Opinión
| Tribuna
Publicado
en el diario La Opinión de Málaga el día 08 NOV 2025
Enlace: https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/11/08/deriva-sistema-sanitario-publico-123486381.html
La
situación es especialmente dolorosa para todos los profesionales que hemos
luchado por la creación y consolidación de un sistema sanitario público desde
los inicios de nuestra actividad
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Contextualizando
Nos andan distrayendo con tanto
ruido mediático que hay que dar crédito al pensamiento de Noam Chomsky cuando
dice: «La población general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe
que no lo sabe». Las cuestiones que se plantean y airean en los medios son, en
muchos casos, señuelos para distraernos de la realidad que subyace. Se debate
poco de vivienda, de salarios, de pobreza y, cómo no, de derechos que defiendan
la dignidad humana y el marco de relaciones sociales; tampoco se debate con
claridad objetiva de política sanitaria, educativa y otros temas de especial
trascendencia, como son los programas, a medio y largo plazo, que pudieran
ocultarse en las mentes preclaras de nuestros políticos. Aquí radica la
temática que dice Chomsky que desconocemos. Esa incógnita se esconde tras
discursos extravagantes e hiperbólicos, que enmascaran la realidad que se
cuece.
En el fondo se oculta un programa
cuyo objetivo es la implementación de los principios que predica el
neoliberalismo, de la mano de los planteamientos políticos que amparan los
intereses de las multinacionales y las políticas económicas especulativas. Ese
neoliberalismo, defiende el darwinismo social, o sea desprenderse de reglas,
normas o leyes, que condicionan o enmarcan principios de ética y someten al
mercado a un control en base a esos principios. El pez grande se come al chico,
el rico se hace más rico y el pobre más pobre, como se viene observando.
La privatización, una política
subrepticia
Su objetivo es dejar en manos de la
empresa los servicios que presta el Estado al ciudadano según sus derechos,
como por ejemplo la asistencia sanitaria. En este sentido podemos considerar
dos vertientes: por un lado la vertiente de su actuación subsidiaria como
proveedor del servicio mediante convenios o acuerdos entre el Sistema de Salud
y la empresa y, por otro, suplantar al Estado mediante sus pólizas privadas de
asistencia sanitaria. Es decir cooperación versus competitividad.
Desde hace tiempo se vienen
desarrollando convenios para proveer servicios desde la privada a la pública.
Ha sido una buena estrategia para engordar a la privada mediante contratos como
proveedor de servicios públicos. El paso siguiente es, una vez dotados de una
importante red hospitalaria y de servicios sanitarios, pasar a competir con la
pública con garantías de éxito. Si se partió de una asimetría entre ambas,
ahora se acercan a la simetría. ¿Cómo ha evolucionado el proceso?, mediante el
deterioro de la pública y el crecimiento y consolidación de la privada. El
nivel de la pública se baja y es más factible a la privada competir con ella.
Para conseguirlo se han de implementar políticas desde el gobierno autonómico
que favorezcan a la privada, es decir que desvíen fondos públicos a través de
conciertos para prestar servicios que se podrían realizar desde la propia
estructura sanitaria pública, a la par que esta se descapitaliza. En eso
estamos.
Ante tal situación y los
lamentables y trascendentes errores que se vienen observando, se está
visibilizando un proceso torticero y atentatorio contra el sostenimiento del
sistema sanitario público, denunciado en numerosas plataformas y grupos o
‘mareas’. Al final nos encontraremos con un sistema sanitario público de baja
calidad, a modo de beneficencia del franquismo, y otro de calidad para quien se
lo pueda pagar. Un artificio para algunas empresas, que aseguran el servicio
sanitario privado de sus trabajadores, como un valor añadido al salario, en la
línea con el sistema americano, que es el que sobrevuela como modelo en todo
este proceso, convirtiendo la asistencia sanitaria de calidad en un privilegio
restringido a los empleados de las empresas, abandonando el principio
humanitario de universalidad, que quedaría en manos de un seguro público cuasi
en plan beneficencia para los pobres y desheredados.
