Opinión
| Tribuna
Publicado
en el diario La Opinión de Málaga el día 29 JUL 2025 7:00
https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/07/29/ponzonoso-insulto-120144169.html
Estamos
perdiendo el norte. Las palabras crean opinión y actitud con su significado y,
con ello, tendencias y modulación de nuestra conducta social
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El secretario general del PP, Miguel Tellado, durante un pleno extraordinario, en el Congreso de los Diputados / Jesús Hellín (EP) |
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Cada día, determinados
representantes de la ciudadanía, son más descarados en los calificativos
insultantes sobre sus rivales políticos. A Pedro Sánchez se la adjudicó el
calificativo de Perro Sanxe, que revirtieron con cierto humor desde la Moncloa.
También se le etiquetó, por parte de sus detractores, como un caso de síndrome
de Hubris. Lo de Ayuso fue transgresor con aquello de «me gusta la fruta» para
justificar su indecente calificativo de H. de P. referido a Sánchez en pleno
Congreso de los diputados, expresión que denigra más al que la emite que al destinatario
de la misma y que han hecho suya muchos de sus seguidores. A la señora Ayuso,
que crea serias dudas sobre su solvencia intelectual, también la etiquetan como
síndrome de Hubris, dado que se puede esperar de ella cualquier desmesura… Por
cierto, para que no se enfade nadie, he de decir que a muchos políticos se les
puede aplicar tal síndrome, puesto que alude a un estado especial de
arrogancia, prepotencia y desmesura en determinados sujetos cuando ejercen el
poder. En todo caso, es evidente la existencia de muchos y amplios trastornos
de conducta en el mundo de la política, con su histrionismo hiperbólico.
Ahora, vuelve el ínclito Tellado,
otro buen candidato al referido síndrome, que en gallego quiere decir techo.
Habla de Pedro Sánchez como «perro herido» y los peligros que conlleva,
rompiendo el techo de la cortesía… Viniendo de Tellado no cabe la sorpresa,
pues ha resultado un ser taimado, que va rompiendo todas las barreras con su
afinada y sibilina astucia, que pudiera volverse en su contra, como a todo
aquel intemperante que no guarda la compostura.
Óscar Puente, que es otro correoso
contrincante en el ring de la confrontación política, ante la acometida del
secretario general del PP contra Sánchez, ha catalogado a Tellado como «jabalí
hambriento». Es un calificativo a considerar por la sutileza que podría
conllevar esa expresión, dado que el jabalí es de la familia de los suidos
(Suidae) que son mamíferos artiodáctilos en la que se incluyen los cerdos
domésticos, los jabalíes y otros parientes. Lo de hambriento debe referirse al
hambre de poder, pero el porqué usó este término lo sabrá don Oscar.
¿Ha querido el Sr. Puente llamarle,
sutilmente, cerdo a Tellado? En todo caso, ya tenemos dos interesantes animales
representados en la política, aunque sospecho que han sido otras muchas
especies las nominadas, o identificadas, dentro de ese mundo, como zorro/a,
oso, halcón, gallina, gallito, cotorra, mulo, burro o elefante que entra en una
cacharrería, además de perro y jabalí… por decir algunos. Esperaremos a ver
hasta dónde, desde la genialidad en el dominio de la semántica, integraremos el
mundo animal en este contexto político tan dado a la zoología.
El divertimento sigue, desde esa
especie de descortesía irrespetuosa en que se ha convertido la política,
tirando piedras sobre su propio tejado, hasta logra altas cotas de grosería,
ordinariez e insulto que se vuelve contra los sagaces e histriónicos sujetos
que acuñan esas expresiones descalificadoras e injuriosas. Nuestros
representantes, que son, o deberían ser, un ejemplo para nosotros, siguen
mostrando que van por libre y que les importa un bledo las formas, dado que su
objetivo va más allá de ellas. Su interés es alcanzar el poder y, tal vez,
hacer de su capa, que es la nuestra, un sayo para su exclusivo uso.
Entiendo que existe una inmensa
mayoría de españoles que no nos identificamos con esta forma de hacer política,
si bien se va poniendo de moda, dadas las expresiones que se pueden leer en las
redes sociales, donde cada día es mayor el hooliganismo y el sesgo
confirmatorio que convierte al sosegado pensador en sujeto irracional en
defensa de los suyos, digan lo que digan y hagan lo que hagan.
Estamos perdiendo el norte. No lo
digo solo por las formas, sino porque las palabras crean opinión y actitud con
su significado y, con ello, tendencias y modulación de nuestra conducta social.
¿Qué están aprendiendo nuestros hijos y vecinos? El insulto destruye al ser
humano como tal y lo eleva a sujeto insidioso, desafecto al amor y la empatía
que debería procurar la convivencia en paz y armonía.
Nos preocupamos del mundo que
dejaremos a nuestros hijos, pero ¿nos interesamos por los hijos que dejaremos a
nuestro mundo? Aunque ya será el de ellos y lo gozarán o sufrirán; si bien
nuestra obligación es transmitir las experiencias del pasado para que les
sirvan de lección y puedan conformar su mejor criterio. El peligro tal vez esté
en la pérdida de influencia de los librepensadores y la aparición de una
generación de subordinados sumisos a la tecnología y el dominio de la IA
(Inteligencia Artificial).