Brígida Perez Ruano |
Dentro
de los temas que suelo colgar en este blog, llamado Cosas de Antonio, a veces afloran
cuestiones de tipo personal y familiar, son mis cosas, que comparto con la
gente. Este es un caso de ellos que, posiblemente, solo les interese a los
lectores de mi entorno familiar, a los que va dirigido especialmente.
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A
las migas, para valorarlas en toda su extensión, se le habría de adosar una “a”
al inicio, pues haciendo las migas se hacen amigas y amigos. Cuando el frio se
asoma en el otoño, las migas suelen ser un buen elemento o reclamo para unir a
la gente en encuentros familiares y de amistad. Compartir unas migas es una
excelente oportunidad para verse y disfrutar en familia de una buena mesa con
charla, recuerdos y emociones de un pasado común que se asoma a la memoria
rubricada por la sangre que compartes con tu gente.
El
ritual de su elaboración ya es significativo de por sí. Condimentos
elementales, básicos, conjugados con el arte en la cocina del pobre, que las
elevan a manjar divino: pan duro o asentado, aceite, agua, ajo, sal… y lo que
fuere intra o sobre las migas… chorizo, pimientos fritos, melón, granada, etc…
tropezones que le vas añadiendo para darle un toque personal y a tu gusto, en
función también, por qué no decirlo, de tus recursos, pues se solía arramblar
con aquello que había más a mano por la casa.
Pero
lo más importante es el entorno que se crea. Mientras se hacen, con ese meneo
continuo en la sartén y la colaboración de los comensales, se establece un
ambiente de charla distendida acompañada de un picoteo para matar el tiempo de
espera. Allí se habla de todo y, si se es prudente, se evitan los temas
espinosos que te lleven a la discusión. Es oportuno estudiar el ambiente y ver
por dónde anda cada cual para valorar el nivel de implicación y el
posicionamiento ideológico, religioso, incluso, deportivo; los temas de
política, de religión y de deporte suelen despertar pasiones que pudieran
frustrar y estropear una buena comida. Por tanto, busquemos aquello que nos une
para poder compartir con el grupo y evitemos lo que nos lleve al desencuentro,
no seamos impertinentes. Para comer y hacer una buena digestión es necesario un
excelente estado de relajación, un ambiente sosegado.
Hoy,
en casa de mi prima Carmen, nos hemos reunido un grupo significativo de
descendientes de Brígida la Portuguesa, la mayoría de su hija Carmen, y yo de
su hijo José (el Cosario). Conocí a Ana y José, también nietos de Carmen la
Portuguesa, por parte de su hija Carmen y de su hijo Mariano, y me reencontré
con mi tío Juan Manuel y sus tres hijos, Carmen, Dolores y José, sus parejas y
algunos de sus descendientes, jóvenes ellos. Bonito encuentro que quiero
agradecer a Carmen como anfitriona por la oportunidad de remembrar los viejos
tiempos:
-¿Te
acuerdas de los altares que hacía la abuela en el Corpus?
-¿Y
de sus saetas al paso de la procesión?
-¿Y
de sus ramos de flores y coronas?
La familia a la mesa |
Claro
que nos acordamos, todo el pueblo la recuerda. Fue una mujer bondadosa y valiente,
como su madre, la bisabuela Brígida, que crió a 11 hijos tras quedar viuda muy
joven. Ella, Carmen, también enviudó joven y crió a sus cinco hijos con
solvencia y cariño. A mi tía Carmen (mi chacha Portuguesa), de la que tengo un
recuerdo excelente de las visitas que le hacíamos cuando mis padres venía al
pueblo, le tengo dedicadas unas quintillas en mi libro “Cuevas de San Marcos,
entre fotos y versos”, que dicen así:
Fue
la hermana de mi abuelo
esta
mujer singular
que
nos mostraba lo bueno
de
su saeta al cantar
a
su Cristo nazareno.
Dominó
con maestría
el
tocado de las flores,
lindos
altares hacía
poniéndole
mil amores
para
el Corpus en su día.
Crió
cinco muchachillos
con
un cariño evidente,
niña
y cuatro chavalillos
que
confirmará la gente
que
fueron buenos chiquillos.
Carmen Porras Perez |
Luego
dimos un repaso a los hijos de Brígida, nuestros prolíficos abuelos que nos
hacen una familia extensa. José, Mariano, Antonio, Gregorio, Silverio y Brígido
(que falleció ahogado siendo joven al bañarse en el río Genil en la Aceña) y
las chicas: Dolores, Teresa, Africa, Carmen y Mercedes si no recuerdo mal. Más
de un centenar de primos segundos se dan la mano en esta generación, todos
biznietos de Brígida Pérez Ruano, apodada “Brígida la Portuguesa”.
