sábado, 6 de septiembre de 2025

El enfermo y paciente

 

Opinión | Tribuna

Por: Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 06 SEPT 2025 7:00

https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/09/06/enfermo-paciente-121282325.html

Podemos definir la paciencia como la ciencia de mantener la paz ante la adversidad. Y en los últimos tiempos el ejercicio de la paciencia es obligado en el paciente para no perder su paz interior.

España cuenta con más de 292.700 personas en las listas de espera para los servicios y ayudas para la dependencia. / / ARCHIVO

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La palabra paciente tiene una doble acepción, por un lado es un sustantivo con el que se identifica a la persona que padece una enfermedad, pero, a la vez, es un adjetivo referido a quien tiene paciencia. Por tanto, quiero otorgar el doble sentido de la palabra al que sufre una patología y requiere acudir a los servicios sanitarios. De hecho es un paciente, que padece enfermedad, y un sujeto que ha de ejercer la paciencia durante el proceso de atención de la misma. De una forma humorística, si quiere el lector, podemos definir la paciencia como la ciencia de mantener la paz ante la adversidad. Y en los últimos tiempos el ejercicio de la paciencia es obligado en el paciente para no perder su paz interior.

Las listas de espera y la estrategia de la distracción

Pongamos como ejemplo las listas de espera, que en la campaña electoral se comprometían los listos políticos a eliminarlas, al menos era una consigna de nuestro amado presidente de la Junta. La realidad es que se han disparado. No solo se complica el conseguir cita para el médico de familia, que debería ser inmediata para valorar la emergencia y gravedad del caso desde el docto conocimiento del facultativo, sino que cuando te la dan puede que la dolencia se haya resuelto por arte de magia, o sea por ‘autosanación’. De la lista quirúrgica no digamos. En las especialidades, aunque en la petición de consulta te identifiquen como preferente, la lista se impone. En pruebas complementarias habría mucho que decir, no solo por la tardanza en asignarte cita, sino por el desvío a la privada que, como en mi caso, resultó una praxis cuestionable y hube de acudir a urgencias tras la gastroscopia. La demora de las analíticas y demás pruebas complementarias de uso mayor, también dejan bastante que desear…

Dicho esto, parece que haya una estrategia para distraer a la ciudadanía de los temas de especial interés. El ruido, los tertulianos que asumen y practican la confrontación política, hace que nos enfrasquemos en un debate sobre las conductas mediáticas de los políticos: insultos, exabruptos, descalificaciones, escaqueos de la responsabilidad, dialéctica de twitter, maldades torticeras, etc. en lugar de hablar y debatir sobre políticas concretas que afecten a la gestión de recursos y/o las obligaciones de los políticos.

Lo importante es la política, no el político

Hablamos continuamente de los políticos, cuando lo verdaderamente importante es la política a desarrollar y los programas y responsabilidades enfocados a tal fin. Si hablamos de ellos no hablamos de ella.

Porque lo substancial que todo ciudadano ha de considerar son las políticas que se presentan para la resolución de los problemas, para la justa y honorable gestión de los recursos públicos y el afrontamiento de las contingencias que se van desarrollando a lo largo de una legislatura. Hablar de contingencias quiere decir considerar los diferentes momentos que se muestran en función de un entorno cambiante y sometido a la permeabilidad que todo sistema abierto tiene. La gobernanza es una acción dinámica y, en cierto sentido mudable por no decir lábil, dada la complejidad del entorno, sometido a tantos y variados elementos que lo condicionan. Por eso es cambiante y requiere una continua adaptación y, a veces, a toma de decisiones contradictorias por parte de los políticos.

Lo importante en estos casos, son el mantenimiento de políticas enfocadas al bien común y a la resolución de problemas en consonancia con ello. Entiendo que nuestra obligación, como ciudadanos responsables y soberanos con derecho al voto, es analizar esas políticas que se nos ofrecen y actuar racionalmente, sin dejarnos llevar por la manipulación de los políticos que pretenden el ejercicio del poder sin dejar claro para qué. Tal vez cabría decir: «por sus hechos los conoceréis», pero en el ejercicio del poder… ya se sabe. En todo caso no deberíamos ejercer de hollinan.

