Resultado del Parlamento en escaños |
Mostraba el otro día, en mi muro de facebook, mi
preocupación y deseo de que, en las votaciones del día 28, fuéramos capaces de
discernir, adecuadamente, para no dejarnos llevar por propagandas, basadas en
odios y las famosas fake news que inunda el “mercado de las ideas”, para nublar
la razón y despertar la hilaridad de las emociones negativas que llevan a la
confrontación y a la ruptura de la concordia. Reclamaba la capacidad de
acercamiento para una mejor comprensión de la divergencia ideológica y
argumental, evitando repetir la historia del pasado que sembró a esta nuestra
España de sangre, destrucción, odio y pérdida de derechos y libertades
democráticas, cayendo bajo el yugo totalitario y dictador de la idea única,
arropada por el dogmatismo político y religioso. Reclamaba, y reclamo, el
sentido común del pueblo para mostrar a los políticos irracionales, ególatras y
ansiosos de poder, cual es el camino de la convivencia pacífica y respetuosa en
una sociedad moderna, conformada por gente ilustrada y dueña de su propia
opinión, producto de un análisis personal basado en la racionalidad y el
referido sentido común en base a valores de convivencia y respeto. El pueblo
maduro y soberano, dueño de su voto, tiene la responsabilidad de otorgarlo a
quien sea capaz de gestionar la convivencia pacífica y constructiva y retirarlo
a quienes, desde el dogma y el rechazo a principios democráticos, pretende
confrontar, irresponsablemente, desde el odio, la insolencia y el insulto, ambicionando
estados regresivos decimonónicos, cuando no “guerracivilistas”.
Por tanto, muestro mi satisfacción por los
resultados del día 28 y espero que se desmonte y diluya la tensión provocada
por descalificaciones, cordones mal llamados sanitarios a partidos de solvencia
y solera democrática por grupos recién llegados que no acaban de definir sus
principios y valores en el mundo de la democracia. Espero que se entienda que
si un partido se define constitucional no puede ir contra la propia Constitución
y, aunque confronte con la mayor asertividad posible con partidos opositores,
siempre ha de entender que si estos están en el Parlamento es porque la
Constitución los ampara y les avala la representación legal de los ciudadanos
que los votaron. La Constitución permite que se defiendan ideas, incluso contra la propia Constitución, a través de los cauces que establece para ello, pero
desde el respeto a la Carta Magna, aunque parezca una contradicción.
Dicho lo anterior, reitero mi satisfacción y apunto
algunas cuestiones que me parecen de vital importancia para comprender la
realidad de España y clarificadoras para, bajo mi opinión, realizar un buen
razonamiento y entendimiento del entramado político. Pero vayamos por partes:
La derecha española, como ya publiqué hace algún
tiempo en mi blog, tiene matices diferenciadores de la del resto de Europa, que
ahora han surgido con mayor claridad. En nuestra derecha, aglutinada en el PP,
se daban cita la ultraderecha heredera del franquismo y que en la transición
representó el propio Blas Piñar; la derecha democrática al estilo europea,
(vencedora del nacismo y el fascismo en la II Guerra Mundial); la derecha
conservadora; los monárquicos tradicionales que se opusieron al franquismo para
defender a D. Juan, padre de Juan Carlos, y una importante representación del
liberalismo y neoliberalismo. Difícil era, pues, sostener esa estructura tan
diversa y, a veces, contradictoria, que solo podía aglutinarse desde el
ejercicio del poder compartido y repartido. Una vez que el partido evidencia sus casos de corrupción y los juicios lo acorralan, empieza a corromperse, a pudrirse, y ante la debacle se van
destruyendo los nexos, la argamasa que lo une, hasta diluirse al perderse el
imán que otorga el dominio del poder.
Es aquí cuando, precisamente, se tambalea la
estructura del partido y, tras los casos de corrupción, los roedores empiezan a
abandonar el barco que se hunde (entiéndase la metáfora), o comienzan a
cuestionar la competencia del capitán, que hastiado y cansado de puñaladas y
deslealtades, acaba por ceder la batuta
al mejor postor, no oponiendo excesiva resistencia a una moción de censura que
podía haber evitado y, sin embargo, prefirió dejar evolucionar desde una
cafetería cercana al Parlamento, mientras se dilucidaba su deshonrosa
destitución.
Después, una vez arrojado el PP del poder, inició
una estrategia casi suicida, con las luchas de las diferentes facciones en las primarias.
