jueves, 26 de noviembre de 2020

MACHISMO RESIDUAL

 

El 25 de noviembre de 2020. Día Internacional contra la Violencia de Género, es un excelente momento para reflexionar sobre el tema, pero como debe haber grandes expertos expresando con mayor profundidad y conocimiento sus argumentaciones y consideraciones sobre el asunto, yo me limitaré a plasmar otra visión desde la perspectiva de un machista residual.

Pero ¿qué es un machista residual? os preguntaréis. Pues veréis; yo acuño este término para aquellos que fuimos educados en el más puro machismo del franquismo; los que fuimos sometidos y formados en un endiosamiento del hombre como ser superior a la mujer, relegándole a ella a tareas de orden y responsabilidad inferior en relación al matrimonio, aunque se venerara a la solícita madre que ejerciendo esa sumisión nos colmaba de atenciones. Por tanto, se elevaba a la mujer a instrumento o complementariedad al hombre, dado que ejercía de mujer objeto de deseo y satisfacción sexual, criada, cuidadora de los hijos, transmisora de virtud y de ejemplaridad en sus conductas domésticas, sociales, religiosas y morales que, indudablemente, no  es poco, si no fuera porque era una exigencia e imposición social y moral de un mundo machista.

El machismo viene marcando al mundo desde tiempo inmemorial, dado que el hombre ocupó casi siempre los lugares de poder (lo de Cleopatra y otros casos fueron excepcionales). La mujer fue un elemento secundario en la vida y en el ejercicio de ese poder. Las religiones ya la enmarcan y marcan como de segundo orden. El propio Génesis le otorga un tratamiento… confuso e impreciso se podría decir; veamos lo que dice el Génesis:

  • 1:27 Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer”. Podríamos deducir que la primera alusión al hombre lo hace en sentido genérico y que los crea al unísono, varón y mujer, pero luego dice:
  • “2:18 Después dijo el Señor Dios: No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Hay aquí, desde mi condición de inexperto en estudios bíblicos, una contradicción o, tal vez, una aclaración del procedimiento cronológico de esa creación… es decir, que primero crea al hombre y luego a la mujer para que este no esté solo.
  • Los siguientes versículos, siempre transcritos desde la Biblia Católica, nos indican el procedimiento seguido: “2:21 Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío”; “2:22 Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre”; 2:23 El hombre exclamó: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre".

Es esta última interpretación la que yo siempre oí en mi infancia y formación religiosa, por lo que se deducía que, de algún modo, la mujer era del hombre pues había salido de él y fue creada para que no estuviera solo, o sea como un complemente al hombre para su felicidad o compañía. Curiosamente el cura, cuando celebraba el matrimonio, decía: “Esposa te doy y no esclava...” era una aclaración necesaria para que el marido no la sometiera a abusos y la tratara bien. En aquellos tiempos de los años 50 y 60, recuerdo la canción del preso número 9, que era una exaltación del varón que mataba a su mujer por haberla encontrado en la cama con otro hombre… porque era suya y no del otro.

Hecho este paréntesis de alusión bíblica, que creo de especial importancia por la influencia que ha tenido en el mundo judeocristiano, volvemos al tema del análisis del rol de la mujer en aquella época del nacional catolicismo.  La esposa estaba sometida a ese halo que enmarcaba a la mujer ejemplar donde se incluía, de forma muy especial, la fidelidad, hasta el punto de que una mujer adúltera perdía toda consideración y era desposeída del hogar y de la patria potestad de los hijos. Sin embargo, el hombre escapa a ello y se podía permitir ir de putas, tener amantes, presumir de ello públicamente y se le consideraba un macho ibérico, un hombre envidiado y presumido. La mujer llegaba a tal estado de sumisión que, por ejemplo, no podía abrir cuentas bancarias por sí misma. Para que tengáis una idea de la filosofía del rol de la mujer en el matrimonio solo tenéis que ver el adoctrinamiento a que eran sometidas mediante las ideas que se difundían desde la Sección Femenina dirigida por la hermana de José Antonio, Pilar Primo de Rivera.

