lunes, 17 de julio de 2023

"Je t´aime … moi non plus". D. E. P. Jane Birkin


 

El pasado reciente, aquel que cambió el mundo y, en España, tumbó la dictadura y alcanzó la libertad, siempre condicionada por el poder emergente de una democracia burguesa, más o menos discutible; el pasado reciente, como digo, está en peligro de extinción, mueren sus agentes, sus artífices, sin dejar un sólido colectivo de herederos que tomen el relevo, más bien al contrario, surgen de nuevo las sombras que tamizan con sus gritos la policromía de la libertad para implantar el blanco y negro, el gris que confunde a la diversidad.

Los que andamos por los 70, la generación nacido en el entorno de los 50, los que vivimos el viejo régimen y luchamos por el cambio para implantar la democracia, andamos en declive, porque el tiempo nos va ganando la batalla de la vida. Vivimos la España gris donde unos (los adeptos al régimen) disfrutaban de la vida mientras otros, sometidos por el miedo y la violencia, luchaban y trabajaban por levantar la cabeza, por crecer libres y pensantes, por satisfacer sus necesidades objetivas como seres humanos y alcanzar su desarrollo intelectual.

Ahora, tras casi medio siglo, la Parca nos aguarda, nos lleva, uno a uno, a su guarida y brotan los retoños de un ayer que, desde el olvido, se tornan regresivos y confunde los conceptos de libertad, de justicia e igualdad, que manipulan las verdades y las cambian por mentiras ante la falta de criterio y de opinión de aquellos que deben protegerla.  

Es posible que las generaciones nuevas no puedan ni imaginarse lo que es la dictadura, la imposición de la idea única, la cultura social que se instauró desde el conglomerado socio-político-religioso y económico donde el poder absoluto obraba a su antojo, desde la imposición de su ideario, tras ganar una guerra con la ayuda de sus camaradas alemanes e italianos (nazis y fascistas)... era la represión del divergente y la censura intolerante sobre toda expresión que no se sometiera a los cánones y valores de sus propios preceptos.

Ayer, 16 de julio, fallecía una figura importante de aquellos momentos de transición, una mujer que significó la ruptura de tabúes, la ventana a otro mundo, donde el sexo y el amor dejaba de ser pecado para ser lo que ha de ser, compartir el placer desde el deseo mutuo, entre dos personas que se aman libremente.

Con la muerte de Jane Birkin, nos viene a la memoria aquella canción inolvidable, tan denostada por sectores conservadores y católicos, "Je t´aime … moi non plus" que escenificaba, acústicamente, un encuentro sexual con su pareja o marido, Serge Gainsbourg. Indudablemente, su contenido erótico era estimulante y, seguramente, fue motivo de sublimes encuentros sexuales y actos onanistas, en una juventud que rompía las perversas cadenas con grilletes que la propia religión le colocó, mientras pregonaba: “Dejad que los niños se acerquen a mí”, poniendo la frase en boca de Cristo.

Seguramente, quien más ganó fue la mujer, instruida para dejar su cuerpo al hombre como instrumento de placer, como contribución a una relación de dependencia donde, el macho y su deseo, le exigía la entrega de su cuerpo como objeto de satisfacción o, en todo caso, como campo de procreación. El orden moral establecido las impelía a la anorgasmia, a evitar el placer pecaminoso que, en cualquier caso, solo podría ser expresado discretamente, como forma de hacer sentir al hombre su poder. La canción rompía radicalmente con este precepto y expresaba suspiros y gemidos placenteros que escandalizaron a la sociedad hipócrita de aquellos tiempos.

Tal vez, estas generaciones, no tengan conciencia del ayer y de lo que significó esta canción, y otros actos o hechos, que rompieron el muro de la prisión ideológica, para alcanzar la inmensa llanura de la libertad. Si no saben conservarla, seguramente, tendrá que volver a repetir una traumática historia por haber sido olvidada, donde la libertad, una vez muerta, deja su semilla para volver a renacer en otra primavera regada por la sangre de quienes la reclaman… y eso duele.

