miércoles, 30 de abril de 2025

Seguidillas de la Farola

 

En la foto conseguí colocar la luna sobre el propìo faro que corona la farola

La farola de Málaga es el único caso en España de un faro costero nominado en femenino. Es obra del ingeniero Joaquín María Pery y Guzmán. Su construcción data de 1813-1817, estando entonces situada en la entrada del Puerto de Málaga. En la actualidad se ubica al final del muelle uno, espacio comercial y de ocio tras la apertura del puerto a la ciudad. Es un lugar emblemático que da nombre al llamado Paseo de la farola, aunque tras la ampliación del puerto con el muelle de levante dedicado, básicamente, a los cruceros, ha quedado rezagada y más integrada en el espacio urbano.

A mí siempre me atrajo y fue musa inspiradora de algunos poemas a ella dedicados. Su lógico vínculo con la entidad marinera, en una ciudad volcada al mar, le da protagonismo e influencia en la propia esencia de Málaga. El fotopoema que comparto hoy con vosotros está compuesto por una seguidilla simple y otra compuesta, de corte romántico que, metafóricamente, dediqué a Lola por San Valentín, sobre una imagen nocturna de la farola.

domingo, 27 de abril de 2025

Ensayo de soneto

 

En tiempos de pandemia, hace ahora 5 años, una forma de entretenerse y seguir soportando el confinamiento era escribir. Yo inicié, como ya he contado en alguna ocasión, una serie de ensayos poéticos creando el fotopoema, que era una forma de mezclar foto y poesía, dos expresiones diferentes de ver y comprender la vida. Hoy comparto con vosotros, amigos y amigas visitantes, este ensayo de soneto sobre un globo alineado con el sol del cielo de Capadocia a sus espaldas, donde volé dos años antes en estos artefactos.  


sábado, 26 de abril de 2025

Malos tiempos «et non habemus papam»


Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La opinión de Málaga el 26 ABR 2025 7:02

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/04/26/malos-tiempos-et-non-habemus-116738298.html

La deshumanización sigue cabalgando a horcajadas de negros caballos del apocalipsis que merodean en nuestro alrededor

El papa Francisco en el Muro de las Lamentaciones. / Ariel Schalit / Associated Press

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Parece que el tiempo se ha empeñado en liar las cosas, en sembrar dudas en el futuro y en crear preocupación y desesperanza en la gente de buena voluntad. Los avatares políticos, la irrupción de la política canalla como forma de ejercerla, las guerras y la destrucción en variados lugares de la tierra, así como el cuestionamiento y la pérdida de principios democráticos y valores sociales, se ciernen sobre nosotros como una amenazante nube de tormenta.

WOKE vs MAGA

La deshumanización sigue cabalgando a horcajadas de negros caballos del apocalipsis que merodean en nuestro alrededor. No, no es pesimismo, es la fundada sensación que va surgiendo ante la gobernanza de los nuevos iluminados delirantes y megalómanos que niegan la justicia social y califican a todo aquello que la defienda como ideología WOKE. Lo suyo, lo que defienden, es el darwinismo social, que bajo mi punto de vista entronca con la ideología nazi, pues entiende a la sociedad sometida a la teoría evolucionista de Darwin, donde solo sobreviven los grupos más poderosos en una lucha a muerte por la supervivencia, en este caso bajo las leyes exclusivas del mercado libre, de momento.

Los agoreros negacionistas y conspiranoicos están de suerte. Las RR. SS. y otros medios les permiten llegar a los más recónditos lugares y a sujetos dispuestos a creerse cualquier fantasía, bulo o felonía por muy infundada y cuestionable que sea. La incultura y falta de criterio científico de muchos adeptos a esas RR. SS., su falta de sensatez y capacidad de razonamiento crítico, es un buen caldo de cultivo para esas ideas del movimiento MAGA representado por Trump y sus seguidores que, pretendiendo llevar a América a ser grande, acabará en recesión a nivel internacional según las doctas previsiones.

De momento se comienza a dar un intenso debate, por no decir lucha, que nos está llevando a la deconstrucción del sistema democrático, con la redefinición de valores que conlleva, por lo que nos sentimos agredidos todos los defensores de la democracia ante el empuje de la plutocracia. Empezamos a dar más importancia a las cosas que a los seres humanos. Subvertimos, en beneficio del dios dinero, valores como la solidaridad, la igualdad y la fraternidad, que son los principios fundamentales y universales que han reinado en los últimos tiempos. La empatía se esfumó y, por tanto, el egoísmo y la incomprensión caminan a sus anchas dinamitando la solidaridad. La justicia social y los principios solidarios que la sustentan se cuestionan, mientras Milei, y los suyos, la califican de aberrante… vaya por Dios, cuán aberrante es calificarla de aberrante. La enseñanza se encamina más a la tecnología que a las humanidades, orientada a la producción consumista, en detrimento de la evolución y desarrollo intelectual del ser humano. Los derechos humanos pasan a segundo plano y se impone el orden de la fuerza. El respeto a las fronteras se pierde y hay quien reclama territorios que no son suyos argumentando su propia conveniencia y la fuerza que lo avala. El estilo y las formas de hacer política se encanallan y afloran maneras impresentables de ejercerla, con insultos y ausencia de respeto al contrincante o adversario político y a quienes representan, buscando la confrontación en lugar del consenso y la concordia. En suma, agreden a la democracia desde el ejercicio de la misma. Vivimos, pues, malos tiempos para la lírica, como decía la canción del grupo Golpes Bajos allá por 1983.

Y ahora la Iglesia

Aquí vale la expresión popular: ¡Que Dios nos coja confesados! Y por si no teníamos bastante, fallece el papa Francisco, un personaje significativo para el mundo, sobre todo para los católicos, en cuyo testimonio, a pesar de algunos claroscuros, prevalece su mensaje de humanismo rompedor con los tiempos anteriores del papado, más conservadores. Yo mantengo en mi recuerdo la figura de Juan Pablo II amonestando a un Ernesto Cardenal, defensor de la teología de la liberación, que se postraba arrodillado ante él, mientras, en contrapartida, se le vio muy ufano junto a un Pinochet dictador y erecto al saludarlo, pero ya se sabe como era Wojtyła. No obstante, es sorprendente ver como determinados gurús de la comunicación y de la política han denostado a Francisco: «Pertenece a esa generación criminal de la extrema izquierda montonera peronista» (Jiménez Losantos), «Sos el representante del maligno en la casa de Dios. ¡Viva la libertad, carajo!» (no es necesario indicar su procedencia), para luego alabarlo.

