Publicado el 06/01/2025 en:
21Noticias.com: https://21noticias.com/2025/01/06/mazon-un-chino-en-el-zapato-de-feijoo-por-antonio-porras-cabrera/
Todo literatura: https://www.todoliteratura.es/noticia/60463/firma-invitada/mazon-un-chino-en-el-zapato-de-feijoo.html
Galicia
digital (8/1/2025): https://www.galiciadigital.com/opinion/opinion.35865.php
Alberto Núñez Feijóo vino a Madrid
como salvador del PP. Fue un clavo ardiendo al que agarrarse cuando la pugna
entre Isabel Ayuso y Casado estuvo a punto de dinamitar el partido. Prometió
sosiego y buenos modales bajo su égida, dejando claro que su objetivo no era el
insulto, sino ganar en buena lid al maléfico Sánchez, dios y diablo a la vez,
según desde qué lado del espectro político se mirara.
Cándido debió ser Feijóo al pensar
que con los mimbres que se daban se podría construir un mejor clima, donde el
insulto, las descalificaciones, injurias y el escarnio desaparecieran; pero
algunos nos lo creímos y pensamos que al fin llegaba alguien a la derecha con
solvencia para reconducir el desafuero que se había instalado en el ejercicio
de la política. Queda en mi retina la imagen de su antecesor, Casado, saliendo
del Congreso de los diputados, como alma que se lleva el diablo, al ver como
los que antes le aplaudían ahora le daban la espalda. Solo tres personas le
acompañaron en su estampida del hemiciclo tras ser señalado por Ayuso y su
cohorte rodeando la sede del propio PP, estos fueron Ana Beltrán, Pablo
Montesinos y Antonio González Terol. El resto, que antes aplaudía, le dio la
espalda. ¡Qué dura es, a veces, la política! Desleal, interesada, hipócrita,
torticera… pero fuera, en la calle, la oscura noche es fría mientras que el
sillón del Congreso es confortable.
Feijóo, que es hombre de aquilatada
experiencia en Galicia, donde vivió y bebió importantes momentos pedagógicos de
la mano de sus buenas amistades y de la propia experiencia en gestión y
“navajeo” político en su reino galaico, se metió en el turbulento mundo de la
política nacional, intentando controlar un partido de extrema complejidad,
donde se ubican sensibilidades que van desde el centro a la extrema derecha. No
le eligieron las bases del PP, sino los cargos y líderes ocultos, como un
controlable mesías neutralizador de la trifulca. Pero esto no era su Galicia
natal, donde había mantenido a raya a un VOX irrelevante, en Madrid tenían una
gran presencia y dominio de espacios donde se cultivaba la semilla del viejo
régimen; o sea, la idea de que el franquismo era mejor que el “sanchismo”, o lo
que es lo mismo, que la democracia que emana de la propia Constitución.
Por ello, las esperanzas sobre un
cambio en el clima y confrontación irracional se fueron pronto al garete, se
diluyeron como un azucarillo en un café humeante. Se mantuvo el insulto y la
descalificación, el bloque y la política filibustera, o sea obstruccionista,
con la esperanza de hacer caer al Gobierno. Todo marchaba bien para el PP. Ganó
las elecciones autonómicas y locales; hábilmente hizo desaparecer a Ciudadanos
llevándose cargos y electorado y estableció una política de acercamiento a VOX
con la presumible intención de hacerlos también suyos. El primer objetivo fue relativamente
fácil, pero el segundo resultó un hueso más duro de roer, tanto que, sin ellos,
no se podría acceder al disfrute del triunfo autonómico y local.
Ayuso, había logrado relegar a VOX
a la insignificancia en Madrid, al igual que Moreno Bonilla en Andalucía, donde
sus votos ya no eran precisos para ejercer la gobernanza. Pero en Madrid está
más expuesta la calle Génova al juego de la política local, sobre todo por la
“Dama de Rojo”, de mirada aviesa, que apareció la noche del 23 de julio en el
balcón de Génova tras ganar las elecciones generales. Su díscola vestimenta
(todos iban de blanco menos ella) podría considerarse un mensaje de insumisión
e independencia, una advertencia singular de su presencia como alternativa
interna.
Ayuso es la primera china en el
zapato de Feijóo, a la que parece temer por su influencia en determinadas
esferas de poder en el PP. Ella y su cohorte juegan a la política nacional con
sus continuas trifulcas y confrontaciones con Sánchez, suplantando y
condicionando al propio Feijóo en su actitud política personal, o sea
marcándole la línea.
Otro aspecto a considerar como
error estratégico de cara a las elecciones generales fue el pacto sobrevenido
con VOX en determinadas comunidades. La primera en Valencia, pero también en
Murcia, Baleares, Castilla-León o Extremadura, donde ya entró con calzador,
mientras Valencia fue por libre y poniendo a Feijóo contra las cuerdas.
Mazón resultó la otra gran china en
el zapato de Alberto Núñez. Primero por hacer de su capa un sayo y, al parecer,
pactar con VOX sin contar con su jefe de filas a nivel nacional. Las elecciones
del 23J resultaron un milagroso conejo que Sánchez se sacó de su sombrero de
mago, a la vista de los acuerdos PP-VOX, para conseguir lo imposible, aglutinar
a todos los demás partidos en un grupo de poder alternativo a la derecha
nacionalista española, dejando a Feijóo abocado al fracaso. Sánchez inició el
uso del término “fachosfera”, ya utilizado en Francia en un informe de la
Asamblea Nacional de 2019 sobre la lucha contra grupúsculos de extrema derecha,
para referirse al conglomerado de representantes políticos, poderes económicos,
tribunas mediáticas y baluartes judiciales de la derecha y la ultraderecha
española que buscan su derrocamiento, término tomado como ofensa por los
aludidos.
Mazón sigue siendo, a estas
alturas, aún más china en el zapato de Alberto, que anda diciendo una cosa y la
contraria, según el día y hora, sobrepasado por las circunstancias. Le cuesta
la autocrítica, porque entiende que su verdad es irrevocable, aunque se fragüe
en una falacia de frases incongruentes construidas ad hoc, como “No soy
presidente porque no quiero”. Su objetivo principal es echar a Sánchez, pero no
articula una propuesta u oferta razonable de gobierno, salvo la de falso profeta
que predice catástrofes económicas ante la evidente buena marcha de la
economía, siempre mejorable, por supuesto. Insiste, junto a sus adláteres, en
un catastrofismo que es más deseado que real.
El presidente del PP llega a tal
nivel de incongruencia que recrimina a Sánchez no haber decretado el estado de
emergencia, nivel 3, que se debe dar cuando una autonomía se siente desbordada,
mientras defiende la buena gestión de Mazón. No puede ser una cosa y la
contraria. En el fondo era una trampa, pues si llega a decretar el nivel 3 se
le hubiera acusado de dictador y antidemócrata por saltarse a la torera el
orden constitucional. Más el caso es que, dado el conflicto con VOX, si dimite
Mazón queda en el aire la elección de otro presidente del PP y el riego es ir a
otras elecciones cargadas por el diablo. Mazón es un infectado político que
provoca rechazo y contagio a quien se le acerque. Feijóo debe ir con cuidado
porque de soslayo, o reojo, vigilan Ayuso y Bonilla y, al menor tufo, saltarán
sobre su sillón. Si no, al tiempo…
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