D. E. P. Jane Birkin y viva la memoria que dejó con su canción de libertad.

domingo, 16 de julio de 2023

A Nerja y su balcón de Europa

 


Al balcón de Europa

(Soneto dedicado a Nerja)

 

A los pies del balcón baten las olas

en mar azul pasado y de presente,

huele a maresía mientras la gente

busca en la brisa juegos y cabriolas.

 

La espuma va formando caracolas

que hieren en su vuelo al sol ardiente

y borran con su celo de la frente

las perlas del sudor que lloran solas.

 

Espléndido balcón donde la villa,

que muestra con pasión tanta belleza,

se hermana con la mar ¡qué maravilla!

 

donde envisten las olas con nobleza  

al barco que las rompe con su quilla

navegando la mar con su firmeza.

 

© Antonio Porras Cabrera

Málaga, 16 de julio de 2023

martes, 11 de julio de 2023

El derecho a opinar

 



 

Pensar libremente no es solo un derecho, sino una obligación del ser humano, que vino a este mundo para aportar sus ideas y colaborar en el desarrollo y evolución del mismo. Quien lo impida comete crimen de lesa humanidad.

(Antonio Porras Cabrera)

 

Entiendo, y quiero entender, que todo el mundo puede opinar de cualquier cosa. Otra cuestión es que esa opinión tenga consistencia, esté bien argumentada, incluso, documentada y, consecuentemente, sea objetiva. Por tanto: 1º La opinión es un derecho, 2º la opinión no es una verdad objetiva, 3º la opinión debe fraguarse mediante el procesamiento cognitivo del sujeto expresado en el pensar, 4º la inteligencia y el razonamiento de los seres humanos les lleva a todos a la facultad de pensar y el pensamiento ya es, de por sí, la forma más razonable de fraguar opinión.

En todo caso, en función del conocimiento sobre la materia objeto del razonamiento, ese pensamiento y opinión tendrá mayor autoridad o no, lo que no quiere decir que tengamos que rechazar la opinión de una persona sin grandes conocimientos sobre contenidos que envuelven a una realidad de corte social o popular, puesto que la propia experiencia vital otorga conocimientos y vivencias dignas de ser valoradas por las personas con mayor o menor autoridad en la materia. Si negamos el derecho a opinar a alguien por no entender de cuestiones que afectan a la sociedad, estaremos, tal vez, cuestionando el derecho al propio voto democrático: “usted no entiende de política, por tanto no debe votar”.

Por otro lado, en la ciencia del conocimiento hay taxonomías que requieren niveles de ilustración en esa materia específica para emitir una opinión sólida. Para hablar de física cuántica y debatir se requiere conocimiento de la materia, para un debate sobre cuestiones más mundanas, de dominio general y que afectan a la gente, se sobreentiende que esta puede y debe tener su opinión al respecto.

Es decir, negarle el derecho a opinar a un sujeto por entender que no está capacitado para ello, en lugar de demostrar su error con la argumentación que permite rebatirlo, es un error en sí mismo, ya que nos priva de la posibilidad de conocer otras opiniones, aunque fueren desacertadas, para consolidar las nuestras y buscar la verdad que se persigue. Otra cuestión es que obviemos su opinión por estar en total desacuerdo con ella y saber que el debate, que siempre ha de pretender confluencias, no nos llevara a ningún sitio de provecho. Hay un viejo dicho muy ilustrativo: «Nunca discutas con un idiota, pues bajaras a su terreno y allí te ganará por experiencia».

Claro que si cerramos nuestra mente a cualquier aporte y descalificamos sin rebatir los argumentos ajenos, siempre que sean argumentos y no ocurrencias, flaco favor nos estaremos haciendo, a nosotros y a la sociedad. Es más, hay quien sostiene que “cuando no se entiende, lo ético es no opinar”, habría que identificar cuáles son los parámetros que determinan quien entiende y quién otorga la calificación o cualificación para opinar. Si el que la otorga es el debatiente contrincante, mal va la cosa, pues eso sería una descalificación y no un rebatimiento de la opinión contraria.

