Aquí, en el sur, nos quedan dos días para ir a las
urnas. Seguimos como al principio. Después
de tanta campaña me da la impresión de que las cosas han cambiado poco,
sobre todo para aquella gente que ya tenía hecho un análisis de la situación
bastante sólido, en función de su ideología. La oferta, eso sí, esta vez, es
muy variada. La irrupción de nuevas fuerzas políticas ha cambiado el mapa. Ya
no se habla del bipartidismo adornado por la representación casi testimonial de
algún grupo como IU, sino de cinco o más grupos con posibilidades de
representación parlamentaria. Pero es tal el descrédito del mundo político que
las promesas se convierten en cantos de sirena, que no se las cree nadie. Los
incumplimientos han dejado una sombra de sospecha sobre todo lo que se afirma
en los programas.
Los clásicos ya sabemos, más o menos, por dónde van.
El PSOE lleva suficiente tiempo en el poder como para conocer con bastante
profundidad cuáles son sus líneas de actuación y su compromiso social. Ciertamente
que Susana, dentro del continuismo, ha representado, o pretende hacerlo, un
aire fresco dentro de su partido, ya que el tufo de los EREs apesta por doquier
y hacía falta una limpiadora o cirujana para eliminar la porquería o el tumor. Pero
tras la campaña la veo empañada por una falta de claridad de ideas, de recursos
y cintura dialéctica, para afrontar las competencias de la máxima autoridad de
esta tierra. Ahora queda por ver si la limpiadora es profesional y no acaba
metiendo la porquería debajo de la alfombra, o si la cirujana que tenía que
resecar el tumor, resulta ser una experta en cirugía plástica y sólo cambia la
imagen de la cara dejando el interior igual que estaba. El PSOE, al igual que
el PP, están bajo sospecha por las políticas que han llevado a término en los
últimos tiempos, de ahí que surjan con fuerza las nuevas alternativas que
compiten con ellos en estas elecciones.
La oferta del PP viene lastrada por la política del
partido en el área nacional y en las autonomías donde gobierna. No se
caracteriza el PP por su defensa de lo público y de los intereses generales del
ciudadano, bajo mi modesto punto de vista, como se viene observando en los
últimos tiempos, donde se ha plegado, junto al PSOE, a las exigencias de
Alemania y la banca mundial. Hechos como el rescate de la banca y no el de los
ciudadanos en crisis, los desahucios, el pago de tasas judiciales, la tendencia
a la confesionalidad del sistema educativo, el manejo y gestión de la
corrupción en su interior, la falta de sintonía y empatía con la problemática
del colectivo social más necesitado, etc. les deja con no muy buena reputación.
Se diferencia del PSOE en que va un poco más allá en la defensa del mercado
libre y en desmantelar el poder del Estado, lo que nos lleva a cuestionar el
llamado Estado del Bienestar y aquellos compromisos y derechos que la propia
constitución avala con su articulado (derecho a vivienda digna, al trabajo, a
la Sanidad, Educación, a la protección social, etc.) Todo eso, en un sistema
neoliberal, como ellos defienden, queda sujeto a la prestación de servicios
desde el mundo empresarial, que se da cita en la concepción mercantilista
propia de esta ideología. Restricción y no expansión del Estado es garantía de
constreñirlo y minimizarlo para hacer de él un ente menos poderoso que pueda
controlar o neutralizar los excesos del mundo del capital. Tiene, pues, el
señor Moreno Bonilla, una losa sobre su cabeza que le aplasta y le cuestiona la
verdad de su discurso. Escuela del PP, calle Génova, y un sinfín de acusaciones
sobre ellos que los llenan de sospechas, a pesar de haber movilizado toda su
artillería mediática para repartir, a diestro y siniestro, mandobles y defender
sus postulados, al amparo de haber tocado fondo en el pozo que ellos (PPSOE)
nos metieron de la mano de la banca internacional.
