martes, 28 de octubre de 2014

Algo huele a podrido

 
El último imputado
Hay momentos en que la capacidad de sorpresa queda superada, en que ya cabe todo, en que todo es posible sin que aflore el asombro. Nuestro mundo político está superando todo lo inimaginable. No sabe uno si reír o llorar, si dejarse llevar por la pena negra o por la indiferencia, por el desasosiego y la rabia o la calma. Pero no se puede escapar a ese halo de tristeza que genera el desencanto, la pérdida de fe en la gente y en los gobernantes, en los políticos de diferente signo (unos más y otros menos) que se aprovechan del puesto para su propio beneficio o el de sus colegas de grupo.

Los que ya peinamos canas, los que andamos por encima de los 60 y transitamos desde la dictadura a la venerada y ansiada democracia mediante aquella lucha, cargada de fe en el mañana, de buena voluntad, de ideología y esperanza, de sentido democrático y respeto a todo lo que fuera el pensamiento crítico constructivo, andamos a la baja. Estamos en periodo de extinción o, por lo menos, embarcados en la nave de la obsolescencia. ¡Ha cambiado tanto el mundo! Queríamos un mundo mejor, donde el sistema pivotara entorno al ciudadano, a políticos que gestionaran la cosa pública en beneficio del colectivo social; pretendíamos un sistema público de salud y educación donde todo el mundo tuviera cabida, donde la igualdad y la equidad fuera el marchamo que lo identificara. Queríamos las empresas al servicio del bien común, al servicio del ser humano, y nos sometieron a los hombres al servicio del capitalismo salvaje.

Qué bonito, nuestros líderes políticos eran oradores y comunicadores capaces de entender, comprender y dar respuesta a los planteamientos y necesidades del pueblo. Era gente brillante, de confianza, luchadores que, en muchos casos, pasaron por la cárcel por defender sus ideas sin pedir nada a cambio. Cantábamos canciones de protesta en las universidades y en la calle, que ensamblaban y aglomeraban a una juventud que quería otro futuro, su futuro. Pretendían el relevo para forjar una nueva sociedad que reemplazara a la caduca dictadura. Y decíamos nosotros “Podemos” y debemos cambiar esto…

Nuestro objetivo era el progreso, pero el progreso social, el desarrollo del intelecto del pueblo llano, la realización y elevación del ser humano a cotas de mayor conocimiento y libertad. Pretendíamos forjar un pueblo responsable, comprometido, competente, donde hacer pivotar la soberanía mediante la práctica de una democracia real. ¿No me digas que no era un proyecto bonito? Pero, entonces llegaron ellos, como decía Serrat en su canción “De cartón piedra”… y cambiaron el concepto de progreso y la palabra pasó a significar otra cosa. Para ellos, el progreso era tener más, ser más rico materialmente, gozar de instrumentos de forma irracional, de coches que retaban al vecino, televisores comecocos alienantes, vacaciones consumistas, abusiva ropa, apartamento en la costa, electrodomésticos a mansalva, todo pagadero en cómodas letras… Pasamos de entender el progreso como una mejor forma de SER a una valoración del TENER. El progreso era consumismo y el consumismo era mercado, producción irracional, manipulación y creación continua de necesidades nuevas. O sea, nos sometimos al mercado. El mercado ganó la partida y entramos en la lucha por tener más cosas. Despreciamos el cultivador del intelecto y ensalzamos y encumbramos a los mediocres. Tomamos como modelos sociales a las Belenes Esteban, como forma de relacionarse a los estilos de Gran Hermano, como estilo de debate a los “tontulianos” de la tele, como modelo de desarrollo y de triunfador a los Marios Conde y los habilidosos del pelotazo… ¡Qué tíos más inteligentes! Sabían triunfar, hacerse ricos maniobrando, engatusando, engañando, aprovechando al máximo las oportunidades que le daba el mercado, la bolsa y el lucro de las finanzas… manipulando a los demás. Ese era el modelo, el del dios Yuppie, agresivo en los negocios, desalmado en el trato y altamente cualificado para gobernar el mercado. Mientras tanto, el concepto progresista, “progre”, se fue adjudicando al sujeto caduco que defendía los antiguos principios que ya estaban superados; era un carca residual que quedaba bien, pero solo como testimonio de un pasado superado, y ellos acuñaron el concepto “progreso” en su línea comercial donde el sujeto no se cultivaba como idealista, sino como borrego e instrumento de producción y consumo que les hacía más ricos a los ricos. Se le había dado la vuelta a la tortilla.