En definitiva, opinen sabiendo que las opiniones van retratando al sujeto que las emite, y, si ello es posible, háganlo con la mente abierta para confrontar si están o no en poder de la verdad, admitiendo el pensamiento de los otros como un alimento que nutre al conocimiento, pero no se olvide que el alimento se ha de digerir y de él saldrán, por un lado, nutrientes y, por otro, residuos o detritus a eliminar por su toxicidad. O sea, que las opiniones de los demás siempre han de ser sometidos al cedazo que conforma su propio criterio…

Pero en estos días, con el asunto de la política, la cuestión tiene un trastoque, el pensamiento no está enfocado a entenderse y compartir análisis clarificadores, sino que aflora un sesgo. Por este sesgo, llamado confirmatorio, el sujeto tiende a creer y aceptar las ideas, con o sin argumento, que son afines a su pensamiento político; busca, pues, aquello que le reafirma en su ideario preconcebido; o sea, lo que no le crea disonancia cognitiva, o conflicto interno, que le obligue a cuestionarse sus propios planteamientos. Es propenso, por tanto, a creer en los bulos que potencian su ideario y denuestan el ajeno sin preguntarse, siquiera, cuánto de verdad hay en la notica que transmite el bulo, al que le da crédito y además suele propagar.

Esta situación hace que, en la escala de interés que debemos aplicar sobre los temas, aparezcan como principales nimiedades o asuntos de segundo orden, dejando en el alero lo importante, porque de lo importante no se saca rédito político que lleve al voto y si de lo secundario al amparo de los bulos. Cuando el bulo es un dardo envenenado de odio, la cosa se complica y se tambalea la estructura democrática, que procura la concordia. En esta civilización nuestra, tan adelantada en algunos asuntos, se sigue observando un déficit democrático, una falta de educación ciudadana para practicarla con el espíritu crítico constructivo que requiere su ejercicio. Echo de menos una asignatura en la escuela con ese contenido…

Entiendo que una idea expresada con exceso de vehemencia, donde aflora la intención impositiva de la misma, la descalificación, el insulto, la falta de respeto y su dogmatismo e intento de colonizar el pensamiento ajeno, te ha de poner en guardia. Lo digo porque lleva implícita la intencionalidad de descalificar tu propio pensamiento, con un mensaje de radicalidad donde, subliminalmente, se te está diciendo: «Estás conmigo o estás contra mí».

Concluyo en la importancia de velar por la libertad de pensamiento, para no dejarse manipular por argumentos livianos y poco constructivos; por la responsabilidad de discernir razonadamente, para extraer inferencias sensatas para el interés general, porque el voto debe llevar incorporada una buena dosis de solidaridad social; es decir, tu decisión no te afecta solo a ti, sino al conjunto de la ciudadanía... si te equivocas y no lo tomas con el sentido común adecuado, arrastras a los demás al fango de donde sale la indolente aceptación de discursos tóxicos o inadecuados. Toda libertad conlleva una alta dosis de responsabilidad social con la toma de decisiones…

Que ustedes voten razonadamente bien...
   

 

domingo, 25 de junio de 2023

La florida primavera del enamoramiento

 


Hoy tropecé con esta frase de El Principito que me hizo pensar: “Él se enamoró de sus flores y no de sus raíces, y en otoño no supo que hacer”. 
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El enamoramiento es una fase de delirio donde solo se ven las flores, donde la belleza y el esplendor mostrado por el otro arrebatan, pasionalmente, al enamorado hasta sentirse abducido por esa percepción. Es la florida primavera del enamoramiento. Ciertamente, en esa fase, dado el interés por seducir a la otra parte, se suele poner sobre la mesa todo lo bueno que se lleva dentro: esplendoroso colorido, suaves pétalos perfumados de bonanza, promesas de sabrosos frutos del mañana y un hábitat maravilloso centrado en el huerto del amor, hasta conseguir cautivarlo… evitando o escondiendo lo “menos bueno”, lo negativo.

