viernes, 21 de julio de 2023

Socialdemocracia Vs Neoliberalismo. Esa es la cuestión, con algún matiz.

 


MI REFLEXIÓN ADELANTADA

La cosa está clara. Nos toca elegir entre una orientación política socialdemócrata o una neoliberal, con permiso de los adláteres. En todo caso, lo importante es el papel del Estado y la acción de gobierno. Unos anteponen el ciudadano al mercado y otros el mercado al ciudadano y usted y yo estamos en medio y sometidos a sus designios, salvo que seamos capaces de ver con claridad nuestros interés como sociedad y votemos en consecuencia. Lo demás son ruidos y confusionismo… y lo que es peor, programas político encubiertos de los que no hablan para no ser descubiertos. Mantienen el ruido y el esperpento para no hablar demasiado de sus proyectos y se les vea por donde van y qué es lo que pretenden. Lo que ha hecho el Gobierno ya lo sabemos y hay que valorarlo en su justo término y contexto. Falta saber lo que va a hacer la oposición, si gana las elecciones. Hasta ahora nos plantea una incógnita resumida en una frase vacía, sin contenido alguno, a modo de consigna guerrera: “Derogar el sanchismo”. 

Pero lo que vemos es un elevado nivel de mentiras acusando de mentiroso al contrincante mediante técnicas “trileras”, que son atentatorias contra el sano ejercicio del debate democrático, como es el galope de Gish. Observamos una perversa actitud desde el principio de la legislatura, con insultos, descalificaciones y la potenciación de bulos y falsas noticias para denostar al Gobierno. Ahora resulta que el señor Feijóo ha soltado más falsedades en esta campaña que Sánchez en todo su mandato, como se está viendo. “Derogar el sanchismo”… Luego ya veremos cómo actúan en el caso de que alcancen el poder en una alianza indubitada entre las derechas… la derechita cobarde y la guerrera que, al fin y al cabo, surgen de la misma maternidad. 

La estrategia de denostar al contrincante, de presentarlo perverso y malévolo, no es nada nuevo, porque tiene sus ventajas. Si el otro es muy malo me votarán a mí sin que tenga que comprometerme a grandes cosas, ya que seré visto como salvador de la desdicha que padecemos. “Dejad que se hunda España, que ya vendremos nosotros a salvarla”, dixit aquel ministro. El problema está cuando te desenmascaran y la perversión que aparece es la tuya, tus mentiras son descubiertas y el cinismo e hipocresía son detectados, mediante el uso de la razón y el análisis de una realidad palpable que pretendes manipular.  Esta es la clave, la capacidad que debe tener y ejercer cada votante para no dejarse engañar por los bulos y mentiras y votar responsablemente en beneficio de la sociedad. Entonces debe elegir el mejor camino que se le ofrece para beneficiar al ser humano, al ciudadano del Estado, en su doble vertiente: individual y social. 

El 23-J, el voto va a decidirse, como elemento primordial, a políticas orientadas al ser humano o al mercado, en un “semiequilibrio” beneficioso para una de las partes. Tú eliges: El ser humano supeditado al mercado que defiende el neoliberalismo y la derecha conservadora, con su efecto derrame, o un mercado supeditado al ser humano que defiende la socialdemocracia y la izquierda socialista. El resultado final lo veremos en tres días… 

Veamos que son cada una de esas orientaciones o paradigmas económicos y políticos: 

Socialdemocracia: “Movimiento político que propugna un socialismo democrático y reformista” según la RAE. Antepone el ciudadano al mercado, donde prima la economía que defiende el humanismo solidario, más cercana a lo que José Luis Sampedro llamó la “Economía humanista”, por tanto los valores de igualdad, justicia distributiva de la plusvalía generada y la garantía, desde el propio Estado, de la prestación de los servicios públicos relacionados con los derechos constitucionales: sanidad, educación, protección social, etc. O sea, el llamado Estado del bienestar, lo que conlleva legislar para intentar controlar los abusos o desviaciones del mercado, que pretende campar a sus anchas en una falsa libertad, que solo aplica a su derecho a decidir sin cortapisas para mayor beneficio. 

Neoliberalismo: “Teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado” según la RAE. Antepone el mercado al ciudadano, donde prima el pragmatismo productivo y consumista que esquiva al máximo la influencia normativa del Estado. Defiende el “efecto derrame”, que consiste en “reducir los impuestos a las empresas y a los ricos de la sociedad como medio para estimular la inversión empresarial a corto plazo y beneficiar a la sociedad en general a largo plazo”. Pretenden ser el motor económico exclusivo del país, reclamando el ya visto efecto derrame para que el Estado les garantice o procure su solvencia económica para seguir invirtiendo. Esto recuerda, muy gráficamente, las migajas que caen de la mesa del señor. Exigen y tienen un interesante mercado financiero, o sea la bolsa, sometida a los vaivenes de la oferta y la demanda, con alto grado especulativo por parte de los poderosos accionistas con sus estrategias de ingeniería financiera solo al alcance de sus bolsillos. Desde el punto de vista del mercado de trabajo, tampoco les interesa un pleno empleo, porque ello significa una menor oferta de mano de obra, con el encarecimiento de la misma, o sea unas tasas bajas de empleo y en precario es lo mejor para mantener un mayor beneficio. 

