lunes, 31 de julio de 2023

Semana poselectoral

 



                     “El político que no resuelve los problemas se convierte en un problema…”.

 

Semana especial la vivida. La gestión del saldo electoral del día 23 ha resultado ser compleja y de variada digestión emocional para cada partido.

La demoscopia he fracasado hasta tal punto que, el denostado Tezanos y el CIS, aún con sus desviaciones de la realidad final, es, tal vez, el que más ha acertado, si a eso se le puede llamar acertar. No conozco los tracking de la última semana de campaña, pero sería bueno saberlos para ver cómo han influido aspectos de interés que afloraron en esos días finales tan movidos, si bien a la vista del acierto demoscópico cabría cuestionarse el propio valor del tracking. La resiliencia de Sánchez y la actitud del PP convencido de su éxito, dieron al traste con las previsiones… ya se sabe, la teoría de las expectativas hace que un éxito se convierta en fracaso o en una vivencia insatisfactoria equiparable al mismo.

Hay momentos puntuales que, bajo mi criterio, han sido determinantes. Entre ellos el cara a cara del debate de los dos principales candidatos a la presidencia. La técnica utilizada por Feijóo, con el ”Galope de Gish” dejó casi cao a Sánchez, pero se ha de reconocer que este hombre es un verdadero “animal político”, como ya demostró en las elecciones a Secretario General del PSOE tras ser defenestrado por sus correligionarios. Ese primer debate llevó a Feijóo y los suyos a sentirse seguros de su victoria, al amparo de los estudios demoscópicos, y descuidaron los flancos.

Ver a Sánchez grogui, en el primer asalto tras el envite del gallego, llevaba al PP a un sentimiento de alegría y satisfacción. Pero tenía cierto riesgo, sobre todo cuando en la moviola se observa el conjunto de argucias y artificios que sustentaron el discurso de Feijóo. Creo que esa situación movilizó más a la izquierda, que vio las acusaciones vertidas como una agresión irracional y fullera.

Por otro lado, al no dar más opción a otro debate podría entenderse como una forma de huir de él para evitar se mostrara las contradicciones y falacias del primero. De eso, bajo mi modesto entender, se encargó Silvia Intxaurrondo, cuando puso de manifiesto algunas falsedades vertidas en el debate, por no decir mentiras, de Feijóo sobre el incremento de las pensiones o el expediente judicial del caso Pegasus, entre otras, en la entrevista en TVE. En este momento se revirtió la acusación de mentiroso que se había ejercido sobre Sánchez desde el comienzo de la propia legislatura y fue a parar al terreno de Feijóo, que no supo contrarrestar esta percepción. Luego afloró la vieja amistad con Dorado y la foto del barco que, al no estar suficientemente explicada, puso en duda la credibilidad del candidato gallego, y otras cuestiones arrojadizas que fueron surgiendo.

Se habló poco, en la campaña, de lo importante para el ciudadano, de la gestión económica habida, de los programas presentados, de la forma de atajar la pandemia del COVID19, de la guerra de Ucrania, de la evolución del empleo, de los ERTEs, etc. O sea, de la crítica razonable a los resultados de la gestión del Gobierno, de la proyección de futuro hacia el progreso social y la economía sostenida y, cómo no, la justa redistribución de los recursos y el coste de la vida; que, con todas las observaciones pertinentes, cabría darle una nota aceptable… En todo caso, cabía haber asistido a un debate claro entre dos tendencias o formas de gestión, la enmarcada en las teorías Neoliberales y la “Keynesiana” Socialdemocracia…

Pero volviendo a la estrategia, a ello hay que sumar otros aspectos, que creo valoró hábilmente Sánchez como elemento decisivo a la hora de convocar las elecciones. Me refiero a la necesidad del PP de negociar con VOX, tras los resultados electorales de las municipales, para acceder al poder. VOX impuso su línea argumental doblando el brazo, incluso, a la candidata del PP en Extremadura, señora Guardiola. Las políticas de VOX, que dieron como resultado la censura de obras de arte, la negación de la violencia machista, la irrupción en cargo de especial relevancia de personajes de dudosa competencia y actitud democrática para ejercerlos, pudieron influir más de lo deseado y calculado por el PP. Tal vez, bastantes votantes de centro que estaban indecisos, se volcaron a la izquierda ante esta situación, digamos, amenazante.