Begoña Barrera realiza un exhaustivo estudio sobre la Sección Femenina, que publica Bajo el título: La Sección Femenina (1934-1977). Historia de una tutela emocional; un libro para entender cómo se adoctrinó a las mujeres durante el franquismo, donde Begoña sustenta que: “Las identidades que fabricaba la Sección Femenina eran sumisas y dóciles. “Respecto al régimen, por supuesto. Y, también, respecto a la masculinidad”. El propósito de la sección femenina era “devolver a las mujeres al hogar”. También, desmontar la cultura política republicana que había permitido el reconocimiento de sus derechos”. Begoña, resume todo este proceso de adoctrinamiento en el concepto: Tutelar… de eso se trataba, de tutelar a la mujer en el proceso de adoctrinamiento orientado a la sumisión al régimen, a la iglesia y al marido.

Se cuenta la anécdota de un sujeto que teniendo una mujer de considerable belleza, visitaba burdeles; un amigo le preguntó cómo teniendo una mujer tan bella acudía a casas de lenocinio, y este le respondió: “Porque respeto a mi mujer y yo no voy a pedirle ni permitirle hacer lo que yo hago con esas perdidas”.

Por tanto teníamos dos tipologías bien diferenciadas, que se podrían resumir en: el hombre dominante y la mujer sumisa. Luego en la intimidad, las cosas podían cambiar, pero en las conductas sociales estaba mal visto que este orden se alterara, degenerando en el concepto de machorras y calzonazos. Es más, se educaba a la mujer para que fuera transmisora de esa cultura de sumisión y servilismo a la familia, para formar en ello a sus hijas.

En este contexto, los varones también éramos educados en esta forma de pensar desde niño. O sea, ya nos instalaba, metafóricamente, un software o programa con el machismo incorporado. Luego, la evolución social, cultural y educativa nos acercó, a muchos de nosotros, al concepto de igualdad de género, por tanto al de feminismo. Para quien no lo sepa y ande con dudas e interpretaciones del significado de feminismo, les diré que la RAE, nuestra Real Academia de la Lengua, define el feminismo con dos acepciones: “1) Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre y 2) Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”. Por tanto, feminismo no es el polo opuesto del machismo, ni es comparable en los términos de objetivo contrapuesto, como se nos quiere hacer creer por algunas ideologías de corte machista, sino el derecho de la mujer a ser tratada como igual al hombre en todos los sentidos y el movimiento social que lo reivindica, sean mujeres u hombres quienes lo integren.

El feminismo militante fue la reacción natural para la exigencia de esa igualdad que describe la RAE referida al concepto. Lo que implicó cambiar, en muchos aspectos, el chip que se nos había introducido con la educación infantil. El feminismo, pues, no ha de ser una lucha o posicionamiento solo de las mujeres sino de todos aquellos que busquen la cumplimentación de la idea de igualdad real entre hombre y mujeres.

Pero centremos el tema en el constructo machista residual, como ya mencioné. Cuando a uno le introducen en el coco programas o formación circunscritos a un pensamiento machista, y luego aparece la razón crítica y el discernimiento personal, integrado en un proceso evolutivo donde el concepto de igualdad de género prevalece como justo objetivo a conseguir, nos sometemos a un hándicap importante, como es la ruptura con los esquemas del pasado, que subyacen en el subconsciente, instalados por la educación recibida en la infancia, y puede aparecer un conflicto interno entre estos y lo deseado racionalmente para ajustarnos a los nuevos tiempos y a la lógicas de la razón justa.