Mas esa tendencia, que tenía Francisco, de mandar a la periferia para vivir los problemas del pueblo, (no me referiré a su expresión de que el pastor ha de oler a oveja, aunque valga como metáfora del redil), rompió la imagen vincular con el poder al que siempre se sumó la Iglesia desde Constantino. En cierto sentido ha retomado el enfoque doctrinal que dio Juan XXIII con el Concilio Vaticano II, cuando yo era joven y «creyente». Pero hay cosas de la Iglesia que son difícilmente cambiables, como la consideración respecto la mujer. Esa especie de misoginia anacrónica, como muchas otras cosas que persisten en la religión, será complicado erradicarlas; el bocado a la manzana sigue pensando como simbología de malignidad diabólica de la mujer que tienta, y pierde, al cándido hombre pecador. Ni una sola mujer había en la comitiva que trasladó al papa desde la capilla de su residencia de Santa Marta, hasta la Basílica de San Pedro.

La Iglesia es conservadora por definición y lo ha demostrado a lo largo de la historia, solo hace falta verla en su expresión ritual, su boato y su forma de gobierno. Si algunos pudieran la elevarían al poder hasta el ejercicio de la teocracia. EL ramalazo de luz que trajo la Teología de la liberación fue eso, relámpago luminoso que se apagó con los papas sucesores de Juan XXIII, cuya crónica ortodoxia se impuso, aunque no la intransigente de Lefebvre. Tendría que llegar alguien más heterodoxo y cercano al sufrir de los pueblos, como Francisco, para inspirar el cambio. Bajo mi humilde opinión, las iglesias y, por extensión, las religiones, que no son obra de Dios sino del hombre, adolecen de todos los males y bienes de sus creadores y sostenedores, tal como lo demuestra el estudio de su historia. En ella se dan la mano el santo y el diablo, el humilde y el soberbio, el ladrón y el caritativo, el despiadado y el compasivo… En uno de mis aforismos sostengo que: «Dios creó el espíritu libre y el hombre inventó las religiones para someterlo», en la mayoría de los casos para someterlo al poder establecido, donde la entrega al dolor, la pobreza y la obediencia es una virtud.

La encrucijada

Estamos en una encrucijada de especial trascendencia, donde nos debatimos entre el sometimiento del ser humano a la estructura dominante del poder, y el desarrollo del espíritu libre que lleve a la excelencia humanista en armonía con el entorno. Podemos acabar en una sociedad gobernada por el odio, el conflicto y al confrontación soberbia y egoísta de ególatras insolidarios y miopes, o en otra que camine por senderos de paz y sinergias de progreso compartido. La creatividad y desarrollo de unos pocos da el poder a esos pocos y la creatividad y progreso individual de todo el colectivo se comparte en comunión social enriqueciendo a la globalidad. En la mano de los gestores, de los gobernantes, está el enfoque del asunto. La elección de ellos es relevante para orientarnos en una u otra dirección.

Ahora, la Iglesia, se enfrenta a una elección de especial trascendencia, dada la influencia que tiene el papa en el mundo de los católicos, que son muchos a lo largo y ancho del planeta. Su universalidad le da acceso a un amplio abanico de países, culturas y sociedades. Por tanto tiene gran capacidad para crear actitudes y talantes entre sus fieles, que permitan, o no, el acercamiento entre los pueblos. No será lo mismo ver a un papa cercano a la motosierra insultante de Milei, que construyendo puentes y sembrando el entendimiento y la concordia entre las naciones, denunciando la injusticia, los crímenes de lesa humanidad, los genocidios y las guerras, el hambre y la miseria, que haciendo oídos sordos ante tales atropellos. Esperemos que la luz y la sabiduría ejerzan su influencia en el conclave para elegir, a quien siembre el entendimiento, desde el respeto a la diversidad de los pueblos y el derecho individual de la gente. Si es así, eso nos ayudará a paliar los malos tiempos que se avecinan. A ver que «papam habemus».



 

domingo, 20 de abril de 2025

Reflexiones sobre la Semana Santa

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 20 ABR 2025 7:00

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/04/20/reflexiones-semana-santa-116522608.html

Las procesiones de Semana Santa están tan arraigadas en el pueblo andaluz que han perdido, en gran medida, su expresión religiosa, para convertirse en una manifestación de pura cultura popular.

El Cautivo este pasado Lunes Santo / Álex Zea
                                                                        

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Todos y cada uno de nosotros tenemos en nuestra memoria las primeras impresiones y recuerdos que nos causaron las vivencias de Semana Santa, en mi caso hace ya más de medio siglo. Afloran en mi mente aquellos momentos de mi infancia donde, por primera vez, tengo conciencia de haber presenciado los desfiles procesionales en mi pueblo.

La impresión fue de asombro al ver a Jesús crucificado, torturado y martirizado con sus heridas sangrantes y sujeto a una cruz mediante clavos lacerantes que le aprisionaban al madero. La corona de espinas, anclada a su cabeza mediante púas, daba un toque superior de dolor a aquella imagen de un Cristo entregado al sacrificio. En mi infantil mente no cabía la comprensión de tal espectáculo. Mi tierna inocencia no podía entender aquella manifestación de maldad del ser humano, capaz de torturar y crucificar al Dios que, desde siempre, me habían mostrado mis mayores. Todo ello aderezado con el terrible discurso del cura sobre la pasión y muerte de Jesucristo.

Aquella visión absorbió mi pensamiento y más aún cuando presencié la procesión del Santo Sepulcro, con Cristo yacente con una profunda expresión en su rostro, que expresaba a la vez paz y dolor, quedé aún más conmovido. Me impresionó el silencio, el tambor marcando el paso y, entre susurros, un rosario con los misterios dolorosos que se oía en la voz de los penitentes, mayoritariamente mujeres, que acompañaban al féretro con una vela encendida dando luz al desfile procesional, en muchos casos descalzas. Difícil era, después, conciliar el sueño con aquella imagen troquelada en tu mente.

En los desfiles procesionales impactaban las imágenes de los hermanos cofrades, de los nazarenos, de los hombres que portaban el trono con suma reverencia, de los sayones verdugos de Cristo, de los apóstoles bajo caretas que mostraban la faz de cada uno de ellos, donde Judas se identificaba por una bolsa con las 30 monedas de su traición. Cornetas, trompetas y tambores marcaban el paso y enaltecían el desfile. El espectáculo, dentro de la confusión mental que producía en aquel niño, ofrecía un magnetismo irresistible donde se conjugaba el miedo, el asombro y la abducción de las sagradas imágenes de Cristo y la Virgen en sus diferentes manifestaciones. Todas esas vivencias se enmarcaron en una ideología política y religiosa, ambas fusionadas en el nacionalcatolicismo que definía el entorno de la Semana Santa y la forma de vivirla.

En mi memoria subyacen también, por qué no decirlo, aquellos recuerdos gastronómicos de la Semana Santa. ¿Quién no tiene en su haber evocaciones de sabores propios de estas fechas? Aquellas dietas especiales a base de potajes, sopas, bacalao, torrijas, buñuelos y otros postres, que aún hoy se suelen añorar desde la nostalgia de aquel ambiente familiar.