Izquierda Unida es otro mundo. Está más limpia. Es
más idealista y crítica con el camino por el que llevan al sistema hacia una
nueva situación, y busca a la desesperada su sitio, pues sus bases han sido
seducidas por la arrogancia y desparpajo de Podemos (no me refiero a Tania y
Pablo Iglesias). Es un partido tolerado
por el sistema desde que se descafeinó el concepto comunista y apareció el
Eurocomunismo que ha ido degenerando en esta situación identificada como de una
izquierda unida. Maillo no tiene que fajarse tanto en el combate, pues está a
mucha distancia de sus contrincantes y sabe que, lo suyo, será no perder
demasiados puntos por causa de la irrupción de Podemos. Solo puede esperar
volver a ser lo que fue en la legislatura anterior. Eso sí, papá Anguita ya les
orienta hacia aliarse con Podemos, dada su alergia a todo lo que signifique
PSOE.
Luego vienen los enigmas. Por un lado está
Ciudadanos y por otro Podemos. Ciudadanos es el hijo crecido del PP, al que le
ha salido protestón y rebelde dado su sistema educacional, basado en la
imposición de los principios conservadores del Estado Español, modificados por
el viejo régimen hasta convertirlos en doctrina pseudofranquista. La cuestión
está en que este hijo se fue a vivir a Cataluña y bebió de otra visión del
asunto, viéndose obligado a convivir con otras orientaciones de la derecha
nacionalista donde se mantiene el conservadurismo político y social, pero aflorando
un modelo diferente de Estado menos sometido a la vieja estructura, que es
totalmente rechazable por papá PP. Ellos querrían cambiar un poco aquello, pero
sin cambiar demasiado, pues España es España desde los Reyes Católicos y
Cataluña fue parte importante en la creación de ese Estado de la mano de su rey
Fernando el Católico.
En un principio, dada su juventud, quiso irse a
vivir con la tita UPyD, divorciada amargadilla del PSOE, encantadora y coqueta,
a la par que competidora del PPSOE, pero le puso muchas condiciones para
compartir casa y decidieron optar por alquilar un piso para ellos y vivir
solos. Luego, se presenta limpio y duchado, sin la roña que produce la corrupción,
que apesta en el PPSOE, y con cantos de sirena para atraer a las nuevas
generaciones que no comulguen con el llamado populismo que le adjudican a
Podemos y que anden descontentos con sus papás.
A Podemos hay que darles las gracias por estar ahí. Han
tirado de la cuerda hacia el otro lado para frenar la huída hacia adelante de
los que andan destruyendo el Estado del Bienestar, denunciando el manipuleo de
la clase dominante a la que llaman casta, para privatizarlas ganancias y
socializar las pérdidas. Si la gran empresa gana se lo queda ella, pero si
pierde hay que rescatarla con dinero público y lo pagamos todos. Hacía falta
este Pepito Grillo para despertar las conciencias. Eso sí, que tenga cuidado
pues se está metiendo con un enemigo fajado en la lucha mediática, con recursos
y poder omnipresente y puede salir malparado si no sabe nadar y guardar la
ropa. Fíjense que lo de Monedero es una ventosidad comparado con la diarrea que
presentan los partidos que gobiernan, y han conseguido magnificarlo hasta parecer
el mayor de los pecados.
Ahora bien, la credibilidad de Podemos está en ver
si tiene capacidad y posibilidad de llevar a término su programa o se lo
acabarán dinamitando desde Europa. Por eso es tan interesante el desenlace del
conflicto griego, convertido en un campo experimental para el dominio, o
control, de las nuevas tendencias ideológicas opositoras al gran proyecto del
Nuevo Orden Mundial del colectivo Neoliberal y Neoconservador, que forman un
oxímoron perfecto. Ya están empleando la técnica de la maximinización para
neutralizarlos (minimizan los errores de los gobernantes y los aciertos de la
oposición y maximizan los aciertos de los gobernantes y los errores de la
oposición) solo hay que ver en la tele a los Indas, Maruhendas y compañía.