Se “navajean” y se neutralizan las dos herederas de Rajoy (Santamaría y
Cospedal), facilitando la entrada al delfín de su rival en la sombra, el Sr.
Aznar. Aznar ya está más que amortizado y ha dejado de ser agradable a la
mayoría, incluso de su propio partido,
por su falta de respeto al mismísimo Rajoy (él lo puso con su dedo, tal vez por
eso se sentía aún con poder de ningunearlo u obviarlo). Volviendo al pasado, Aznar,
que prosigue con su
estilo megalómano, orienta su dedo de nuevo hacia Casado, su delfín, y pone
sobre él la losa de su peso anacrónico. Personaje de faz seria, inexpresiva y
repelente para muchos, carente de empatía para con la mayoría del pueblo, que
le retiró la confianza por la gestión de la crisis de Irak, rubricada en la
foto de las Azores, y por la de los atentados del 11M faltando a la verdad e
intentando manipularla, no acaba de ejercer de aglutinador del voto, aunque lo
haga de algunas voluntades del propio partido.
Para más INRI, tras las purgas de Casado, con
extrañas incorporaciones al estilo Ciudadanos como el oportunista señor Cortés,
algún torero y el hijo de Suarez aludiendo a los neandertal en un error de
estrategia sobre un tema tan serio como el aborto, se inicia una fuga, bien por
las puertas giratorias, al retiro, o a Ciudadanos y a otro partido, hijo del
PP, que se emancipa, como es VOX, integrado por la gente añorante del
franquismo y ultraliberales, carentes de empatía con la ciudadanía democrática,
que alude al PP con la insultante expresión de “la derechita cobarde”.
VOX habla de espadas, pistolas, reconquista,
agresividad, descalificaciones intempestivas y centralismos, bajo una visión peculiar
de España, basada en los valores del viejo régimen, aglutina a gente
descontenta con el mundo de la, que ellos llaman, “partitocracia”, y prietas
las filas, banderas al viento y gritos de guerra simbolizada en el concepto extemporáneo
de reconquista a lomos del caballo, pretenden arrasar con la democracia de
partidos y resucitar la vieja democracia orgánica modulada por el espíritu del
12 de febrero, que sembrara Arias Navarro, allá por 1974 cuando el régimen de
Franco agonizaba.
Ciudadanos, al que los de VOX le llaman la “Veleta
naranja”, tiene una concepción liberal de la vida y sobre todo de los mercados,
entendiendo la política, también, como una empresa, una acción mercantil para
vender su producto desde esa concepción ideológica, por lo que sus valores y alianzas
pueden ser mutantes en función del mercado y el producto que se demande, de ahí
la orientación de esa veleta en función del momento y las circunstancias, que
recuerda aquella frase atribuida a Groucho Marx: “Estos son mis principios, si
no le gustan tengo otros”, frase, por otro lado, aplicable a muchas otras
actitudes políticas.
En todo caso, Ciudadanos surgió con vigor cuando
Podemos tiró fuertemente hacía la izquierda, a lomos del descontento con el
bipartidismo por la corrupción y la injusticia en la gestión de la crisis
económica. Fue ganando terreno bajo el paraguas del IBEX 35 como ingenio para
neutralizar a los “Podemitas”, ejerciendo de elemento aglutinador del
descontento de los votantes de centro derecha. Fue definiendo su territorio dentro del
espacio del centro-político, cosa que reafirma con su alianza con Susana en la
gestión andaluza de la anterior legislatura. Pero hete aquí que el resultado de
las elecciones de diciembre pasado le coloca en una buena posición para echar a
Susana del bastión andaluz del PSOE, ostentado tantos años. El riesgo que ha de
correr es grande y peligroso. Ha de aliarse, aunque lo disfrace como quiera,
con el nuevo espacio político de ultraderecha, al que sus propios socios
europeos rechazan y le oponen un cordón sanitario.