Los jubilados del SAS se indignan
La situación es especialmente
dolorosa para todos los profesionales que hemos luchado por la creación y
consolidación de un sistema sanitario público desde los inicios de nuestra
actividad. Fueron años de dedicación, a lo largo de nuestro ejercicio
profesional, hasta conseguir un sistema sanitario ejemplar y modélico, con
reconocimiento a nivel internacional; un ejemplo a seguir para otros países.
Cuando los profesionales jubilados vemos el nivel de deterioro que se va
instaurando dan ganas de llorar y, cómo no, de gritar, condenar y rechazar
estas políticas de deterioro que ahogan el sistema. No son solo las listas de
espera, los cribados del cáncer de mama, la mala gestión del servicio o el
deterioro asistencial progresivo lo que nos preocupa, sino algo más profundo
como el desvío de recursos económicos y las políticas de privatización basadas
en el ahogamiento del sistema público.
Recientemente, unos compañeros
jubilados del SAS, me remitieron un manifiesto para ser firmado. En él se deja
constancia de ese desencanto de los profesionales que tanto luchamos por el
sistema sanitario público en su día. Es una forma de gritar ¡Basta ya! ante los
hechos que venimos observando. Aparte del manifiesto que firmamos los jubilados
del SAS, también se ha convocado una manifestación para el domingo día 9 a las
12 horas, que se celebrará en cada provincia andaluza.
El manifiesto
Para expresar la verdadera
intención del grupo de profesionales jubilados del SAS, nada mejor que recurrir
a sus propias palabras, que encabezan a modo de justificación el propio
manifiesto, donde dice:
«Somos un grupo de profesionales
jubilados y jubiladas del SAS que hemos dedicado toda nuestra vida profesional,
desde diferentes ámbitos a la atención sanitaria por lo que tenemos un
conocimiento profundo de nuestro sistema de salud y estamos observando un
deterioro evidente y progresivo de la calidad asistencial; es más, debido a que
a nuestra edad aparecen problemas de salud, lo vivimos en primera persona,
cuando requerimos la asistencia. Comprobamos las dificultades que sufren las
personas ajenas al sistema cuando necesitan atención de profesionales de la
salud.
Al aumento de las listas de espera,
la saturación de las urgencias, centros de salud infradotados, la escasa
atención a los problemas de salud mental, la falta de personal en situación de
precariedad laboral se ha unido el escándalo de los cribados del cáncer.
Esto provoca que la ciudadanía
pierda la confianza en el sistema público y se incrementen los seguros
privados. Un tercio de la población de Málaga ya
tiene contratado un seguro privado de salud.
La sanidad pública es un pilar
fundamental del estado de bienestar. La protección de la salud no es un
privilegio, es un derecho del que debemos disfrutar toda la ciudadanía sin
discriminación alguna, no se puede gestionar con criterios economicistas, ni
ponerse al servicio de empresas privadas».
Posteriormente, manifiestan una serie
de denuncias sobre la creciente externalización del servicio, la insuficiente
financiación, la falta de profesionales, sobrecarga asistencial, fuga de
talentos por precariedad laboral y la ausencia de diálogo con los profesionales
y la ciudadanía.
Como exigencias plantean un plan
urgente de contratación, mejora de las condiciones laborales, reducción de las
listas de espera, defensa de la equidad territorial, una gestión transparente,
inversión en infraestructuras, equipamientos y tecnología, concluyendo en una
idea, que a mí me parece fundamental, como es el fortalecimiento de la Atención
Primaria, no solo como eje del sistema sino como elemento básico de la
prevención y desarrollo de hábitos saludables.
La generación de los cincuenta
La inmensa mayoría de los jubilados
y jubiladas del SAS conformamos una generación nacida en torno a los años 50,
en la posguerra. Vivimos la ‘nada’ y sobre ella trabajamos hasta alcanzar el
estado actual de derechos y libertades. El sistema sanitario público conforma
uno de nuestros mayores éxitos. A él dedicamos nuestra juventud, en mayor o
menor medida, de lo que nos sentimos muy orgullosos. Fue un trabajo intenso a
caballo de ideologías, ilusiones y esperanzas de futuro. Juntamos las manos sin
distinción ideológica o de credo, solo se requería estar a favor de un proyecto
renovador para una España anacrónica anclada al pasado, a la que había que
desencallar para acercarla a la orilla de Europa y el mundo moderno, donde se
pretendía navegar.
