Opinión | Tribuna
Publicado
en el diario la Opinión de Málaga el día 11 OCT 2025 7:00
https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/10/11/razonamiento-contrafactico-122501863.html
“Nuestra
vida está cargada de cruces de caminos en los que hemos tenido que decidir cuál
de ellos tomar”
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Cruce de caminos. / James Wheeler |
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La psicología tiene la mala
costumbre de ponerle nombres raros a las cosas. Bueno, aclarémoslo, se trata de
ese razonamiento hipotético que hacemos cuando decimos ¿Qué habría sido de mí,
o habría pasado en mi vida, si en lugar de tomar aquella decisión hubiera
tomado otra resolución alternativa en aquel momento? Es decir, si en lugar de
casarme con mi esposa o esposo lo hubiera hecho con aquel o aquella chavala tan
maja que me andaba a la zaga, por poner un ejemplo. Aunque podemos hablar de
todo tipo de decisiones importantes que marcan la existencia. Por tanto es un
razonamiento contra un hecho determinado que condicionó tu vida, ya que podría
haber sido diferente si hubieras tomado otra decisión o actitud, si se hubiera
producido otro hecho, que tenías como alternativo en ese momento.
Nuestra vida está cargada de cruces
de caminos en los que hemos tenido que decidir cuál de ellos tomar. Nos casamos
con una persona, estudiamos o no una carrera, resolvemos coger un trabajo u
oficio, optamos por vivir en una ciudad, nos rodeamos de amigos, etc. En suma,
diseñamos y elegimos un proyecto de vida que, a la larga, nos gratifica, o no
lo hace; estamos contentos con la evolución de las cosas, o no lo estamos; nos
sentimos felices con nuestra existencia o desgraciados… o, en todo caso,
podemos estarlo a medias tintas.
¿Qué habría pasado si…?
Ciertamente, cuando nos hacemos esa
pregunta sobre cómo habría sido nuestra vida si tal cosa se hubiera dado… nos
podemos imaginar una evolución de los hechos que vamos controlando o
imaginando, puesto que nuestra mente es la encargada de montarse la película
que nos interesa, partiendo de la situación ideal o añorada que se daba en ese
momento. En este caso, somos nosotros los dueños y gestores del pensamiento y
lo modulamos y orientamos hacia donde nos pueda interesar, tal vez idealizando
el proceso alternativo que vamos fraguando in mente. Asunto falaz, pues no es
objetivo ni puede serlo, aunque podamos, incluso, valorar otras informaciones
complementarias. Por ejemplo, en el caso del novio o la novia que se quedó en
la estacada, podemos recabar información y analizarla, cruzándola con nuestra
propia evolución, y deducir cómo hubieran ido las cosas. Pero seguimos
idealizando el asunto, sobre todo cuando la vida no nos va todo lo bien que
quisiéramos, aunque también puede ser un sano ejercicio comparativo inducido y
producido por la mera curiosidad especulativa, sin más.
El hecho es que, ese razonamiento,
es totalmente falsario y, por ende, escapa a la realidad que pudiera haberse
dado en las circunstancias que imaginamos. Parece como si, anclados en aquel momento,
diseñamos y manipulamos nuestra hipotética historia para llevarla a donde nos
interesa colocarla y satisfacer esa curiosidad. Pero no la sometemos al crudo
contacto del día a día, a la necesidad de confrontación de ideas, de evolución
personal, de resolución de conflictos… en suma a la convivencia diaria, o sea a
la prueba del nueve. Y es ahí donde está la clave, en la gestión de esa
convivencia diaria. No podemos establecer una hipótesis con garantía de
veracidad sobre un supuesto que no se ha vivido. El proceso evolutivo en la
relación de pareja, por seguir con el ejemplo, es desconocido y sometido a
vaivenes inimaginables dada la gran diversidad de casos y causas que podemos
vivir concatenando una relación, en cierto sentido, bastante imprevisible y
sujeta al azar y el influjo de circunstancias muy vinculadas al entorno y a la
propia personalidad de cada cual.
