jueves, 13 de abril de 2023

Poemas de abril

                             

  Mis últimos poemas del mes de abril, publicados en mi muro de facebook  
                        



                        MÁLAGA Y EL PUERTO

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Agazapado,

tras el intenso follaje del pinar,

se observa el puerto.

 

Málaga se cubre de un tenue azul celeste

reflejo de la luz de su farola

en un mar sosegado que con la tarde duerme.

La catedral se esconde entre las ramas

mostrando su esplendor de torre ausente.

 

El sol se marcha 

dejando por testigo de su hazaña

una franja de luz anaranjada

de utópico horizonte de esperanza

en el eterno retorno de la vida

que volverá mañana al alba,

mientras los rayos de luz de las farolas

penetran en el agua,

matando la penumbra de la noche

que de occidente ya cabalga.

 

El puerto, de puro resplandor, es una isla

de vida y diversión para la gente,

la brisa de la mar sedosa y delicada,

como luna de miel,

acaricia la cara de puro enamorada.

 

Y Málaga, recostada en la arena de su playa,

jugando al rebalaje entre la espuma blanca

busca la caracola que siembre la esperanza

donde sus hijos vivan una vida de paz y de alianza.

 

© Antonio Porras Cabrera

Málaga, 11 de abril de 2023


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EN ABRIL NACEN LAS FLORES

(A mi nieta Carmen por su cumpleaños)

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Abril con su primavera

siempre fue el mes de las flores

que con perfume de amores

fue fraguando la manera

de sembrar con sus olores

el verdor de la pradera.

 

Abril vuelve a conjugar

es sus tardes luminosas

aquellas bocas dichosas

que se atreven a besar

los pétalos de  las rosas

entre las olas del mar.

 

Este abril que ya domina

se nos muestra esplendoroso

lleno de amor luminoso

por un sol que en la colina

con espíritu celoso

ejerce de Celestina.

 

Nunca un abril se ha quedado

sin ver brotar a la flor

sin el lujoso esplendor

que siempre llevó a su lado

entre pasiones y amor

de joven enamorado.

 

Porque quien nace en abril

entre eclosiones de flores

tendrá una vida feliz.

 

© Antonio Porras Cabrera

Málaga, 10 de abril de 2023

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LA PROCESIÓN

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No tengo pasión ninguna

por esta pasión que hoy

a tanta gente apasiona,

es pasión de padecer

con muerte y crucifixión,

con martirio de sayón

al Señor del Gran Poder.

 

Yo prefiero la pasión

que transforma el padecer

en camino de ilusión,

que permite sostener

en tu vida la visión

que Cristo vino a traer

haciendo un mundo mejor.

 

Pero el fracaso es clamor

al ver a la procesión

que celebra su dolor

y se olvida del amor

como forma de expresión

del mensaje de su Dios.

 

¡Este mundo va a peor!

 

© Antonio Porras Cabrera

                            Málaga, Semana Santa 2023


miércoles, 12 de abril de 2023

El estado de la salud

 


Parece que los cambios necesarios en nuestro sistema de salud pública no afloran y se sostienen en el tiempo con las mismas problemáticas. La dicotomía asistencia primaria vs hospitalaria persiste enfocada no tanto al bien común de la ciudadanía, sino a los intereses económicos de las multinacionales y el mundo empresarial que pesca en el mar de la asistencia curativa, más que en el de la preventiva.

He aquí un artículo que publiqué en 1987 en el diario SUR sobre el tema y que se mantiene de rabiosa actualidad, pues no hemos evolucionado mucho por el camino de la política sanitaria desde hace casi 36 años. Persiste el interés en el negocio antes que en la propia salud integral del ciudadano... Transcribo el viejo texto convencido de su actualidad.

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EL DERECHO A LA SALUD (Publicado por Diario Sur el 8/8/87, pag. 23 - OPINIÓN)

El derecho a la salud es uno de los más preciados por el ciudadano, puesto que, consecuentemente, implica el derecho a la vida. La salud no se puede entender como el mero hecho de la ausencia de enfermedad, sino que es un concepto mucho más amplio y difícilmente definible, en cuanto responde más a un estado personal o individual resultante de la conjunción de tres factores como son el biológico, el psicológico y el social, que a una definición rígida y aplicable a todo ser humano. Cabría recordar aquí esa frase tan “manida”, pero tan real de: “No hay enfermedades, sino enfermos”, pero aplicada al concepto de salud. Por tanto, un individuo se acercaría más a la salud total, cuanto mejor y más adecuada respuesta emitiera ante un estímulo dado en cualquiera de los tres factores o áreas a que me he referido.