He usado la palabra “cautivarlo” y lo he hecho a conciencia, porque en ese proceso cabe la idea de hacerlo, o hacerla, mío o mía; es decir, atraer a la otra parte hasta la entrega total, hasta conseguir que sea mi cautiva. Mas hay una cuestión de fondo interesante, si se entregan los dos, o solo uno de ellos es el abducido. Si solo se entrega uno, está perdido, el dominio del amo se impondrá o, al menos, lo intentará. Si son los dos, cabe afrontar el futuro con una mayor equidad, en condiciones de igualdad para “negociar” amorosamente los cambios que vayan surgiendo en la evolución de la pareja.

En todo caso, esa situación inicial de mutuo enamoramiento, es un buen punto de partida para elaborar una buena relación basada en el amor, que surge, únicamente, cuando aflora, tras conocer lo negativo y la realidad del otro. Erich Fromm en su libro El Arte de Amar dice: “Cuando estamos enamorados nos parece que nuestra pareja es perfecta y la persona más maravillosa del mundo. Esa es la diferencia entre enamoramiento y el amor… Empezamos a amar cuando dejamos de estar enamorados.”

Pero, ¿cómo logramos que el enamoramiento al diluirse lo hago consolidando el amor? En el afrontamiento de esa realidad desconocida, que poco a poco se va mostrando, podemos encontrar la clave. Cuando las flores se marchitan, cuando el follaje deja al descubierto la desnudez del tronco y de las ramas que sustentaron su esplendor antaño, cuando la belleza seductora y su oferta pasional y placentera se mitigan, si no amamos la planta, si no conocemos sus raíces y sus esencias ocultas, su fortaleza y proyección de cara al futuro, la arrojaremos a la basura y compraremos otra en florida primavera. Necesitamos, pues, un tránsito para, al dejar de ver esa belleza, al desaparecer los ornamentos que cubrían la estructura, podamos percibir la fortaleza y solidez de la planta, del árbol del que nos enamoramos.

Esa primavera del enamoramiento es el tiempo que tenemos, es el regalo que se nos otorga, para consolidar una relación amorosa mediante una posición y actitud abierta para comprender, no solo la realidad presente, sino asumir los procesos de cambio que vayan surgiendo en el día a día. No cabe aquello de: “Tú ya no eres el o la que eras”, estúpida frase que solo pretende mantener un estado inicial insostenible ante los procesos evolutivos del ser humano y su entorno. La cuestión, para sostener y sembrar el amor perenne, si ello es posible, estriba en crecer juntos, en ayudarse entrambos para caminar unidos y sin dependencias o imposiciones, en ir modificando y comprendiendo el propio concepto del amor, pasando de la belleza de las flores y las hojas a la asunción de las raíces, que son los valores personales y humanos que anidan en cada uno, dejando lo efímero para abrazar lo profundo. Eso solo se puede hacer desde el respeto a la otra persona, a su libertad de criterio y decisión, a su propio proyecto de futuro que debe ser compartido, comprendido y respetado sin interferir en la relación. Por el contrario, sería un acto de amor, bajo mi punto de vista, renunciar a la relación cuando esta implica el sometimiento o la coartación de un proyecto vital de desarrollo personal de uno de los miembros. Sería algo así como “te amo a ti y con ello a tu derecho a la libertad. Estamos juntos porque lo dos queremos, porque hemos fusionado nuestras raíces soterradamente, hasta tal punto que las tormentas y huracanes podrán bambolear las ramos pero las raíces le son inalcanzables”.


sábado, 27 de mayo de 2023

¡MAÑANA YO VOTO!

 


Sábado 27, día de reflexión.

Es curioso eso de día de reflexión. Yo, que no he visto ningún debate, que escasamente he seguido las noticias en la campaña electoral, que he empezado a pasar de discursos políticos y promesas, no voy a reflexionar nada en este día sobre la orientación de mi voto.