Ante este escenario de deterioro del PP, aparición
de VOX, y sus buenos resultados en las elecciones andaluzas y las catalanas
anteriores, Ciudadanos ve la posibilidad de dar el “sorpasso” al PP y ganar el espacio del mal llamado centro-derecha,
pues, bajo mi opinión, no deja de ser la derecha. Para ello ha de correrse a la
diestra y competir por el voto del segmento más a la derecha, desplazando a
Casado y dejando a VOX descomponer al PP para quedar en el extremo. Aquí toma
la primera decisión arriesgada: para echar al socialismo se abraza al
extremismo de derecha aunque sea por diferido: Sí, pero no… no, pero sí. El
hecho es que sin VOX no podría gobernar en Andalucía y estaban dispuestos a
gobernar España en las mismas condiciones. Su discurso fundamental se centra en
el lema: “Hay que echar a Sánchez de la Moncloa”. Lo dicen hasta la saciedad y
entienden como pactos y cesiones con los independentistas, los terroristas de
Bildu (Bildu no es un partido terrorista, de lo contrario no estaría legalizado
por la Constitución) y los nacionalistas que quieren romper España, el mero
hecho de hablar con ellos. Es más, en este discurso que, en mayor o menor medida, abraza toda la derecha,
se acusa a Sánchez de traidor y felón, de tener las manos manchadas de sangre, por
ejercer una de las funciones básicas de la democracia, consistente en hablar
con los diferentes, con quienes comparte espacio parlamentario y de gestión
estatal en el área de una comunidad autónoma. Ese discurso virulento, por no decir canallesco, les pasa factura al final por sus modos falaces y sus formas.
Esa falacia, con su forma y con su fondo, no cala en
la población y, dado que la mayoría de la gente está cansada de confrontación
partidista, de manipulación para obtener rédito político, de falacias,
posverdades y fake news, de la política canallesca que pretende despertar
emociones de odio y rechazo al contrincante, y, a su vez, el viraje del PP
hacia la extrema derecha arrastrando a Ciudadanos, deja un importante espacio del centro a merced del
PSOE que, hábilmente, sabe ocupar desde un bajo perfil conflictivo y su campaña
de mejora de la vida del ciudadano con los viernes de decretos sociales del
gobierno.
No me olvido de otro de los conflictos que marcan la
contienda electoral, como es el de Cataluña y el llamado “procés”. El caso de
Cataluña y su actual situación es de una tremenda complejidad, pues conjuga
viejos sentimientos independentistas, no muy extendidos hasta mediados de la
pasada década, que han recibido un revulsivo a sus planteamientos con la actuación
y respuesta, por parte del PP de Rajoy, que no supo calibrar el efecto de sus
actos partidistas rechazando el nuevo Estatut que hubiera sellado un pacto de
40 años más.
Que la posición del PP respecto al caso catalán es
un error lo muestra la evidencia de que hayan sacado un solo diputado en toda
Cataluña (en el País Vasco, de momento, se quedaron en ninguno, esa es otra)
con lo que esa situación, casi extraparlamentaria, los descalifica para
valorar, empatizar e, incluso, comprender el problema catalán desde la óptica
del entendimiento, al no tener base social que lo sustente. Es evidente, y eso
lo han captado la mayoría de los españoles, que no se puede resolver el
problema catalán desde el ejercicio de la fuerza, propio de los tiempos
pretéritos, cuando Espartero pregonaba su uso para someter a los catalanes en
el siglo XIX. La única salida razonable y consistente es el diálogo desde
posiciones lógicas de respeto a la ley, desechando la unilateralidad que
pregona Puigdemont y Torra junto a un significativo colectivo social, capaces
de pagar el coste de una guerra tipo Eslovenia, pero que podría tener el dramatismo que se dio en Bosnia-Herzegovina.
Parece que ERC, sin renunciar a sus principios,
estaría por la labor de seguir su reivindicación rechazando la vía unilateral
de independencia, sabedores del conflicto que ello generaría y el consiguiente
coste, pasando a una posición más sosegada y pensando en la mejora de la vida
del ciudadano que es la primera obligación de todo político de izquierdas que
se precie, sin, como ya he referido, renunciar a su objetivo democrático según
su criterio.
Y del PSOE ¿qué decimos? Estaba, hace bien pocos
años, al borde de la catástrofe. Tras Zapatero las cosas fueron a peor y la
vieja guardia, tras elegirse a Sánchez en un congreso de transición, empezó a
pensar en Susana para elevarla a los altares del poder como respuesta a un
Sánchez insumiso y veleidoso. Fue una guerra interior que todos sabemos como acabó. Parece
que tiene baraca el Pedro Sánchez. Le funcionó su denostado manual de
resistencia y tras luchar a muerte contra Susana (políticamente se entiende) acabó
en un sonoro triunfo que lo elevó al poder sin paliativos. De nuevo, en 2018, la suerte
le sonrió y solo tuvo que coger la fruta madura que caía del árbol del PP,
cuyas ramas se estaban pudriendo por la corrupción.
