sábado, 3 de agosto de 2024

Tengas juicios y los ganes...

 

Opinión | Tribuna

 


Antonio Porras Cabrera

La Opinión de Málaga, publicado el 03 AGO 2024 7:00

Tengas juicios y los ganes...

La política se mete en la justicia, pero la justicia se mete cada vez más en la política, como dejan en evidencia los acontecimientos que estamos viviendo

Existe una maldición, algunos la identifican como gitana, que alude a esa frase y que se recoge en el refranero español: “Tengas juicios y los ganes”. Según el Centro Virtual Cervantes: “Se refiere a las cuantiosas pérdidas que puede acarrear un pleito tanto si se gana como si no, pues, aunque resulte favorable la sentencia, lo habitual es que no se quede en uno solo, con el consiguiente gasto, que en ocasiones acarrea la ruina”.

Pero no solo hablamos de la cuestión económica sino de la moral, ética y del deterioro que sufre el prestigio del encausado. De todos es sabido que cualquier juicio, en el caso de personas de fama y si son políticos aún más, por el cúmulo de “enemigos” que le rodean, conlleva la pena de telediario; o sea, la imagen difundida del paseíllo del denunciado o investigado para declarar ante el juez y de la publicación en prensa y demás medios, incluidas las RR. SS., de todo lo referente al caso y sus interpretaciones tendenciosas. Una de las víctimas primera y más importantes fue Demetrio Madrid, Presidente de Castilla León, al que nunca se le reparó el daño causado allá por 1986 por una falsa imputación, al que se le absolvió de todos los cargos en 1989.

Esto nos podría aclarar el porqué determinados partidos, y los medios afines, recurren a esta técnica para denigrar al contrincante, descalificarlo y eliminarlo o neutralizarlo. Se les ve el plumero cuando, al escuchar su discurso, observamos cómo emiten sentencias de culpabilidad encubierta, sembrando sospechas y dudas, obviando el derecho a la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario, que tiene todo ciudadano, donde no caben las investigaciones prospectivas. Eso sí, cualquier partido y sus medios afines, tienden a ver la paja en el ojo ajeno y negar la viga en el suyo.

Hablamos en democracia de los tres pilares, que son independientes entre sí, al menos en apariencia, como son: el legislativo (donde reside la soberanía popular), el ejecutivo y el judicial. Esa independencia no es cristalina y sobre todo en los últimos tiempos. Se ve cómo se ha politizado cada vez más la justicia, llegando a bloquearse el CGPJ durante 5 años para mantener una mayoría no ajustada a derecho que beneficiaba al PP. La política se mete en la justicia, pero la justicia se mete cada vez más en la política, como dejan en evidencia los acontecimientos que estamos viviendo, con la intención de condicionarla mediante vasos comunicantes de carácter ideológico.

En la “política judicial” están apareciendo cosas raras, aunque siempre hubo sospechas sobre determinadas conductas según quién y cómo se dictan los autos. Uno, que no es experto en la materia, anda dando vueltas al coco para intentar comprender lo incomprensible, a caballo de las opiniones que va escuchando de expertos en el tema, sean jueces de reconocido prestigio o no, tertulianos y periodistas, o sujetos sospechosos de venalidad por andar claramente defendiendo posiciones con escasa e inconsistente argumentación. En todo caso, a los tertulianos y adláteres, se les ve el plumero partidista por mucho que pretendan esconderlo.

Estamos sometidos a un bombardeo continuo de ideas, argumentaciones interesadas, actos que solo crean confusión, desencuentro y confrontación, cuando no odio. Las noticias, en muchos casos, no solo no se someten a la validación, sino que escapan a la priorización en función de lo socialmente sustancial, ajustándose a lo que importa al interesado. Por poner algún ejemplo, hemos soslayado al caso Koldo, el caso pareja de Ayuso, o el uso de la llamada policía patriótica y actos de espiar y algunos otros casos que salpican y jalona el camino de nuestra democracia, donde los que más tienen que callar son los que más gritan para desviar nuestra propia atención hacia donde ellos pretenden... Ahora, al aparecer, lo más importante es el caso Begoña Gómez, lo que muestra claramente una tendencia a seguir con el acoso al marido, al que ya han demonizado tanto que lo presentan como la antidemocracia. No importa su gestión positiva en determinados campos de la economía, el progreso, el empleo, el incremento del SMI, etc. de eso no se habla, solo de lo malo, que también lo hay, por supuesto. Lo importante aquí es aplicarle la pena de telediario…

Hace tiempo que los políticos perdieron el juicio, o lo que es lo mismo el sentido común y la razón argumental, al manipular y tergiversar la realidad con la pretensión de arrimar el ascua a su sardina. Esta pérdida del juicio se pretende trasvasar a la ciudadanía y, al parecer, lo están consiguiendo, pues cada vez es más manifiesta la confrontación y el desencuentro entre nosotros, los votantes que hemos renunciado a la razón para someternos al dogma que mueve al hooligan, que suele ser el pensamiento enquistado resistentes a la argumentación lógica.

El político ha renunciado a su sagrado deber, que es el solucionar problemas desde la sinergia y ha pasado al ejercicio de la imposición y de la política filibustera, que como usted sabrá alude al obstruccionismo parlamentario, que pretende lograr que el gobierno no gobierne para echarlo y conseguir tomar el poder. Si el país, mientras tanto, queda hecho unos zorros, o se consigue implantar un relato que lo parezca, mejor que mejor, más fácil nos lo ponen para levantarlo, como decía el ministro Montoro.

Estamos en un mundo de vértigo y locura, donde, al parecer, se está perdiendo el juicio, empezando por la política. Pero si la justicia, que ha de velar por mantenerlo en su justa medida, también acaba perdiendo el juicio, bajo el influjo ideológico y político, solo quedará esperar que el ciudadano no enloquezca y mantenga el sentido común; o sea, la cordura, ante los ataques y las escenificaciones teatrales, donde el juicio se muestre en el ejercicio de la soberanía popular mediante la argumentación y el voto. Si perdemos el sosiego y entramos en la locura acabaremos a tortazos, si no a balazos, que es lo peor.

Cuesta mantener la mente fría ante tanto cinismo y despropósito, ante tanta manipulación e intentos de abducción. Ahora nuestro juicio es enjuiciar los hechos desde la libertad de pensamiento para discernir sobre la verdad, pero… “tengas pleitos y los ganes”; o sea, que la maldición del refrán ya se cierne sobre todos nosotros, aunque no perdamos el juicio. Yo ya, desde hace tiempo, procuro tener a mano mi cedazo para cerner la verdad, pero es tan difícil…

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