Desde el punto de vista político, tenemos, pues, dos enfoques bien diferentes, que, además, ya se han visto en las dos crisis económicas habidas. En la primera se apoyó especialmente a la banca, aun siendo la causante de la crisis. Se priorizó el pago de la deuda sobre cualquier otra cuestión. Hasta modificar, incluso, la propia Constitución en su artículo 135, con alevosía y casi nocturnidad (Esta reforma constitucional de 2011 modificó el artículo 135 de la Constitución ​ estableciendo en el texto el concepto de estabilidad presupuestaria y que el pago de la deuda pública fuese lo primero a pagar frente a cualquier otro gasto del Estado en los presupuestos generales. Fue acordada y refrendada por los dos grandes partido, PSOE y PP)​. Por otro lado, se les entregó grandes cantidades de miles de millones de euros a la banca para garantizar su solvencia con un falaz mensaje de recuperación cuando fueran saneadas. Mientras se vio con asombro cómo, la imposibilidad del pago de las hipotecas, llevaba al desahucio de una imponente cantidad de familias abocadas al paro y a la pobreza, de no ser por el apoyo recibido de sus familias, sobre todo de los padres y sus pensiones. Este hecho, bajo mi entender, fue clave para el surgimiento de la indignación que abrió el camino a los nuevos partidos políticos, como el caso del 15M y, posteriormente, Podemos y otros. Los resultados andan a la vista, el dinero se ha perdido y el mercado de trabajo se ha deteriorado en perjuicio del trabajador, cuyos intereses no fueron considerados en la reforma laboral de Rajoy, sino que se procuró abaratar el despido para proteger la economía, una vez más, de las empresas, antes que unos mínimos recursos que garantizaran la razonable supervivencia de los afectados y mantuviera el flujo económico para sostener o dinamizar la economía. 

Pero, hubiera sido mejor si, en lugar de esa solución, se optara por entregar el dinero a la banca en concepto de aval y pago de las viviendas desahuciadas, asumiendo el Estado la propiedad transitoria y dejando como usufructuaria o inquilina a la familia afectada hasta conseguir renegociar, de forma individualizada, el pago de la hipoteca a la propia Hacienda Pública. En lugar de eso se optó por los recortes, por dejar caer la economía y los salarios. Tal vez, una de las causas fuera la globalización y la liberalización del mercado internacional, que permitió la deslocalización empresarial, llevando a la industria a países de bajo coste salarial. Ello, además de un flujo internacional descontrolado de capitales, significó el crecimiento económico de esos países y el hundimiento de los nuestros mediante un proceso de vasos comunicantes, en un juego perverso, donde la multinacional tenía en sus manos un grifo para succionar el máximo provecho de ese tránsito económico. Produzco a 5 en el pobre país de origen y vendo a 100 en el de destino. ¡Cuántas fortunas se han hecho de este modo?, piense y les saldrán nombres muy significativos. El mercado internacional condicionó los precios y la competencia entre una producción de coste a la baja. Para ser competitivos había que bajar los sueldos arruinando al país previamente. 

Visto esto empieza uno a tener más claro las diferencias políticas para gestionar el Estado. Ante una crisis, los primeros, la socialdemocracia, tenderán a garantizar, prioritariamente, la solvencia económica del ciudadano y la pequeña y mediana empresa, que son los más expuestos al riesgo. Por tanto, los ERTEs son un buen ejemplo, junto a las políticas de protección del más débil y una adecuado SMI que permitiera mantener a flote la economía y el consumo. El neoliberalismo globalizado pasaría de las políticas sociales para centrarse en el mercado como gestor económico, rompiendo fronteras y dando al capital la opción de inversión allá donde más le interesara, dado que el dinero no tiene patria, o quienes lo poseen pasan de ella. Por otro lado, con su filosofía darviniana sobre la competencia, instaura un sistema donde el rico viene a ser más rico y el pobre más pobre, dada la desigualdad de oportunidades y de recursos para desarrollar esa competencia, por la propia inercia de su procedencia social. 

Siendo consciente de la complejidad que conlleva un análisis en profundidad de la cuestión y de los matices que pudieran aflorar, o considerarse, tal vez sea lo mejor ajustarse a la mayor, es decir vislumbrar cuál es el macroenfoque en cada caso y su repercusión o consideración sobre el ser humano como componente social e individual. En la dicotomía mercado vs. ser humano, hay que detectar dónde se pone el énfasis: El ser humano al servicio del mercado; o el mercado al servicio del ser humano. Para mí todo ha de estar enfocado al desarrollo y progreso individual y social del hombre desde el propio desarrollo individual en sinergia con los demás integrantes de la sociedad.

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