No necesitó grandes pactos, pues le entregaron en
bandeja las llaves del poder sin excesivas concepciones, pues se trataba de un
mal menor para echar al mal mayor que era el PP. Luego, no era su intención
dejar el gobierno, sino aguantar la legislatura para que le diera tiempo a
hacer algunas cosillas que sirvieran de testimonio de sus intenciones, pero los
independentistas catalanes, al no ver satisfechas su exigencias, lo dejaron
caer, cosa que no le fue mal, porque mostró que las concesiones al
independentismo, de las que le acusaban, eran falsas o de orden menor. Cambió
su discurso y mostró disposición a hablar, pero dentro de la Constitución, y
ganó un importante sector del segmento del voto que apoyaba el diálogo desde
los principios constitucionales.
A Unidas Podemos, que cambió de nombre genérico a
caballo de la batalla feminista, no le iban bien las cosas. Conflictos
internos, deslealtades, acuse de totalitario a Pablo Iglesias, etc. Pesaba en
el ánimo de muchos votantes el error de no haber dado apoyo a Sánchez en la
legislatura anterior y permitir que volviera Rajoy a ejercer de
presidente. Ahora las cosas eran
diferentes y, además, el propio Sánchez había cambiado su actitud respecto a
Podemos, siendo más receptivo para el pacto y encuentro de ambas formaciones. Esto, bajo mi opinión, le ha permitido a
Sánchez arrebatarle a Podemos algunos votos y escaños. No obstante, el discurso
de Pablo Iglesias, suena bien pero… siguen existiendo algunas reticencias de
las sembradas contra ellos por parte de sus oponentes. Su estilo y ánimo en el
debate fue sosegado, moderado y constructivo, razonablemente estructurado para
dar la imagen de hombre de Estado distendido y sólido, pero, aunque sacara a
colación el espionaje y manipulación de las Cloacas del Estado, la suerte
estaba echada…
Y en estas circunstancias, sumadas las fugas del PP
a Ciudadanos de Garrido y algún otro, se
llega a las elecciones. VOX había tirado de la derecha (PP) y del propio centro
derecha (Cs) hacia la extrema derecha, llevándolos a combatir en su campo, con
sus ideas sobre España, los pactos, temas de aborto, inmigración, ultraliberalismo,
etc. No sé si al enfrascarse en esa lucha de dominio del centro derecha, no se
percataron que dejaban a Sánchez libre el centro que, inmediatamente, pasó a
ocuparlo robando votos a Ciudadanos y por la otra banda a Podemos, lo que le ha
dado tan buenos resultados. Entonces pasó lo que pasó:
- Las expectativas de VOX, que eran de
triunfo total, bajaron a una representación modesta sin poder ser determinante,
aunque no deja de ser significativa con sus 24 diputados. VOX, que
parecía que iba a comerse el mundo con sus mensajes agresivos, “aforísmicos” y
sentenciosos, aludiendo a la patria y el sentimiento de corazón pero olvidando
el uso de la razón argumental, no caló lo esperado y, sin despreciar el buen
resultado, quedó lejos de sus expectativas, pero con más de 2 millones y medio
de votos.
- El PP se estrella y se produce la debacle. Cae 71 diputado y se queda en 66 de los 137 que tenía, perdiendo más de 2 millones y medio de votos. La crisis está servida, pero, en lugar de hacer una autocrítica, echan la culpa a la dispersión del voto con VOX. Ahora se preguntarán qué hacer, si refundarse, cambiar de líder o esperar que pase la tormenta a ver si recuperan como hizo el PSOE de Sánchez. Tétrica estampa se dio en la puerta de Génova la noche electoral y, en estos días, tras el análisis de su ejecutiva, se ha apartado a un Teodoro García Egea, bravucón en la pelea y negociador con VOX en la conformación del gobierno andaluz, a la vez que se defenestra a Maroto, que se queda sin escaño, como responsables de la campaña y del consiguiente fracaso, salvando la cara de Casado. Ahora, tras la debacle y el tirón de orejas de los barones como Feijoo, se oye a Casado decir que VOX es la extrema derecha, reivindicando el centro-derecha para ellos.
- Ciudadanos está eufórico, porque no habiendo producido el sorpasso, está a menos de un punto porcentual del PP. Ha crecido de 32 a 57 escaños, con un millón más de votos. Eso sí, en la lucha por el liderazgo de la derecha ha dejado el centro libre y el PSOE se ha asentado en él, como ya he mencionado, que dependiendo de cómo gestione la formación de gobierno será efectivo o no ese posicionamiento. Yo sigo pensando que Cs prefiere luchar por el control del centro-derecha con el PP que hacer un pacto con el PSOE, por mucho que la señora Botín lo sugiera, pacto que lo convertiría en bisagra, cuando quiere ser puerta.
