lunes, 25 de agosto de 2025

La salud pública… lo que importa

Manifestación en Cuevas de San Marcos el 19 de agosto

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En estos tiempos de ruido intencionado para desviar la atención del ciudadano y hurtarle la reflexión sobre los importantes problemas que nos afectan, se ha de tener la templanza necesaria para evitar ser arrastrados por la vorágine que provoca el mundo de la política. Indudablemente, existe una estrategia clara y precisa para ganar un relato interesado para partidos políticos que no se dedican a gobernar sino a potenciar el desgobierno. Es la estrategia del caos. Esa reflexión ha de hacerla cada cual desde su imparcialidad, si ello es posible dado el sentido de pertenencia que se ha desarrollado en nuestra sociedad. Se han perdido, en muchos casos, la independencia y la neutralidad requeridas para el “buen pensar”, ya que persiste la sumisión a los partidos por encima de la razón, con el correspondiente sesgo confirmatorio.

Lo importante son las políticas, no los políticos

Es importante que todo ciudadano sepa discernir la diferencia entra el desarrollo de las propuestas políticas y los políticos. La política nos dice qué se propone para resolver los problemas que nos acucian. Tiene un significativo componente ideológico y humanitario, cargada de valores sociales y de esquemas organizacionales para llevarla a término. Eso es la política, el arte de resolver los problemas de la ciudadanía. Los políticos, teóricamente, son los encargados de llevarla a efecto mediante el gobierno de la cosa pública. Pero, por desgracia, muchas veces, traicionan su función y se dedican a gobernar para unos pocos o para estructuras partidistas por encima de los intereses comunes de la sociedad. Eso sí, siempre lo venden desde un relato de marketing, con el mayor número posible de medios a su alcance, donde cabe el engaño para conseguir sus objetivos espurios.

Es importante saber, o comprender, esos movimientos para no dejarse llevar por ellos, salvo que tengamos la convicción propia y racional de que es el programa adecuado para nuestros intereses. Por tanto, hablando de políticas y no de políticos, deberíamos centrarnos en el análisis de los problemas reales que nos afectan, tanto en el presente, como en la proyección de futuro, y buscar y apoyar las políticas que nos ofrezcan mayor garantía para resolverlos.

En la actualidad existen temas acuciantes. No dejemos que se nos sustraigan al debate racional, como son los servicios públicos, la vivienda, los derechos sociales y humanos alcanzados en los últimos lustros. Educación, sanidad, dependencia, igualdad, vivienda, pensiones, salarios o formación profesional para ejercer un mejor y más productivo trabajo que nos gratifique, son temas esenciales como objeto de nuestra preocupación.

Política sanitaria pública

Preocupa el tema de las políticas sanitarias públicas. Todos sabemos el deterioro que ha sufrido la asistencia sanitaria en España, país ejemplar, y envidia del mundo occidental, en el ejercicio de la asistencia sanitaria. España desarrolló, desde los años 80, con el SNS, un sistema sanitario universal y gratuito, orientado inicialmente hacia la prevención, que fue espejo modélico donde mirarse la propia Europa. Pero, en los últimos tiempos está en declive. Creo que intencionadamente, se está llevando al colapso, para abrir las puertas a la privatización al estilo norteamericano. Quien no conozca dicho sistema que lo revise, porque allá la enfermedad es un atentado mortal a la economía de la gente que no tenga solvencia económica para un seguro, en el que, incluso, puede quedar atrapado con las franquicias. El Estado del bienestar social, al estilo europeo, allá no existe ni se le espera, pues la asistencia sanitaria es un pingüe negocio. En diciembre del pasado año fue asesinato, en Nueva York, Brian Thompson, el director ejecutivo de la aseguradora de salud UnitedHealth, por parte de un asegurado descontento; aun siendo un deleznable crimen, no deja de ser un demencial síntoma del conflicto.

Tal vez, en este momento, valga la pena pararse a pensar sobre la sanidad pública. Por ello traigo a colación un acto soberano de la gente de mi pueblo que salió a la calle para expresar su pensar sobre este tema, como ya lo he expresado en las redes sociales.

