Esto
de releer las obras que de joven se leyeron aporta un verdadero placer, no solo
por lo que traiga de recuerdo de aquellos tiempos, sino por lo diferente que
resulta la interpretación de una novela leída con 20 o menos años, de lo que
ahora se descubre en ella. Durante los últimos tiempos he participado, y sigo
en ello, en diferentes clubs o grupos de lectura, de la mano de mi amiga María
Jesús Albarracín, en el Ateneo o en el que en estos momentos estamos
organizando dentro de las actividades de ASPROJUMA, un libro fórum coordinado
por Juan Francisco Romero.
Supongo
que a vosotros os pasa algo parecido. Cuando se es joven y no se tiene el
bagaje y la trayectoria vivencial que se arrastra en la madurez, las cosas se
ven de forma diferente. Al releer una novela ahora descubres cantidad de
matices e interpretaciones que antes se pasaron por alto o no llegabas a
comprender. El análisis de los personajes, el entramado y sus componendas
motivacionales, la génesis de las conductas, la personalidad y la complejidad
psicológica de los protagonistas, una mejor y más justa imaginación del
contexto y los matices de vestuarios, y la
mayor comprensión de la biografía del autor. En suma una percepción más
completa de la obra y de sus mensajes en conjunto.
En
esta sesión última de libro fórum, hemos tratado la novela de Fiódor Dostoyevski, Crimen y castigo. Es esa historia alucinante
desarrollada en el San Petersburgo del XIX, capital de la Rusia
Zarista. Curiosamente coincide con que este agosto visité la ciudad, por lo que,
muchos pasajes de la novela, los situaba con mayor precisión en sus calles y
plazas. El río Neva y sus canales, la avenida de Nevsky, el palacio Imperial
(actual museo Hermitage), la catedral de San Pedro y San Pablo, etc.
Pero
yendo a la novela, no deja de ser una historia intrigante, con conductas
difícilmente comprensibles, cargada de personajes marcados por la miseria y
necesidad para su subsistencia, con una amplia representación de las diferentes
personalidades que puebla la ciudad y, sobre todo, el barrio. Los protagonistas:
Rodión Raskólnikov, es un estudiante fracasado que subsiste como puede, incluso
empeñando sus pertenencias, o mediante el dinero que le remite su madre, Pulkeria, pensionista y su
hermana Dunia con su trabajo; la usurera, Aliona Ivánovna, que se aprovecha de
la pobre gente para llenar sus arcas, mientras su hermana, Lizaveta, es una santa mujer; Marmeládov, un exfuncionario
alcoholizado y caído en la miseria que arruina a su familia mientras su hija,
Sonia, se dedica a la prostitución para ayudar a la familia; el pretendiente de
su hermana, Piotr Petróvich Luzhin, sujeto enigmático, frío y trepa, que significa
la salvación económica de la familia pero implica el sacrificio de ella por esa
causa y, además, se promete sin contar con su consentimiento hiriendo su
orgullo; el perverso Svidrigáilov que representa la maldad y la corrupción
cargado siempre de sospechas; el Juez Porfirio que mantiene interesantes
debates con Raskólnikov; Razumijin, amigo de Raskólnikov y sobrino del juez
Porfirio… y sobre todo Semiónovna Marmeládova, mejor conocida simplemente como
Sonia, que es la otra protagonista de la historia sobre la que recaen las
desgracias, incluido el ejercicio de la prostitución, y sigue, desde su
sumisión, entregándose a los demás, hasta llegar a enamorarse de Raskólnikov y
seguirlo a su destierro, ofreciéndole una nueva vida en su compañía; vida que
se adivina al final de la novela cuando Rodión toma conciencia de su amor por
Sonia y ve la salida a su existencia conflictiva y psicológicamente traumática.
La
trama tiene su esencia en la convicción de Rodión de que es lícito el crimen
ejecutado por seres superiores, por líderes y mentes privilegiadas, que lo
cometerían para salvar a la sociedad de una situación deleznable, de injusticia,
o procurarles una mejor vida. Los grandes líderes, los Napoleones, han cometido
asesinatos y crímenes bajo el convencimiento de que era un mal menor para
conseguir un objetivo superior. Esa idea, descrita por él en un artículo
publicado por una revista, parece que cuaja en su mente y, ante la miserable y
usurera prestamista, él se siento autorizado para eliminarla y salvar al mundo
de una arpía, por lo que decide matarla, tras visitarla en numerosas ocasiones
y humillarse ante ella para conseguir empeñar, lo mejor posible, sus prendas,
entendiendo que es justo que él le arrebate su dinero.
Lo
consigue, y escapa, a duras penas, sin sospecha del crimen, pero antes ha
tenido que dar muerte a la hermana de la usurera, que se presenta en la casa,
para evitar ser denunciado. Lizaveta es una buena mujer que muere como un
efecto colateral indeseable y así lo entiende él, pero eso le hace trastornarse
aún más con este hecho. A partir de ese momento entra en una crisis cargada de
suspicacias, de elementos autorreferenciales, sospechando que saben que él es
el asesino. Por ello decide ocultar lo robado bajo una gran piedra en un solar
descampado.
En
todo este maremágnum emocional, de crisis existencial y de conflicto interno
ético y moral, acaba descolocado, enfermo y trastornado su pensamiento. No es
el superhombre que tenga derecho a cometer un crimen, sino el ser normal que ha
de gestionar su culpa y, como culposo, requiere reparar el crimen. La llegada
de su madre y su hermana, el cuidado y preocupación de su amigo Razumijin, el
conflicto con el pretendiente de su hermana, las conversaciones con el juez
Porfirio, la aparición del pérfido Svidrigáilov, la muerte de Marmeládov y el
contacto con su familia y su hija Sonia, conforman un entramado intrigante que
mantiene la atención y la ávida lectura. Resalto su confesión del crimen a
Sonia, por la que ya se encuentra atraído, y la siembra del amor mediante el
acto de ayuda y entrega de sus ahorros para dar sepultura a su padre, crea un
vínculo especial. La confesión a Sonia lleva aparejada la culpa por la muerte
de Lizaveta, a la que conoce Sonia y de la que conserva un crucifijo que le
entrega a él como un talismán para que le proteja, lo que abre, aún más, la
puerta del remordimiento por su asesinato.
