lunes, 27 de febrero de 2023

ESTILO OSCURO, PENSAMIENTO OSCURO

 

ESTILO OSCURO, PENSAMIENTO OSCURO

 

Hoy mi amigo Víctor me trajo a colación un artículo de Azorín titulado: Estilo oscuro, pensamiento oscuro, que reproduzco más adelante. Tal vez habría que considerar que lo importante es lo que se dice y cómo se dice para que se entienda. A veces leemos algo expresado de forma oscura e incomprensible, bien por los términos empleados, por la construcción sintáctica o lo hiperbólico del texto. ¿Esa expresión es hija de un pensamiento oscuro? Claro que habría que considerar la tendencia a elaborar un discurso culto como forma de reafirmación personal o exposición magistral. Pero esos matices, en algunos casos vinculados con el ego, tal vez escapen a lo que Azorín describe como objetivo comunicacional por la claridad, aunque se reafirmarían con ella.

Refiere Azorín aludiendo a Bejarano, que “Las cosas deben colocarse según el orden en que se piensan y darles la debida conexión. Mas la dificultad está… en pensar bien.”

Yo siempre dije que el arte de comunicar está en hablar el idioma del que escucha, o sea en garantizar que el texto del emisor puede y debe ser entendido por el receptor al que va dirigido. Por tanto el recurso a la sencillez ha de ser el eje que vertebre el discurso, aunque la complejidad del pensamiento propio venga determinado por dudas subyacentes o la propia inseguridad en lo expuesto.

En todo caso, dejo el texto de Azorín y cada cual que interprete lo que dice según y cómo lo perciba…

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Todo debe ser sacrificado a la claridad. «Otra  cualquiera  circunstancia  o  condición,  como  la  pureza,  la  medida,  la  elevación  y  la  delicadeza,  debe  ceder  a  la  claridad».  ¿No es esto bastante? Pues para los puristas lo siguiente: «Más vale ser censurado de un gramático que no ser entendido». «Es  verdad  que  toda  afectación  es  vituperable;  pero  sin  temor  se  puede  afectar  ser  claro».  La única afectación excusable será la de la claridad.  «No basta hacerse entender; es necesario aspirar a no poder dejar de ser entendido». Sí, lo supremo es el estilo sobrio y claro. Pero ¿cómo escribir sobrio y claro cuando no se piensa de ese modo? El estilo no es una cosa voluntaria, y ésta es la invalidación y la inutilidad —relativas— de todas las reglas. El estilo es una resultante... fisiológica. «Cuando el estilo  es  oscuro,  hay  motivos  para  creer  que  el  entendimiento  no  es  neto».  Estilo oscuro, pensamiento oscuro.  «Se  dice  claramente  lo  que  se  escribe  claramente  del  mismo  modo,  a  no ser que haya razones para hacerse misterioso». ¡Admirable de exactitud y de penetración! Recomendamos la sencillez y tornamos a recomendarla. ¿Qué es la sencillez en el estilo? He aquí el gran problema.  Vamos a dar una fórmula de la sencillez.  La sencillez, la dificilísima sencillez, es una cuestión de método. Haced lo siguiente y habréis alcanzado de un golpe el gran estilo: colocad una cosa después de otra.  Nada más; esto es todo.  ¿No  habéis  observado  que  el  defecto  de  un  orador  o  de  un  escritor  consiste  en  que  coloca  unas  cosas  dentro de  otras,  por  medio  de  paréntesis,  de  apartados,  de  incisos  y  de  consideraciones  pasajeras e incidentales? Pues bien: lo contrario es colocar las cosas —ideas, sensaciones—, unas después de otras. «Las  cosas  deben  colocarse  —dice  Bejarano—  según  el  orden  en  que  se  piensan  y  darles  la  debida  extensión».  Mas la dificultad está...  en pensar bien.  El estilo no es voluntario. El estilo es una resultante fisiológica.

AZORÍN. Artículo publicado en Un pueblecito. Riofrío de Ávila.

Madrid, Espasa Calpe (Colección Austral, n. º 611, 2ª ed), 1957, pp. 47s.

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