La cuestión es que, en la mayoría de los casos, hemos tenido que ir modificando nuestras conductas y actitudes anacrónicas para adaptarnos a esa igualdad que se manifiesta como justa. El proceso ha pasado en muchos casos, por acoplamientos a lo largo de la relación matrimonial y la redefinición de roles intrafamiliares.  Por tanto, persiste un machismo residual, en tanto subyace en nuestro subconsciente los esquemas del pasado, aunque estén escondidos en las abisales profundidades de nuestra memoria, tapados con la pesada losa de la razón que los descalifica y rechaza… eso explica que a veces surja el ramalazo de la estructura machista en muchos de nuestra generación, tanto en hombres como en mujeres, puesto que persisten una subliminal aceptación de los viejos roles de género, al menos de los menos conflictivos con el compromiso de tareas y su distribución. En cada matrimonio se ha producido un proceso de adaptación, mediante un acuerdo tácito y/o verbal, que ha llevado a consolidar la convivencia en este nuevo orden relacional. Luego, según cada caso y la disposición crítica de cada sujeto, los cambios habidos serán variables, dependiendo da la capacidad de cada cual para adaptarse o no a esa demanda de igualdad de género, en la línea que ya estableció la propia ley, aunque no se haya conseguido en su integridad.

Machistas residuales, en mayor o menor grado, somos los hombres de mi generación (incluso las mujeres que asumieron sus roles del pasado). Prefiero pensar así porque me facilita la autocrítica y el análisis con mayor profundidad de mis propias actitudes y conductas. El feedback es una buena herramienta para tomar conciencia de las realidades ocultas que siguen persistiendo al analizar nuestras conductas. Esperemos que con nuestra partida al otro barrio se acabe el machismo residual, pero me temo que se sigue sembrando en la juventud actual y que va a costar algo más erradicarlo. Solo la constancia y perseverancia en la consecución del objetivo permitirá alcanzarlo... 

domingo, 22 de noviembre de 2020

YO TAMBIÉN ME MANIFIESTO

 

Mesa que utilizó D. Antonio Machado en su clase,
expuesta en Baeza

YO TAMBIÉN ME MANIFIESTO, pero por este medio...

Hoy se vuelve al espectáculo. Otra manifestación contra una ley de educación; como debe ser en el uso del derecho a manifestarse, faltaría más. Pero es que a estas alturas aún no han llegado estos políticos (me refiero a estos y a los otros) a enterarse de que la educación es una necesidad social de primer orden para conformar ciudadanos de pensamiento crítico y racional, de fraguar seres humanos activos y constructivos en la búsqueda del bien común desde la libertad de pensamiento, todo ello ejercido bajo el paraguas de la convivencia y la concordia.

No se educa para pensar ni, al parecer, interesa, sino para someter y socializar al niño según el modelo de sociedad que se pretende. Lamentablemente aún no se ha conseguido, en este país, consensuar ese modelo, lo que conlleva mantener en el tiempo la confrontación social que tanto daño nos ha hecho desde el pasado.

Posiblemente no se han enterado o no se quieren enterar. Tal vez porque no creen en esa libertad de pensamiento o porque, esa libertad, podría cuestionar el sistema, tanto de credo como de organización y estructuración del mismo, revirtiendo el ejercicio del poder y las prebendas que conlleva para determinada clase dominante política, social y, sobre todo, económica.

¿Estamos, pues, condenados a no entendernos? Con esta actitud sin duda. En mi generación fueron los curas, básicamente, y la política educativa tan afín al clero, la que nos marcó. Alguna gente alude a aquellos tiempos con algo de nostalgia, pero esa nostalgia no deben ser, en todo caso, por la sistemática educativa, que pretendía la sumisión y lealtad a un régimen político de idea única, castrador del pensamiento libre y del uso de la razón crítica, sino por el hecho de que la nostalgia aflora por tiempos pasados, donde éramos más jóvenes y de los que solemos hacer un recordatorio selectivo gratificante.

Los modelos educativos deben ser más universales, más completos y abiertos, más formativos respecto al desarrollo personal y a la implicación responsable del niño en el devenir de la sociedad a la que pertenece. O sea, deben estar más enfocados a desenvolver la espiral de potencialidades del individuo y no a someterlo y coartar su creatividad y evolución individual.