Mi reflexión empezó hace cuatro años, tras las elecciones anteriores… y no me atrevería a calificarla de reflexión sino de observación. Desde ese momento fui viendo lo que hacía cada uno de los partidos que buscan el voto y los resultados de sus actos. Le fueron quitando puntos los intentos de manipulación, las falsas noticias que crearon o difundieron sobre el contrincante, la posverdad utilizada, las gratuitas descalificaciones del oponente, la ausencia de un programa definido que les comprometiera dedicándose a mostrar la maldad del otro, sus campañas de intoxicación, el plumero de la intolerancia y de la imposición ideológica, sus actos antidemocráticos negando los derechos de los demás, la falta de respeto a las normas constitucionales y la descalificación del diferente, el pensamiento enquistado resistente a la argumentación lógica con la tendencia sistemática a venderte principios y valores anacrónicos que definen una actitud singular y excluyente, etc. Todo esto pone en negativo el valor de la política… Estamos inmersos en un proceso de marketing donde lo importante no es ser el mejor sino el menos malo. No es lo mismo elegir la mejor entre varias opciones, que buscar la menos mala. La primera situación dignifica la política, la segunda la degrada.

Las campañas electorales suelen ser artificiosas, con claros componentes histriónicos, excesiva teatralización y rivalidad que crea desasosiego entre la ciudadanía cuando siembra el conflicto y el desencuentro… donde se vierten un conjunto de promesas de difícil cumplimiento, no por ser imposible hacerlo, sino porque una vez llagados al poder se buscan mil excusas para no cumplirlas y poner en marcha su programa oculto con objetivos inconfesables en algunos casos, que benefician al colectivo social que le apoya, que no al votante.   

Por otro lado, no es de recibo ver cómo proliferan las obras cuando se acercan las elecciones, cómo la ciudad aparece más limpia y cuidada, cómo se reparan aceras, se repintan las líneas de la calzada o se resuelven problemas que llevaban fastidiando al ciudadano desde mucho tiempo antes. En estas elecciones, después de varios años esperando, parece que vamos a recuperar el puente que une calle Salitre con el museo del CAC. Al menos algo es algo, aunque sea por puro marketing. Lo malo sería que hayan tenido el proyecto hibernando a la espera de las elecciones municipales.

Tal vez deberíamos valorar cómo se gestiona los lugares públicos, calle, aceras y plazas, ocupadas por negocios que arrebatan en exceso los espacios al uso ciudadano, los proyectos urbanos que rompen la armonía identitaria de la ciudad o las situaciones que hacen inhabitables determinados barrios del centro invadido por un turismo irracional de borrachera y bajo aporte económico, o de la periferia olvidada. Eso no se ve en tiempos de campaña, sino a lo largo de toda la legislatura y a ello me refiero cuando hablo de una observación continua más que de reflexionar el último día.

Lo que sí tengo claro, es que votaré, siempre votaré, al partido que más se acerque a lo que pienso, o en blanco o nulo, pero votaré. Votaré porque esa es la esencia de la democracia, y la gente de mi generación, que rompió las cadenas de la dictadura, valora mucho aquel esfuerzo para hacer valer su voz, su voto, como forma de expresar su opinión, deseo o voluntad ante unas elecciones. De no votar estamos renunciando a ese derecho y causando un deterioro al sistema representativo, pues renunciamos a nuestra soberanía y decisión, sabedores de que siempre habrá alguien que ejercerá el poder y la gobernanza, en este caso, sin contar con nuestra opinión..


¡MAÑANA YO VOTO!

 

jueves, 13 de abril de 2023

Poemas de abril

                             

  Mis últimos poemas del mes de abril, publicados en mi muro de facebook  
                        



                        MÁLAGA Y EL PUERTO

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Agazapado,

tras el intenso follaje del pinar,

se observa el puerto.

 

Málaga se cubre de un tenue azul celeste

reflejo de la luz de su farola

en un mar sosegado que con la tarde duerme.

La catedral se esconde entre las ramas

mostrando su esplendor de torre ausente.

 

El sol se marcha 

dejando por testigo de su hazaña

una franja de luz anaranjada

de utópico horizonte de esperanza

en el eterno retorno de la vida

que volverá mañana al alba,

mientras los rayos de luz de las farolas

penetran en el agua,

matando la penumbra de la noche

que de occidente ya cabalga.

 

El puerto, de puro resplandor, es una isla

de vida y diversión para la gente,

la brisa de la mar sedosa y delicada,

como luna de miel,

acaricia la cara de puro enamorada.

