Se está resolviendo la crisis… ¿Pero es que no lo veis?
¿No veis la tele y escucháis al gobierno? La cosa está clara. No se pierde
tanto empleo, se ha frenado la bajada de cotizantes a la Seguridad Social, incluso
nos podemos permitir que no se contrate a las mujeres en edad de gestación, siguiendo
las indicaciones de la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica
de Oriol, para que las empresas ganen más dinero… La cosa va bien,
fijaos en las tarjetas fantasmas de los 86 directivos de Caja Madrid, 15,5 millones
de euros no es nada comparado don los 15.000 millones que le ha avalado el
Estado. Por otro lado, ya lo ha dicho el consejo de Ministros, le daremos 1350
millones al propietario del Proyecto Castor, el almacén de gas submarino situado frente a las
costas de Vinaròs (Castellón) cuya actividad se ha relacionado con al menos 500 seísmos ocurridos
en septiembre de 2013.
Hombre, no me fastidie, viendo esto le vamos a poner pegas a que Barcenas se
lleve unos milloncejos a Suiza, o que los señores de Valencia se montaran sus
chanchullos con cuanto pudieran, o que el Honorable deposite en Andorra “los
dines de su herencia”, o que en los EREs se repartieran entre unos cuantos otros
milloncetes. No me sean así, hombre, sean comprensivos, a la gente que anda con
los dineros hay que agradecerle que no arramblen con todo, que nos dejen algo,
aunque sea con deudas… Vaya país, de Cádiz a Gerona, de Almería a La Coruña, de
Valencia a Salamanca o de Baleares a Canarias… o sea, de norte a sur y de este
a oeste esto es un desmadre consentido. Desmadre que deberemos pagar todos,
bien en la factura del gas, bien en los recortes, bien en los impuestos, bien,
bien, bien… todo bien.
Pero os voy a decir por qué estamos saliendo de la crisis…
o mejor, cómo estamos saliendo de la crisis. Nos estamos instalando en la pobreza,
en aquella pobreza del tercer mundo que tanto criticamos. Antes era pobre el
que no tenía trabajo, o sea, el que no tenía ingresos, ahora ya tenemos pobres
con trabajo. No quiero decir que les cueste trabajo ser pobres, no, eso no, el
sistema y el gobierno se lo facilita en cuanto se descuiden. Siempre se dijo que
eras “un pobre trabajador”, pero ahora podemos cambiar las cosas, ahora podemos
decir que eres “un trabajador pobre” pero pobre de solemnidad (¿Qué será eso de
pobre de solemnidad? Yo te lo cuento: eran los mendigos que se mostraban como tales en las
fiestas litúrgicas o solemnidades, o sea a pedir en la puerta de la iglesia, además,
los sintecho). Pero sigamos: Eres pobre porque después de pegarte una “hartá” de currar, o de tener
un trabajo precario, cuando llegas a casa sigues con los bolsillos vacios, sin
poder cubrir las necesidades básicas de alimentación familiar, de vivienda, de ocio,
de educación, de vestimenta, de relación social (no confundan el derecho a la
relación social del currante con el de los directivos de la banca, esos sí
pueden y se les ha de financiar desde la propia banca, para eso son directivos.
Grandes hoteles, copiosas comidas, viajes, copas, coches… y puede que putas, si
no al tanto).
Pues veréis. Cuando se provocó la crisis, la idea
era muy sencilla, había que bajar los salarios, los costes de producción para
ser competitivos con otros países (¿Os suena China, Bangladés, India, etc?). Lo
malo es que aquellos producían a un coste infinitamente menor y las empresas
multinacionales vendían aquí a precio de mercado interior… coste 5 en origen y 100
precio en destino: Ganancia segura y gorda.
Pues bien, españolito, si quieres trabajar tienes
que cobrar lo mismo que aquellos y producir a su ritmo, de lo contrario deslocalizamos
las empresas y nos las llevamos allá. Bueno, te daremos algo más de sueldo para
que nos compres aquí a precio superior, pues hay que preservar el mercado. Ya sabemos que el mercado lo regula todo. La
ley de la oferta y la demanda. Mucho paro, mucha gente dispuesta a trabajar, mucha disposición a hacerlo por
menos de lo que lo haga otro para poder obtener ese trabajo, “jajaja… qué bien,
dice el empresario, ya tenemos a otro sometido a la esclavitud consentida para
poder subsistir. Dale menos, hombre, que
todavía aguanta. Tú dile que la cosa va a
peor, que se dé con un canto en los dientes si le pagamos 4 euros la hora y a
su cargo la seguridad social.”