Existe también un aspecto a considerar que ha sido de especial importancia; me refiero a la no participación de Ciudadanos en la contienda electoral, con lo que la mayoría de sus votantes, o no votaron o lo hicieron por PP y, en menor medida, por el PSOE. De haberse presentado el porcentaje del voto que hubieran alcanzado sería, prácticamente, detraído de los resultados de Feijóo, siendo votos perdidos, dejándole a la par o por debajo del propio PSOE, dado que solo les separaron unos 330.000 votos.

Por otro lado, ya centrados en las formas, se ha venido demonizando a Sánchez desde el inicio de la legislatura que, como ya he comentado, ha creado un clima irrespirable, donde el insulto y la descalificación se han impuesto a la razón argumental de cualquier programa, cultivando actitudes irreconciliables que, junto a lo ya mencionado, ha ubicado al PP en una posición muy crítica respecto a las alianzas posibles con otros grupos parlamentarios o partidos. Resultado: El PP solo puede pactar con VOX, lo que le deja en evidencia y en una incómoda posición para ejercer el acuerdo, que es la madre de la acción democrática.

Esto lleva a la paradoja de acabar pidiendo al PSOE su apoyo para cumplir el programa del PP, o sea auparlo al Gobierno, que incluía la derogación del “Sanchismo”. Es una situación irracional pedirle a Sánchez que se haga un harakiri político para dar vida al contrincante… sobre todo considerando que mientras se pide esto desde el balcón de Génova, las bases del PP, gritan: “Que te vote Txapote”, incluso, gritos de apoyo a Ayuso delante de la cara de su líder visiblemente incómodo.

Pero el resultado final es incuestionable. El PP ha ganado las elecciones por mayoría simple. ¿De qué sirve eso?, pues de nada si no se tiene capacidad de negociar con otros el número necesario de apoyos para la investidura.  Y en esas estamos.

Nuestro sistema democrático, o sea nuestra Constitución, es garantista y defensora del pensamiento libre de todos y cada uno de los ciudadanos del país, para defender aquello que mejor interpreten, incluso la propia modificación de la Constitución ejercida por los cauces previstos en la misma.

Esta situación tan paradójica, donde se juega quién gobierna el Estado, deja en manos de un partido, que quiere romperlo, la orientación del mismo. Curiosamente un partido de derechas, como JuntsxCat, tiene la llave para decidir si gobierna el PP la derecha o el PSOE la izquierda.

La Cataluña de hoy no es la misma de la del 2017, cuando se aplicó el 155, a la vista están los resultados electorales.  PSOE ha arrasado y Sumar tras ellos, los otros, por debajo de Sumar, son la minoría… ello merece una serena reflexión. Actualmente el Gobierno catalán está sometido al orden constitucional, aunque sea a regañadientes, y las negociaciones que puedan plantear con los partidos que optan a gobernar, sea PP o PSOE, saben que no pueden saltarse ese orden. A partir de ahí, ellos sabrán que les es más provechoso.

De momento le toca al PP intentar formar gobierno, lo que a mi entender es incuestionable, dado que es el partido más votado y, ya se sabe lo que pasó con Arrimadas en Cataluña. Hay que arriesgarse para dar la cara y la talla en la defensa de su proyecto político… otra cosa es que consiga o no los apoyos necesarios, dejando la “papeleta” al segundo partido más votado, o sea el PSOE, de no conseguirlo. En todo caso, es importante aclarar que nuestra democracia no es presidencialista como la francesa, por ejemplo, sino parlamentaria como la inglesa, y es el Parlamento el que elige al Presidente y no directamente los votantes, sino sus representantes. Lo otro es marear la perdiz y cuestionar el dictado de la propia Constitución. Si fuera presidencialista habría segunda vuelta con los dos candidatos más votados.

Un último apunte. Si nuestros políticos tuvieran una visión compartida de Estado, es decir que el país, su gobernabilidad y la resolución de sus problemas es lo prioritario, deberían tomar el toro por los cuernos, haciendo un análisis correcto de la historia y de la diversidad de nuestra sociedad, para concluir como integrar un proyecto político compartido donde no sea la independencia el referente sino la articulación de la “interdependencia” dentro de esa diversidad. Pero eso es otro tema que requiere un texto, incluso, más amplio que este.

Feliz verano y disfruten ustedes de este maravilloso lugar donde habitamos… Nosotros hemos cumplido votando, a ellos les corresponde interpretar nuestra voluntad y obrar en consecuencia.

sábado, 22 de julio de 2023

Hoy, 22 de julio de 2023, día de reflexión.


