sábado, 27 de septiembre de 2025

Genocidio en Tierra Santa

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el día 27 SEPT 2025 7:00

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/09/27/genocidio-tierra-santa-121997095.html

Los libros sagrados de los judíos son la coartada perfecta para los integristas del gobierno de Netanyahu

Palestinos en el Hospital Al Auda del campamento de refugiados de Nuseirat junto a un muerto por los ataques del Ejército de Israel contra la Franja de Gaza. / Europa Press

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He de reconocer que aquel 7 de octubre de 2023, viendo la masacre que produjo Hamás entre la población de Israel, con 1195 personas asesinadas a sangre fría y el secuestro de 251 israelitas, me causó, no solo espanto y dolor, sino rabia, desprecio y el más absoluto rechazo hacia unos criminales terroristas que se cebaban con la población civil, canalizando un odio secular que sigue tan arraigado en Tierra Santa.

En aquel momento pensé, y lo sigo pensando, que Hamás debe desaparecer como organización y que Israel tenía derecho a defenderse de esos ataques irracionales y terroríficos, aunque se desarrollaran en un marco histórico complejo de violencia y confrontación al que Israel no es ajeno. Esperaba, expectante, la reacción de Netanyahu y su gobierno. El hecho de que el propio Netanyahu estuviera sometido a una presión judicial importante en su país, por presumibles prácticas delictivas, me llevaba a esa expectación. ¿Podría utilizar este acto terrorista para iniciar acciones de castigo contra la propia Gaza, como era habitual?

La Biblia y la violencia

Mas nunca imaginé hasta donde sería capaz de llegar este sujeto sin escrúpulos, de bajos instintos humanos y carente de compasión y sentido de la equidad que predica su propia religión en la Ley del Talión: “Ojo por ojo y diente por diente”. Claro que, el Antiguo Testamento, también alienta la destrucción y muerte del enemigo por mandato divino con objeto de ocupar la Tierra Prometida. Lo deja claro en el capítulo 20 del Deuteronomio, cuando indica cómo ha de actuar Israel en el asedio de una ciudad, en los versículos del 10 al 20.

Hablando del Deuteronomio, libro sagrado que integra el Antiguo Testamento, solo citaré algunos versículos, del referido capítulo 20. Si bien el versículo 10 alude a que antes de entrar en combate ha de ofrecer la rendición y paz, el 11 predica que, una vez sometidos, ha de hacerlos tributarios y serviles; en los versículos 16 y 17 dice: «¹⁶ En cuanto a las ciudades de estas naciones que Yavé, tu Dios, te da como heredad, no dejarás en ella un alma con vida, ¹⁷ sino que las consagrarás al anatema, a los jeteos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos, como te ha mandado Yavé, tu Dios». También, en la toma de Jericó, Yavé ordena a Josué (Josué: 6, 17): «La ciudad será dada por anatema a Yavé con todo lo que hay en ella; solo quedarán con vida Rahab la prostituta y los que estén en su casa, por haber escondido a los exploradores que habíamos enviado”. Esta falta de compasión, con carácter exterminador y de sometimiento del rendido, ¿conlleva el supremacismo del pueblo elegido y su pureza de sangre?, me pregunto.

Los libros sagrados de los judíos son la coartada perfecta para los integristas del gobierno de Netanyahu, que se anclan a un anacronismo religioso ajeno al espíritu de los tiempos actuales. Con una fe ciega y un ajuste al pie de la letra de lo que dicen esos textos, son incapaces de comprender el sentido universal del ser humano. Aceptan como dogma ser el pueblo elegido por Dios, por encima de cualquier otro pueblo, lo que les otorga carta blanca para actuar según su interpretación y aplicación del mensaje bíblico.

Conducta y credo religioso

Esa visión o concepción de la vida y las relaciones humanas, entre ellos mismos y con el resto del mundo, es la que determina su conducta en Gaza, bajo mi punto de vista. La llegada al poder del sionismo dogmático que pretende la instauración del Estado del Gran Israel en los territorios prometidos, conlleva una actitud cercana a lo que ya he descrito como forma de actuar para ocupar de nuevo la Tierra Prometida y eliminar a los seres humanos que la habitan.

Ellos no consideran lo ocurrido después, desde el advenimiento de Cristo, la instauración del cristianismo, y el surgimiento del Islam. Dos religiones que brotan del Libro Sagrado a las que se les llama, junto al judaísmo, las religiones del libro o abrahámicas. El hecho es que todas ellas tienen relación con la llamada Tierra Santa. Según el credo musulmán, Mahoma ascendió a los cielos desde la Piedra Angular ubicada en la Mezquita de la Roca de Jerusalén. Para los cristianos es un lugar sagrado en tanto Jesucristo nació, vivió y murió allí, desarrollando toda su vida y prédica en esos lugares. Por tanto, esa tierra, en sentido estricto, debe ser patrimonio de las tres religiones si consideramos el discurso semita, pues las tres son descendientes de la misma Biblia, de la misma historia religiosa.