El ser humano tiene dos vertientes de desarrollo: uno social y otro individual; la cuestión está en articular estas dos variables para que el desarrollo del individuo y la sociedad sean compatibles. Eso solo se consigue definiendo, en ese justo equilibrio entre esa dualidad social e individual, el perfil de ciudadano que se pretende educar. No es fácil, no. En primer lugar porque se ha de ver de dónde venimos y cuantos intereses hay creados desde el pasado; en segundo lugar porque políticamente estamos en la lucha y la lógica confrontación por imponer un modelo u otro según el caso al no haberse hecho la transición educativa con éxito; en tercer lugar por la incapacidad de llegar a un acuerdo en el contenido curricular que determine el perfil educativo que se pretende… hay otros muchos elementos que condicionan y bloquean el acurdo: cuestiones de fe, económicas, de clase, valores y principios según el caso, ideologías, etc. Ahí puede estar el hándicap para el consenso, en la incapacidad de establecer un modelo que nos actualice en el desarrollo curricular en el entorno del siglo XXI con todos sus retos.

Es evidente que en nuestro país, al igual que en otros y especialmente el mundo musulmán, la religión tiene un gran peso específico en la educación, que siempre conllevó, además de enseñar la ciencia y conocimiento curricular, un adoctrinamiento en su fe. Lo curioso es que no reconozcan que ellos lo hacen y acusen a los otros de ejercer ese adoctrinamiento ideológico. Entiendo que tras tantos años, yo diría que siglos, de ser dueños y señores de la educación en España, con algunas excepciones que llevaron al conflicto, se resistan a los cambios y pretendan influir de forma determinante en la educación, aunque estemos ya en un país aconfesional, por no decir laico.

Respecto a la religión a nadie se le escapa la importancia que tiene y ha tenido en la historia de los pueblos. Pero en un país libre y aconfesional, la religión forma parte del credo personal, de la espiritualidad del individuo si se quiere, y es un elemento más de singularidad de la sociedad, como pueden ser las ideologías, las tendencias y cualquier otro que aglutine a grupos de intereses o pensamientos comunes. El Estado no está obligado, no debe estarlo nunca, a educar o implicarse en adoctrinamientos en cualquiera de esos grupos; pero sí lo está en formar al niño en el conocimiento de su existencia y su propia historia; es decir que debería enseñar historia de las religiones desde la asepsia del historiador, al igual que debería hacerlo con los movimientos sociales. El problema es que el aspecto emocional que generan las ideas y credos bloquea esa actitud aséptica pretendiendo contaminarla.

La cuestión, ahora, radica en el mundo político. Mas los políticos se ubican también en posicionamientos ideológicos y religiosos que condicionan su disposición al diálogo, por lo que antes de sentarse deberían desintoxicarse de ellos, abrir su mente y entrar en disposición de escuchar al otro en lugar de ir a convencerlo y someterlo; deben considerar que al otro lado de la mesa tiene a parte de la ciudadanía y no a unos indeseables que quieren someterlos. Esto vale para todas las partes implicadas.

Lo que está claro, al menos a mi modo de entender, es que el gran perjudicado será siempre el niño o la niña. Esta situación me recuerda el sufrimiento de los hijos cuando los padres entran en conflicto y los usan como arma arrojadiza. No importa el perjuicio que se les cause, lo que importa es el beneficio que cada uno pueda sacar de la confrontación ante el divorcio.

El sistema educativo necesita una continuidad, un plan estratégico a largo plazo donde se perfile la misión del educador, en forma y fondo, y los objetivos claros que se persiguen en el proceso. Es cierto que el pasado reciente nos condiciona y que seguimos con grandes carencias en el sistema, no solo de orden material sino pedagógico; pero si hemos salido o estamos saliendo y superando ciertas nostálgicas influencias del nacionalcatolicismo, deberíamos mirar a los países de nuestro entorno europeo, y ver los resultados de sus sistemas educativos, para tomar buena nota y poder adaptarlos a nuestra idiosincrasia, sin que esta idiosincrasia se imponga y condicione la efectividad de los cambios necesarios.

A ver, señores políticos y demás interesados en el sistema educativo, les sugiero:

En primer lugar, hagan una autocrítica para percatarse del mal que hacen a la educación con el intento de imponer su propio sistema, que será modificado en cuanto lleguen los contrincantes al poder.

