Opinión | Tribuna
Publicado en el
diario La Opinión de Málaga el 01 MAR 2025 7:02
https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/03/01/28-f-buen-momento-reflexionar-114809200.html
El reto de Andalucía
está en eso, en desarrollar la capacidad intelectual de sus ciudadanos de forma
generalizada, abarcando a todos y cada uno de sus integrantes
Poema, fotografía y montaje de Antonio Porras Cabrera
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Hoy, cuando escribo este texto, es
28 de febrero, se celebra el Día de Andalucía de este año 2025. Por ello quiero
hacer un humilde homenaje a mi patria chica. El estribillo de su himno me abre
el campo de la reflexión, por lo que me apoyaré en él para la misma. Un
profundo sentimiento nos embarga cuando entonamos:
¡Andaluces, levantaos!, / ¡Pedid
tierra y libertad!, / Sea por Andalucía libre, / España y la humanidad.
La tierra, madre nutriente de la
vida
¡Qué linda estrofa! Llama a todo un
pueblo a salir de la somnolencia, de la abulia, del conformismo histórico, para
despertar y gritar en una sola voz algo tan importante como pedir dos elementos
básicos, la tierra que es la madre nutriente de toda la vida y la libertad que
es la esencia del desarrollo y progreso de la mente, del individuo, de la
sociedad. Tierra para aliarse con ella y poder nutrir el cuerpo con el pan del
día a día, para integrarse en el todo del ecosistema que nos envuelve. Al fin y
al cabo somos hijos de la tierra y a ella volvemos para alimentar la vida que
emana de sus entrañas. La tierra, que ya estaba aquí mucho antes de llegar
nosotros, no puede ser propiedad de nadie, pues lo que le pertenece a uno es
solo aquello que creó. En todo caso la tiene en usufructo mientras sea capaz de
conjugar y desarrollar su potencial productivo en beneficio de la colectividad.
Tierra sí, simbólicamente tierra, porque la tierra es lo que nos une y lo que
nos hace iguales en esa simbología vital de un todo inmerso en un ecosistema
del que formamos parte.
La libertad, alimento del intelecto
Luego hay otro alimento tanto o más
importante, como es la libertad que se reclama. Es el alimento del intelecto,
de la mente, del espíritu creador que nos eleva como seres humanos, pensantes y
creativos, como sujetos en proceso de desarrollo universal hacia un
conocimiento inescrutable que se escapa a la imaginación, pero que nos llama
poderosamente hacia la búsqueda de la verdad a través de la ciencia y la
ilustración desarrollada por la inteligencia.
Al pueblo andaluz, como a la
mayoría de los pueblos, le fue vetado, o dado en cuentagotas, el acceso a sus
alimentos… al pan de la tierra y a la libertad del espíritu. De todos es sabido
que no se puede pensar si no se vive, por tanto lo primero que todo ser busca
es la nutrición de su cuerpo para, después, poder pensar o realizar cualquier
otra actividad. Si tengo que dedicar todo mi esfuerzo a conseguir mi sustento,
no podré pensar y estaré sometido y esclavizado por el alimento para mi
subsistencia. Los pueblos se sometieron y se esclavizaron desde esa doble
vertiente: control de sus nutrientes y conformismo desde la falta del criterio
y discernimiento que otorga el conocimiento y la enseñanza. Eso se dio en una
perfecta alianza entre el poder impuesto por las armas y la leyes y el
adoctrinamiento para crear sujetos conformistas y sumisos que aceptaran su
incapacidad para tomar decisiones, delegando, en otros más preparados, el
gobierno de las cosas, aceptando, pues, ser parte de un rebaño guiado por el
pastor y sus perros guardianes. Supongo que os suena esa filosofía, esa forma
de concebir la sociedad desde el anacronismo oligárquico (el gobierno de unos
pocos sobre los demás).