El paciente usuario del servicio de salud

Dicho esto y dentro de ese abanico de temas importantes en la gestión política, está el servicio de salud, la asistencia sanitaria que, como ya he mencionado, es muy cuestionada en los últimos tiempos por su progresivo deterioro y la sospecha de estrategias espurias para, a través de ese deterioro, potenciar los servicios de la sanidad privada. Es un tema de interés para el debate y para asumir una realidad que puede y debe condicionar el voto en apoyo de políticas sanitarias de salud pública y ausencia de enfermedad.

Ya, de por sí, acudir al médico, o a cualquier otro servicio sanitario de pruebas diagnósticas, es estresante. Padecer una enfermedad, ya sea aguda o crónica, causa inseguridad y preocupación, bien por su evolución o por las limitaciones a que nos somete. Ello hace que, a veces, no seamos suficientemente considerados con los profesionales que nos atienden, pero, salvando ese detalle, hemos de ser exigentes con el tiempo de espera, el trato y acogida que se nos brindan. Es evidente que hay cosas manifiestamente mejorables, pero requieren de voluntad y recursos para ello. A eso han de responder las políticas sanitarias sustentadas en programas e ideologías con contenido de justicia social y solidaridad.

Habiendo sido profesional asistencial y de gestión del medio hospitalario durante tanto tiempo, es un tema doloroso para mí en un doble sentido, dado que también soy usuario. El deterioro asistencial es manifiesto y la ilusión que nos llevó en el pasado a luchar por un servicio sanitario ejemplar y modélico puede quedar en agua de borrajas, pues en los últimos tiempos se ha instaurado un deterioro progresivo alarmante, como ya he referido. En numerosas ocasiones he comentado la situación con mis excompañeros, que me hicieron saber su descontento y preocupación.

La dependencia del paciente crónico

Los ciudadanos y ciudadanas que, por desgracia, requerimos el uso continuado de los servicios sanitarios por padecer una enfermedad crónica, estamos sujetos a actuaciones periódicas por una dependencia inexorable del sistema de salud. Como ejemplo pongo a las personas que precisan de analíticas de sangre, estudios radiológicos o cualquier otra prueba complementaria requerida para sus revisiones. Coordinar las listas de espera, para agilizar la intervención clínica o médica, es básico para lograr la eficiencia del sistema. Pero, en toda planificación de política sanitaria se ha de considerar, además de una estructura organizacional competente para la gestión, dotar a los servicios de recursos humanos y materiales para que puedan garantizar el logro de los objetivos previstos.

Tal vez aquí andemos haciendo aguas. Creo que los recursos, además de insuficientes, no están bien aprovechados debido a una mala planificación o desidia por parte de la administración que, en muchos casos, parece tener sus intereses en otros espacios, como puede ser el desarrollo de la privada y la deconstrucción de la pública.

El déficit de enfermeras en España

Por lo general se muestra la insuficiencia de recursos humanos en la propia ratio relacionada con la población. Mientras a nivel europeo, por ejemplo, la ratio enfermera por cada 1000 habitantes es de 8,5, en España la tenemos en torno a 6,3, lo que nos lleva a un déficit de 100.000 enfermeras en nuestro país. Como curiosidad diré que esa ratio en Noruega es 21,68 según el Consejo General de Colegios Oficiales de Enfermería de España; o sea una diferencia superior a 15 puntos.

El colectivo de enfermeras formadas en España goza de una excelente reputación a nivel internacional, como lo demuestra la aceptación que tienen para desempeñar su labor en otros países avanzados de Europa, donde existe un considerable número de profesionales ejerciendo su labor. Profesionales forjados en nuestras universidades con cargo al erario público, en gran medida, y de las que se benefician otros países mientras nosotros mantenemos ese escandaloso déficit.

Otra cuestión sería cómo se administran y orientan estos recursos dando preferencia o no a la salud, con el desarrollo de políticas para su prevención y promoción, o centrándose en la curación, lo que conlleva un mayor coste e inversión. El dicho popular, una vez más, muestra la sabiduría del pueblo: «Más vale prevenir que curar».

Concluyo que, indudablemente, en estas circunstancias, el paciente se ha de cargar de paciencia para afrontar el proceso de curación. Es decir, ha de ser doblemente paciente. Ojalá se potenciara la promoción de la salud, sería mucho mejor para todos. La salud implica un bien social y económico. Mientras tanto, querido paciente, paciente, le deseo salud y bienestar…



 

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