Podemos, pues, es un enigma de fuerte componente
ideológico e intelectual que se enfrenta al estatus establecido y puede llevar
a un choque de trenes de considerables dimensión. Le salió respondón el niño al
PSOE, igual que al PP, y le remueve la conciencia hasta enfrentarlos a su
deriva a la derecha dejando en la estacada a su verdadero público. Esta disonancia
cognitiva deja a muchos votantes del PSOE en la tesitura de decidir entre su
viejo aparato y la nueva oferta. Uno muy condicionado por el pasado y otro muy
enigmático para el futuro.
Podemos, ese hijo ideológico de la izquierda, se fue
a estudiar a Sudamérica y vino influenciado por los populismos de allá,
defendiendo una nueva teología de la liberación, usando el símil religioso del
pasado. Nos ofrecen, pues, un tren nuevo que parte hacia el futuro por vía
diferente, dentro de lo que cabe, al que se sube la gente desencantada,
frustrada y hastiada de soportar a una clase dominante que se instauró en la
transición y que ha evolucionado poco, más bien ha involucionado.
Los partidos tradicionales se lo han puesto fácil;
gestionaron lo público como su cortijo, incumplieron programas, engañaron,
robaron y manipularon, practicaron el nepotismo colocando a los suyos, se
adueñaron de los medios de comunicación y andan, torpemente, a la gresca con el
“y tú más” en un intento de salir ilesos del fango que ellos mismos han creado.
Su lamentable técnica es esparcir porquería por doquier para que salpique a
todos y se acabe votando a lo malo conocido por la sospecha de que lo que puede
venir podría ser peor. Mientras tanto nos encontramos con la caída libre, o en
plan tobogán, que nos llevará al suelo definitivamente. Cuando se llegue al
suelo, que parece se puede estar llegando en función de dónde lo hayan
establecido los que mueven los hilos entre bastidores, dirán que se acabó la crisis
y que ellos han logrado resolverla, cuando lo que ha pasado es que nos han
instaurado definitivamente en ella. La crisis, por definición, desparece cuando
se estabiliza el sistema sin considerar en qué nivel se ha equilibrado. Por
tanto, llagará al momento en que diremos: “Ya no hay crisis”, ahora hay que
estabilizarse aquí y acoplarse al nuevo estado. Ya estarán perdidos los
derechos laborales, el trabajo decente, los derechos constitucionales y habrá
cambiado el contrato social, hasta modificar el concepto de dignidad humana y
someterlo a los intereses del dios dinero.
Votar a Podemos es osado, de valientes que se
quieren enfrentar a un mañana distinto, yo diría que raya en lo temerario visto
el poder que tienen los que mandan, que no son los que gobiernan, que quede
claro, sino aquellos que tienen el control del dinero. Sus votantes son
mayoritariamente jóvenes, y eso es lógico. Las generaciones se renuevan.
Curiosamente, bajo mi punto de vista, una generación que ha engendrado un
cambio importante en la vida social, creando expectativas considerables, se sostiene
en el tiempo (en nuestro caso podríamos hablar de 40 años), gestionando la
nueva situación, mientras esas expectativas se van fraguando y hasta que ya no
son tentadoras para la sociedad, bien porque las cosas no hayan salido como se
pensaba, porque hayan defraudado los líderes del cambio o bien porque no se adecúen
a las nuevas demandas sociales de las nuevas generaciones, tanto en relación a las
líneas ideológicas como a los agentes que las lideran. Entonces surge la necesidad
de un nuevo cambio, que solo se inicia cuando aparece un importante conflicto o
crisis que lo reclama, actuando como detonante. En esas circunstancias salen
nuevos líderes que pregonan una era diferente, más acorde con las demandas
sociales de ese momento. Las viejas recetas quedan obsoletas y se reclaman
nuevas medidas y nuevos escenarios políticos y sociales que permitan una mejor
convivencia y justicia social, aunque un importante conjunto de gente
acomodaticia se resiste al cambio. Los gobernantes antiguos, a la larga, tienen
dos opciones, o se adecuan a la nueva situación y lideran un rearme ideológico
o dejan el sillón para que sean otros los que lo hagan. El cambio es
irrefrenable y es aconsejable el relevo en el liderazgo. La nueva generación
quiere ser dueña de su futuro y entiende, incluso desde su subconsciente, que
es lógico que muera, en sentido figurado, la generación anterior con su
proyecto y surja uno nuevo que les dé el protagonismo y la responsabilidad para
fraguar su propio futuro.