Cuevas de San Marcos, una marea blanca por la sanidad

El pasado día 19, en Cuevas de San Marcos, donde habitan 3620 personas, un importante grupo de vecinos y allegados de otras localidades, se manifestó por sus calles reivindicando una sanidad pública de calidad. Fue impresionante la presencia ciudadana y la acogida entre la población exhibiendo pancartas, cánticos y consignas reivindicativas. Se nota su inquietud y desasosiego por cómo gestionan los servicios sanitarios desde la Junta y su preocupación por el futuro asistencial a nivel nacional.

Los que me conocen saben que siempre defendí la sanidad pública, donde he trabajado durante muchos años en el ámbito asistencial y luego en la gestión y la docencia.  De ello he dejado testimonios en variados artículos publicados en prensa o revistas especializadas. Fue mi vocación profesional y mi concienciación ciudadana. Concibo, pues, la sanidad pública como forma de elevar la salud del ciudadano, pues es la salud lo que se pretende, el mantenimiento de la misma a través de una vida sana. Este es el camino que lleva a la felicidad de todo ser humano. La ausencia de enfermedad es sinónimo de calidad de vida, un bien social que han de procurar los gestores políticos, por no decir un derecho constitucional a lograr aunque, la salud integral, sea una situación utópica y difícilmente conseguible. Hacia ella hemos de orientarnos.

La enfermedad es la anomalía. Pero además, en la enfermedad está el negocio de las multinacionales que comercian o mercadean con los remedios de la curación, tanto farmacológicos como asistenciales. El negocio, pues, está en la enfermedad y sobre todo en la enfermedad crónica. Por tanto, no interesa para el mismo la gente que disfruta de un estado de buena salud, sino los que tienen dolencias. Y si, además, el proveedor del servicio es una empresa privada, por esta razón, podría, siendo malpensados, no buscar la curación integral, sino la perpetuación de la dependencia para garantizar su negocio.

Por tanto, la diferencia entre la sanidad pública y la privada sería que, en la primera, se busca la salud como objetivo primordial y como objetivo secundario una curación de calidad para volver pronto al estado de salud ideal. Ello redunda en un beneficio social, bajando el gasto que conlleva la enfermedad y reduciendo el coste laboral de las incapacidades transitorias, junto al mayor beneficio que es el bienestar del ciudadano en su búsqueda de la felicidad.

La privada es un negocio

En el caso de la privada, es evidente que hablamos de una empresa de servicios que pretende, busca, y se justifica en función de los beneficios económicos que reparte entre sus accionistas, como toda empresa. Fines muy loables en el mundo que vivimos, donde el mercado prevalece sobre los propios intereses sociales de la ciudadanía, según la ideología que se tenga respecto a la gestión de los servicios y recursos sanitarios y su orientación.

Por tanto, me uno, desde aquí, a mis paisanos en su manifestación y exigencia de una sanidad pública que lleve a la salud y no solo al tratamiento de la enfermedad; a la par que manifiesto mi convencimiento de que el gestor público, en este caso la Junta de Andalucía, tiene la obligación y compromiso con la idea de salud integral y no con la privatización del rentable tratamiento de la enfermedad.

Me decanto por una sanidad pública orientada a la promoción de la salud y la calidad de vida, como forma de anteponer los intereses de la ciudadanía a los del mundo empresarial que negocia con la enfermedad. Por ello, es necesario potenciar la atención primaria como forma de descongestionar la hospitalaria y alcanzar el objetivo principal de salud pública, sin dejar de preocuparse por la curación de las patologías que nos pudieran afectar, atendidas por y desde la atención primaria hasta la hospitalaria.

Felicidades paisanos y paisanas, sé de vuestro esfuerzo por organizar este acto reivindicativo de una marea blanca, que clame por la justicia social, que implica este exigencia sobre un tema tan importante como es la salud y la gestión de recursos para mantenerla y/o lograrla cuando se pierde.

Pensemos que solo el raciocinio, junto al sentido común y la templanza del ciudadano, acabará con la política canalla de determinados políticos cuyos intereses no son los nuestros. Defendamos el desarrollo de políticas y no a los políticos que nos abruman.

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