Tal vez por eso se haya convertido, en muchas ocasiones, en tierra de sangre y muerte. Las religiones, que, en su credo y fe, se reivindican como las verdaderas, han sido excluyentes, calificando de infieles a los no creyentes en su dogma. Las tres, a la vez, se sienten con derecho sobre Tierra Santa, por lo que el dominio y control de la misma siempre ha sido una necesidad de tipo religioso para facilitar el culto a sus creyentes. Convertida en un campo de batalla secular desde la antigüedad, vivió, en nuestra era, la ocupación romana, la expulsión de los judíos o diáspora, las cruzadas cristianas y finalmente la ocupación del imperio otomano hasta su caída tras la primera guerra mundial, dejando el lugar en una situación muy comprometida y más aún tras la descolonización inglesa.

Por otro lado, del impacto que produjo el holocausto y la compasión que generó, llevó a la ONU a dar una solución de “habitabilidad” política al pueblo judío, apadrinando el Estado de Israel casi en línea con el sionismo fundado por Theodor Herzl a finales del XIX, y planteó la solución de los dos Estados, uno judío y otro palestino. No fue posible y la confrontación llevó a varias guerras, en las que Israel fue ganando terreno, haciendo caso omiso a la ONU.

La Tierra Santa ya no es santa

Tras tanta muerte y desolación, el apelativo de Tierra Santa pierde su sentido, ya que, este lugar cargado de historia, ha sido un espacio continuo de confrontación, sufrimiento y sangre derramada a lo largo de los siglos. Puede que, en tres milenios, no exista otro lugar donde se haya derramado más sangre en nombre de dioses que predican el amor. Lo que no deja de ser una incongruencia, una paradoja entre el amor y el odio. Mas en estos tiempos no es solo eso, pues se conjuga ese integrismo religioso encapsulado y resistente a la argumentación lógica, como suele ocurrir con toda religión basada en el dogma incuestionable de la fe, con una geoestrategia política y de intereses comerciales donde la zona tiene un especial protagonismo.

Ahora, ante lo que está sucediendo tras el ataque de Hamás, el alma se queda helada. Es incomprensible cómo se ha producido todo y hacia donde nos lleva, con un visionario como Trump detrás pensando en resorts y campos de golf, construidos sobre las ruinas, la sangre y la muerte de miles de inocentes.

Hay preguntas carentes de respuesta: ¿Cómo es posible que el servicio de inteligencia de Israel, con la tecnología que tiene a su disposición, no se enterara de la planificación del asalto de Hamas, con la dimensión que tuvo? ¿Por qué el ejército estaba desprevenido? Podemos elaborar extrañas conclusiones.

El ataque de Hamás y los secuestros, merecedores de justicia, han sido excusas o argumentos perfectos para perpetrar el genocidio. El gobierno israelita se está pasando. Mata indiscriminadamente, siembra el terror, la muerte y destrucción entre la población civil, arrasa ciudades y pueblos, provoca la hambruna y la muerte de niños y mayores, humilla al inocente y sigue sembrando y cultivando el odio ancestral que reina en la zona.

Y… ¿cómo se resuelve esto? Tal vez apartando del poder a los sociópatas insensibles, alejando a los integrismos religiosos o políticos de la mesa de decisiones, reconduciendo a la gente de buena voluntad hacia la mesa de la negociación y del encuentro, creando dos Estados en paz e igualdad. La paz impuesta no es paz verdadera, es sumisión del vencido, la verdadera paz es la consensuada desde la igualdad y el respeto.

El pueblo judío no es culpable, es el gobierno de Israel. Pero el estigma de la historia amenaza a los judíos con su trascendencia. Ojalá reaccionen cambiando este gobierno por uno de paz y humanismo.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico artículo. Los atentados fueron la provocación del genocidio actual. Pero siempre quedan preguntas en el aire: ¿ A quien la beneficiaba ese atentado tan cruel, si Hamás no ha respondido al ataque israelí, donde están las armas de Hamás? ¿ Y los mil quinientos secuestrados que Israel tiene, entre ellos niños menores que es de ellos? Antonio, te felicito, es un artículo necesario para saber sobre el tema que nos acerca a la barbarie.

Anónimo dijo...

Excelente artículo. Siempre me he preguntado algo que manifiestas aquí: cómo nadie se dio cuenta de lo que se venía... Cuando uno cocina en su cocina, sabe cómo sazonar la comida... A buen entendedor sobran palabras.

Genocidio en Tierra Santa

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