- Podemos, a pesar del bajón, perdiendo 29 escaños y 1.300.000 votos, se agarra al éxito tras impedir que la derecha sume y a la posibilidad de formar gobierno con Sánchez salvando las suspicacias y resistencia de este. Mas Sánchez no querrá abandonar el centro escorándose a la izquierda descaradamente y procurará apoyarse en sus 123 diputados para gobernar con acuerdos puntuales, como ya hacía con los 84 diputados que tenía antes.
- Pedro Sánchez es el gran triunfador de la noche. Ganó más de 2 millones de votos y 38 disputados más de los que tenía, quedando con 123. Para colmo, la desmembración de la derecha le facilitó el arrollador éxito en el Senado, donde consigue 121 senadores, con mayoría absoluta. Ahora bien, aunque haya ganado las elecciones, no lo tiene fácil. Ha de pactar para conseguir una mayoría holgada de gobierno. Si cede a la izquierda el centro se resiente, si marcha al centro Podemos le comerá terreno por la izquierda. He aquí el dilema, difícil tesitura la suya. Lo mejor para él será gobernar con sus fuerzas y acuerdos puntuales con los otros, a diestra y siniestra, mas no sabemos si le dejaran usar esa estrategia. De momento la gran diferencia de escaños es una garantía que ha de saber administrar.
- Y ¿qué decir de los soberanistas, independentistas y nacionalistas vascos y catalanes? Han tomado más fuerza y han crecido. Han arrojado del País Vasco al PP y a Cs y Vox no rascó bola allá. Solo Podemos (4) y el PSOE (4) tuvieron importante representación. En Cataluña se mantiene Ciudadanos (5), el PP casi desaparece equiparándose a VOX con un diputado cada uno, mientras Puigdemont pierde ante ERC, que obtiene 15, dejando a la vieja Convergencia (JxCat) en minoría (7). También da un importante salto el PSC con 12 diputados (antes tenía 7) y baja Podemos desde los 12 escaños a 7 en un claro trasvase de votos.
Ahora, despejado el horizonte de dudas electorales,
cabe esperar hasta ver cómo evoluciona todo. Puigdemont se empieza a diluir, la
ERC de Junqueras se refuerza y cambia su actitud hacia una posición más
moderada y racional. El PP, tocado y casi hundido por las importantes vías de
agua, debe acudir al astillero a reparar. Ciudadanos sueña con el “sorpasso”
definitivo y ser un partido de gobierno, aunque aún no se ha estrenado
gobernando en soledad en ningún lugar importante, lo que genera cierta
desconfianza. Podemos se bate en la necesidad de sobreponerse a la gran pérdida
de representatividad, renovando su discurso, adaptándolo y sosegándolo en la
línea de Pablo Iglesias en el debate, defendiendo con contundencia sus planteamientos pero dulcificándolo. VOX ha debido tomar cuenta de que el discurso del pasado
tiene pocos seguidores, por lo que los improperios, algazaras, ocurrencias y
fake news no acaban de cuajar en un pueblo resabiado por la vieja guerra civil
que sigue contaminando el ambiente. El PSOE, aun habiendo sacado una importante
ventaja, tiene el difícil papel de gestionar un momento histórico complicado,
sobre todo considerando que puede venir otra crisis económica internacional y
que el asunto de Cataluña sigue pendiente y condicionado por un proceso
judicial que puede hacer pupa, que habrá que afrontarlo desde la sensatez para
enfriarlo. Se habló mucho de indulto de los procesados en caso de condena,
pero esa opción, que no se clarificó,
puede ser una salida para sembrar la paz social en Cataluña; tal vez el mismo
tribunal acabe aconsejándola en el supuesto de condena.
En todo caso, espero que la crispación dé paso al
sentido común, que la palabra sea el arma del debate, que el consenso permita
la convivencia en paz, que las diferencias se respeten y se establezcan
sinergias en comunes objetivos, que la ciudadanía anteponga el sentido
universal del ser humano como espíritu y actitud para resolver los problemas y,
por último, que se comprenda que lo importante es la vida digna de la gente y
que el dinero esté al servicio de los hombrees y mujeres de este mundo y no al
revés.
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