Hoy hace 77
años que moría en Collioure (Francia) el insigne poeta español y andaluz,
Antonio Machado, que por su
universalidad ha pasado a ser patrimonio de la humanidad. Fue una muerte
triste, lejos de su tierra, desterrado por defender los derechos y libertades
de su pueblo contra los traidores y levantiscos militares y los poderes
fácticos que los apoyaron, que volvieron a imponer la idea única, la suya,
despreciando el librepensar de la gente y su diversidad enriquecedora para
someterlos a un estado “borriguil” de sumisión y obediencia, desde la asimetría
en el dominio y gobierno de las cosas, desde el sometimiento corporal y
espiritual ante las armas del opresor y la imposición religiosa de un clero de
comparsa.
Las ideas
no se matan, no mueren, pero se aletargan, se reprimen, y acaban agazapadas por
miedo a la tortura y asesinato del sujeto que las cultiva, luego se mueven en
la clandestinidad, a escondidas y crecen y se desarrollan. Las ideas solo se
combaten con la razón, con argumentos y convicciones que las hagan evolucionar enriqueciéndolas
desde una mente abierta, sin dogmatismos ideológicos o religiosos. Pero si se
reprimen, durante ese tiempo, amagadas bajo tierra, se comportan como la
semilla que germina en cuanto el tiempo es propicio, en cuanto el agua riega de
nuevo ese suelo y le da el nutriente necesario para florecer. Estúpido es el
gaznápiro que piensa que matando al pensador se elimina la idea, cuando esa
sangre es la semilla que germina con el tiempo, pasando por encima de la
historia de sus asesinos. Es absurdo pensar que cualquier idea es buena sin
otra para compararla… la idea única no es contrastable por lo que no puede
ser nunca motor de cambio, de desarrollo y evolución humana. Quien mata a las
demás ideas, solo es un freno a esa evolución, una lacra que impide el avance del
ser humano… un asesino del desarrollo de la vida en su conjunto.
Con su joven esposa Leonor |
Las balas
acallan la palabra pero no la idea, que sigue fraguándose en la mente. El ser
humano, idealista de por sí, rompe con la mediocridad que acaba sometida al
poder, y lanza al viento la fantasía utópica de la justicia, de la libertad y
del libre desarrollo de los hombres y mujeres asociado al conocimiento, a la
razón y pensamiento que eleva el raciocinio al nivel de poder e inteligencia. Pobres
ineptos que se agarran a la violencia para matar la palabra, pobres y
miserables los que no entienden que la vida es el intercambio libre de pensamientos
e ideas que permitan la evolución de los pueblos, pobres en suma los que
quieren mandar sobre la nimiedad, sobre la nada inducida por el analfabetismo,
porque son incapaces de gobernar a la ciencia y al conocimiento de la pura
inteligencia libre.
Fue
Machado, junto a otros muchos, luz y estrella que ilumina un horizonte de progreso
de la interioridad e intelectualidad del sujeto, un mártir de su ideología
demócrata y republicana, bajo la intolerancia de una España totalitaria y
opresora que solo pretendía el dominio de la gente al amparo de unos principios
anacrónicos y oligárquicos arropados por un credo religioso y unos intereses del
grupo dominante.
Su mesa y encerado en Baeza |
Parecía que
en España empezaba a amanecer un nuevo día, una nueva era de desarrollo
educacional y de libertad, pero, dado que el conocimiento del pueblo lo capacita
y da poder de decisión y criterios, no pueden ser aceptado por las esferas del
poder al constatar el peligro de perderlo, por lo que hay que abortar el
proceso y volver al pueblo, a la ciudadanía, a la gente, a su lugar de
sumisión. He aquí la justificación de los rebeldes… su España se perdía y no
les gustaba nada la que venía.
Ganó una de
las dos Españas, que fue la que heló el corazón al españolito que vino. Las
cunetas se llenaron de victimas bajo el dominio del terror ejercido desde el
poder aniquilador de las ideas, entendiendo que muerto el perro se acabó la
rabia. Aún hoy día, aquellos que se les llena la boca defendiendo a los víctimas
del terrorismo de ETA, siguen sin defender y torpedeando los derechos de las
otras víctimas de aquella contienda que ya debería estar superada si se cerraran
las heridas definitivamente desde la justicia y el reconocimiento a las otras
víctimas que ellos tienen olvidados en las fosas comunes, mientras usan políticamente,
desde la más absoluta indignidad, a las de ETA. Ambas merecen el reconocimiento,
pues si estas últimas son producto del terror absolutista de una banda
criminal, la otra lo es más, pues fueron producto del terror absolutista de un
Estado impuesto por la violencia de las armas, que les mató por ejercer el
sublime derecho a pensar… y no me refiero a aquellas que en el calor de la
contienda sufrieron abusos en uno u otro campo, sino a los que, desde el Estado
vencedor, una vez acabada la propia guerra o tomadas las ciudades, fueron
aniquilados sin justo juicio ni razón, a los que eran masacrados por su divergencia
ideológica, a los que debieron someterse a ese terror para salvar su vida, a
los que renunciaron a su libertad para poder seguir viviendo… Otros tuvieron la
suerte de poder expatriarse, pero sufriendo los avatares de los conflictos del
entorno donde vivieron: guerra mundial, totalitarismo comunista ruso, campos de
concentración alemanes, etc.; o sea, más violencia, sufrimiento y muerte.