En segundo lugar, consensue con mente abierta:

a) El perfil de ciudadano que pretenden desarrollar y los valores que lo sustentan.

b) Determinen el curriculum docente necesario para conseguirlo.

c) Eliminen los adoctrinamientos del sistema.

d) Doten al sistema del profesorado motivado y suficiente, cuantitativa y cualitativamente, para obtener ese fin.

e) Consigan la implicación y colaboración de los padres en ese mismo objetivo formativo.

f) No olviden que los valores de respeto, paz, solidaridad, equidad, igualdad, fraternidad, libertad, etc. son los garantes de la convivencia.

g) Comprendan que el proceso de socialización debe conducir a la convivencia y a la concordia dentro de una sociedad en paz y feliz, siempre que esos valores sean incluido en el contenido curricular.

h) y sobre todo, PIENSEN, pero piensen en el bien común y no en los intereses partidistas o de grupos afines.

Pero no soy yo quien para exigir nada, mas sí lo soy para pensar y exponer ese pensamiento, por tanto, este texto no es una exigencia, solo pretende expresar y compartir mis ideas por si alguien estimas que puedan ser interesantes.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

TRUMP, EL TRANSGRESOR.

 


La primera y, hasta ahora, “ejemplar democracia del mundo”, o sea los EE. UU. de América, cabalga galopante al mayor de los ridículos, hacia el funcionamiento de república bananera. Cuando un presidente no es capaz de aceptar la derrota, con casi 5 millones de votos de diferencia, y pone en cuestión el funcionamiento de la democracia de su país, lo está elevando a esa categoría de bananera. ¿Cómo es posible que, a estas alturas, tras el contaje de votos con las garantías que ofrece el sistema americano, el señor Trump pida que solo se contabilicen los votos legales, acusando al sistema de estar contando votos ilegales. No sé a qué se refiere con lo de legales e ilegales, será que solo valen los que le votan a él de forma presencial…

Creo, tras lo visto en los últimos tiempos, que su ética política, de la de su vida privada no hablo aunque no me parezca en absoluto modélica, deja mucho que desear. Sus conductas fanfarronas y soberbias, déspotas e irrespetuosas, histriónicas y falaces… entre otras muchas cosas, dejan en un muy mal lugar a su país. Nunca un presidente saliente de los EE´UU., derrotado en las urnas por casi 5 millones de votos, había cuestionado la integridad del sistema electoral de los EE. UU., que automáticamente recuenta los votos cuando la diferencia es de 0,5% entre ambos candidatos, y al que siempre se ha considerado riguroso en la aplicación del recuento electoral, aunque a estas alturas y con la tecnología y experiencias habidas, se pueda considerar obsoleto e, incluso, con ciertos desajustes en la representatividad real de los votantes al adjudicarse el total de compromisarios al partido más votado en cada Estado, dejando sin representación a los otros votantes. El señor Trump, bajo mi humilde opinión, ha hecho una manifestación de irresponsabilidad, ya que niega la mayor y sigue empeñada en descalificar al sistema electoral que le dio la victoria a él mismo hace 4 años, aunque su contrincante hubiera obtenido más votos (Hillary Clinton sacó en 2016 casi tres millones de votos más que Trump). Me parece bien que se pidan todas las garantías en los recuentos, que se pretenda aclarar cualquier duda, porque eso va incluido en el garante ejercicio de la democracia, pero que se cuestionen y se pretenda etiquetar, por parte de un candidato, votos legales e ilegales según un extraño criterio, que choca frontalmente que la propia ley electoral, me parece una pasada incalificable.

Su endiosamiento personal le lleva a un nivel de intolerancia a la frustración impresionante que incluye la propia negación de la evidencia, queriendo cambiar las reglas a mitad del partido. Su discurso negacionista y descalificador de sus adversarios lo lleva a considerar al próximo presidente ilegal o ilegítimo, al estilo de VOX, por los ilegales votos que, según él, lo aúpan al poder, nos muestra dos cosas: o es un supremacista que niega el voto de los que no piensan como él o anda con un pensamiento irracional resistente a cualquier argumentación lógica. Su concepción de la justicia y la legalidad es ilógica y voluble, con una labilidad propia de quien solo acepta aquello que le beneficia a él.