Hoy, 22 de julio, la mayoría de los habitantes de mi patria están de jornada de reflexión. En algunos casos con su voto indeciso aún, en otros con su decisión inalterable desde hace tiempo. Obsérvese que he usado la palabra patria para referirme a mi país o nación. Este concepto tal vez deberíamos reivindicarlo más los que nos sentimos patriotas en todo el gradiente que va desde tu pueblo a la universalidad del hombre, pero clarificando qué es la patria, dado que el concepto está siendo manipulado sistemáticamente por un reduccionismo intolerante que quiere ajustarla a una forma de pensar excluyente, donde la “Patria” solo son ellos y los que piensan en su línea.

Pues bien, yo me reivindico como patriota, pero ajustado al verdadero término de su significado, que es “Persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”… y por acotación habría que definir el concepto de patria. El diccionario de la RAE la define como:

1. f. Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.

2. f. Lugar, ciudad o país en que se ha nacido.

Pero esta descripción queda incompleta al no mencionar como elemento primordial a la gente, a la ciudadanía que la conforma, aunque se entienda que se incluye como un término más al de tierra o lugar. Para mí, la patria tiene dos elementos básicos importantes, el territorio y la gente que lo habita, lo demás conforma un componente sociocultural, donde se incluyen los aspectos que definen la primera acepción, o sea “vínculos jurídicos, históricos y afectivos”, y que, además, son dinámicos en tanto están sujetos al proceso evolutivo de toda sociedad.

En estos momentos los vínculos jurídicos, en nuestro caso, los define la constitución, que establece las normas generales a las que se ha de someter toda ley, siendo modificable a través de caminos que ella mimas establece; de hecho se ha modificado para cambiar el artículo 135 no hace mucho, sin pasar por un referéndum, pues así está establecido cuando se dan determinadas mayorías de acuerdo en el Congreso, que, en este caso, dejó una sensación poco edificante dado el tema que trató y su trascendencia social, por lo que debería haber sido sometida a referéndum, pero eso conllevaba un riesgo de fracaso y bloqueo de la modificación…

La historia de nuestro país también se ha de considerar entendiendo que esa diversidad que tenemos se fragua a través de los tiempos, en muchos casos por medio de la violencia y la guerra. Desde esta perspectiva, hay leyes que son puntos de inflexión, donde desaparecen los fueros de los distintos reinos que integraban España tras la guerra de sucesión, como pueden ser los “Decretos de nueva planta”, legislados por Felipe V. Una importante observación sobre la historia es que la escriben los vencedores impregnándola de sesgo partidista, por lo que siempre ha de ser revisada por expertos y analistas para que prime la verdad sobre la falacia intencionada del vencedor que ejerce el poder y el control. En la actualidad es tema de debate el trato que se otorgó al pasado reciente, o sea a la historia escrita por el viejo régimen con todo el sesgo que conlleva, que requiere la necesidad de acortarla en su legítima verdad histórica. Mirando hacia le pasado concluyo que “somos lo que somos por lo que fuimos”.

Respecto al aspecto afectivo, la cuestión es más complicada, porque el afecto es de componente emocional y está sujeto a la individualidad. Mas no por eso es menos importante, más bien al contrario. Las emociones determinan actitudes y conductas. En el sistema democrático son básicas para crear estado de opinión desde la manipulación, como estamos viendo, a través, incluso, de las falsas noticias o medias verdades, algo que ha venido a definirse como la posverdad, a la que se refiere la RAE como: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Esto puede llevar a confrontación irracional desde la intransigencia de un pensamiento enquistado, resistente a la argumentación sólida. De aquí puede surgir un cambio radical de la relación social y democrática, pasando, el respetable contrincante, a ser tu enemigo a batir a toda costa. De eso sabemos en este país bastante, sobre todo desde el siglo XIX con las guerras carlistas y las dos Españas a las que alude Machado. En contraposición a las emociones encontramos el uso del pensamiento racional y, dado que hemos hablado al principio de día de reflexión, sería conveniente que esa reflexión estuviera exenta de emociones, dentro de lo posible, para dar paso a la razón, que no es ni más ni menos que un análisis racional y responsable de la situación, para obrar en consecuencia, exento de influencias manipuladoras y según las capacidades de cada cual.  

Por tanto, y resumo, mi patria está conformada por gente muy diversa, que piensa diferente, que cree en distintas religiones, con orientación sexual propia, de variadas tendencias políticas, donde se conjugan razas, clases, cultura, familia, principios y valores. O sea un conglomerado poliédrico, que genera un todo conviviente en un sistema complejo que se ha de gestionar desde la empatía, el respeto o la tolerancia según el caso…

Visto todo lo expuesto, yo me defino como patriota de verdad. O sea como “Persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”… todo el bien para mis conciudadanos, para convivir en paz, solidariamente, en respetuosa concordia desde el buen ejercicio de la democracia y respetando su diversidad.

