sábado, 25 de octubre de 2025

¿La tauromaquia es un anacronismo?

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 25 OCT 2025 7:01

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/10/25/tauromaquia-anacronismo-123000711.html

Viñeta de El Roto

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Todo aquel que es cruel con los animales, no puede ser un hombre bueno

(Arthur Schopenhauer)

 

Pleno del Ayuntamiento de Lora del Río, 16 de octubre, un vecino grita: «viva la sanidad pública», aplausos y un segundo viva… después, el alcalde de la localidad (del PP), Antonio Miguel Enamorado, suponemos que de los toros, abre su micrófono y dice: «sí, y viva Morante, Morante de la Puebla». Subrepticiamente plantea una diatriba, en plan Torrente: «Salud pública versus tauromaquia», que no sabemos hasta qué punto se ancla en la ideología de su propio partido. Sobre el tema de la salud pública ya he escrito. Hoy toca, pues, hablar de los toros. Solo he ido en dos ocasiones a ver un festejo taurino y quedé con mal sabor de boca.

Drama y muerte de ‘El Yiyo’

Tampoco soy de ver corridas por la tele, pero tuve la desagradable experiencia de ver en directo la cogida a El Yiyo (José Cubero), que le costó la vida al instante, cuando un toro le partió el corazón de una cornada hace ya 40 años, dejándome impactado. No sé si el lector recuerda aquellas desgraciadas y funestas imágenes. Aunque soy ‘antitaurino’ no solo por eso, sino por convicción, por mi ética y principios. El espectáculo de los toros, cuando hay sangre, maltrato y tanta agresividad me causa un absoluto rechazo.

Es claro que desde tiempos inmemoriales el hombre se ha enfrentado a la bestia como forma de mostrar su dominio sobre ella. Estos retos podrían ser asumibles, para mí, cuando no hay un deleitoso maltrato y el combate se hace en buena lid, imponiéndose la inteligencia, como por ejemplo, los retos con requiebros a cuerpo descubierto, forcados, garrocha y otros donde juega la pura habilidad y el engaño sin derramamiento de sangre, aunque he de reconocer que me ponen nervioso y me estresan dado el riesgo de una cogida, por lo que no suelo verlos. En todo caso, me causa gran pesar ver cómo un bravo animal es picado, banderilleado, burlado y estocado a muerte con una aparatosa parafernalia que embriaga a un público chillón, arrebatado de entusiasmo, que disfruta de tan sanguinario espectáculo. Pero, aceptemos que cada cual, en función de su propia personalidad, principios y valores tiene sus gustos.

La cultura popular del toreo

Hay quien dice que los toros forman parte de nuestra cultura. Pero, tal vez, deberían tener más claro de qué cultura se habla. La cultura, entendida en su sentido clásico, es una cosa y la cultura popular o de masas es otra. La RAE (sigo recurriendo a ella) determina cuatro acepciones de cultura como: 1. f. cultivo; 2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico; 3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. y 4. f. desus. Culto religioso.

Como puede verse, a primera vista, el toreo no cabría nítidamente en ninguna de ellas. Pero sí podría encajar en la llamada cultura popular, que no es en sí misma una cultura esencial desde el punto de vista intelectual, sino como hábito o costumbre; o sea, según la propia RAE, sería una especie de subcultura definida como «Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo». Aquí si cabe incluirla.

Pero, ¿todos los hábitos y costumbres de un pueblo, adquiridos a través de la historia, son inamovibles?, ¿son respetables y lógicos dentro del proceso evolutivo de las sociedades que transitan desde el pasado al futuro? La evolución de una sociedad incluye cambios de principios y valores en consonancia con un mayor desarrollo intelectual en la doble dimensión de individuo y sociedad.

Cada vez, a través del pensamiento lógico, se va imponiendo más la concepción holística, esa visión del cosmos como un todo, que se aplica a la propia naturaleza y los seres que la habitan en comunión de intereses y bajo conductas acordes con tal percepción. Ello genera una actitud de respeto hacia los otros, tanto del mundo animal como vegetal, que nos lleva a modificar los parámetros que definen nuestra propia cultura popular hacia otra más afín a esos nuevos principios.

Anacronismo en la cultura popular

Por tanto, siempre es buen momento para cuestionarse determinados hábitos o costumbres que enmarcan esa cultura popular y que son claramente rechazables y anacrónicos, dentro de un humanismo emergente, que va más allá de la propia persona, para imbricarse en el todo que nos contiene. Uno de los elementos definitorios de la nueva era ha de ser la aparición de la compasión como forma de entender la relación con los demás, extensible a todo ser viviente. Lo que implica una sensibilidad especial, que trasciende la prepotencia y soberbia del ser humano, para llevarlo a la sabia razón de quien piensa y crece a través de un criterio evolutivo propio, pero inmerso en la nueva y responsable sociedad del respeto. Decía Paul McCartney que «Se puede juzgar el verdadero carácter de un humano por la forma en la que trata a sus compañeros animales».