La sobriedad procesional del norte

Volviendo al tema, no hablaré de las espléndidas procesiones de nuestra ciudad de Málaga, por ser de todos conocidas. Pero sí de un par de experiencias vividas en otros lugares más desconocidos para el andaluz. Me impresionó sobremanera la procesión de la Soledad del Viernes Santo en Santiago de Compostela, que, partiendo de la Iglesia de Santa María Salomé, recorría sus calles en un silencio absoluto mientras un hermano marcaban el ritmo mediante golpes de báculo, o cetro, sobre el empedrado suelo de sus calles, acompañado de la sonoridad grave, del golpe seco y resonante, de un solitario tambor.

El silencio era total, la devoción inundaba el aire y la soledad se vivía por todos los asistentes como forma de integrarse en el mágico momento del acto procesional. Me trajo a la memoria nuestra Servita, que procesiona la noche de los viernes santos con las luces apagadas y en un estricto silencio cargado de recogimiento y oración, como bien saben ustedes.

El Jueves Santo, en León, vivimos otra experiencia inolvidable. La procesión de la Despedida, de la Cofradía del Cristo del Gran Poder, discurría por Calle Ancha, bajando desde la catedral a la plaza de Santo Domingo. También ofrecía una magnánima expresión de fe, donde esplendor y sobriedad se conjugan para dejar patente la forma de vivir la pasión de Cristo del pueblo leonés. En esta ocasión el acompañamiento musical era absoluto, inundando el ambiente de la ciudad, con trompetas, tambores y bandas musicales que acompañaban el desfile procesional.

En todo caso, estos dos apuntes vienen a reflejar dos ejemplos de la diversidad que, en nuestro país, nos ofrece la expresión religiosa y la forma en que se vive la Semana Santa, más sobria en el norte y más expresiva en el sur, donde también, según la zona, aparecen matices en la expresión del sentir religioso de los creyentes.

La salida de la hermandad de la Sagrada Cena este Jueves Santo de 2025 / Álex Zea

Fundamento procesional de la fe en la Semana Santa

Hay dos elementos significativos que, bajo mi criterio, influyen de forma importante en el desarrollo cofrade como forma de expresión de la fe católica en Málaga. Uno es la necesidad de expresar la religiosidad en una ciudad recién incorporada al reino de Castilla, tras la conquista del reino nazarí de Granada. En ese momento, para la unificación religiosa del reino castellano, eran imprescindibles las expresiones públicas de fe donde quedara patente la supremacía del credo del nuevo reino. El mensaje incluía una invitación a la conversión al catolicismo de los ciudadanos malagueños de credo islamista o judío.

Por otro lado, a partir del Concilio de Trento, celebrado entre los años 1545 y 1563, cuyos objetivos fueron definir la doctrina católica y disciplinar a sus miembros condenando la Reforma Protestante, aparece la necesidad de la expresión del sentido de la fe católica como oposición a la doctrina luterana. ¿Qué mejor forma de potenciar esa explícita expresión de religiosidad que mediante la integración en cofradías y hermandades, haciendo actos públicos de fe? Por ello la Iglesia impulsa la creación de tallas y su salida a las calles. Mas el principal objetivo de las cofradías no es sólo procesionar sino también socorrer a sus hermanos más necesitados y asistirlos, haciendo de las agrupaciones actores principal a través de sus obras de caridad cristiana.

La saeta, cantar del pueblo andaluz

La expresión del dolor, de la empatía del pueblo con el sufrir de Cristo en el proceso de crucifixión, encuentra en la saeta su máxima expresión. Suenan las saetas con sus dolorosas letras que llegan al corazón. Pero para hablar de la saeta, dado mi escaso conocimiento sobre el tema, me permito recurrir al libro, de Agustín Aguilar y Tejera, titulado SAETAS POPULARES, recogidas, ordenadas y anotadas, publicado en 1929, donde expresa el sentir de aquellos tiempos a través de la saeta.

Donde, en su prólogo, dice: «¿Quién dio el nombre de saetas -escribe un autor - a esas coplas que el pueblo canta a Cristo viéndole en la agonía? Ninguna palabra sería más apropiada que ésta para calificar tales estrofas, que no son sino saetas que van directas al corazón de la muchedumbre, para abrir en él las hondas heridas de la emoción y de la piedad. Con toda su dulce ingenuidad, con toda su rústica sencillez, estas coplas son, acaso, el más rico tesoro que tiene la poesía religiosa en España. El pueblo da a todas sus expresiones un colorido y una ternura inconfundibles, y nunca podrán los más altos poetas herir las fibras de nuestro sentimiento con la prontitud que las canciones volanderas, que van de labio en labio, y de las que no se sabe dónde nacieron; pero se sabe que ya no han de morir nunca. La saeta es llana, simple, torpe en las palabras; pero rica en delicadeza y en emoción, porque mana de las fuentes del sentimiento popular que no se ciegan nunca.» (Fin de la cita).

Su atracción turística

Concluyo: Las procesiones de Semana Santa están tan arraigadas en el pueblo andaluz que han perdido, en gran medida, su expresión religiosa, para convertirse en una manifestación de pura cultura popular, donde cabe el religioso, el agnóstico o el ateo, incluso, todo el abanico político, donde cada cual las vive a su manera, desde el que huye de ellas y se refugia en casas rurales, hasta el que las vive en inmersión impregnado de su esencia. Es una manifestación ostentosa de carácter sublime, que acaba encajando en una oferta turística de primera magnitud. Un singular y asombroso espectáculo que va más allá de lo religioso, como demuestra el flujo turístico que padecemos en estos días y el ambiente que se crea.



Pregón de Semana Santa 2025

 

Nota previa: 

Tal vez no sea yo la persona más indicada para hacer este pregón, pero cuando me lo propuso mi amigo Roberto me lo pensé seriamente, además no me podía negar a su propuesta como amigo y compañero del mundo de la lírica, junto a Mariángeles Castillo que también estaba detrás de la propuesta.

Como escritor era un reto y, si bien no soy religioso ni, lógicamente, practicante, el bagaje guardado en el baúl de los recuerdos desde mi infancia y tras pasar por el seminario diocesano, podía ayudarme a salir airoso del envite. No se trata de un pregón para la iglesia o una cofradía, que causa más respeto, sino de una peña flamenca donde la saeta tiene su esencia como forma de expresión artística que plasma el sentir del pueblo andaluz en estas fechas.

Por tanto, acepté la invitación y de ello surgió este texto que comparto con los amigos lectores de mi blog. El rasgo principal que puse en el teclado es la empatía con aquellos que siguen teniendo fe y pasión y, con su espíritu religioso, viven estas fechas sumergidos y entregados al boato y la pompa que conforman los desfiles procesionales. Ponerme en su lugar no fue difícil pues, desde mi infancia, viví las experiencias “semanasanteras” con que, hace más de medio siglo, celebrábamos estas fechas en los pueblos de España. En fin, este es el resultado de mi dedicación a tan importante fasto para la mayoría del pueblo andaluz y español.

Antonio Porras Cabrera


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Buenas tardes amigos y amigas presentes.