Demandando tierra y libertad
Llegado a este punto es digno de
alabanza que un pueblo grite y demande esa tierra y esa libertad, pero también
que ese grito no sea una mera jaculatoria demandante. Que este día no sea
una Navidad nacionalista donde se siente el ‘orgasmo’ de lo buenos
que somos y de las buenas pretensiones que tenemos y, pasado el día, todo quede
en agua de borrajas. Ahora nos queda a cada cual asumir la parte que le
corresponde de su propio desarrollo personal, de incrementar el valor de su
mente para hacer más grande a esta tierra. El chauvinismo es paralizante y
hemos de entender que estamos en el vagón de cola de este tren de la vida
española y europea y no en la cabeza que pudiera hacernos ver el orgullo de este
viejo pueblo. Decía Epicteto: «Engrandecerás a tu pueblo, no elevando los
tejados de sus viviendas, sino las almas de sus habitantes». Y Emilio Lladó
comenta: «La riqueza de un pueblo no es la del suelo, sino la del cerebro».
Nadie cede su poder de forma gratuita,
sin estar sometido a presión de demandas responsables, lógicas y de justicia,
al amparo del poder de la razón y, si fuera necesario, de la fuerza física y/o
intelectual. El pueblo que sabe, que ha desarrollado su mente y no se somete a
dogmas irracionales, es un pueblo con grandes posibilidades de progreso. El
reto de Andalucía está en eso, en desarrollar la capacidad intelectual de sus
ciudadanos de forma generalizada, abarcando a todos y cada uno de sus
integrantes y no dejando en manos de unos pocos el acceso al conocimiento… en
aceptar de forma responsable y comprometida que seremos lo que queramos si
somos capaces de luchar por ello hasta conseguirlo, que nadie da nada, como ya
he dicho, si no es desde la simetría o desde la asimetría sumisa. Sé que hay
grupos de poder empeñados en la regresión a estadios pasados, con viejos
esquemas de adoctrinamiento de mentes y de almas, que nos llevarán a la
sumisión y a la ausencia del espíritu crítico que construya el progreso. El
poder juega su baza y ejecuta los pasos que le interesan. Usa la engañifa y la
falacia, asusta y amenaza para hacer desistir a los pueblos de sus derechos
elementales y entrega a los grupos de poder afines sus ciudadanos con las manos
atadas por las leyes y las normas. Si el dinero se hace dueño del mundo, el ser
humano será, definitivamente, su esclavo.
Integración en un todo universal
Pero hay otro aspecto más que me
gusta en la letra de este himno andaluz. Es ese sentido de integración en un
todo universal, como queda reflejado cuando dice: «Sea por Andalucía libre,
España y la humanidad». No habla de fronteras, no dice nada de rechazo, no se
opone a la concepción universal del hombre. Entiende que el ser humano está por
encima de los límites impuestos por el poder de los Estados, de la organización
parcelaria en países sometidos al gobierno de unos pocos. Acepta esa taxonomía
sistémica, de menor a mayor en el grado de pertenecía. Cada uno es un
subsistema de otro superior y, a su vez, comprende otros subsistemas de orden
inferior, como forma de articular la interdependencia. En todo caso el elemento
máximo de referencia ha de ser la humanidad. Pero cuidado, que los gobiernos
del mundo han dejado de ser los aliados de la ciudadanía para convertirse en
los lacayos del poderoso sistema económico, solo hay que ver con espíritu
crítico sus falacias, sus manipuleos, sus ataques entre ellos y sus formas de
reconducir y de analizar los problemas y sus soluciones.
Sea pues, tengamos el alimento, que
mana de la tierra, para nuestros cuerpos; bebamos el agua de la ciencia y el
conocimiento como alimento para nuestras mentes y concibamos la vida desde esa
perspectiva universal que hermana a los seres humanos en un conjunto universal.
Vigilemos, cuidemos y exijamos nuestra libertad: «SEA POR ANDALUCÍA LIBRE,
ESPAÑA Y LA HUMANIDAD».
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