Quiere llevar el caso al Tribunal Supremo, dado que ha colocado allí a sus partidarios, y debe suponer que estarán en disposición de prevaricar con tal de apoyarle a él. Esa concepción del pago de favores es propia de mentes poco ajustadas a derecho y sí al negocio del trueque o cambio de favores. Eso podrá valer en las negociaciones o pactos entre empresas, cuyos dueños juegan con el futuro de ellas en sus negocios, pero en una democracia, en un Estado de pueblo soberano, eso no cabe o, al menos, no debería de caber nunca y, además, es reprobable…

Hay algo que, tal vez, sea clarificador y pueda justificar su apego al poder y su negativa a aceptar la derrota y abandonar la Casa Blanca; aunque el factor más significativo pueda ser su soberbia, cabe la posibilidad, como muchos andan diciendo, que le tema a lo que viene después. Siendo presidente, el muro de la Casa Blanca le protege del acoso judicial y, al parecer, hay demasiados asuntos turbios, con presuntos delitos económicos, fiscales y demás, pendientes de procesamiento. Tal vez tenga miedo a lo que le pueda caer encima, o pudiera estar posicionándose para negociar su salida con garantías de impunidad. En fin, el tiempo lo dirá….

Lo que sí es sorprendente para el observador no implicado en el voto, y emocionalmente distante, es la reacción de un presidente saliente en la denominada primera democracia del mundo actual; si bien, a lo largo de su mandato, ya mostró su alta capacidad de sorprender a la ciudadanía y, por ello, nos podíamos esperar esta reacción infantiloide, aunque, ¡cuidadin! que increíbles “cosas veredes…” hasta en los lugares más insospechados. Puede que, desde un punto de vista social, los EE. UU. de América sean un gigante con pies de barro, una democracia “intrainsolidaria”, o sea poco solidaria entre sus ciudadanos de las clases dominantes y el pueblo llano, cuya argamasa es el poder que ejerce sobre el resto del mundo, como primera potencia. Eso deja la preocupación sobre qué pasara cuando esa argamasa se diluya y tome otra potencia el relevo… Posiblemente, a la vista de la posición de Trump, antes de dar el relevo nos lleve a la hecatombe, si el espíritu de este señor persiste. 

Por otro lado, el sentimiento que pudiera justificar la existencia de más de 400 millones de armas en manos privadas, viene a demostrar la gran desconfianza que existe dentro de esa sociedad, que se fue conformando en la lucha, en muchos casos a tiro limpio, por las riquezas de un país invadido y conquistado desde una Europa expansionista que colonizó medio mundo y esclavizó al otro medio. Allí, en los EE. UU. se encuentran los descendientes de esos dos mundos, tal vez con demasiadas cuentas por arreglar… el colono conquistador, el esclavo negro arrancado de su tierra y, no olvidemos, el diezmado pueblo nativo que no deja de ser una muestra folclórica en las reservas… En todo caso, sabiendo la idiosincrasia americana, su historia, conflictos raciales, diversidad étnica y cultural, etc. me parece una irresponsabilidad absoluta echar leña al fuego de la división. En un Estado tan heterogéneo no se puede jugar con fuego, son demasiados los riesgos que se corren y muy desestabilizadores de la propia democracia con la que se identifica.

Concluyendo:

·        Mal asunto esa falta de elegancia a la hora de entregar los trastos.

·        Mal asunto el cuestionamiento del sistema que le dio el poder en las otras elecciones.

·        Mal asunto esa actitud que siembra la desconfianza y la paranoia entre la gente.

·        Mal asunto que esa postura haya calado en el pueblo americano armado hasta los dientes.

·        Buen asunto que vuelva a los EE. UU. un gobierno que genere confianza y concordia entre sus aliados y lo pretenda en el mundo.

·        Buen asunto que se vaya este hombre que tanto mal ha hecho al buen entendimiento con Europa.

·        Buen asunto que desaparezca del poder la idea instigadora de las ultraderechas europeas.

·        Buen asunto que quede en orfandad esa ultraderecha nacionalista y supremacista.


Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...