En primer lugar quiero agradecer a la Peña Enrique Castillo su invitación para dar este pregón, así como vuestra presencia en un lugar tan emblemático como es este, donde el cante se hace arte, y en concreto la saeta como expresión del sentimiento religioso propio de la Semana Santa. Es para mí un gran honor dirigirme a todos ustedes con un motivo tan señalado como el pregón de la Semana Santa.

Un pregón, además de exaltar la grandiosidad y el sentimiento que desborda al ser humano, en especial al creyente, con la celebración de la Semana Santa, conlleva también un intento de comprender y compartir, dentro de la fe, el sublime significado del mayor acto de amor y entrega que puede otorgarse en la vida, como es ofrecerla para la salvación de las almas de todo ser humano sin distinción alguna, como fue la muerte de Jesucristo en la cruz.

Dentro de mi singular visión y mi humilde condición de escritor, venido a pregonero, querría compartir con todos ustedes estos momentos, para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo que se viene a plasmar como expresión popular de los cristianos a través de nuestros desfiles procesionales y demás actos litúrgicos con los que celebra la iglesia, cada año, el momento sublime y trascendente del sacrificio de Jesús por los demás.  Pero también desde la cultura popular, ya sea en su expresión religiosa o laica, se vive la Semana Santa con un sentimiento trascendente, que va más allá de la expresión religiosa.

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Todos y cada uno de nosotros tenemos en nuestra memoria las primeras impresiones y recuerdos que nos causaron las vivencias en Semana Santa, en mi caso hace ya más de medio siglo. Afloran en mi memoria aquellos momentos de mi infancia donde, por primera vez, tengo conciencia de haber presenciado los desfiles procesionales. Les pido a ustedes que hagan también ese ejercicio de memoria.

La impresión, en mi caso, fue de asombro al ver a Jesús crucificado, torturado y martirizado con sus heridas sangrantes y sujeto a una cruz mediante clavos lacerantes que le aprisionaban al madero. La corona de espinas, anclada a su cabeza mediante púas, daba un toque superior de dolor a aquella imagen de un Cristo entregado al sacrificio. En mi infantil mente no cabía la comprensión de aquella imagen. Mi tierna inocencia no podía comprender aquella manifestación de la maldad del ser humano, capaz de sacrificar al Dios que, desde siempre, me habían mostrado mis mayores.

Aquella visión absorbió mi pensamiento y, más aún, cuando presencié la procesión del Santo Sepulcro, con Cristo yacente con una profunda expresión en su rostro que, como un oxímoron, expresaba a la vez paz y dolor, quedé aún más impresionado. Me impresionó el silencio, el tambor marcando el paso y, entre susurros, un rosario con los misterios dolorosos que se oía en la voz de los penitentes, mayoritariamente mujeres, que acompañaban al féretro con una vela encendida dando luz al desfile procesional, en muchos casos descalzas.

En los desfiles procesionales impactaban las imágenes de los hermanos cofrades, de los nazarenos, de los hombres que portaban el trono con suma reverencia, de los sayones verdugos de Cristo, de los apóstoles bajo caretas que mostraban la faz de cada uno de ellos, donde Judas se identificaba por una bolsa con las 30 monedas de su traición. Cornetas, trompetas y tambores marcaban el paso y enaltecían el desfile. El espectáculo, dentro de la confusión mental que producía en aquel niño, ofrecía un magnetismo irresistible donde se conjugaba el miedo, el asombro y la abducción de las sagradas imágenes de Cristo y la Virgen en sus diferentes manifestaciones.  

Creo que el impacto inicial me llevó a un mayor acercamiento a la fe y tiempo después ejercí de monaguillo en mi parroquia y, posteriormente, a sentir la vocación del sacerdocio y marchar al seminario diocesano con la intención de ejercer ese ministerio, aunque esa proyección fuera efímera.

Entonces, desde una perspectiva diferente, viví otro memento de especial significado. Integrado en los desfiles procesionales de mi pueblo, sentí el espíritu de la Semana Santa desde otra visión. Los ritos, ceremonias y cultos, tanto de la Cuaresma como de la propia Semana Santa, ocuparon mi tiempo y fui vislumbrando el sentido real de la celebración desde la percepción del concienciado creyente.

Ello despertaba en mi corazón otro sentimiento o efecto de paz y sosiego, sobre el que he meditado muchas veces; el propio dolor y sufrimiento vivido por el Redentor y manifestado en la escenificación de su tránsito hacia el Gólgota para ser crucificado, era liberador para nosotros. 

Su dolor y sufrir eran para evitar el nuestro, para limpiar nuestras almas del poso que arrastraban desde el inicio de los tiempos bíblicos. Esa exculpación, cargando sobre sus hombros con los pecados de toda la humanidad, daba sentido a la plácida paradoja que conjugaba la dolorosa injusticia de su muerte con el placer de nuestra salvación.

En mi memoria subyacen también, por qué no decirlo, aquellos recuerdos gastronómicos de la Semana Santa. ¿Quién no tiene en su haber evocaciones de sabores propios de estas fechas? El ayuno y la vigilia nos apartaba del consumo de carne y nuestras madres y abuelas nos ofrecían dietas especiales a base de potajes, sopas, bacalao, torrijas, buñuelos y otros postres, que aún hoy se suele añorar desde la nostalgia de aquel ambiente familiar.

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Dejo atrás las experiencias infantiles, las remembranzas de un pasado de vivencias, marcadas por una ideología política y religiosa fusionadas en el nacionalcatolicismo que marcaba el entorno de la Semana Santa, y que tuvo una especial influencia en nuestro desarrollo personal, tanto desde el punto de vista religioso como de valores espirituales y sociales, para referirme al hecho diferencial en la forma de vivirla.

Antes de centrarme en las esplendorosas procesiones malagueñas, quiero aludir a cómo, desde la cultura popular de cada región de nuestra patria, tan rica y diversa, se manifiestan los sentires de los pueblos según su singularidad.

Me impresionó sobremanera la procesión de la Soledad del Viernes Santo en Santiago de Compostela, allá por 1998, que, partiendo de la Iglesia de Santa María Salomé, recorría sus calles en un silencio absoluto mientras un hermano marcaban el ritmo mediante golpes de báculo, o cetro, sobre el empedrado suelo de sus calles y la sonoridad grave, del golpe seco y resonante, de un solitario tambor.

El silencio era total, la devoción inundaba el aire y la soledad se vivía por todos los asistentes como forma de integrarse en el mágico momento del acto procesional. Me trajo a la memoria nuestra Servita, que procesiona la noche de los viernes santos con las luces apagadas y en un estricto silencio cargado de recogimiento y oración, como bien saben ustedes.

El Jueves Santo, en León, vivimos otra experiencia inolvidable. La procesión de la Despedida, de la Cofradía del Cristo del Gran Poder, discurría por Calle Ancha, bajaba desde la catedral a la plaza de Santo Domingo. También ofrecía una magnánima expresión de fe, donde esplendor y sobriedad se conjugan para dejar patente la forma de vivir la pasión de Cristo del pueblo leonés. En esta ocasión el acompañamiento musical era absoluto, inundando el ambiente de la ciudad, con trompetas, tambores y bandas musicales que acompañaban el desfile procesional.