Machado es
un simbolismo, al igual que lo son otros de su propia generación del 98, o los
representantes de la generación del 27, como: Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico
García Lorca, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente
Aleixandre, Manuel Altolaguirre, donde incluimos, aunque no lo fuera por edad, a
Miguel Hernández, que sufrieron en su mayoría el destierro, la cárcel o la marginación,
cuando no la muerte, a manos del régimen franquista.
Pero
Machado fue un autor iluminado, capaz de hablarnos de los caminos de la vida, aprendiendo
a andar sobre la mar abisal sometidos a peligros desconocidos, cargado de
filosofía poética, mirando siempre adelante. Es magistral la crítica en su lírica
(la Saeta) de la concepción sufridora y laudatoria del tormento, en una iglesia
que cantaba y alababa el martirio de su dios en una cruz, sin inmutarse, como
algo natural que nos limpia del pecado por la cara bonita. Ese penar ejemplar
que preparaba a la gente para soportar al sufrir terrenal, para que no se rebelaran
contra las injusticias y las opresiones que eran el pasaporte a la gloria de
otro mundo. Una forma de conformismo basada en un premio en diferido... ¿Les
suena el concepto?
Él prefería al otro Cristo, el que anduvo sobre la mar. Ese sí era el Cristo de la vida, de
la verdad terrenal, del trabajo, de la alabanza a sus apóstoles pescadores, del
milagro de la vida y de la felicidad de los pueblos dignos, de la convivencia
pacífica y justa. Andar sobre la mar es dominar la vida, la naturaleza, la razón
y dejarse llevar por las utopías. El agua es el nutriente de toda esa naturaleza,
la parte bondadosa de la existencia que se nos otorga para crecer y desarrollarnos.
Tal vez por eso él prefería al Cristo que anduvo sobre la mar al clavado en una
cruz y sometido a los tiramos que lo crucificaron:
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
,,,/,,,
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
,,,/,,,
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
Su mensaje, al menos para mí, deja claro que solo
desde el dominio de la sabiduría, desde el conocimiento de la vida, desde la
educación, el saber y el poder de la gente, se puede conseguir la evolución por
los caminos de la mar, sabedores de que no se volverán a pisar esos caminos ya
pasados, pero que nos han llevado hasta allí para seguir caminando, haciendo el
tránsito hacia la autorrealización personal, hacia la justicia social y el
hermanamiento entre los seres humanos, hacia un mundo mejor y compartido si lo
buscamos desde esa diversidad con la mente abierta.
Hoy, Machado sigue vivo porque mientras esté en nuestra
memoria pervivirá su ser a través de su poesía, de sus palabras e ideas. En
Collioure hay una tumba para dar testimonio de que viene.
El entierro en Collioure aquel día lluvioso y desapacible |
Este año, como suelo hacer, le dediqué otro poema que transcribo:
A Antonio
Machado
(77º aniversario de su muerte)
Hoy sigue estando presente
el verso lucido y claro
que nos dejó Don Antonio
como su inmenso legado.
Fueron versos de frescura
de los mares castellanos
por los que anduvo su pluma
explorando al ser humano.
Fue descubriendo caminos,
en su bajel navegando,
en busca de las verdades
ocultas al pueblo llano.
Nos mostró con su palabra
la ruta para ir andando
los senderos de la vida
en este mundo inhumano
cargado de hipocresía
donde se niega la mano
a quienes nos necesitan
como verdadero hermano.
Y sigue estando vigente
el esplendor de su canto:
El españolito llega
sintiéndose desgraciado
porque siguen las Españas
con el corazón helado.
¿Quién salvara a ese chiquillo,
con el corazón helado,
de las garras de la guerra
que seguimos observando?
¿Quién le dará la cordura
para encontrar en la vida
camino libre y honrado
que le lleve a la verdad
sin verse manipulado?
De nuevo serán sus versos
el bastón donde apoyarnos
para seguir el camino
en que vamos transitando.
Autor: Antonio Porras Cabrera
Málaga 22 de febrero de 2016
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