 

Y Málaga, recostada en la arena de su playa,

jugando al rebalaje entre la espuma blanca

busca la caracola que siembre la esperanza

donde sus hijos vivan una vida de paz y de alianza.

 

© Antonio Porras Cabrera

Málaga, 11 de abril de 2023


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EN ABRIL NACEN LAS FLORES

(A mi nieta Carmen por su cumpleaños)

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Abril con su primavera

siempre fue el mes de las flores

que con perfume de amores

fue fraguando la manera

de sembrar con sus olores

el verdor de la pradera.

 

Abril vuelve a conjugar

es sus tardes luminosas

aquellas bocas dichosas

que se atreven a besar

los pétalos de  las rosas

entre las olas del mar.

 

Este abril que ya domina

se nos muestra esplendoroso

lleno de amor luminoso

por un sol que en la colina

con espíritu celoso

ejerce de Celestina.

 

Nunca un abril se ha quedado

sin ver brotar a la flor

sin el lujoso esplendor

que siempre llevó a su lado

entre pasiones y amor

de joven enamorado.

 

Porque quien nace en abril

entre eclosiones de flores

tendrá una vida feliz.

 

© Antonio Porras Cabrera

Málaga, 10 de abril de 2023

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LA PROCESIÓN

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No tengo pasión ninguna

por esta pasión que hoy

a tanta gente apasiona,

es pasión de padecer

con muerte y crucifixión,

con martirio de sayón

al Señor del Gran Poder.

 

Yo prefiero la pasión

que transforma el padecer

en camino de ilusión,

que permite sostener

en tu vida la visión

que Cristo vino a traer

haciendo un mundo mejor.

 

Pero el fracaso es clamor

al ver a la procesión

que celebra su dolor

y se olvida del amor

como forma de expresión

del mensaje de su Dios.

 

¡Este mundo va a peor!

 

© Antonio Porras Cabrera

                            Málaga, Semana Santa 2023


miércoles, 12 de abril de 2023

El estado de la salud

 


Parece que los cambios necesarios en nuestro sistema de salud pública no afloran y se sostienen en el tiempo con las mismas problemáticas. La dicotomía asistencia primaria vs hospitalaria persiste enfocada no tanto al bien común de la ciudadanía, sino a los intereses económicos de las multinacionales y el mundo empresarial que pesca en el mar de la asistencia curativa, más que en el de la preventiva.

He aquí un artículo que publiqué en 1987 en el diario SUR sobre el tema y que se mantiene de rabiosa actualidad, pues no hemos evolucionado mucho por el camino de la política sanitaria desde hace casi 36 años. Persiste el interés en el negocio antes que en la propia salud integral del ciudadano... Transcribo el viejo texto convencido de su actualidad.

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EL DERECHO A LA SALUD (Publicado por Diario Sur el 8/8/87, pag. 23 - OPINIÓN)

El derecho a la salud es uno de los más preciados por el ciudadano, puesto que, consecuentemente, implica el derecho a la vida. La salud no se puede entender como el mero hecho de la ausencia de enfermedad, sino que es un concepto mucho más amplio y difícilmente definible, en cuanto responde más a un estado personal o individual resultante de la conjunción de tres factores como son el biológico, el psicológico y el social, que a una definición rígida y aplicable a todo ser humano. Cabría recordar aquí esa frase tan “manida”, pero tan real de: “No hay enfermedades, sino enfermos”, pero aplicada al concepto de salud. Por tanto, un individuo se acercaría más a la salud total, cuanto mejor y más adecuada respuesta emitiera ante un estímulo dado en cualquiera de los tres factores o áreas a que me he referido.

De todo lo anterior se desprende que la política sanitaria debe ser redefinida, en parte, y enfocada hacia la salud y no hacia la curación exclusivamente, de acuerdo con los objetivos establecidos por la OMS en Alma-Ata.

Hasta hoy los sistemas sanitarios se orientaron básicamente hacia la curación con el consiguiente apoyo en centros y técnicas específicamente curativas, como son los hospitales. Esto ha hecho que la mayor parte del esfuerzo económico se realice en aras de una mejor asistencia hospitalaria, quedando relativamente en el olvido el medio asistencial extrahospitalario.