En todo caso, estos dos apuntes vienen a reflejar dos ejemplos de la diversidad que, en nuestro país, nos ofrece la expresión religiosa y la forma en que se vive la Semana Santa, más sobria en el norte y más expresiva en el sur, donde también, según la zona, aparecen matices en la expresión del sentir religioso de los creyentes.

En Málaga, nuestra ciudad, según la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, que nace en 1921 en la desaparecida iglesia de La Merced, contamos, en la actualidad, con 43 cofradías y hermandades, cuyos Hermanos Mayores conforman su junta de gobierno.

De todas ellas, y a pesar de que hay otras con varios siglos de actividad, la cofradía más antigua de Málaga, según algunos autores, es la Archicofradía de la Sangre, que se fundó en el año 1507, prácticamente 20 años después de la toma de la ciudad por los Reyes Católicos. El culto a la Preciosísima Sangre de Jesucristo llega a Málaga de la mano de la Orden de la Merced, que se estableció en la ciudad en 1499. Hacia la mitad del siglo XVI ya existían seis cofradías de Pasión, como son: Vera-Cruz, Sangre, Ánimas de Ciegos, El Paso, Monte Calvario y Soledad; todas ellas vinculadas a conventos.

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Hay dos elementos significativos que, bajo mi criterio, influyen de forma importante en el desarrollo cofrade como forma de expresión de la fe católica. Uno es la necesidad de expresar la religiosidad en una ciudad recién incorporada al reino de Castilla, tras la conquista del reino nazarí de Granada. En ese momento, para la unificación religiosa del reino castellano, eran imprescindibles las expresiones públicas de fe donde quedara patente la supremacía del credo del nuevo reino. El mensaje incluía una invitación a la conversión al catolicismo de los ciudadanos malagueños de credo islamista o judío.

Por otro lado, a partir del Concilio de Trento, celebrado entre los años 1545 y 1563, cuyos objetivos fueron definir la doctrina católica y disciplinar a sus miembros condenando la Reforma Protestante, aparece la necesidad de la expresión del sentido de la fe católica como oposición a la doctrina luterana.  ¿Qué mejor forma de potenciar esa explícita expresión de religiosidad que mediante la integración en cofradías y hermandades, haciendo actos públicos de fe? Por ello la Iglesia impulsa la creación de tallas y su salida a las calles. Mas el principal objetivo de las cofradías no es sólo procesionar sino también socorrer a sus hermanos más necesitados y asistirlos a la hora de la muerte, haciendo de las agrupaciones actores principal a través de sus obras de caridad cristiana.

Hablando de tallas, permítanme unas palabras sobre el estilo escultórico malagueño, que lo configurarían una serie de imagineros que trabajaron en Málaga en la segunda mitad del siglo XVII, teniendo su auge en el XVIII y en el XIX en menor medida.

Hasta la segunda mitad del XVII, las obras y los modelos escultóricos de los autores granadinos y sevillanos de la escuela andaluza predominaban en la ciudad. La llegada del escultor Pedro de Mena a Málaga en el año 1658 originaría una creciente homogeneización en las obras de los imagineros malacitanos, dando pie a la aparición del estilo malagueño que continuará en la centuria siguiente con Fernando Ortiz como máximo exponente, siendo el escultor de mayor importancia de la ciudad durante el siglo XVIII, en competencia con las escuelas de Sevilla y Granada.

En todo caso, como valor añadido a la imaginería malagueña, he de resaltar la espectacular majestuosidad de los tronos, que llegan a alcanzar hasta 5700 kg., en el caso del trono de María Santísima de La Esperanza Coronada, que lo portan 267 hombres de trono.

Este y otros muchos tronos sorprenden por su impresionante grandiosidad y magnificencia. Presenciar los desfiles procesionales de Málaga despierta un conjunto de emociones difícilmente descriptibles conjugando admiración, estupor, asombro, consternación y éxtasis. Pero para el que no los conoce surge la sorpresa y, en algún caso, la incomprensión.

Recuerdo que hace unos años invité a unos amigos norteamericanos católicos, de una marcada religiosidad, a vivir la experiencia de nuestra Semana Santa. Al preparar este pregón he pensado pulsar su opinión y pedirles su impresión al vivir nuestra Semana Santa. Su respuesta ha sido esta.

Expone él:

Para nosotros fue verdaderamente impactante la magnitud de la expresión de la religiosidad del pueblo manifestada en múltiples carrozas (se refiere a los tronos) y las bandas de música. Pero la más impactante fue la procesión silenciosa de la Soledad al final de la noche. Una experiencia inolvidable. ¡Patrimonio andaluz!

Y ella comenta:

A mí me encantó. Pienso, al igual que Frank, que es una hermosa y majestuosa manifestación religiosa cultural española. Siempre me hace meditar la pomposidad contrastante con la Pasión de Jesús.  Nació pobre en un pesebre y murió pobre entre ladrones y en una cruz. Todo por amor a la humanidad. Pero entiendo que es la expresión de la religiosidad popular que por tanto tiempo celebran los españoles y es tan admirada por todos los que los visitan.

Indudablemente nuestra Semana Santa, con sus desfiles procesionales, conforma un importante atractivo turístico, que va más allá del contenido religioso del pueblo malagueño y del que muestran mis amigos americanos, tal como se desprende de los trabajos e investigaciones de mi amigo y compañero de la universidad de Málaga, el profesor Rafael Esteve, que ha estudiado y publicado importante ensayos sobre ello, dejando claro manifiesto de la importancia que, como reclamo turístico, tiene para la economía de la ciudad.

Me he preguntado en más de una ocasión qué atrae a tantos visitantes, qué les motiva a presenciar nuestros desfiles procesionales: ¿es su religiosidad, el recogimiento, el espectáculo y su grandiosidad y opulencia, la emoción que despierta su visión, el ambiente festivo ajeno al ámbito religioso, las magistrales tallas de imágenes…? La respuesta es compleja y puede que, según el caso, se den todas ellas creando una atrayente oferta al visitante. Esteve, yendo algo más allá de lo expuesto, propuso en sus trabajos la creación y desarrollo de museos de las cofradías para dar a conocer nuestra Semana Santa y su esplendor. Por suerte hoy tenemos en la ciudad un importante ramillete de museos de esas cofradías que pueden ser visitados por nacionales y extranjeros para su mayor difusión y conocimiento entre los interesados. 

En este sentido, existe una gran cultura cofrade por parte de los malagueños y esta festividad resulta, como ya he dicho, un gran atractivo turístico para los visitantes. Además, se trata de una de las más grandes de Andalucía y España, ya que, salvo el sábado donde la procesión va por dentro, más de seis cofradías recorren las calles de la capital malagueña durante el día.

