A veces encuentra uno palabras, conceptos, que dan
sentido a lo que uno piensa, que reafirman ideas que andaban pululando por la
mente y que sirven como elemento de profundización en esa reflexión. Hoy os presento una, tal vez algo compleja, queriendo resaltar la libertad y responsabilidad del ser humano en su compromiso evolutivo con la propia sociedad.
Hace tiempo que vengo pensando que cada uno, dentro
de las diferencias y los diversos atributos que le adornan, tiene la obligación
de orientar su vida hacia un fin que llene su existencia, que le plazca y le
motive, que le desarrolle y realice como ser integral, singular y único que
enriquece al conjunto de la sociedad con su propia evolución.
Según algunos pensadores, no científicos diría yo,
en todos y cada uno de nosotros se da un microcosmos, una síntesis de la
existencia energética que hace moverse el mundo, una conjunción de leyes
funcionales que desarrollan la vida y su evolución. Según las religiones,
también todos y cada uno formamos parte de ese dios al que veneran, bien como
vástagos suyos, bien como una proyección que, en algunos casos, purgan y se
pulimentan en el desarrollo de la propia vida para elevarse hasta la
perfección, que será cuando se fusionará con la divinidad absoluta.
Para un agnóstico, como yo, esto no deja de ser
hipótesis no contrastables, por lo que aceptarlas forma parte de una posición
de fe más que de razón. No obstante, siguiendo una lógica de sentido común, es
aceptable que podamos considerar a los seres humanos como entes similares, no
mimetizados, pero sí con una inmensa semejanza que abarca valores, objetivos y
motivaciones desde los puros instintos que le hacen funcionar.
Dicho esto, entraría en juego el concepto "DHARMA",
que proviene de la filosofía y la concepción hindú de la vida. En el
hinduismo, el "dharma" es la ley universal de la naturaleza, ley que se
encuentra en cada individuo lo mismo que en todo el universo… y hace
referencia, según mi deducción, a la ley o principios que nos mueven a cada uno
en la relación con el entorno. Por tanto implica la conjunción
de esos principios que nos orientan a un fin personal.
Llevándolo un poco a la práctica
vital cotidiana sería el estado de armonía que se da mediante el cumplimiento
de nuestra gran misión en esta vida, que cada cual la define en función de sus
motivaciones, si bien puede haber deterministas que la vean fijada de antemano,
antes de la propia existencia del sujeto equiparándola al “SINO”. Yo no la
sitúo así y prefiero decir que cada cual nace con unas características que le
avalan para desempeñar una función social, humana y personal que le conforma su
propia misión vital. El "dharma", pues, sería esa misión en relación a su entorno
humano y ecológico que le llevaría a la autorrealización.
Existe una misión universal para
los seres humanos y todo ser viviente que es la reproducción y perpetuación de
la especie, pero en el caso humano, dotado de inteligencia superior, caben
otros cometidos complementarios e individualizados que diferencia la misión de
cada cual para perpetuar y evolucionar la especie hacia un orden superior.
Luego viene el sistema educativo y
condiciona todo el proceso de formación del sujeto que, de alguna forma,
modifica y reorienta al ser humano hacia metas condicionadas por la cultura y
el orden establecido, pudiendo apartarlo de su misión y del desarrollo integral
de sus potencialidades, lo que le llevaría a desperdiciar, en gran medida, esas
capacidades mediante elementos represivos de su espontaneidad, frustrando así
su mayor aportación al sistema evolutivo social y su propia autorrealización.
Si el proceso educativo se dirige,
desde una visión holística, hacia la libertad responsable y sinérgica, es decir
tendencia sumatoria del esfuerzo de todos y cada uno de los seres humanos,
acabaremos facilitando el mayor desarrollo de la especie y entendiendo la vida
como una complementariedad entre todos los seres vivos. Esto llevaría al
entendimiento, a la comprensión de que el amor es buscar el desarrollo máximo
del otro facilitándole dicho desarrollo, a la par que vamos acrecentando el
propio y compartiendo las aportaciones de los demás como un enriquecimiento
común no competitivo ni excluyente.
Por tanto, la armonía que da el
cumplimiento del "dharma" lleva a la paz interior y cuando existe esa paz
interior se garantiza la exterior por la ausencia de violencia. Si desprendemos
este mundo de las agresiones impuestas, de los modelados a conveniencia, de las
orientaciones hacia intereses espurios, etc. podremos empezar a pensar en que
cada uno pueda desarrollar sus potencialidades libremente y aportar ese desarrollo
al conjunto de la sociedad y al suyo propio. Eso llevaría a la elevación del
ser humano como ser intelectual y/o espiritual dentro de un conjunto armónico
de convivencia con su entorno.
Por tanto, cabe preguntarse qué podemos
aportar en esta vida al conjunto de la humanidad y desarrollar la actividad
para conseguirlo. Ese es el "dharma" o equilibrio armónico de energía con el
entorno y sus leyes universales. Esa es la autorrealización y la elevación del
sujeto a mayores niveles evolutivos. El gran cambio que se ha de producir en la
nueva era, que alude a la espiritualidad, debe ir, bajo mi punto de vista, por
esa vía. Un cambio profundo a nivel individual hacia su propio "dharma" que
repercuta en el conjunto de la sociedad desde la perspectiva holística de un
sistema interactivo.
4 comentarios:
Efectivamente es una buena forma de interpretar el dharma. Bss. familiares.
Emejota, celebro su apreciación. Besosss
Muchas gracias, mister Anónimo. Visitaré su página.
Saludos
Casi todas las religiones tienen un nexo común, un precepto en el que están de acuerdo todas (un precepto que, dicho sea de paso, casi ninguno de sus "cabezas visibles" suelen llevar a la práctica, aunque sí muchos de los seguidores de estas religiones que, más humildes, no son visibles). El precepto es: "trata al otro como desees que te traten a ti". A la luz de la filosofía del dharma, este precepto también adquiere un significado nuevo: si haces el bien, ese bien se te devolverá multiplicado. Por tanto, haz el bien por la cuenta que te trae :-)
Imagnínate, Antonio, que todos siguiéramos este principio hasta sus últimas consecuencias... No habría malhechores, políticos corruptos, yernos "reales" aprovechaos, sacerdotes pederastas, pederastas en general, ladrones, violadores, abogados, perdón, esto último es broma :-D... En fin, que esto sería Jauja.
Por desgracia, todavía nos queda mucho todavía (y yo me meto en el saco) para saber llevar esto a la práctica :-((
Un buen artículo sobre un tema distinto a los que sueles tratar :-), lo he disfrutado. Besazos!
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