Pero quiero ir más allá. Reconozco que no llevo, ni nunca la he llevado, banderita alguna que me asocie a esta idea, porque no la necesito, es más creo, y cada vez estoy más convencido, de que mi patria se hace más grande, en una tendencia universal que permita la convivencia en este planeta desde el encuentro, no solo con la gente sino con la propia naturaleza que conforman el todo donde vivimos. Las otras patrias son reduccionismo de la universalidad del ser humano, que quedan acotadas al ejercicio del dominio interesado de grupos de poder con componente histórico. Quien la quiere acotar e imponer es porque va buscando el interés de su propio grupo de poder, y ahí me bajo de ese carro…

La solución cada vez la tengo más clara, aunque no sea viable, dadas las circunstancias que se dan en este mundo. Nuestra patria es universal donde se han de dar una confluencia de leyes comunes que la consoliden, asumir la historia común para crear una nueva convivencia y modificar y crear los afectos entre los ciudadanos que nos lleven a un humanismo solidario como argamasa que una a la gente. Eso es, para mí, ser patriota… pero creo que esa patria universal está aún muy lejos de lograrse, seguro que no lo veré dada mi edad. Tal vez antes de alcanzarse, algún patriótico miope y psicópata, loco de atar bien poderoso, la dinamite por los aires y todo se vaya al garete…

Mientras tanto votaré procurado el mayor bien que, a mi entender, beneficia a la gente de mi patria.



viernes, 21 de julio de 2023

Socialdemocracia Vs Neoliberalismo. Esa es la cuestión, con algún matiz.

 


MI REFLEXIÓN ADELANTADA

La cosa está clara. Nos toca elegir entre una orientación política socialdemócrata o una neoliberal, con permiso de los adláteres. En todo caso, lo importante es el papel del Estado y la acción de gobierno. Unos anteponen el ciudadano al mercado y otros el mercado al ciudadano y usted y yo estamos en medio y sometidos a sus designios, salvo que seamos capaces de ver con claridad nuestros interés como sociedad y votemos en consecuencia. Lo demás son ruidos y confusionismo… y lo que es peor, programas político encubiertos de los que no hablan para no ser descubiertos. Mantienen el ruido y el esperpento para no hablar demasiado de sus proyectos y se les vea por donde van y qué es lo que pretenden. Lo que ha hecho el Gobierno ya lo sabemos y hay que valorarlo en su justo término y contexto. Falta saber lo que va a hacer la oposición, si gana las elecciones. Hasta ahora nos plantea una incógnita resumida en una frase vacía, sin contenido alguno, a modo de consigna guerrera: “Derogar el sanchismo”. 

Pero lo que vemos es un elevado nivel de mentiras acusando de mentiroso al contrincante mediante técnicas “trileras”, que son atentatorias contra el sano ejercicio del debate democrático, como es el galope de Gish. Observamos una perversa actitud desde el principio de la legislatura, con insultos, descalificaciones y la potenciación de bulos y falsas noticias para denostar al Gobierno. Ahora resulta que el señor Feijóo ha soltado más falsedades en esta campaña que Sánchez en todo su mandato, como se está viendo. “Derogar el sanchismo”… Luego ya veremos cómo actúan en el caso de que alcancen el poder en una alianza indubitada entre las derechas… la derechita cobarde y la guerrera que, al fin y al cabo, surgen de la misma maternidad. 

La estrategia de denostar al contrincante, de presentarlo perverso y malévolo, no es nada nuevo, porque tiene sus ventajas. Si el otro es muy malo me votarán a mí sin que tenga que comprometerme a grandes cosas, ya que seré visto como salvador de la desdicha que padecemos. “Dejad que se hunda España, que ya vendremos nosotros a salvarla”, dixit aquel ministro. El problema está cuando te desenmascaran y la perversión que aparece es la tuya, tus mentiras son descubiertas y el cinismo e hipocresía son detectados, mediante el uso de la razón y el análisis de una realidad palpable que pretendes manipular.  Esta es la clave, la capacidad que debe tener y ejercer cada votante para no dejarse engañar por los bulos y mentiras y votar responsablemente en beneficio de la sociedad. Entonces debe elegir el mejor camino que se le ofrece para beneficiar al ser humano, al ciudadano del Estado, en su doble vertiente: individual y social. 