Mi
tío Juan Manuel, hijo de Carmen la Portuguesa y nieto de Brígida, es un
testimonio vivo de la historia familiar y nos trajo a colación los recuerdos de
la guerra. Cuenta que cuando entraron los falangistas (caballista de Lucena) en
el pueblo y empezaron a hacer tantas barbaridades, matando gente en plan
sumario, abusando y humillando al personal, ellos se fueron a la casa de mi
abuelo, a la Aceña, allí estuvieron hasta que se calmó todo y pudieron volver a
casa sin peligro. Él lo hace presente con lucidez, pues tenía 13 años y fue
consciente de todo…
Aquí
empezamos a recordar los ancestros.
-¿Sabéis
porque se les llamaban los portugueses? Yo os lo cuento:
José Porras Perez |
A principio del siglo XIX aparecen por el pueblo dos sujetos
provenientes de una localidad del norte de Portugal llamada Riba de Ancora, muy cercana a la frontera con
Galicia. Se trataba de Felipe Pérez Albarez
(este Felipe sería el abuelo de fray Crispín, al que acaban de beatificar por
haber sido asesinado en la guerra civil) y José Perez Rodriguez, que sería el
abuelo de la bisabuela Brígida y que, en principio, no le toca nada al tal fray
Crispín, tal como demuestro en la entrada de mi blog titulada: Mi bisabuela
y fray Crispín (Una investigación de parentesco) (si quieres leerlo cliquea en el título), pudiendo admitirse,
como algo probable, que los dos sujetos fueran primos hermanos como mucho, dada
la coincidencia de su primer apellido.
Pero
por la fecha en que se casa José (1812) debieron llegar en plena guerra de la
independencia, tal vez de la mano de las tropas portuguesas que apoyaron a los
opositores a Napoleón, comandados por el General inglés Arthur Wellesley, más
conocido por su título de duque de Wellington. Esto, lógicamente, lo planteo
como mera hipótesis, pues no tengo documentación al respecto. Podría haber
otras hipótesis, como que formaban parte de los grupos de extraperlistas o de
contrabando que tanto abundaban por aquellos tiempos en la “relación comercial”
entre España y Portugal, en las que el pueblo tenía su protagonismo dado su
aislamiento geográfico, lo que le permitía cierta impunidad. También, volviendo
a la primera hipótesis, en la guerra contra la Francia napoleónica, se aplicaba
una guerra de guerrillas, al estilo bandolero, con sus partidas y estrategias
que llevaban locos a los franceses. Luego, sus componentes, se asentaron en
diversos lugares donde fueron acogidos y se integraron estableciendo lazos y
vinculaciones familiares. Tal vez ellos dos formaran parte de una de esas
partidas. En muchos casos, tras el desencanto y la desesperanza que trajo el
fin del conflicto que no les integró en actividad alguna, esas cuadrillas ejercieron
el bandolerismo que marcó el siglo XIX hasta su conclusión, en una
confrontación sistemática, hasta la creación, en 1944, de la Guardia Civil para combatirlo.
Pero
volvamos al caso. Ambos casaron con jóvenes de Cuevas Altas. Felipe con María
Valberde Contreras y José con Antonia Quevedo Fernández. Ahora vayamos a
nuestro retatarabuelo (José Pérez Rodriguez), que se casó, como ya he referido,
en 1812 con la citada Antonia Quevedo Fernandez (En algunos lugares la encontré
como Ana Quevedo Melchor), de la que nació el tatarabuelo José Perez Quevedo
(el famoso Pepe el Portugués, que en el registro consta como de profesión
albañil, pero ejercía otras actividades en negocios y empresas no muy
recomendables). Pepe contrajo nupcias en 1854 con Rosario Ruano Granados, una
joven veinteañera que vivía en la actual plaza de la Constitución (en aquellos
tiempos se llamaba plaza del Mercado), y en concreto, en la casa que hoy habita
mi prima Carmen López (de los Chivildos), en el rincón por encima de Galerías
David, donde, al parecer, los padres de la novia tenían una posada, y se
quedaron a vivir allí.