No quiero decir, y espero no se me malinterprete, que renuncie al bienestar que otorga ese tipo de progreso tecnológico y material. Soy de los defensores de la teoría bifactorial de Herzberg, donde lo material solo ha de ser un mero elemento higienizante para que podamos centrarnos en el desarrollo de los factores personales y humanos, para tener más tiempo de ocio y cultivo de habilidades y conocimientos, para un mayor desarrollo cultural y de valores humanistas.

Pero, volviendo al tema, en esa especia de huída hacia delante, el capital, el mundo financiero y las grandes empresas, se llevaron por delante todo lo que encontraron y no le encajaba en su proyecto. Ya no es solo que cayera el mundo comunista y sus dirigentes mafiosos se plegaran a los cantos de sirenas enriqueciéndose con el patrimonio del Estado, sino que mataron las ideologías y sometieron al contrario. El socialismo pasó a llamarse socialdemocracia, el movimiento internacional del mundo obrero se volatilizó, y se sometió a los sindicatos mediante la compra de sus líderes por las liberaciones y prebendas otorgadas. El político fue tentado, como en la madre patria del capital, o sea los EE. UU., donde la connivencia de política y empresa está muy bien consolidada mediante esas donaciones escandalosas que le dan, solamente a los dos partidos que practican la alternancia. Es el modelo que se ha de imponer en la zona de influencia del papá americano. Se crean, pues, la figura del mismo perro con distinto collar.

¿Y esto como se consigue? Sometiendo al político de turno, al partido que gobierna y al que pretende gobernar. Controlando los medios de comunicación y manipulando la información, creando opinión interesada, desinformando, tapando lo impresentable, maximizando lo que les interesa y minimizando lo que no les interesa. Todo lo puede el dinero. Atrapan al partido con los préstamos que no devuelve y al político con las comisiones, los chanchullos, los regalos y las cuentas en paraísos fiscales, además del chantaje y del conocimiento y manejo de los secretos inconfesables. Eso sí, si se portan bien y defienden los intereses de las grandes empresas, cuando salgan del gobierno tienen garantizado un buen puesto de consejero en la empresa de turno; no importa que no sepan nada de esa actividad, le harán un consejero que no tenga que dar consejos.

Esto no creo que tenga que explicarlo, solo con ver lo que está pasando puede cada cual sacar sus propias conclusiones. La mayoría de los políticos son expertos actores que nos hacen ver lo que no es, otra realidad distinta. Eligen de portavoces a los más cínicos, los más avezados en la mentira, los engatusadores. Tienen asesores para que cale el mensaje aunque sea una falacia como la copa de un pino. Hagan el ejercicio. Escúchenlos y verán entre líneas esa capacidad de decir lo contrario de lo que es y salir de rositas. Hoy he escuchado a Pons, a la Cospedal, a Esperanza Aguirre, hablando sobre el asunto de la corrupción en su partido y, si en Andalucía andamos con ERE que ERE, ellos anda con ERRE que ERRE sin asumir la canallesca gestión que están haciendo de la cosa pública. Ponen la mano en el fuego por tal o cual y se queman, pero siguen poniéndola y olvidándose de lo que dijeron cuando estaban en la oposición, de lo que prometieron que iban a hacer y no han hecho, hacen lo que criticaban al otro y en grado más elevado. Echar pelotas fuera, esa debe ser la consigna, digo yo… visto lo visto la responsabilidad siempre se ha de poner en el tejado del otro, sea la auxiliar de ébola o del propio tesorero del partido. Pero la gente no es tonta y al final se da cuenta de la jugada y se vuelve contra ellos…