El 23-J, el voto va a decidirse, como elemento primordial, a políticas orientadas al ser humano o al mercado, en un “semiequilibrio” beneficioso para una de las partes. Tú eliges: El ser humano supeditado al mercado que defiende el neoliberalismo y la derecha conservadora, con su efecto derrame, o un mercado supeditado al ser humano que defiende la socialdemocracia y la izquierda socialista. El resultado final lo veremos en tres días… 

Veamos que son cada una de esas orientaciones o paradigmas económicos y políticos: 

Socialdemocracia: “Movimiento político que propugna un socialismo democrático y reformista” según la RAE. Antepone el ciudadano al mercado, donde prima la economía que defiende el humanismo solidario, más cercana a lo que José Luis Sampedro llamó la “Economía humanista”, por tanto los valores de igualdad, justicia distributiva de la plusvalía generada y la garantía, desde el propio Estado, de la prestación de los servicios públicos relacionados con los derechos constitucionales: sanidad, educación, protección social, etc. O sea, el llamado Estado del bienestar, lo que conlleva legislar para intentar controlar los abusos o desviaciones del mercado, que pretende campar a sus anchas en una falsa libertad, que solo aplica a su derecho a decidir sin cortapisas para mayor beneficio. 

Neoliberalismo: “Teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado” según la RAE. Antepone el mercado al ciudadano, donde prima el pragmatismo productivo y consumista que esquiva al máximo la influencia normativa del Estado. Defiende el “efecto derrame”, que consiste en “reducir los impuestos a las empresas y a los ricos de la sociedad como medio para estimular la inversión empresarial a corto plazo y beneficiar a la sociedad en general a largo plazo”. Pretenden ser el motor económico exclusivo del país, reclamando el ya visto efecto derrame para que el Estado les garantice o procure su solvencia económica para seguir invirtiendo. Esto recuerda, muy gráficamente, las migajas que caen de la mesa del señor. Exigen y tienen un interesante mercado financiero, o sea la bolsa, sometida a los vaivenes de la oferta y la demanda, con alto grado especulativo por parte de los poderosos accionistas con sus estrategias de ingeniería financiera solo al alcance de sus bolsillos. Desde el punto de vista del mercado de trabajo, tampoco les interesa un pleno empleo, porque ello significa una menor oferta de mano de obra, con el encarecimiento de la misma, o sea unas tasas bajas de empleo y en precario es lo mejor para mantener un mayor beneficio. 

Desde el punto de vista político, tenemos, pues, dos enfoques bien diferentes, que, además, ya se han visto en las dos crisis económicas habidas. En la primera se apoyó especialmente a la banca, aun siendo la causante de la crisis. Se priorizó el pago de la deuda sobre cualquier otra cuestión. Hasta modificar, incluso, la propia Constitución en su artículo 135, con alevosía y casi nocturnidad (Esta reforma constitucional de 2011 modificó el artículo 135 de la Constitución ​ estableciendo en el texto el concepto de estabilidad presupuestaria y que el pago de la deuda pública fuese lo primero a pagar frente a cualquier otro gasto del Estado en los presupuestos generales. Fue acordada y refrendada por los dos grandes partido, PSOE y PP)​. Por otro lado, se les entregó grandes cantidades de miles de millones de euros a la banca para garantizar su solvencia con un falaz mensaje de recuperación cuando fueran saneadas. Mientras se vio con asombro cómo, la imposibilidad del pago de las hipotecas, llevaba al desahucio de una imponente cantidad de familias abocadas al paro y a la pobreza, de no ser por el apoyo recibido de sus familias, sobre todo de los padres y sus pensiones. Este hecho, bajo mi entender, fue clave para el surgimiento de la indignación que abrió el camino a los nuevos partidos políticos, como el caso del 15M y, posteriormente, Podemos y otros. Los resultados andan a la vista, el dinero se ha perdido y el mercado de trabajo se ha deteriorado en perjuicio del trabajador, cuyos intereses no fueron considerados en la reforma laboral de Rajoy, sino que se procuró abaratar el despido para proteger la economía, una vez más, de las empresas, antes que unos mínimos recursos que garantizaran la razonable supervivencia de los afectados y mantuviera el flujo económico para sostener o dinamizar la economía. 