Proceso evolutivo convergente
versus divergente
Es decir que el proceso evolutivo
personal y de pareja, si bien deberían ir de la mano, no han de ser
forzosamente equiparable, pues cada cual debe fraguar su propia evolución en
base a sus expectativas existenciales personales y a su propia idiosincrasia,
aunque si es en pareja bien avenida, puede ser paralelo o convergente, mientras
que si se dan conflictos y choques conlleva divergencias que pueden deshacer la
pareja o llevar a una convivencia menos gratificante o a la infelicidad. Es
aquí cuando puede aflorar ese razonamiento contrafáctico que busca, desde un
punto de vista imaginario, una presumible alternativa gratificante que se
desechó en su día, como forma de escape de la desagradable situación presente,
que no deja de ser producto de una determinada gestión de la relación habida,
tal vez, poco inteligente.
Lo curioso es que solemos recurrir,
por lo general, a ese ensayo imaginario cuando las cosas no van bien, cuando
esa gestión no ha dado sus frutos y parece que buscáramos en nuestro interior
otra oportunidad fantaseada para, inconscientemente, escapar de esa situación,
inventando alternativas falaces o ficticias. Craso error. Si nuestra vida
empezó a fraguarse en el ayer, ese ayer ya no existe, ni somos los que éramos,
ni estamos donde estábamos, ni las otras personas siguen esperándonos. Nuestra
vida es la actual, con nuestras bondades y miserias, con los resultados
obtenidos a lo largo del tiempo, nuestra casa, nuestra familia, nuestros
amigos, nuestro trabajo, nuestros errores y nuestros aciertos… nuestra esencia
como ser humano evolucionado a través de las vivencias; en suma, nuestra evolución
personal en interacción con el entorno que nos fue dado. En contraposición está
otra imaginaria evolución que, como tal, es irreal y fantasiosa.
Valora lo que tienes
Mirar hacia atrás en plan anhelante
es puramente ilusorio. La clave, bajo mi punto de vista, está en saber valorar
lo que se tiene, donde se está en este momento y cuáles son las alternativas
que se pueden estimar en la toma de decisiones, si de ello se trata, incluso la
ruptura, pues no siempre el gratificante, digna y respetuosa la situación. En
todo caso, cualquier buena evaluación de una situación pasa por apreciar lo
positivo y como reconducirla hacia el lugar adecuado. Hacer hipótesis de
fantasías ilusorias es contraproducente, pues, en todo caso, lo que hará será
separarnos más de la realidad que nos rodea y situarnos en un mundo irreal,
ficticio y carente de solidez para resolver el conflicto o la cuestión que nos
planteemos.
Es cierto que la fantasía es una
forma de vivir la vida en plan “sueño despierto”, de sublimar el trauma que
castiga al inconsciente. O bien un sistema íntimo de llenar los espacios
vacíos, que nuestras vivencias nos han ido dejando, después de haberse abierto
la puerta a esa experiencia. Es bueno porque hay que matar el deseo y
satisfacer esa fantasía para abolirla, pero el riesgo está en que no la
dominemos y nos lancemos a una búsqueda imaginaria de situaciones idílicas que
nos separe de nuestra vida real, con su cierto nivel de insatisfacción y
descontento.
La ilusoria fantasía
Por tanto, piensa en tu viejo amor
si quieres, pero no fantasees con que las cosas te habrían ido mejor, pues no
tienes ni idea de cómo habrían resultado las interacciones que la convivencia
te hubiera deparado. Valora lo que tienes y obra en consecuencia, porque puede
que sea tu incompetencia, en el devenir diario, la que te ha llevado a esta
situación de insatisfacción personal o fracaso. Si es así, también es posible
un fracaso en el próximo intento y solo te resultará satisfactorio el
imaginario y fantasioso, el inventado, porque tú dominas tu pensamiento y lo
diriges hacia el resultado que te apetece, y eso es jugar con trampa. No mires
para atrás, salvo para aprender y usarlo en el futuro. Desde el presente, mira
hacia delante, que es lo que te espera y lo que has de gestionar… hoy, como
ayer, la decisión es básica en cualquier cruce de caminos.
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