Gregorio Porras Perez |
De
este matrimonio, Rosario y Pepe, nacería en 1859 la bisabuela Brígida Perez
Ruano, la Portuguesa, que allá por 1881 se casó con Mariano Porras Repiso, un
año mayor que ella y del que enviudó joven, pero la dejó cargada con los ya
mencionados 11 hijos. Pepe el Portugués, tiene una interesante historia, en el
convulso siglo XIX, que da para otra larga velada cargada de migas y charla,
solo os diré que en el Borge existe un hotel cuya habitación número 4 lleva su
nombre. Os dejo esta foto, que seguro no la conoceréis muchos...
Los
diferentes hijos e hijas de Brígida corrieron distinta suerte, quedando unos en
Cuevas y otros emigraron a diversos lugares de España. Por ejemplo, la tía
Mercedes casó en 1902 con un feriante llamado Manuel Mancheño Cejas que venía
al pueblo vendiendo turrón, de cuyo matrimonio nación un hijo llamado José
Mancheño Porras. Este tal José es el padre del afamado cantaor flamenco, ya
fallecido, Manuel Mancheño Peña, apodado “El Turronero” por tener sus padres
este oficio en las ferias (Ver
enlace). Nació accidentalmente en Vejer de la Frontera en 1947, pero su
vida la pasó en Utrera, por lo que se considera hijo de esa villa. Murió en
2006 de un infarto cerebral cuando contaba 59 años. Trabajó con Antonio Gades y
Paco Cepero, viajó por el mundo con su cante y fue un famoso cantaor en los
años 70, con una amplia discografía. Al final os presento una grabación de un
encuentro flamenco, con mesa velador y copas de vino, junto a Camarón, Paco Cepero
y Paco de Lucia allá por 1972.
Ya
que fray Crispín no tiene nada que ver con nosotros, como queda demostrado en
mi investigación publicada en mi blog, contamos en la familia con un sacerdote,
aunque acabó colgando los hábitos, casándose y teniendo hijos. Me refiero a
Mariano Porras del Pino, que fue cura de Cómpeta allá por los años 60, donde
vivió en compañía de su hermana Brígida, que casó allí con el dueño de los
autobuses que conectaban con Málaga y falleció joven. Creo recordar que el
marido se apellidaba López, si la memoria no me falla.
La
hija África Porras Perez y su familia creo que andaban por la Bisbal, pues
cuando yo vivía en Barcelona solía visitarnos uno de sus hijos que venía a ver
a mi padre. También hay allá, en Cataluña, descendientes de Teresa (un nieto
suyo ha sido alcalde del pueblo hace dos legislaturas), de José (mi propio
hermano y varios primos), de Carmen (Dolores, José y Ana aquí presentes), etc. tenemos
una buena muestra hoy a la mesa.
El
más longevo fue Antonio el Portugués, que vivió en Vadofresno hasta casi
cumplir los 100 años, para los que le faltaban dos meses si la información que
tengo es correcta. Yo le recuerdo con 90 y muchos años yendo a la huerta
montado en su mula y haciendo sus labores de hortelano.
En
fin, si hablamos de todos los descendientes de Brígida, de los apodados
portugueses, no acabaríamos nunca y nos faltarían espacio y datos. Yo
propondrían un encuentro donde nos citáramos todos los herederos de Brígida
Perez Ruano y Mariano Porras Repiso en una comida en el pueblo donde vivieron y
afloró tanta prole, pero ese proyecto lo dejo en el aire para mejor ocasión,
para otras migas “a la portuguesa”.
Y
ahora, querida prima, pásame esa copa de vino, esas zanahorias morás tan bien
aderezadas y el relleno que ha preparado Granizo, que son símbolos de la
cultura culinaria del pueblo, por el que brindaremos desde la distancia, porque
el pueblo no son sus casas, sino su gente y estará presente allá donde estemos
los cuevachos: Brindo por todos los descendientes de Brígida la Portuguesa, en
especial de su hija Carmen y por los paisanos a los que nos liga la sangre…
chin-chín. Después, tras degustar esas excelentes migas que has preparado, con
todo lo que le acompaña, hincaremos el diente a esas empanadillas de cabello de
ángel que hemos traído del pueblo, a ver si ese cabello del tal Ángel me hace
salir el mío y me puebla el flequillo. Por cierto, el pastel de zanahoria morá,
que habéis hecho Carmen y Dolores, estaba de muerte, nos tienes que pasar esa
receta.
Y
ahora podéis escuchar al pariente Turronero, en esas bulerías que os prometí.
1 comentario:
Oohhh me ha encantado enlazar la historia de Brígida ,bisabuela de mi madre, gracias 🫂
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