Pero, hubiera sido mejor si, en lugar de esa solución, se optara por entregar el dinero a la banca en concepto de aval y pago de las viviendas desahuciadas, asumiendo el Estado la propiedad transitoria y dejando como usufructuaria o inquilina a la familia afectada hasta conseguir renegociar, de forma individualizada, el pago de la hipoteca a la propia Hacienda Pública. En lugar de eso se optó por los recortes, por dejar caer la economía y los salarios. Tal vez, una de las causas fuera la globalización y la liberalización del mercado internacional, que permitió la deslocalización empresarial, llevando a la industria a países de bajo coste salarial. Ello, además de un flujo internacional descontrolado de capitales, significó el crecimiento económico de esos países y el hundimiento de los nuestros mediante un proceso de vasos comunicantes, en un juego perverso, donde la multinacional tenía en sus manos un grifo para succionar el máximo provecho de ese tránsito económico. Produzco a 5 en el pobre país de origen y vendo a 100 en el de destino. ¡Cuántas fortunas se han hecho de este modo?, piense y les saldrán nombres muy significativos. El mercado internacional condicionó los precios y la competencia entre una producción de coste a la baja. Para ser competitivos había que bajar los sueldos arruinando al país previamente. 

Visto esto empieza uno a tener más claro las diferencias políticas para gestionar el Estado. Ante una crisis, los primeros, la socialdemocracia, tenderán a garantizar, prioritariamente, la solvencia económica del ciudadano y la pequeña y mediana empresa, que son los más expuestos al riesgo. Por tanto, los ERTEs son un buen ejemplo, junto a las políticas de protección del más débil y una adecuado SMI que permitiera mantener a flote la economía y el consumo. El neoliberalismo globalizado pasaría de las políticas sociales para centrarse en el mercado como gestor económico, rompiendo fronteras y dando al capital la opción de inversión allá donde más le interesara, dado que el dinero no tiene patria, o quienes lo poseen pasan de ella. Por otro lado, con su filosofía darviniana sobre la competencia, instaura un sistema donde el rico viene a ser más rico y el pobre más pobre, dada la desigualdad de oportunidades y de recursos para desarrollar esa competencia, por la propia inercia de su procedencia social. 

Siendo consciente de la complejidad que conlleva un análisis en profundidad de la cuestión y de los matices que pudieran aflorar, o considerarse, tal vez sea lo mejor ajustarse a la mayor, es decir vislumbrar cuál es el macroenfoque en cada caso y su repercusión o consideración sobre el ser humano como componente social e individual. En la dicotomía mercado vs. ser humano, hay que detectar dónde se pone el énfasis: El ser humano al servicio del mercado; o el mercado al servicio del ser humano. Para mí todo ha de estar enfocado al desarrollo y progreso individual y social del hombre desde el propio desarrollo individual en sinergia con los demás integrantes de la sociedad.

lunes, 17 de julio de 2023

"Je t´aime … moi non plus". D. E. P. Jane Birkin


 

El pasado reciente, aquel que cambió el mundo y, en España, tumbó la dictadura y alcanzó la libertad, siempre condicionada por el poder emergente de una democracia burguesa, más o menos discutible; el pasado reciente, como digo, está en peligro de extinción, mueren sus agentes, sus artífices, sin dejar un sólido colectivo de herederos que tomen el relevo, más bien al contrario, surgen de nuevo las sombras que tamizan con sus gritos la policromía de la libertad para implantar el blanco y negro, el gris que confunde a la diversidad.

Los que andamos por los 70, la generación nacido en el entorno de los 50, los que vivimos el viejo régimen y luchamos por el cambio para implantar la democracia, andamos en declive, porque el tiempo nos va ganando la batalla de la vida. Vivimos la España gris donde unos (los adeptos al régimen) disfrutaban de la vida mientras otros, sometidos por el miedo y la violencia, luchaban y trabajaban por levantar la cabeza, por crecer libres y pensantes, por satisfacer sus necesidades objetivas como seres humanos y alcanzar su desarrollo intelectual.

Ahora, tras casi medio siglo, la Parca nos aguarda, nos lleva, uno a uno, a su guarida y brotan los retoños de un ayer que, desde el olvido, se tornan regresivos y confunde los conceptos de libertad, de justicia e igualdad, que manipulan las verdades y las cambian por mentiras ante la falta de criterio y de opinión de aquellos que deben protegerla.  

Es posible que las generaciones nuevas no puedan ni imaginarse lo que es la dictadura, la imposición de la idea única, la cultura social que se instauró desde el conglomerado socio-político-religioso y económico donde el poder absoluto obraba a su antojo, desde la imposición de su ideario, tras ganar una guerra con la ayuda de sus camaradas alemanes e italianos (nazis y fascistas)... era la represión del divergente y la censura intolerante sobre toda expresión que no se sometiera a los cánones y valores de sus propios preceptos.

Ayer, 16 de julio, fallecía una figura importante de aquellos momentos de transición, una mujer que significó la ruptura de tabúes, la ventana a otro mundo, donde el sexo y el amor dejaba de ser pecado para ser lo que ha de ser, compartir el placer desde el deseo mutuo, entre dos personas que se aman libremente.