Sin embargo, desde el pensamiento religioso de una cultura como la nuestra, tan influenciada por el sentir devoto y místico del creyente, aflora el sentimiento piadoso que nos lleva a identificarnos con el sufrir de Cristo y, por ende, con el prójimo que sufre la injusticia, el dolor, la marginalidad y la pobreza, en un dramático acto de solidaridad. Es, precisamente, el sufrimiento que se plasma en la pasión y muerte de Jesucristo, escenificado a través del acto procesional, lo que nos sensibiliza y despierta esa actitud piadosa cargada de empatía. Como ya he mencionado, Jesús, mediante su pasión, carga sobre sus hombres con la culpa del pecado original para liberar al ser humano de esa culpa y congraciarlo con Dios. Ese misterio, ininteligible para nosotros, en el que Dios, en su omnipotencia, determina que sea su propio hijo el que asuma ese sufrir, deja de manifiesto, bajo mi humilde opinión, la malignidad del ser humano que le somete al martirio en contraposición a la bondad que predica el Redentor. Así, mediante su sagrada palabra, marca los caminos que nos llevan al bien, evitando el mal.

Pero el hombre, haciendo mal uso de la inteligencia, recurre a la maldad, antepone su egoísmo, su avaricia, por encima de todas las cosas y solo se le ocurre armarse para ser superior a todos, para imponer por la fuerza su criterio; anteponer sus negocios y su codicia sin el más mínimo respeto y cariño a la humanidad. Vivimos tiempos difíciles que lo atestiguan, donde la guerra, el sufrimiento, la muerte y la rapiña no dejan de sorprendernos cada día. La sagrada tierra donde nació, vivió y murió crucificado Jesucristo, es hoy un reguero de sangre y destrucción indiscriminada, donde la Parca procesiona día a día, buscando su presa entre inocentes de la mano de las poderosas armas más sofisticadas que el ser humano haya inventado jamás para mejor destruir al enemigo, que no deja de ser el prójimo al que Cristo predica que debemos amar. Los Caifás y Anás, los fariseos, se han encarnado en aquellos que siembran la muerte y destrucción.

Dejando estos terribles hechos, volvemos a nuestra Semana Santa. El penitente, en sus diversas manifestaciones, se suma al sufrir, empatiza y se acerca a Cristo mediante al dolor, asumiéndolo, a su vez, como forma de redimirse de sus propios pecados, de pagar su culpa más allá del necesario arrepentimiento. Otras veces, el penitente, que camina descalzo, incluso con cadenas, siguiendo los pasos de Cristo o la Virgen, cumple una promesa que contrajo al pedir favores de gracia.

La letra de esta saeta, compuesta en los años 40 por Luis Suárez Rodríguez, es una clara manifestación de la empatía que genera el sufrimiento de Jesús y de cómo despierta un infinito sentimiento de piedad en el devoto:

Divino Padre Jesús,

no te abraces al madero;

suelta y déjame la cruz,

porque yo llevarla quiero,

en vez de llevarla Tú.

 

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Por tanto, la celebración de la Semana Santa y de los desfiles procesionales conlleva esa empatía, esa manera que tiene el creyente de imbricarse, solidarizarse e integrarse en ese dolor, en el martirio de Cristo como víctima solidaria y agradecida por la salvación que Él le otorga con su sacrificio. Para ello vive todo el proceso a lo largo de la semana, donde se simboliza la gloria y el sufrimiento, con la entrada triunfal en Jerusalén a lomos del pollino, aclamado por el pueblo como Salvador, para pasar al suplicio del prendimiento, tortura y tormento hasta ser crucificado y ejecutado por las fuerzas del mal. Pero no es derrotado. A los tres días resucita venciendo a la muerte y naciendo a la nueva era. Para los creyentes, en el hito de su sacrificio, se encuentra la puerta a una nueva dimensión religiosa, al novedoso credo, yendo más allá del Antiguo Testamento, con el Nuevo.

Pero la pasión también conlleva una reflexión de tipo social, ateniéndonos al mundo hebreo de aquellos tiempos. Jesús es condenado a muerte bajo la influencia de los que ejercen el poder religioso judío, Caifás y los suyos. Con argucias y sibilinos razonamientos, abducen la voluntad del pueblo hasta tal punto que exculpan a Barrabás salvándolo de la crucifixión y condena a Jesús a tal suplicio.

El ladrón y asesino no les inquieta, lo que les inquieta es aquél que pueda arrebatarles el poder y sus prebendas. Es duro leer, en los Santos Evangelios, la pregunta de Pilato: “¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, que se llama Cristo?” Pero es más penoso oír la respuesta: “¡A Barrabás!” Y eso persiste en el tiempo…

Es que, en esencia, lo que se produce con la venida de Cristo es una nueva era, que predica el Nuevo Testamento, en contraposición al Antiguo. Al Dios recto y severo se suma el Dios del amor, se pasa de la Ley del Talión a poner la otra mejilla. Cristo es el rey de un nuevo reino, el del amor, del perdón y la entrega a los demás. Entrega de la que la Semana Santa es su manifiesto sublime pues es su propia vida la que inmola en un atroz martirio. Esa disposición y prédica es un atentado a los privilegios del poder establecido y ellos reaccionan con una crueldad terrible para defender sus prebendas manipulando al pueblo que es quien, al final, emite la condena mientras la autoridad se lava las manos. Eso suena a presente…

En lo referente a Málaga se procesiona cada día de la semana. Una característica distintiva de la Semana Santa malagueña es la forma en que se llevan los tronos, con varales exteriores que requieren la colaboración de cientos de personas u hombres de trono. Además, en las procesiones participan nazarenos, músicos, acólitos y cuerpos militares, todos ellos elementos esenciales en el evento dentro de su singularidad.

Mas la Semana Santa malagueña suele comenzar una semana antes del Domingo de Ramos, realizando los primeros traslados. Son pequeñas procesiones, donde portan a las imágenes en tronos más pequeños y suelen ir acompañados de una banda de música. Llevan las imágenes sagradas de su templo a la Casa Hermandad, donde la semana posterior realiza la salida oficial en procesión. Los traslados en Málaga suelen considerarse como la antesala a la Semana Santa oficial.

Con respecto a la música, al igual que en el resto de España y especialmente en Andalucía, en Málaga, la mayoría de las imágenes procesionales están acompañadas por bandas musicales. La música juega un papel fundamental en la Semana Santa malagueña, ya que es un componente esencial en las procesiones. Bandas de música y agrupaciones interpretan marchas procesionales, marchas fúnebres y saetas, llenando el ambiente con melodías solemnes y emotivas. Estos acompañamientos musicales realzan la solemnidad y el fervor religioso de las cofradías y hermandades durante su recorrido por las calles de la ciudad.

Los cristos suelen contar con la compañía de Bandas de Música, Bandas de Cornetas y Tambores o Agrupaciones Musicales, mientras que las Vírgenes suelen ser acompañadas por Bandas de Música o, en algunos casos, por Capillas Musicales. Muchas cofradías incorporan Bandas de Cornetas y Tambores al inicio del cortejo procesional, justo detrás de la Cruz Guía.