No es de recibo que una persona, sensible, racional y emotiva a la vez, se deje llevar por el placer de la violencia, la sangre y el sufrimiento de cualquier ser vivo. Si disfruta con ello habría que plantearse si sus valores son los adecuados o abriga en su interior un componente sádico enmascarado. Lo que me lleva a preguntarme: ¿existe un instinto agresivo en el ser humano, una tendencia a inferir daño a otros como forma de reafirmar el propio poder y, por ende, su ego y anhelada deidad? Tal vez esa sea una explicación a tales conductas, proyectado nuestra agresividad social en el animal que ejerce de chivo, en este caso toro, expiatorio donde sublimar nuestros instintos.

Tradición y maltrato animal

Ampliando la visión, en España, hay muchas y variadas tradiciones donde prevalece la violencia sobre los animales, si bien ya se ha conseguido eliminar algunas especialmente crueles. Traigo a colación: Bous al carrer, bous a la mar, toros embolados, ensogados o enmaromados. El famoso toro de la Vega en Tordesillas, perseguido y alanceado por caballistas ufanos de su hazaña, que en la actualidad se celebra como un encierro: sin muerte ni arponcillos. Dentro de estos crueles ‘divertimentos’, a veces con competición incluida, tenemos el ya reconducido ‘Antzar Eguna’ (día del ganso) en Lekeitio, donde hasta 1984 se arrancaba la cabeza a gansos vivos, actualmente se les sacrifica antes, o se usan unos de goma. Del lanzamiento de una cabra desde una torre, ya prohibida desde el año 2000, ni hablo.

Que las sociedades y su sensibilidad en el trato con el mundo animal cambian es una evidencia. En mi infancia, a mediados del pasado siglo, los niños apedreaban a los perros y gatos callejeros, actos totalmente censurables en la actualidad.

Defender estas conductas en base a la tradición y la cultura popular es más que cuestionable y, bajo mi opinión, innoble. La mayoría de estas, «llamadas tradiciones», son arcaicas, que ya se deberían haber superado… La tradición se quebranta cuando sus actos no encajan en la evolución de la sociedad. Los seres humanos evolucionamos y cuando hay gente que frena esa evolución, que pone palos en las ruedas y reivindica estas «animaladas» (propias de los humanos y no de los animales) solo cabe considerarlas extemporáneas y cruentas, que, posiblemente, anclen sus instintos ominosos en una cultura popular del pasado.

Un futuro de respeto a los seres vivos

Se le adjudica a Leonardo da Vinci una interesante y premonitoria frase: «Llegará un día en que los hombres conocerán el alma de los animales y entonces, matar a un animal será considerado un delito, como matar a un hombre. Ese día la civilización habrán avanzado».

En esta España nuestra, cargada de tradiciones anacrónicas, no podremos prohibir las corridas de toros, pero sí sembrar la semilla de la crítica racional a tal barbaridad, bajo mi criterio, para que, en un futuro, se acabe rechazando esa práctica como ya está pasando en muchos lugares, en pos de una mejor y más evolucionada sociedad. Mientras tanto… yo seguiré sin ir a los toros, a no verlos por la tele, aunque cada vez sean televisados con más frecuencia por Canal Sur. Concluyo con una frase atribuida a Charles Darwin: «El amor a todas las criaturas vivientes, es el más noble atributo del hombre».

 

1 comentario:

David dijo...

Un artículo muy interesante Antonio. Vaya por delante que me considero antitaurino como tú y que de hecho en mi vida solo he ido a una corrida de toros en directo, cuando todavía se hacían corridas en Cataluña. Cada decir que la liturgia antes de empezar la corrida si puede tener cierto interés por su coloridopero lo que es corrida en si misma me parece un espectáculo violento, sangriento y deleznable, análogo a lo que podria ser el circo romano en su época.

Pero contestando a la pregunta de si la tauromaquia es un anacronismo en la actualidad en mi opinión es un sí ritundo. Aunque si se formula esta pregunta a un/a amante de los toros te diría justamente lo contrario apelando a la perpetuación de la especie animal, la tradición, el número de familias que viven de la tauromaquia, etc. (Ideologías aparte)

En mi opinión el problema de la tauromaquia es otro y ese quizás no admita tanta discusión. Es un "espectáculo" que no es rentable económicamente a día de hoy. Sólo hay que ver el número de "festejos" taurinos y de espectadores va a la baja año tras año y que en algunos casos no se sostiene si no es gracias a las subvenciones públicas (Sanidad va tauromaquia). Obviamente el motivo de este descenso es que la sociedad actual tiene otras formas de entretenimiento diferentes yque se alejan mucho del gusto por el toreo y esa realidad es tozuda y hará que la tauromaquia con el paso del tiempo sea cada vez más residual.

¿La tauromaquia es un anacronismo?

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