Tal vez por eso vivamos con dolor
este proceso de deterioro y desmantelamiento del sistema por el que tanto
luchamos. Queremos dejarlo, como legado, a nuestras descendientes desde el
principio de un humanismo solidario basado en la justicia social, en un Estado
que sea garante de la igualdad y la universalidad del derecho a la salud sin
distinción alguna. La salud no es un negocio, sino un objetivo.


3 comentarios:
Pues sí, Antonio, así es. Nos veremos mañana (o quizás no, porque si la asistencia es numerosa costará más que nos veamos) intentando frenar esa deriva.
Ellos juegan con ventaja, porque saben que estábamos confiados en que había cosas que eran para siempre, ya que en nuestra cabeza no cabe creer que alguien quiera desmantelar lo que, a todas luces, es muy bueno. Pero estábamos equivocados. Ahora sabemos que sí, que esto es una lucha, así que lo único que nos queda es cavar nuestras trincheras y hacer lo posible para frenarlos.
Como decía Violeta Parra (por otros motivos, pero bueno...) "volver a los 17".
Muchas gracias por tu visión que, como siempre, es certera.
Gracias por tu comentario, amigo Sergio.
Gracias por el artículo Antonio, sabes q comparto totalmente tu opinión. Si me permites, hace unos días vi una infografía que decía: “El cáncer no se cura poniendo frases en redes, se cura votando a partidos q no recorten en investigación y sanidad” con la q estoy muy de acuerdo y añado q no privaticen, ni recorten ninguno de los SS PÚBLICO q tenemos y q se están deteriorando, no solo la sanidad, tb educación, sistema público de pensiones, SS Sociales, … etc. y q tanto están repercutiendo en el estado de bienestar de las/os andaluzas/ces.
Q el gobierno CENTRAL, de una vez por todas, sea consciente y ponga definitivamente fin a la privatización que nos ha llevado al abandono y deterioro de la Sanidad Pública, produciendo gravísimas situaciones, como la que estamos viviendo las mujeres andaluzas. Sin olvidar la pérdida de salud de las/os andaluzas/ces a consecuencia del déficit de profesionales, generando listas de espera interminables, lo q influye muy negativamente, tanto en el diagnóstico de nuevas enfermedades como en el seguimiento de patologías crónicas, pasando por la atención de enfermedades agudas.
A todas las denuncias y exigencias deberíamos incorporar la petición de CAMBIOS LEGISLATIVOS:
*la ANULACION de los artículos y leyes q son la base de la privatización* del sistema como los articulos *67, 90 y 103 de* la *Ley 14/1986, General de Sanidad,* (LGS) artículos que permiten la participación del sector privado en la prestación de servicios sanitarios, *lo que ha servido como base legal para procesos de externalización o colaboración público-privada en sanidad.*
*DEROGAR* *Ley 15/1997* en la que se ampliaron los artículos referenciados anteriormente de la LGS,
*permitiendo así que entidades privadas gestionaran centros públicos,* consolidando el modelo mixto actual.
Desde hace ya años diferentes Asociaciones, Plataformas, Marea Blanca, Federacion en Defensa de la Sanidad Publica, CAS (Coordinadora Antiprivatizacion de la Sanidad) se ha denunciado y mediante Iniciativas Legislativas Populares (ILP), hasta entrevistas con parlamentarios de diferentes partidos llamados de izquierda, cambios legislativos, ignorándolo los gobiernos correspondientes y el resto de los partidos mirando hacia otro lado, hasta aquí hemos llegado compañeras/os.
Mi indigacion, dolor e impotencia hace en estos momentos denunciar, una vez más la situación legislativa q ha llevado a varias mujeres a la muerte y al sufrimiento actual; al deterioro paulatino de las personas con enfermedades crónicas, a diagnósticos tardíos con sus implicaciones y a la mala atención ante patologías agudas.
Tener en cuenta los años que llevamos con estas legislaciones: 1986 y 1997, estamos en el 2025, tiempo ha habido para ANULARLAS
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