No enumeraré las variadas procesiones que se celebran cada día de la Semana, porque son de todos conocidas, pero sí remarcaré que esos días son de especial interés para todos los malagueños y para los visitantes, sean o no creyentes. La ciudad se llena de nazarenos, de damas ataviadas con mantillas y peinetas, de bandas de música, cornetas y tambores, de cirios y penitentes que se unirán a la procesión dando esplendor a la misma. Suenan las saetas con sus dolorosas letras que llegan al corazón, como la saeta de Machado que en sus versos nos ubica en el real sentido de la esperanza:

¡Oh, la saeta, el cantar

al Cristo de los gitanos…

Empieza para luego exclama:

¡Cantar de la tierra mía,

que echa flores

al Jesús de la agonía…

Y concluir sembrando la esperanza en un Jesús empoderado que reina sobre las simbólicas aguas del mal con un:

¡No puedo cantar, ni quiero

a ese Jesús del madero,

sino al que anduvo en el mar!

En conclusión, la Semana Santa en Málaga se caracteriza por su recorrido impresionante, que pasa por lugares emblemáticos de la ciudad. La Catedral desempeña un papel fundamental en las procesiones y las casas hermandad se convierten en espacios de preparación y encuentro para los cofrades y devotos.

Tanto los recorridos oficiales, como la Tribuna de los Pobres y los lugares emblemáticos son testigos importantes de la devoción y tradición en la Semana Santa malagueña. Año tras año, miles de personas acuden a Málaga para ser parte de esta celebración religiosa tan especial, que deja una huella imborrable en todos aquellos que la presencian.

Para concluir y dado en el lugar que nos encontramos, no sería lógico obviar la Saeta como forma de expresar sentimientos religiosos en la Semana Santa. Yo vengo a expresar, con estos versos en sextilla, el significado espiritual que tiene para mí la saeta:

Es la saeta un cantar

que entona el pueblo andaluz,

es su forma de rezar

a Cristo que está en la cruz

conjugando el verbo amar

que nos envuelve en su luz.

        

Es un canto de dolor

que provoca su pasión

convertida en un clamor

que el pueblo con su aflicción

va entonando con fervor

en acto de contrición.

 

Pero dada que me considero un lego en la materia, recurriré a un antiguo e interesante libro, publicado en 1929, de Agustín Aguilar y Tejera, titulado SAETAS POPULARES, recogidas, ordenadas y anotadas, donde expresa el sentir de aquellos tiempos a través de la saeta. 

Dice:

"¿Quién dio el nombre de saetas — escribe un autor — a esas coplas que el pueblo canta a Cristo viéndole en la agonía? Ninguna palabra sería más apropiada que ésta para calificar tales estrofas, que no son sino saetas que van directas al corazón de la muchedumbre, para abrir en él las hondas heridas de la emoción y de la piedad. Con toda su dulce ingenuidad, con toda su rústica sencillez, estas coplas son, acaso, el más rico tesoro que tiene la poesía religiosa en España. El pueblo da a todas sus expresiones un colorido y una ternura inconfundibles, y nunca podrán los más altos poetas herir las fibras de nuestro sentimiento con la prontitud que las canciones volanderas, que van de labio en labio, y de las que no se sabe dónde nacieron; pero se sabe que ya no han de morir nunca. La saeta es llana, simple, torpe en las palabras; pero rica en delicadeza y en emoción, porque mana de las fuentes del sentimiento popular que no se ciegan nunca."(Fin de la cita)

Ahora daré lectura a algunas letras de las que nos transmite Agustín Aguilar. Como todos ustedes saben, la estrofa de la saeta está compuesto por 4 o 5 versos octosílabos, y tiene siempre un significado religioso en el marco de la Pasión.

 

A la Virgen María:

Eres paloma de amor,

eres tórtola inocente,

que concebiste en tu vientre

a tu Hijo el Redentor

para entregarlo a la muerte.

 

"No puede cesar mi llanto,

Hijo de mi corazón,

porque al verte en el cadalso

se me parte el corazón

convirtiéndose en pedazos."

 

Oración del huerto

Gotas de sangre sudaba

aquel Jesús tan divino

que de rodillas oraba,

y en su rostro peregrino

la angustia se dibujaba.

 

Carceleras.

Cristo de la Expiración

que sales en esta tarde,

échales la bendición

a los presos de la cárcel,

que te pedimos perdón.

 

Tras esta lectura, a modo de conclusión, quiero leer un soneto de mi creación para finalizar el acto, con mi agradecimiento por la atención que me han prestado a pesar de lo que me he extendido en mi pregón.

 

La amargura y el sufrir de este dolor

que conlleva el pecado original

encuentra con tu muerte su final

y salva del castigo con tu amor.

 

Tu entrega de divino Redentor

que libera a las almas de este mal

descubre a nuestros ojos lo esencial

que lleva a profesar nuestro fervor.

 

Mis pisadas recorren tu camino

buscando descubrir en tu enseñanza 

el sendero que lleve a mi destino

 

donde reine el amor y la esperanza

que busco con mi andar de peregrino

entre cantos de amor y de alabanza.

 

Muchas gracias a todos y todas por vuestra atención y les deseo una Semana Santa cargada de emoción y de saetas.

 

 Málaga, Semana Santa de 2025.

sábado, 12 de abril de 2025

Universidad pública vs privada

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 12 ABR 2025 7:01

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/04/12/universidad-publica-vs-privada-116307926.html

Una cosa es la dicotomía privada vs pública y otra clarificar la esencia y función de excelencia, que ha de asumir la universidad como órgano docente de primera magnitud en estos tiempos.


Facultad de Filosofí­a y Letras de la Universidad de Málaga / L.O.

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El asunto de nuestras universidades ha irrumpido en la vida política como una discusión entre pública y privada, una cuestión que siempre sobrevoló el debate y que, indudablemente, merece ser tenido en consideración.

La realidad es que, bajo mi opinión, se está soslayando el verdadero debate sobre el tema. Lo que no quiere decir que esa controversia no merezca ser tratada en profundidad. Una cosa es la dicotomía privada vs pública y otra clarificar la esencia y función de excelencia, que ha de asumir la universidad como órgano docente de primera magnitud en estos nuevos tiempos. La universidad es cuna del conocimiento y del desarrollo humanista, de la ciencia y la investigación, desde el ser humano por y para el ser humano, o sea para la humanidad sin distinción alguna. Es aquí donde, prioritariamente, debería enfocarse el debate.

Los rectores andaluces aplauden que se endurezcan los requisitos para abrir privadas

(Cuestionan la «proliferación» de centros universitarios privados «de dudosa calidad» e instan a delimitar jurídicamente lo que se considera universidad como en el resto de Europa).