De todo lo anterior se desprende que la política sanitaria debe ser redefinida, en parte, y enfocada hacia la salud y no hacia la curación exclusivamente, de acuerdo con los objetivos establecidos por la OMS en Alma-Ata.

Hasta hoy los sistemas sanitarios se orientaron básicamente hacia la curación con el consiguiente apoyo en centros y técnicas específicamente curativas, como son los hospitales. Esto ha hecho que la mayor parte del esfuerzo económico se realice en aras de una mejor asistencia hospitalaria, quedando relativamente en el olvido el medio asistencial extrahospitalario.

Si hacemos una incursión retrospectiva hacia las últimas décadas, comprobaremos mejor la situación actual y, consecuentemente, podremos realizar un mejor diagnóstico de la misma.

Nuestro país, que entra en la década de los 40 prácticamente desolado por la guerra y aislado posteriormente a nivel internacional tras la evolución de la II guerra mundial, encuentra graves dificultades para su reconstrucción, permitiéndosele subir al tren del progreso en uno de los últimos vagones a un precio considerable. La dependencia tecnológica, que se mantiene en nuestros días, es claro reflejo de ello, amén de otras que no vienen al caso desarrollar.

En estas circunstancias fue necesario el replanteo y estructuración de un sistema sanitario adecuado. Pero la respuesta no fue, a mi entender, la idónea. Basándose en la expansividad que permitían unos ingresos considerable, mediante las cuotas que empresarios y trabajadores aportaban a la Seguridad Social y en el bajo coste inicial de la misma, se entró en una espiral difícilmente controlable a largo plazo. Se construyeron macrohospitales en las grandes ciudades, dejando a un lado a las comarcas y al medio rural, se dotaron de sofisticados medios, olvidando los aspectos elementales en la atención extrahospitalaria; se potenció la superespecialización y se dejó en relativo abandono al médico y practicante de cabecera o cupo. En resumen, sufrió un gran empuje el medio hospitalario (que era necesario), y se olvidó el extrahospitalario (donde también lo era). Esto confirma, en parte, el hecho de que el esfuerzo iba encaminado hacia la curación y no hacia la prevención y la salud. De todas formas, esta circunstancia no deja de tener un “tufillo” extraño, en cuanto las multinacionales hacen “su agosto” (enlácese esto con la dependencia tecnológica a que me refería antes). Lógicamente los “agostos” económicos para estas empresas (fármacos, electromedicina, aparataje, materiales varios, etc.) son más sustanciosos con la curación que con la prevención.

Es en este punto donde, a mi entender, se demostró una miopía proyectiva. Eran excelentes circunstancias (había poco hecho) para plantear una filosofía sanitaria enfocada más hacia la equidad y la salud, que para las superestructuras hospitalarias. Sin embargo, los grandes presupuestos se dirigen hacia los hospitales y se vacía del contenido económico necesario el resto de la asistencia. Diría más, incluso a nivel institucional, no se tuvo la intuición suficiente para dar opción a un cambio posterior que permitiera planteamientos y reformas consecuentes con la evolución socio-económica previsible. La situación actual y los pasados conflictos en el área sanitaria dan fe de ello, en gran medida. El sistema sanitario ha demostrado ser un gran “monstruo”, difícilmente manejable (gestionable), en tanto que tiene tentáculos anclados en multitud de intereses, tanto económicos como socio-profesionales o de filosofía asistencial.

La situación actual se objetiva en una gran estructura sanitaria, de difícil gestión, con una capacidad especializada en “respuestas terminales” a la enfermedad con poco potencial preventivo y de atención primaria, impregnada de intencionalidad curativa, pero falta de capacitación para promover la salud.

Los nuevos tiempos, que a nivel sanitario se apoyarían en la conferencia de Alma-Ata, con su lema de “Salud para todos”, requieren un cambio considerable en la filosofía asistencial. No se puede negar que en los últimos años hemos vivido un proceso evolutivo sin precedentes, sobre todo, a nivel tecnológico y de servicios. Pero cabe preguntarse: ¿Ha servido este para hacer al hombre más libre, más integro, más dueño de sí mismo? Las respuestas pueden ser varias, pero nunca un sí rotundo, en todo caso un “sí, pero…”.

