En realidad casi se podría decir “habemus”
aunque no se sea creyente, porque el papa, de forma directa o indirecta, afecta
a toda la humanidad, dada su influencia en el rebaño que pastorea y la importancia
de este en el contexto universal. Su influencia en el mundo cristiano, donde es
un referente, se extiende, aunque sea en menor cuantía, al resto de la
sociedad, si bien los no creyentes serán más críticos con él y se dejarán
llevar por sus actos más que por su aportación a la doctrina de la fe.
Me han parecido acertadas sus
primeras palabras sobre la paz y, dada su procedencia y el halo que le
acompaña, cabe esperar de él una actitud muy constructiva dentro de las limitaciones
dogmáticas de la iglesia, que sigue marcada por una férrea estructura funcional
que preserva valores, en muchos casos, anacrónicos o bastante cuestionables
respecto a los tiempos que hoy corren en relación a la igualdad y algunos
derechos individuales de las personas, puesto que la doctrina “divina” entiende
que puede y debe intervenir, incluso, en la vida privada de la gente y sus
íntimas conductas, ya sea sexuales, éticas, morales o de rol. En todo caso, respetando
el credo que cada cual quiera practicar, desde mi agnosticismo, la idea de
religión la enmarco en mi frase: “Dios creó el espíritu libre y el hombre
inventó las religiones para someterlo”. Entiendo que el dogmatismo religioso, sea
de la religión que fuere, puede encapsular al ser humano y confrontarlo desde
la intransigencia de su verdad con otras verdades o visiones de la vida. Al
otorgarse la representación de Dios en la tierra crea un abismo difícilmente salvable,
dado que la palabra de Dios es incuestionable y ha de ser impositiva ante la lógica
duda e incertidumbre del ser humano de otro pensamiento.
Mas, volviendo al papa, es de
agradecer ese discurso sobre aspectos de política y justicia social. Tal vez el
haber elegido como nombre León XIV, sucesor de León XIII, que publicó la
encíclica "Rerum novarum", considerada el inicio de la doctrina social
de la Iglesia, sea prometedor. Eso suena bien, aunque ya se sabe que no se le
pueden pedir peras al olmo, pero sí un lindo y verde follaje que nos otorgue su
sombra. Hubo tiempo en que el olmo fue frondoso y cubrió con su sombra y
protección al mundo subdesarrollado de américa latina, a través de la Teología
de la liberación practicada por sus fieles, pero luego se convirtió en casi olmo
seco, renegando de ella. Con Francisco parece que afloró la gracia de su rama
verdecida, como decía Antonio Machado:
Olmo,
quiero anotar en mi cartera
la
gracia de tu rama verdecida.
Mi
corazón espera
también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro
milagro de la primavera.
Malos tiempos nos han tocado vivir
en esta era, donde el poder del hombre se ejerce contra el hombre, para ganarle
la partida y dominar el mundo y someter la vida. Los Trump, los Putin, los Xi
Jinping y los Netanyahu, no son de fiar, tienes escasos principios morales y
éticos y quieren regir los destinos de la humanidad según sus intereses. El
papa puede clamar, aunque sea en el desierto, con la esperanza de que esa voz,
al final, se sume a la defensa del humanismo desde un espíritu rayano en lo laico
que respete la diversidad de pensamiento, donde quepa toda la gente, en especial
la de buena voluntad.
Seguimos expectantes pero con la
esperanza de que las buenas energías se canalicen sin distinción de credo o
religión para hacer de este mundo un lugar más justo y humano. El tiempo lo
dirá…
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