El conocimiento es más rico cuanto más se expande y la universidad tiene ese honor y deber como lugar donde se siembra y cultiva. En una sociedad como la actual, es bien cierto que la relación de la universidad con el mundo empresarial y de la producción de bienes y servicios tiene una importancia capital, pues el desarrollo tecnológico y la rápida evolución del conocimiento es un reto que requiere una alianza de todos los agentes implicados en ello. Da ahí que universidad y empresa, ya sea pública o privada, deben compartir objetivos y apoyarse mutuamente para avanzar en una misma dirección, estableciendo sinergias que sumen esfuerzos en pro de unos fines compartidos que beneficien al colectivo social, sin que la universidad pierda su esencia y autoridad.


La UMA celebró esta semana unas jornadas de puertas abiertas / Álex Zea


La universidad como servicio público de calidad

Por otro lado, existe socialmente otra función, idea o propósito, que identifica a la universidad como centro de difusión cultural y promotora del conocimiento de cara al conjunto de la población, o sea al ciudadano en general. Este propósito, sobre todo en la pública, no es otro que el de facilitar a las clases más pobres al acceso a ese conocimiento, posibilitando los estudios a los jóvenes con capacidad para alcanzar objetivos profesionales e intelectuales sin distinción de clase social, económica, ideológica o de credo. ¡Cuántos jóvenes se han visto frustrados en sus deseos de adquirir conocimientos por no tener medios económicos en su familia! Esa injusticia, ese dispendio de potencialidades ha sido una constante. Los hijos de los pudientes pudieron estudiar, pero a muchos jóvenes, con capacidad e inteligencia para el estudio, les fue vetado el acceso por falta de recursos. Es ahí donde la universidad asume uno de sus papeles de servicio público, estableciendo la equidad y facilitando el acceso al conocimiento sin distinción de clase.

Más importante aún es la calidad de la enseñanza. La perversión podría adulterar el mundo universitario si prevalece el interés comercial sobre el docente. Cuando se establece la controversia entre pública y privada no se habla de calidad sino de negocio. Pero lo esencial es la calidad y se ha de ser sumamente exigente con quien quiere crear una universidad como negocio, sometiéndolo a un estándar de control que garantice la excelencia universitaria. Las universidades privadas no pueden proliferar como setas sin control. Por tanto el debate no es si pública o privada, que también, sino si hay calidad o no la hay. Pero habrá que definir qué se entiende por calidad cuando se habla de enseñanza: el contenido curricular, el desarrollo humanístico, la orientación hacia una formación integral, los programas de investigación, los diferentes requisitos en cuanto a espacios, instalaciones, recursos humanos y materiales, capacitación del profesorado, etc. En suma, su adecuación al perfil que se pretende del egresado, que ha de definir la calidad intelectual y profesional de excelencia. Mas no se trata solo de difundir conocimientos, sino de crear actitudes coherentes con la convivencia y cultura social.


Estudiantes de la Facultad de Derecho / Álex Zea


El papel humanista de la universidad

En las circunstancias actuales me inquietan enormemente los acontecimientos que se están dando en el mundo y, dado el sello que me dejó la universidad, tanto en mi faceta docente como discente, me importa el proceso evolutivo de nuestra sociedad y el papel que ha de jugar el mundo universitario. Asunto que siempre me preocupó y por el que sostengo que la universidad ha de retomar su papel humanista y evitar convertirse en una fábrica de técnicos al servicio de la empresa y el sistema. Debe prevalecer la formación integral y la búsqueda del desarrollo intelectual de los sujetos que conforman nuestra sociedad. Decía Albert Einstein que «el verdadero signo de la inteligencia no es el conocimiento sino la imaginación». La imaginación genera la creatividad y la universidad también ha de ser eso, imaginación y creatividad para investigar, descubrir y desarrollar viejas y nuevas propuestas de evolución y progreso técnico y humano. El objetivo social no es crear y tener más medios materiales exclusivamente, sino que estos se orienten a un crecimiento integral del sujeto en consonancia y respeto con su entorno.

Se deben formar personas que critiquen y contrapesen la depredación y al egoísmo imperante en el sistema de mercado libre, que apoyen la sinergia simbiótica, es decir, la confluencia de esfuerzos del colectivo social en un objetivo integrador y solidario. La universidad, como abanderada del desarrollo intelectual, debe apostar por el ser humano, en un sentido amplio y universal, antes que por los intereses comerciales de las empresas y el sistema financiero, que nos ha llevado a esta crisis irresponsablemente. Estamos inmersos en una dinámica donde se ama a las cosas más que a las personas y se someten estas a los intereses mercantiles de esas cosas, convirtiendo a la persona a mero instrumento u objeto del mercado, mientras las cosas se convierten en objetivos de desarrollo. Confundimos el concepto progreso con tener más, cuando el progreso de las sociedades se ha de centrar en el desarrollo de la ciudadanía desde la perspectiva intelectual y humana, usando lo material como elemento ‘higienizante’, con la orientación que plantea Herzberg en su teoría bifactorial de la motivación, para ese desarrollo. En este sentido me permito citar a Emilio Lledó, cuando afirma: «La riqueza de un pueblo no es la del suelo, sino la del cerebro».


Varios estudiantes de la Universidad de la Málaga / Álex Zea


El poder está en la inteligencia

Por tanto, entiendo que la universidad ha de reivindicar su papel de preceptora, para orientar y desarrollar ese cerebro, el intelecto colectivo, hacia un objetivo humanista, que anteponga el interés de las personas al de las empresas, que, en todo caso, han de estar orientadas a un fin que entienda toda actividad creativa volcada y sometida a esa premisa. O sea, que introduzca en la actividad empresarial y su gestión de recursos humanos, esa perspectiva humanista donde el capital más importante sea el propio trabajador y su potencial creativo. Pero, sobre todo, que luche para evitar la proliferación del ser humano mediocre y potencie el idealismo, la ilustración, la investigación y la innovación como elementos de crecimiento personal y social. En frente tendrá a la TV y muchos medios, que buscan la alienación social en base a un mercado libre donde el mediocre, falto de criterio, siga siendo presa fácil de su política consumista y manipuladora.

Finalmente, retomo mis principios ideológicos más elementales y rompo una lanza por una universidad pública de calidad que no se someta a los criterios oportunistas del mundo empresarial, que vele y luche por ese desarrollo humanista e integral de los ciudadanos, en contraposición a aquellas que fraguan técnicos y sujetos modulados y modelados en beneficio e interés de un mundo mercantilista y material, donde no se priorizan ni cultivan los valores humanos como sostén y estructura de una sociedad de futuro. Me temo que nos la están asfixiando, que el mercado lo invade todo, hasta adueñarse de aquello que enriquezca a la oligarquía dominante, a la que solo la inteligencia se le puede oponer de forma racional… y esa inteligencia ha de estar y desarrollarse aquí, en la universidad, que no puede renunciar a su responsabilidad histórica de fraguar al hombre del mañana. El poder está en la inteligencia, demos el poder a la ciudadanía, en este caso, a través de una oferta universitaria de calidad bajo un marco de equidad social y humanismo.

 



Intenso fin de semana

Opinión | Tribuna Por: Antonio Porras Cabrera Publicado en el diario La Opinión de...