Nuestros hijos, a los que se les ha acusado
reiteradamente de indolentes, acomodaticios e hiper-protegidos, se han visto
abocados a la desesperanza al ver que las expectativas que se les habían
infundido se desvanecen y su necesidad de independencia, para desarrollar su
propio proyecto de vida, se trunca por mor de una mala política. Su seguridad se
resquebraja y tienen que acoplarse en casa de los padres en plan limosnero, o ir
al extranjero a ejercer la actividad profesional en la que se han formado, pues
aquí les es imposible ejercerla… es más, ni siquiera pueden encontrar trabajo
en cualquier otra actividad. Conclusión para ellos: “los viejos carcas de la
política les han engañado y quieren un nuevo mayo del 68, un cambio para ellos
coger las riendas”. Luego, el sistema, que es especialmente hábil, acabará
diluyendo y deglutiendo el movimiento mediante algunas modificaciones nimias y
los líderes se plegarán a la nueva situación que entenderán, en parte, creada
por ellos. Los sistémicos dirían que el poder, inteligentemente, intentará modificar
algo la tolerancia de la plataforma homeostática para asumir las nuevas
demandas y cambiar, sin cambiar casi nada.
Por tanto ya tenemos una generación que se va y otra
que viene empujando, sobre todo debido a la crisis que los trata injustamente.
El cambio ya se ha iniciado, incluso en la monarquía, ahora nuestros hijos
quieren lo que les corresponde, el protagonismo. De ahí que se reclama una
segunda transición, cosa lógica, dado el proceso que ha sufrido el país,
incluso que se inicie un enjuiciamiento social y político a aquellos que han
gestionado en su propio beneficio el erario público, o que han sacado tajada de
ello. La guerra está servida… ¿matará (en sentido figurado) el hijo al padre o
el padre al hijo? En todo, caso el futuro es del hijo.
Lo curioso es que, como hay dos grandes grupos
basados en el bipartidismo, cada padre parió a un hijo, como ya he sugerido. Es
decir, de cada ideología surge un descendiente que heredará el campo de sus
padres. El PP pare a Ciudadanos y el PSOE da a luz a Podemos. O lo que es lo
mimos, la nueva derecha busca consolidarse en Ciudadanos y la nueva izquierda
en Podemos (IU, que nunca consiguió ser mayor en sentido de ejercer el poder,
acaba hermanándose con estos últimos).
Ahora nos queda saber si los hijos están en
condiciones de gobernar, si saben, pueden y quieren hacerlo bien o habrá que
esperar a que maduren algo más. Tal vez, dadas las circunstancias, deberán
limar asperezas, resolver el conflicto intergeneracional y facilitar el
tránsito hacia un nuevo estatus donde tomen, a medio plazo, el poder los
jóvenes. Una nueva transición debidamente pactada, con mente abierta,
desprendida y generosa que nos permita vivir en paz otros cuarenta años, hasta
que la próxima generación reivindique su papel y la acomodación a los tiempos
futuros… pero eso es ciencia ficción, ahora nos toca votar el próximo domingo
en el sur, en Andalucía. Según las encuestas tendrán que pactar y los pactos
son clarificadores, pero tienen el defecto que son con el voto irreversible y
hay que aceptarlos.
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