Si hacemos una incursión retrospectiva hacia las últimas décadas, comprobaremos mejor la situación actual y, consecuentemente, podremos realizar un mejor diagnóstico de la misma.

Nuestro país, que entra en la década de los 40 prácticamente desolado por la guerra y aislado posteriormente a nivel internacional tras la evolución de la II guerra mundial, encuentra graves dificultades para su reconstrucción, permitiéndosele subir al tren del progreso en uno de los últimos vagones a un precio considerable. La dependencia tecnológica, que se mantiene en nuestros días, es claro reflejo de ello, amén de otras que no vienen al caso desarrollar.

En estas circunstancias fue necesario el replanteo y estructuración de un sistema sanitario adecuado. Pero la respuesta no fue, a mi entender, la idónea. Basándose en la expansividad que permitían unos ingresos considerable, mediante las cuotas que empresarios y trabajadores aportaban a la Seguridad Social y en el bajo coste inicial de la misma, se entró en una espiral difícilmente controlable a largo plazo. Se construyeron macrohospitales en las grandes ciudades, dejando a un lado a las comarcas y al medio rural, se dotaron de sofisticados medios, olvidando los aspectos elementales en la atención extrahospitalaria; se potenció la superespecialización y se dejó en relativo abandono al médico y practicante de cabecera o cupo. En resumen, sufrió un gran empuje el medio hospitalario (que era necesario), y se olvidó el extrahospitalario (donde también lo era). Esto confirma, en parte, el hecho de que el esfuerzo iba encaminado hacia la curación y no hacia la prevención y la salud. De todas formas, esta circunstancia no deja de tener un “tufillo” extraño, en cuanto las multinacionales hacen “su agosto” (enlácese esto con la dependencia tecnológica a que me refería antes). Lógicamente los “agostos” económicos para estas empresas (fármacos, electromedicina, aparataje, materiales varios, etc.) son más sustanciosos con la curación que con la prevención.

Es en este punto donde, a mi entender, se demostró una miopía proyectiva. Eran excelentes circunstancias (había poco hecho) para plantear una filosofía sanitaria enfocada más hacia la equidad y la salud, que para las superestructuras hospitalarias. Sin embargo, los grandes presupuestos se dirigen hacia los hospitales y se vacía del contenido económico necesario el resto de la asistencia. Diría más, incluso a nivel institucional, no se tuvo la intuición suficiente para dar opción a un cambio posterior que permitiera planteamientos y reformas consecuentes con la evolución socio-económica previsible. La situación actual y los pasados conflictos en el área sanitaria dan fe de ello, en gran medida. El sistema sanitario ha demostrado ser un gran “monstruo”, difícilmente manejable (gestionable), en tanto que tiene tentáculos anclados en multitud de intereses, tanto económicos como socio-profesionales o de filosofía asistencial.

La situación actual se objetiva en una gran estructura sanitaria, de difícil gestión, con una capacidad especializada en “respuestas terminales” a la enfermedad con poco potencial preventivo y de atención primaria, impregnada de intencionalidad curativa, pero falta de capacitación para promover la salud.

Los nuevos tiempos, que a nivel sanitario se apoyarían en la conferencia de Alma-Ata, con su lema de “Salud para todos”, requieren un cambio considerable en la filosofía asistencial. No se puede negar que en los últimos años hemos vivido un proceso evolutivo sin precedentes, sobre todo, a nivel tecnológico y de servicios. Pero cabe preguntarse: ¿Ha servido este para hacer al hombre más libre, más integro, más dueño de sí mismo? Las respuestas pueden ser varias, pero nunca un sí rotundo, en todo caso un “sí, pero…”.

La salud se ha visto incrementada, pero no lo suficiente. Han desaparecido enfermedades y se han controlado otras, pero han aflorado patologías desconocidas basadas en gran medida en el sistema de vida. El ciudadano tiene más información, pero no toda la precisa y necesaria. La enseñanza está más al alcance de la mano, pero no es la adecuada para “ser”, sino más bien para “estar”. La riqueza se ha incrementado, pero no está bien repartida. Etc., etc. de “peros…”.