Con la muerte de Jane Birkin, nos viene a la memoria aquella canción inolvidable, tan denostada por sectores conservadores y católicos, "Je t´aime … moi non plus" que escenificaba, acústicamente, un encuentro sexual con su pareja o marido, Serge Gainsbourg. Indudablemente, su contenido erótico era estimulante y, seguramente, fue motivo de sublimes encuentros sexuales y actos onanistas, en una juventud que rompía las perversas cadenas con grilletes que la propia religión le colocó, mientras pregonaba: “Dejad que los niños se acerquen a mí”, poniendo la frase en boca de Cristo.

Seguramente, quien más ganó fue la mujer, instruida para dejar su cuerpo al hombre como instrumento de placer, como contribución a una relación de dependencia donde, el macho y su deseo, le exigía la entrega de su cuerpo como objeto de satisfacción o, en todo caso, como campo de procreación. El orden moral establecido las impelía a la anorgasmia, a evitar el placer pecaminoso que, en cualquier caso, solo podría ser expresado discretamente, como forma de hacer sentir al hombre su poder. La canción rompía radicalmente con este precepto y expresaba suspiros y gemidos placenteros que escandalizaron a la sociedad hipócrita de aquellos tiempos.

Tal vez, estas generaciones, no tengan conciencia del ayer y de lo que significó esta canción, y otros actos o hechos, que rompieron el muro de la prisión ideológica, para alcanzar la inmensa llanura de la libertad. Si no saben conservarla, seguramente, tendrá que volver a repetir una traumática historia por haber sido olvidada, donde la libertad, una vez muerta, deja su semilla para volver a renacer en otra primavera regada por la sangre de quienes la reclaman… y eso duele.

D. E. P. Jane Birkin y viva la memoria que dejó con su canción de libertad.

domingo, 16 de julio de 2023

A Nerja y su balcón de Europa

 


Al balcón de Europa

(Soneto dedicado a Nerja)

 

A los pies del balcón baten las olas

en mar azul pasado y de presente,

huele a maresía mientras la gente

busca en la brisa juegos y cabriolas.

 

La espuma va formando caracolas

que hieren en su vuelo al sol ardiente

y borran con su celo de la frente

las perlas del sudor que lloran solas.

 

Espléndido balcón donde la villa,

que muestra con pasión tanta belleza,

se hermana con la mar ¡qué maravilla!

 

donde envisten las olas con nobleza  

al barco que las rompe con su quilla

navegando la mar con su firmeza.

 

© Antonio Porras Cabrera

Málaga, 16 de julio de 2023

martes, 11 de julio de 2023

El derecho a opinar

 



 

Pensar libremente no es solo un derecho, sino una obligación del ser humano, que vino a este mundo para aportar sus ideas y colaborar en el desarrollo y evolución del mismo. Quien lo impida comete crimen de lesa humanidad.

(Antonio Porras Cabrera)

 

Entiendo, y quiero entender, que todo el mundo puede opinar de cualquier cosa. Otra cuestión es que esa opinión tenga consistencia, esté bien argumentada, incluso, documentada y, consecuentemente, sea objetiva. Por tanto: 1º La opinión es un derecho, 2º la opinión no es una verdad objetiva, 3º la opinión debe fraguarse mediante el procesamiento cognitivo del sujeto expresado en el pensar, 4º la inteligencia y el razonamiento de los seres humanos les lleva a todos a la facultad de pensar y el pensamiento ya es, de por sí, la forma más razonable de fraguar opinión.

En todo caso, en función del conocimiento sobre la materia objeto del razonamiento, ese pensamiento y opinión tendrá mayor autoridad o no, lo que no quiere decir que tengamos que rechazar la opinión de una persona sin grandes conocimientos sobre contenidos que envuelven a una realidad de corte social o popular, puesto que la propia experiencia vital otorga conocimientos y vivencias dignas de ser valoradas por las personas con mayor o menor autoridad en la materia. Si negamos el derecho a opinar a alguien por no entender de cuestiones que afectan a la sociedad, estaremos, tal vez, cuestionando el derecho al propio voto democrático: “usted no entiende de política, por tanto no debe votar”.

Por otro lado, en la ciencia del conocimiento hay taxonomías que requieren niveles de ilustración en esa materia específica para emitir una opinión sólida. Para hablar de física cuántica y debatir se requiere conocimiento de la materia, para un debate sobre cuestiones más mundanas, de dominio general y que afectan a la gente, se sobreentiende que esta puede y debe tener su opinión al respecto.