La salud se ha visto incrementada, pero no lo suficiente. Han desaparecido enfermedades y se han controlado otras, pero han aflorado patologías desconocidas basadas en gran medida en el sistema de vida. El ciudadano tiene más información, pero no toda la precisa y necesaria. La enseñanza está más al alcance de la mano, pero no es la adecuada para “ser”, sino más bien para “estar”. La riqueza se ha incrementado, pero no está bien repartida. Etc., etc. de “peros…”.

Por tanto, cuestionemos la situación, critiquémosla y sacaremos conclusiones que nos permitan redefinirla y estructurar un sistema sanitario integral, adecuado a nuestras necesidades como ciudadanos de pleno derecho. Pero no caigamos en el error típico de criticar para que otros hagan… La crítica debe aportar alternativas en las que nos hemos de implicar. Nadie tiene derecho a exigir que se construya algo a su gusto si no participa en ello de forma decidida.

En estos días se han celebrado varios foros de enfermería en nuestra provincia. En ellos se han intentado analizar los 38 objetivos que se han planteado cumplir los países del área europea de la OMS y la implicación que enfermería tiene en ellos. Las conclusiones, que espero sean publicadas en su día, han sido varias. Además de quedar de manifiesto el entusiasmo de un colectivo de profesionales por aportar algo para mejorar la salud de sus conciudadanos, yo me atrevería a desprender dos importantes conclusiones:

1. Educación para la salud.

2. Potenciación de la atención primaria.

La educación para la salud es un concepto que engloba una “filosofía de vida”, una actitud, tanto colectiva como individual, encaminada a dar a conocer al individuo y su medio, aspectos relacionados con su “funcionamiento” bio-psico-social para hacerle más conocedor de sí mismo y de forma más integral. Esto hace replantearnos la enseñanza en las propias escuelas, la utilización más eficaz de los medios de comunicación en este sentido, la concienciación del ser humano al respecto. Un ser es más libre en cuanto más autonomía y conocimiento de sí mismo tiene, lo que le lleva a una mayor independencia. Por otro lado, los técnicos en salud tenemos un papel de principal importancia en esta educación. Nuestra función educativa, tanto del individuo sano como enfermo, debe ser asumida y respetada en su totalidad, para lo cual nuestros propios sistemas de formación deben de reajustarse y ser enfocados en ese sentido de forma más decidida.

Potenciar la atención primaria implicaría ir desplazando el eje sobre el que pivota la asistencia, desde el medio hospitalario al extrahospitalario. Este es un proceso lento, pero debe ser decidido. Los resultados se plasmarían a medio y largo plazo, asumiéndose en atención primaria la mayor parte de la resolución de los problemas de salud y apoyándose en la atención secundaria y terciaria para los casos más complejos. Al mismo tiempo, cabe suponer que se podría llevar a término un corrimiento paulatino de los presupuestos económicos con arreglo a la situación, sin quedar descapitalizado en ningún caso el medio hospitalario.

Es evidente que los centros de salud, donde se debe realizar la atención primaria, son pocos y están mal dotados aún. Pero de nada nos servirá rodearnos de estos centros si no les llenamos de contenido. Se necesitan unos profesionales con un nuevo sentido de la asistencia, capacitados para ella, enfocada hacia la promoción y prevención de la salud, además de la curación y rehabilitación. Esto implica la inclusión de otras profesiones no tan comprometidas, hasta hoy, en la asistencia sanitaria; me refiero a psicólogos, veterinarios, sociólogos, asistentes sociales, etc.

No obstante, la creación de un centro de salud, por sí solo, no puede garantizar la consecución de los objetivos descritos. Se necesita una cooperación multisectorial, una actitud más participativa de la población, incluso un incremento de la cooperación internacional para resolver los problemas comunes. No se puede dejar solos a los profesionales de la salud, hay que apoyarlos, dotarlos de los medios adecuados cuando los objetivos son claros. La Administración debe mantener una política sanitaria consecuente, con miras al futuro, planificando un proceso metódico que permita el cambio paulatino del sistema. En ello estamos y eso queremos los profesionales. Esperemos que la Administración dé nuevos impulsos a la atención primaria, que los frenazos perceptibles sirvan para tomar nuevas fuerzas y evitar errores, pero en ningún caso que se aborte la reforma del sistema sanitario.

 

Antonio Porras Cabrera

(Agosto de 1987)

Necesitamos una catarsis social

  A veces, en la vida, merece la pena frenar y parar un poco para reflexionar, cuando la reflexión cotidiana, del día a día, no resulta prod...