Decide
entregarse, tras ver como iba a ser condenado un inocente que se inculpa del
crimen, y someterse al castigo reparador para purgar su culpa que asume sin
paliativos, siendo enviado a Siberia a cumplir 10 años de reclusión y trabajos
forzados. Sonia le sigue, pues su madre, tuberculosa, ha muerto y sus hermanos
han sido ingresados en orfanatos con un importante donativo del perverso
Svidrigáilov, que en un acto final ha dejado su fortuna a los necesitados y se
ha suicidado. Mientras, su madre, Pulkeria, que piensa que se ha marchado al extranjero,
aunque en el fondo sepa la verdad oculta, ha quedado en San Petersburgo junto a
su hermana que se casa con su amigo Razumijin.
La
bondad de Sonia se evidencia con los presos a los que ayuda escribiendo sus
cartas y haciendo de correo en el exterior, lo que lleva, al final, a Rodión, a
tener conciencia de su amor por ella y empezar a soñar con un futuro juntos,
quedando en el aire, pero sobreentendido, que cuando termine su condena
formarán un hogar.
Del
autor dijo Friedrich Nietzsche: «Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto,
del cual se podía aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi
vida». Luego, Nietzsche, elaboró su teoría del superhombre que tiene una
coincidencia con el planteamiento que manifiesta Rodión Raskólnikov en el
artículo que había escrito un tiempo antes del crimen en la revista y al que ya
me he referido. También queda manifiesta esa idea cuando Rodión le dice a
Sonia: “Y ahora sé, Sonia, que tiene poder sobre las personas quien es más
fuerte por su inteligencia y su espíritu. Para la gente, el que se atreve a
mucho es el que lleva la razón. El que más cosas menosprecia se convierte en su
legislador y el más atrevido es el más escuchado. Así ha ocurrido hasta ahora,
y así será siempre. ¡Sólo un ciego no lo vería!”
Yo
destacaría como elementos más significativos desde un punto de vista
psicológico, la joven personalidad de un soñador que va a estudiar a la
universidad con el deseo de triunfo, pero que se ve atrapado en un mundo de pobreza, miseria y de bajos
fondos. Es esa exaltación megalómana que le precede en su proyecto inicial de
vida, la que le provoca su idea de superhombre, de la justificación del crimen
en función de la bondad resultante, eliminar a la usurera es un acto de
justicia social en el mundo ruso prerevolucionario del siglo XIX. Luego, la
miseria de su entorno, su incapacidad para ser insensible ante el dolor y
sufrimiento ajeno, el afloramiento de su bondad ayudando a la familia de
Marmeládov para pagar su entierro, el proceso de razonamiento que establece con
el juez Porfirio, la toma de conciencia del mal causado y las diferentes
manifestaciones de los otros protagonistas, le hace ver en su subconsciente que
él no es un ser superior, sino uno vulgar, que no está exento de culpa ante un
crimen y aflora el sujeto culposo, el que entiende la justicia desde la
verticalidad donde el pobre hombre que infringe la ley ha de pagar por ello
para redimirse, tal como describiría Freud con su segunda tópica y la figura
del superyó años más tarde. Tal vez, como ya he dicho antes, una circunstancia
incontrolada pueda haberle despertado esa culpa, esa ejecución injusta de
Lizaveta que le tira por tierra el planteamiento. Ya no es la usurera la que
muere para liberar a la sociedad de esa arpía, sino la buena hermana, la
inocente, la bondadosa y trabajadora. Ello le enfrenta al fracaso del
superhombre que se pensaba, al fallo de su objetivo y despierta el
remordimiento.
De
la fase de creerse superhombre, pasa a otra fase de verse como un pobre sujeto
que ha cometido un crimen, que ha privado de la vida a Lizaveta y que, para más
inri, hay un sujeto inocente que va a pagar su crimen. Quiso escapar de la
normalidad, de la sociedad a la que pertenecía, pero surge de su interior la
personalidad oculta que le corresponde por su procedencia relativamente humilde
y le muestra que su delirio de superhombre no es más que eso, un delirio, y que
no podrá vivir en paz bajo la culpa, sometido siempre a la suspicacia y la
paranoia de ser perseguido y descubierto por el juez y la policía. Tal vez se
dé un fenómeno de reubicación existencial, un proceso de maduración, dejando
atrás los delirios juveniles para caer bajo el peso de la realidad social,
ética y moral de donde viene. Enamorarse de una chica joven, pobre, que ejerce
la prostitución para ayudar a la subsistencia de su familia, le despierta su
propia sensibilidad en su entorno de referencia. Ese trastorno existencial, esa
búsqueda de su esencia como ser humano, le ha tenido absorto, desconectado de su
ambiente familiar y social, abstraído en su pensar y en su lucha interna por
identificar y comprender su propia existencia que le permita salir de ese
estado confusional. Cosa que consigue cuando un día, tras no venir a verle a la
prisión por estar enferma su amiga Sonia, aflora el sentimiento del amor para
conducir su pensamiento hacia un proyecto de futuro estable junto a Sonia,
ejemplo de bondad y constancia en su dedicación y principios, eso sí, una vez
que haya purgado su culpa…