determinados acontecimientos, sometidos a la manipulación y tergiversación, que se nos vienen planteando por sujetos y sujetas afines al ‘trumpismo’, así como la inseminación del odio y el caos como forma de llevarnos al conflicto y la deconstrucción del sistema. A la vista de ello, hoy, he decidido escribir sobre cosas más cercanas, más vulgares y triviales, aunque no exentas de importancia social, como es ceder el asiento y otras menudencias.

Cuando me desplazo por la ciudad suelo hacerlo en los medios de transporte municipales. Tenemos, bajo mi punto de vista, un buen servicio de transporte público en Málaga, ya sea bus o el propio metro que nos ofrece un buen nivel de diligencia y puntualidad. Recuerdo que de joven, cuando habitaban en Barcelona y viajaba en el bus, el tranvía o metro, no solía sentarme, dejando los asientos a las personas mayores, a mujeres embarazadas o que tuvieran alguna dificultad. Eso me enseñaron mis padres y así lo asumí. Es un acto solidario y de justicia dejar el asiento a quienes lo necesitan más que uno.

Habilidades que se van perdiendo

Luego, mientras circulaba, iba haciendo equilibrios, sin agarrarme a sujeción alguna, retando al movimiento más o menos imprevisible de un bus sometido a las leyes de la circulación, con sus frenazos, giros y demás inesperadas incidencias. Lo tenía como una especie de deporte intentando acompasarme con el azaroso circular por la vía pública. Después, con el tiempo, estas habilidades se fueron perdiendo y empecé a preferir viajar sentado para evitar incidentes desagradables, dada mi inestabilidad.

Un día, ya mayor y usando un bastón, una joven me ofreció su asiento. Me supo mal, lo reconozco, porque, con su gesto, me decía que era mayor y yo me resistía a serlo. Le agradecí el detalle y seguí de pie asido a la barra. Mas, con el tiempo, me fui concienciando de la realidad; mi incapacidad para mantener el equilibrio, mi deficiente tono muscular para asirme con firmeza a la barra y otros detalles, dejaban de manifiesto que mejor ir sentado que de pie y sometido al vaivén del vehículo. Desde entonces prefiero el asiento y agradezco que alguien me lo ceda.

Ello hace que me fije en esos detalles, en quiénes tienen la amabilidad de ceder su asiento a las personas mayores. La realidad es que no todos los jóvenes suelen hacerlo, aunque te vean con un bastón y cierta dificultad para mantenerte en pie, pero muchos lo siguen practicando. Hoy, viajando en el metro, me lo cedió una señora de mediana edad, que me insistió en que lo usara. Alrededor había un buen número de jóvenes, posiblemente estudiantes, dado que circulaba por la línea que atraviesa el campus universitario. La mayoría de los que estaban sentados mantenía la mirada fija en su móvil, abducidos por aquello que reclamaba su atención, y esquivos a ver el entorno, lo que le eximía de culpa a su distraída conciencia. Puede ser una buena estrategia: yo voy viendo mi móvil y, si acaso, ya alguno, no distraído en este quehacer, se percatará de cuando aparece alguien con necesidad de ir sentado para cederle el lugar. En realidad, casi en todo lugar, es muy habitual que los individuos sentado o de pie anden manipulando el móvil, absortos en su mundo.

Viaje a Uzbequistán

En ese trance recordé mi viaje a Uzbequistán con un grupo español de edad media. Estando en la capital, Taskent, tomamos el metro. Nada más entrar al vagón, como un resorte, se levantaron unos jóvenes para cedernos amablemente el asiento con una sonrisa y ruego de que ocupáramos su lugar, iniciando una conversación sobre nuestra procedencia, preocupados porque la estancia nos fuera agradable.

Indudablemente, existen variables educacionales muy significativas y también actitudinales; es decir, muchos jóvenes se han formado en casa bajo la hiperprotección de los padres y abuelos, hasta tal punto que sus mayores han sido sus servidores, dándole o permitiéndole caprichos y tolerando conductas insolidarias. Eso los ha hecho cómodos y con sentido del derecho a ser servidos en lugar de servir.

Echamos en falta, por qué no decirlo, una educación ciudadana básica. Se nota hasta en el ejercicio profesional, donde muchas veces un trabajador o servidor público no tiene, o no quiere tener, conciencia de la cola de gente que mantiene, mientras su actitud indolente le hace perder tiempo en nimiedades, o el propio cliente le distrae con minucias, sin considerar a quienes están esperando detrás de él. Yo suelo calcular que cada minuto que se pierde en fruslerías se ha de multiplicar por el número de clientes que hay en la cola de espera, dado que todos ellos tienen otras cosas para ocupar su tiempo.

Hay detalles que te irritan y solo la tolerancia y represión del impulso hace que no entres en colisión con la persona maleducada, pensando que no vale la pena. Sin embargo he visto en determinados lugares cómo un ciudadano le llama la atención a otro por su conducta incívica. En Viena, por no ir más lejos, subiendo en una escalera mecánica del metro la gente pasiva se coloca a la derecha dejando el lado izquierdo para aquellos que quieren ir más rápido y subiendo por sí mismos. En una ocasión vi cómo un señor con prisa apartaba, con cierta violencia, a otro que ocupaba, parado, el lado izquierdo.

Ensuciar menos

Por otro lado, hablando de otra cuestión cívica, mantener la ciudad limpia no es limpiar más, que también, sino ensuciar menos. Eso forma parte de la cultura de los pueblos y se ve en cada lugar que visitas, incluso se diferencian barrios, en algunos casos semiabandonados por el servicio de limpieza… y ya se sabe, la suciedad llama a la suciedad y la limpieza genera conductas de limpieza: «Donde fueres haz lo que vieres». Sin ir más lejos, en nuestra ciudad podemos ver ese fenómeno; un centro limpio y cuidado y determinados barrios en casi abandono. En los últimos tiempos venimos observando, en Málaga, algunos movimientos ciudadanos de barrio que reivindican con firmeza una mayor dedicación del servicio de limpieza municipal.

Aun siendo complejo conseguir una homogeneidad de actitudes y conductas, ya que cada cual «es hijo de sus padres», o sea tiene su nivel de educación, cabría, a la par que mejorar el servicio de limpieza, elaborar y llevar a término programas educativos, sin desalentarse por fracasos, hasta conseguir el objetivo de crear actitudes ciudadanas de conductas cívica.

La educación ciudadana es un compendio de conductas y actitudes que se dan en una sociedad determinada, a la que no es ajena su idiosincrasia, donde se incluye desde dejar el asiento a los mayores hasta no tirar una colilla al suelo o recoger los excrementos de los animales de compañía, apoyados por un buen servicio público de limpieza que ejerce de ejemplo y exigencia.

Decía Herzberg en su teoría ‘bifactorial’ sobre la motivación laboral, que el trabajo bien hecho, y el reconocimiento consiguiente, era uno de los principales elementos motivacionales. Esa misma teoría creo que es aplicable a la conducta ciudadana. Solo hace falta reconocer y premiar las conductas adecuadas de todo ciudadano, entendidas como ejemplares, sin olvidar actuaciones educativas y algunas acciones punitivas. Yo, cuando hago las cosas bien me siento reconfortado y supongo que eso le ocurre a todo el mundo, o… tal vez no. En todo caso, deberíamos tomar conciencia de que compartimos espacios con los demás y hemos de respetarlos, pues son la casa común que nos acoge.



 

Antes de hace medio siglo

  Opinión | Tribuna Por: Antonio Porras Cabrera Publicado en el diario La Opinión de Málaga, el día 22 NOV 2025 7:01 https://www.laop...