Antes el mileurista era un pobre desagraciado mal
pagado y explotado; ahora es un privilegiado. Claro si el salario mínimo que
marca el gobierno es de 654.30 euros al mes, el mileurista es un dios. Pero no
se piense, amigo, que el salario mínimo es lo que va a cobrar si deja de
integrar las listas del paro, no, a usted le pueden hacer un contrato de fin de
semana, por 2 horas al día, o qué se yo… Esos 654,30 euros brutos los cobrará si
hace una jornada completa, pero que muy completa, tanto que el jefe le puede pedir
que se quede más tiempo y, usted, aunque no le pague las horas extras, agachará
la cabeza para que le siga contratando. Claro esto va para quien anda en el
tramo medio de la sociedad, es decir, para la cada vez más diezmada clase media,
para el mundo del “currantazgo”. Ya sabe, poca oferta de trabajo y mucha de
currantes. La brecha entre pobres y ricos cada vez es mayor y el rico es el que
está en la esfera del poder… el pobre es eso, el pobre.
Luego viene la vieja técnica del miedo. Esa técnica
maquiavélica ya se utilizó por los grandes cerebros que ejercieron el poder a
lo largo de la historia. Si creas una situación de inseguridad, si metes miedo y la gente ve que la cosa puede ir a
peor, acaba cediendo en todo. En los aeropuertos nos dejamos hacer cualquier
cosa por la seguridad, estamos dispuestos a perder derechos por la seguridad,
matamos por miedo a la inseguridad… somos capaces, incluso, de aceptar un
dictador sanguinario por esa seguridad relativa; eso pasó en España en la II
República, crearon inseguridad y afloró un salvador de la patria que se llevó
por delante cientos de miles de muertos por la seguridad y evitación del caos. Por
tanto, siembra el miedo, propón soluciones y se arrodillarán ante ti. Eso se
llega a usar hasta con las enfermedades y los fármacos… ¿Os acordáis de la
gripe A y las vacunas que vendieron a los gobiernos ante el miedo de la gente y
luego no fue nada? En fin… ahora andamos con el ébola, a ver si también resulta
un fiasco…
Y entonces salta la duda: ¿Para qué quiere el
ciudadano un Gobierno, un Estado, un País, que no le protege, que no le
garantiza los mínimos indispensables para sobrevivir dignamente? ¿Dónde están
los gobiernos que se muestren dispuestos y comprometidos a garantizar los
derechos que la Constitución establece, derecho a educación, trabajo, salud,
vivienda, alimentación, vida digna, etc? ¿De qué le sirve pertenecer a una nación,
a una sociedad, a una “patria”, si los gobernantes se dedican a beneficiar a la
banca, a las empresas, a sucumbir ante el chantaje económico del mundo
financiero, a claudicar ante las tentadoras ofertas de beneficios que los
corrompen, cuando no a llevarse los dineros a Suiza, Andorra o a cualquier paraíso
fiscal? Astutamente, el empresario gordo plantea: “Señor gobernante, usted
apoye a la empresa, legisle para su beneficio, permita sus actos alegales,
incluso, amorales y nada éticos, y yo le garantizo que, cuando usted termine su
periodo de gobierno, o le echen con su voto los ciudadanos, le colocaré en mi
consejo de administración con un suculento sueldo… su vida, su buena vida, está garantizada. No
tenga escrúpulos en traicionar su discurso, sus ideas iniciales, su programa
político… es más, no sea tonto, diga algo que gane votos y después haga de su
capa un sayo para abrigarse mejor. De lo contrario, a usted y a su partido no
le daremos préstamos para sus campañas y mantenimiento, le vamos a pedir los
créditos, no le condonaremos sus deudas y publicaremos, con nuestros medios de comunicación,
todos los desafueros que han cometido, las comisiones por obras, los chanchullos
y todo aquello que usted sabe que existe, porque nosotros los hemos promovido,
pero que no lo dice por una ley de omertá entre todos los enganchados en el asunto”. Cuando
alguien se va de la boca, como el caso del famoso 3% que comentó el señor Maragall,
todo se tapa y el desliz queda cubierto, salvo que aparezcan errores de bulto o
haya reventado algo en el sistema y se empiecen a pasar facturas. Ahora pensamos
que ese dinero puede haber acabado en Andorra…
Pero, no me hagas caso, yo estoy hablando de un país
ficticio, de una sociedad posible en el futuro incierto, de un Estado imaginario,
de unos políticos quiméricos… Eso aquí no pasa, ni se le ocurra. Si fuera así,
seguro que la sociedad saltaría y se enfrentaría a quienes quieran someterlos,
a quienes les engañen y exploten, a quienes les humillen, a quienes les
manipulen… menudos somos los españoles para aguantar a nadie que nos someta.
Vamos, hombre… que no, que aquí esos es imposible… Aquí, ante todo, se pone el
derecho y el bienestar del ciudadano. La empresa está para servir a los
intereses generales de la ciudadanía y se regula y legisla para que eso se
cumpla. ¿O no?
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