Es decir, negarle el derecho a opinar a un sujeto por entender que no está capacitado para ello, en lugar de demostrar su error con la argumentación que permite rebatirlo, es un error en sí mismo, ya que nos priva de la posibilidad de conocer otras opiniones, aunque fueren desacertadas, para consolidar las nuestras y buscar la verdad que se persigue. Otra cuestión es que obviemos su opinión por estar en total desacuerdo con ella y saber que el debate, que siempre ha de pretender confluencias, no nos llevara a ningún sitio de provecho. Hay un viejo dicho muy ilustrativo: «Nunca discutas con un idiota, pues bajaras a su terreno y allí te ganará por experiencia».

Claro que si cerramos nuestra mente a cualquier aporte y descalificamos sin rebatir los argumentos ajenos, siempre que sean argumentos y no ocurrencias, flaco favor nos estaremos haciendo, a nosotros y a la sociedad. Es más, hay quien sostiene que “cuando no se entiende, lo ético es no opinar”, habría que identificar cuáles son los parámetros que determinan quien entiende y quién otorga la calificación o cualificación para opinar. Si el que la otorga es el debatiente contrincante, mal va la cosa, pues eso sería una descalificación y no un rebatimiento de la opinión contraria.

En definitiva, opinen sabiendo que las opiniones van retratando al sujeto que las emite, y, si ello es posible, háganlo con la mente abierta para confrontar si están o no en poder de la verdad, admitiendo el pensamiento de los otros como un alimento que nutre al conocimiento, pero no se olvide que el alimento se ha de digerir y de él saldrán, por un lado, nutrientes y, por otro, residuos o detritus a eliminar por su toxicidad. O sea, que las opiniones de los demás siempre han de ser sometidos al cedazo que conforma su propio criterio…

Pero en estos días, con el asunto de la política, la cuestión tiene un trastoque, el pensamiento no está enfocado a entenderse y compartir análisis clarificadores, sino que aflora un sesgo. Por este sesgo, llamado confirmatorio, el sujeto tiende a creer y aceptar las ideas, con o sin argumento, que son afines a su pensamiento político; busca, pues, aquello que le reafirma en su ideario preconcebido; o sea, lo que no le crea disonancia cognitiva, o conflicto interno, que le obligue a cuestionarse sus propios planteamientos. Es propenso, por tanto, a creer en los bulos que potencian su ideario y denuestan el ajeno sin preguntarse, siquiera, cuánto de verdad hay en la notica que transmite el bulo, al que le da crédito y además suele propagar.

Esta situación hace que, en la escala de interés que debemos aplicar sobre los temas, aparezcan como principales nimiedades o asuntos de segundo orden, dejando en el alero lo importante, porque de lo importante no se saca rédito político que lleve al voto y si de lo secundario al amparo de los bulos. Cuando el bulo es un dardo envenenado de odio, la cosa se complica y se tambalea la estructura democrática, que procura la concordia. En esta civilización nuestra, tan adelantada en algunos asuntos, se sigue observando un déficit democrático, una falta de educación ciudadana para practicarla con el espíritu crítico constructivo que requiere su ejercicio. Echo de menos una asignatura en la escuela con ese contenido…

Entiendo que una idea expresada con exceso de vehemencia, donde aflora la intención impositiva de la misma, la descalificación, el insulto, la falta de respeto y su dogmatismo e intento de colonizar el pensamiento ajeno, te ha de poner en guardia. Lo digo porque lleva implícita la intencionalidad de descalificar tu propio pensamiento, con un mensaje de radicalidad donde, subliminalmente, se te está diciendo: «Estás conmigo o estás contra mí».

Concluyo en la importancia de velar por la libertad de pensamiento, para no dejarse manipular por argumentos livianos y poco constructivos; por la responsabilidad de discernir razonadamente, para extraer inferencias sensatas para el interés general, porque el voto debe llevar incorporada una buena dosis de solidaridad social; es decir, tu decisión no te afecta solo a ti, sino al conjunto de la ciudadanía... si te equivocas y no lo tomas con el sentido común adecuado, arrastras a los demás al fango de donde sale la indolente aceptación de discursos tóxicos o inadecuados. Toda libertad conlleva una alta dosis de responsabilidad social con la toma de decisiones…

Que ustedes voten razonadamente bien...
   

 

Necesitamos una catarsis social

  A veces, en la vida, merece la pena frenar y parar un poco para reflexionar, cuando la reflexión cotidiana, del día a día, no resulta prod...