Por tanto, cuestionemos la situación, critiquémosla y sacaremos conclusiones que nos permitan redefinirla y estructurar un sistema sanitario integral, adecuado a nuestras necesidades como ciudadanos de pleno derecho. Pero no caigamos en el error típico de criticar para que otros hagan… La crítica debe aportar alternativas en las que nos hemos de implicar. Nadie tiene derecho a exigir que se construya algo a su gusto si no participa en ello de forma decidida.

En estos días se han celebrado varios foros de enfermería en nuestra provincia. En ellos se han intentado analizar los 38 objetivos que se han planteado cumplir los países del área europea de la OMS y la implicación que enfermería tiene en ellos. Las conclusiones, que espero sean publicadas en su día, han sido varias. Además de quedar de manifiesto el entusiasmo de un colectivo de profesionales por aportar algo para mejorar la salud de sus conciudadanos, yo me atrevería a desprender dos importantes conclusiones:

1. Educación para la salud.

2. Potenciación de la atención primaria.

La educación para la salud es un concepto que engloba una “filosofía de vida”, una actitud, tanto colectiva como individual, encaminada a dar a conocer al individuo y su medio, aspectos relacionados con su “funcionamiento” bio-psico-social para hacerle más conocedor de sí mismo y de forma más integral. Esto hace replantearnos la enseñanza en las propias escuelas, la utilización más eficaz de los medios de comunicación en este sentido, la concienciación del ser humano al respecto. Un ser es más libre en cuanto más autonomía y conocimiento de sí mismo tiene, lo que le lleva a una mayor independencia. Por otro lado, los técnicos en salud tenemos un papel de principal importancia en esta educación. Nuestra función educativa, tanto del individuo sano como enfermo, debe ser asumida y respetada en su totalidad, para lo cual nuestros propios sistemas de formación deben de reajustarse y ser enfocados en ese sentido de forma más decidida.

Potenciar la atención primaria implicaría ir desplazando el eje sobre el que pivota la asistencia, desde el medio hospitalario al extrahospitalario. Este es un proceso lento, pero debe ser decidido. Los resultados se plasmarían a medio y largo plazo, asumiéndose en atención primaria la mayor parte de la resolución de los problemas de salud y apoyándose en la atención secundaria y terciaria para los casos más complejos. Al mismo tiempo, cabe suponer que se podría llevar a término un corrimiento paulatino de los presupuestos económicos con arreglo a la situación, sin quedar descapitalizado en ningún caso el medio hospitalario.

Es evidente que los centros de salud, donde se debe realizar la atención primaria, son pocos y están mal dotados aún. Pero de nada nos servirá rodearnos de estos centros si no les llenamos de contenido. Se necesitan unos profesionales con un nuevo sentido de la asistencia, capacitados para ella, enfocada hacia la promoción y prevención de la salud, además de la curación y rehabilitación. Esto implica la inclusión de otras profesiones no tan comprometidas, hasta hoy, en la asistencia sanitaria; me refiero a psicólogos, veterinarios, sociólogos, asistentes sociales, etc.

No obstante, la creación de un centro de salud, por sí solo, no puede garantizar la consecución de los objetivos descritos. Se necesita una cooperación multisectorial, una actitud más participativa de la población, incluso un incremento de la cooperación internacional para resolver los problemas comunes. No se puede dejar solos a los profesionales de la salud, hay que apoyarlos, dotarlos de los medios adecuados cuando los objetivos son claros. La Administración debe mantener una política sanitaria consecuente, con miras al futuro, planificando un proceso metódico que permita el cambio paulatino del sistema. En ello estamos y eso queremos los profesionales. Esperemos que la Administración dé nuevos impulsos a la atención primaria, que los frenazos perceptibles sirvan para tomar nuevas fuerzas y evitar errores, pero en ningún caso que se aborte la reforma del sistema sanitario.

 

Antonio Porras Cabrera

(Agosto de 1987)

¡Vade retro, farsantes!

Forges, genial, como siempre lo fue.  ==================== La gente de mi generación anda algo cabreada, yo diría que, incluso, indignada....