¿Cómo vamos  a sorprendernos de que salga una nueva lucha de la juventud actual, apoyada por los mayores sensatos e idealistas? Podemos es un claro ejemplo de reivindicación de una nueva etapa, donde se acabe con el fracaso de los iluminados del pasado, de la vieja generación, de la “casta” como ellos la definen, para dar paso a otra generación, la suya, que fragüe un nuevo ciclo, una nueva oportunidad de cambiar el mundo… tal vez aprendan del pasado, aunque lo más probable es que el ciclo se repita y que cada generación deba hacer su revolución para reivindicar su protagonismo en la gestión de su futuro y su progreso. ¿Estamos ante otro mayo francés del 68, ante otro mundo hippie salvando las distancias? ¿Estamos ante otra transición que reubique a la nueva generación? Puede que sí…


Lo que es cierto, de forma definitiva, es que los partidos clásicos están agonizantes y que solo podrán subsistir sin cambian y se rearman ideológicamente, si aflora una nueva etapa de honestidad, que neutralice esta laxa ética que los caracteriza y que sepan leer y comprender al pueblo, a la ciudadanía, para anteponerla a los intereses de los grandes grupos de poder económico. Mas, no sé si habrá cárceles suficientes, o almacén, para tanto chorizo antes de dejar limpia la casa de los partidos tradicionales. Hace falta un grupo importante de oposición a las políticas de la U.E  alguien que sea capaz de aglutinar a toda una clase social media y baja que defienda con energía y claridad otras políticas más justas, más equitativas y racionales para el desarrollo del ser humano y no solo del dinero. 


8 comentarios:

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Magnífico artículo, amigo Antonio. Yo añadiría el sometimiento de los jueces al poder. Y los que no lo hacen son extirpados del mundo de la Justicia.Hoy he leído en Diario de Cádiz que la Junta de Andalucía exige a la jueza Alaya que deje de investigar los ERE.Verás como es esa también la quitan de en medio. Lo que está pasando era inimaginable, es inimaginable,cada día nos sorprenden con algo nuevo. Gracias por compartir tus reflexiones. Un abrazo

Antonio dijo...

No sé como acabará el procedimiento de la juez Alaya, perol, al parecer, el juez Ruz sí será relevado de su puesto próximamente... en este caso, claro, por cuestión administrativa.
Sigo pensando que existen jueces implicados en la lucha real por la justicia y políticos honrados, pero estos últimos, no sé donde andan.
Un saludo Juan

Campanillero dijo...

Es muy peligroso para la democracia lo que está ocurriendo; no porque pueda dar lugar a golpes, sino por el ascenso al poder de los demagogos. Yo creo que hay que reformar las instituciones y los partidos para que dejen de depender de los aparatos de los partidos y mediante listas abiertas, los elegidos, respondan ante sus electores en sus circunscripciones. Por supuesto, esto es solo un apunte. El tema da para mucho

Antonio dijo...

Yo, amigo Campanillero, creo que los demagogos ya están en el poder, si no no nos habrían engañado y la gente vería las cosas claras. El cinismo de los partidos, su doble mensaje, sus corrupciones y endiosamiento nos lleva a que la gente se cansé y busque alternativas aun a riesgo de equivocarse, cuando ve que ya se equivocó antes y los que están en el poder no dan una respuesta adecuada a la problemática social, cuando la miseria se expande y ellos van salvando a la banca, cuando hay cada vez más diferencia entre ricos y pobres como tú bien sabes. Tal vez el problema sea de encontrar quién o quienes son capaces de reenfocar esto hacia un sistema humanista donde el eje funfdamental del mismo sea el ser humano.

ibso dijo...

Esta "bajada" es propia del movimiento que ha marcado la "evolución" de esta raza humana. Creer que el proceso de cambio se agota en una generación es propio de aquellos cuya visión se acaba con su propia existencia en esta realidad. Las crísis son necesarias para aprender; de si lo hacemos o no, depende nuestra supervivencia.
Muy buen artículo.
Saludos.

Antonio dijo...

Ibso, ciertamente, cada generación quiere gestionar su tiempo, redefinir sus normas y plasmar su impronta para adecuar los tiempos a sus proceso evolutivo. Igual que los padres han de dar paso a sus hijos en la madurez, loas generaciones antiguas deben comprender que las nuevas quieran el protagonismo de las suyas.
gracias y saludos

Camino a Gaia dijo...

Cuando se trastocan los valores se confunde valor y precio.

Antonio dijo...

Camino a Gaia, y entonces es grande el precio a pagar...

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